Fidel
Soldado de las Ideas
Ahora no han dejado ni respirar porque, realmente, lo que quería Arbesú es que ustedes respiraran, transpiraran, se relajaran unos minutos después de estas discusiones, y entonces me relajara yo también un poco y viniera a decir unas palabras acá (RISAS); pero, bueno, ustedes han tomado el acuerdo unánime de que comencemos ahora mismo la parte final de la sesión de clausura.
¡Viva Cuba libre! era el grito de guerra con el que se identificaban en llanos y montañas, bosques y cañaverales, los que iniciaron el 10 de octubre de 1868 la primera guerra por la independencia de Cuba.
Cuando triunfa la Revolución, en Cuba, como en el resto del Caribe y de América Latina, que sufrían la pobreza y el subdesarrollo, muchas personas aspiraban a emigrar en busca de empleos más remunerados y de mejores condiciones de vida material que en sus propios países sometidos a siglos de explotación y saqueo nunca habrían podido encontrar. Hasta 1959 las visas que se otorgaban a los cubanos eran sumamente restringidas. Las puertas entonces, por razones obvias, se abrieron de par en par. Así se fueron creando importantes asentamientos de origen cubano en Estados Unidos. La inmensa mayoría viajó a través de trámites, documentos y vías legales. Más de una vez, a pesar de las crecientes tensiones y algunos conflictos sobre el tema migratorio, fueron suscritos acuerdos entre ambos países, que durante más de cuatro décadas hicieron posible el transporte seguro y ordenado de cientos de miles de ciudadanos cubanos a Estados Unidos sin la pérdida de una sola vida de niños o adultos. Los emigrantes cubanos, como fruto de los programas revolucionarios, son por lo general personas de elevado nivel escolar y preparación técnica o profesional. En virtud de los últimos acuerdos de septiembre de 1994 y mayo de 1995, hasta el 9 de noviembre del 2001, 132 mil 586 ciudadanos han viajado a Estados Unidos con visas de entrada y por vías absolutamente seguras.
Donde la carrera armamentista y el comercio de armas persiste a pesar de haber finalizado la guerra fría, donde no se ha dedicado al progreso humano ni un solo centavo de lo que hoy como ayer se derrocha en armas, donde los bloques militares se extienden irracionalmente, donde las armas sofisticadas continúan fabricándose y perfeccionándose, no puede haber desarrollo social. Con hegemonismos, con intervenciones de todo tipo bajo cualquier pretexto, que solo tienen lugar en países pequeños y del Tercer Mundo, sin el respeto al derecho sagrado de cada país a su plena independencia e igualdad en las relaciones internacionales, no puede haber paz ni desarrollo social. Es mentira, puro engaño.
Los hechos se suceden con increíble ritmo. A veces ocurren varios simultáneamente. Uno siente deseos o más bien necesidad de comentar alguno por su importancia intrínseca y su valor como ejemplo. No hablo hoy de lo ocurrido en Ginebra, que ha sido considerado un merecido triunfo revolucionario de los países del Tercer Mundo. Hablaré de la respuesta de Cuba al Consejo de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, publicada el pasado viernes 22 de junio en la primera página de Granma.
Después de un año de tenaz esfuerzo de preparación y entrenamiento, por razones absolutamente ajenas a nuestra voluntad, nos vimos obligados a suspender la participación de nuestros atletas en un evento deportivo al que, a lo largo de muchas décadas, desde su propia fundación, jamás nuestro país había dejado de asistir, aun en aquellos tiempos en que sólo unos pocos atletas integraban la delegación cubana que, a base de coraje y patriotismo, obtenían algunas medallas como gloriosos precursores de la potencia deportiva en que se ha convertido hoy nuestra Patria, fruto de la justicia de una gran obra revolucionaria y el heroísmo incomparable de nuestro pueblo.
Dos cosas sagradas, dos conquistas sagradas, tal como las hemos desarrollado y tal como las hemos concebido deben mantenerse a toda costa, en cualquier circunstancia: el derecho a la salud y a la educación de nuestro pueblo, y a la práctica de la educación pública y de la salud pública. Tanto que criticaron al socialismo y ningún país capitalista, que actualmente están muy lejos de haber resuelto sus problemas y que tienen tremendos problemas, tremendos e insolubles problemas, fue capaz de resolver de manera adecuada, en la forma en que las hemos resuelto nosotros, la salud pública y la educación.
Veo al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes invencibles, que esta vez incluye no solo cubanos sino también latinoamericanos que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y de gloria. Veo además al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia se han multiplicado por toda la tierra.
¿Por qué dije un día en una reflexión que Bush autorizó u ordenó mi muerte?
No necesitamos que el Fondo Monetario venga a decirnos qué tenemos que hacer con la repatriación de las utilidades, porque ya habíamos decidido cómo hacerlo desde que concebimos la idea de aceptar inversiones extranjeras para nuestro desarrollo —y fue aun antes de la desaparición de la URSS—, como un complemento de nuestro desarrollo, que en parte se apoyaban en tecnologías y en créditos y suministros de la Unión Soviética.
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