El séptimo día de diciembre marcó un hito para los cubanos desde el mismísimo año 1896, cuando proyectiles enemigos lograron lo que 26 heridas no habían podido en su cuerpo de bronce.
Ante Maceo –nunca verdaderamente muerto– se inclinaron generaciones enteras, a contrapelo de lo que la historia deparó tras la intervención estadounidense en una guerra ganada por las tropas mambisas y del tsunami político de gobiernos entreguistas...
Artículos Sobre Fidel
Para entender la épica resistencia del pueblo cubano, capaz de sobreponerse a las más complejas adversidades y contingencias, habrá que ir siempre a la historia de las gestas independentistas de esta nación, marcada –entre otras muchas proezas– por esa máxima irrevocable de convertir los reveses en victorias.
La irrupción del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, inaugurado en su primera edición, el 3 de diciembre de 1979, constituyó uno de los puntos esenciales de la cartografía cultural de la Revolución Cubana, y tuvo en el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a un pilar fundador y defensor de la idea a través del tiempo.
La advertencia cortó el aire y despojó a Le Vinh Quán de su aplomo habitual: «señor –urgía alguien desde la puerta de la oficina–, en el almuerzo del visitante ha aparecido una anomalía».
Septiembre consumía su decimocuarta mañana en Dong Hoi, cabecera provincial de Quang Bing, el destinatario del almuerzo de referencia era Fidel, y a esa hora ya recorría la región.
Con proa rumbo a la libertad, y surcando el mar en una travesía épica de México a Cuba, 82 hombres a bordo de un pequeño yate protagonizaron –hace hoy 68 años– un desembarco de rebeldía y heroísmo que hizo renacer el sueño emancipador de una nación y su pueblo.
El cielo estaba aún estrellado y relampagueaba por momentos cuando en la amanecida del 2 de diciembre de 1956 un yate pequeño navegaba cauteloso por la costa oriental de Cuba. Los primeros resplandores del alba lo sorprendieron a las puertas del canal de Niquero. El Granma venía de cruzar las aguas del Golfo de México, sobrecargado de hombres, de armas, de sueños… en la que sería recordada después como «la aventura del siglo».
Solo el ligero sonido del viento entre las hojas o escurriéndose cauteloso junto a los ángeles y estatuas de mármol, podía escucharse la mañana del 4 de diciembre de 2016 en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia. Luego de un viaje de más de mil kilómetros desde La Habana, llegaban a ese sagrado sitio las cenizas de Fidel.
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