Labrador Herrera, Leydis María

El líder de líderes que abonó el camino de la historia patria

Más allá de las disímiles interpretaciones que frecuentemente aparecen sobre el término, no hay duda de que, cuando se menciona la palabra líder, de inmediato se nos dibuja la idea de alguien excepcional, con cualidades que no son comunes a la media de los seres humanos, alguien que nace para trazar los caminos, por los cuales transitarán luego miles de personas de su tiempo, y después de él.
 

El 26, o la pauta de la Revolución

No hace falta testimonio gráfico siquiera para saber cuál era exactamente la triste y desoladora fotografía de esta Isla allá por el año 1953: miseria, crímenes impunes, hambre, juegos, prostitución, drogas y un permanente «sí, señor» a cada orden del imperio.
 
Desde el anterior calendario, con total apoyo de los «dueños de Cuba», se regodeaba un tirano en la silla presidencial, tras haber pisoteado cualquier asomo de constitucionalismo.
 

¡Unidos, solo así fuimos, somos y seremos invencibles!

Dígase Revolución y se dirá también consenso irrenunciable de sueños, esperanzas y anhelos. Qué es esta obra sino el fruto de sinceras inquietudes y esfuerzos individuales que devinieron motivo común, compartido y preservado en pos de un bien supremo: libertad.
 
No puede un solo hombre hacer la historia, ese camino excepcional lo hacen los pueblos, y es su sincera y humilde voluntad la que alimenta los más avanzados pensamientos, la sabia de los líderes, el abono imprescindible de los triunfos.

Gracias, Fidel, por ser, ante todo, humano

No pocos se han preguntado a lo largo de los años de dónde provenía la energía inagotable del líder histórico de la Revolución Cubana. Cómo lograba ese hombre excepcional andar sin descanso, sin treguas, con su noble pensamiento puesto siempre en el bienestar de su pueblo, en la posibilidad de un mundo con cabida para todos, con derechos y oportunidades para todos.
 

¡Unidos!, es así como triunfamos

Si quieren los pueblos saber de dónde les vienen los principios y valores que los hacen excepcionales, deben saber que si buscan en su historia, encontrarán allí la mayoría de las respuestas. Esa verdad insoslayable determina en gran medida la manera en que se edifican el presente y el futuro de una nación, porque todos los propósitos colectivos que se defiendan hoy tienen, de manera indiscutible, raíces en el pasado.
 

El pueblo en pie, contra todos los muros

He aquí al pueblo de mil batallas, al de historia enardecida, al incansable defensor de su justa verdad.
 
Helo aquí y no maltrecho, ni rendido, ni cansado. Cicatrices sí, siempre las habrá, porque para conquistar derechos hay que poner el pecho a las balas, y se resiente la piel, y hasta el alma, pero si se sobrevive, como lo hemos hecho nosotros, no hay poder sobre la tierra que apague el fulgor ina­gotable del andar digno por la vida cuando se sabe uno libre.
 

Por toda Cuba, desde Santiago

Tierra redentora, heroica madre, curtida de pujanzas y desvelos. Por tus calles y montañas caminó firme la esperanza del triunfo, y fuiste artífice imprescindible del momento en que la libertad levantó su frente y dejó atrás para siempre a la ignominia.

Revolución es unidad

Han pasado dos décadas, pero como tantas otras veces en la historia, no han perdido sus palabras ni un ápice de vigencia. Aquel magistral concepto que se unió a su inconmensurable legado ideológico, se nos presenta hoy como profundo y claro recordatorio de lo que hemos construido como pueblo, como nación, como cubanos, de lo que hemos edificado juntos.
 

Otro gesto se suma a la historia de solidaridad de Cuba

Con la llegada a Honduras el domingo, de 20 profesionales de la Salud, pertenecientes al Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, para el enfrentamiento a la COVID-19, se refuerza la tradición internacionalista de nuestra Isla con el país centroamericano.
 

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