Fidel
Soldado de las Ideas
En la mañana del 24 de octubre, el Comandante en Jefe reunió, en el Puesto de Mando Principal, a un grupo de altos jefes y oficiales; después de escuchar los informes sobre el cumplimiento de las medidas puestas en práctica para la defensa del país, pasó a analizar los aspectos fundamentales referidos a la protección contra los ataques aéreos. Al respecto, el jefe de la Dirección de Información, al exponer la apreciación de las posibles acciones del enemigo, planteó que el ataque aéreo sería la acción más probable, sin descartar la invasión. Comentó además, que el día anterior varios aviones enemigos habían irrumpido en el territorio nacional en vuelo a baja altura y en algunos lugares la artillería antiaérea cubana había disparado contra ellos.
Casi una hora y media después de decretada la “alarma de combate”, el presidente Kennedy anunció, con tono recriminatorio y lacónico que los soviéticos estaban instalando bases de misiles ofensivos en Cuba
La actuación —unilateral, inconsulta y apresurada— soviética en la solución negociada de la crisis fue decepcionante para Cuba. Los argumentos de Jruschov de que ante la gravedad de los acontecimientos no había tiempo de consultar, no convenció a la dirección cubana. El problema creado fue más profundo que un mal procedimiento empleado, porque era inaceptable que en el mensaje de respuesta de Jruschov a Kennedy, no se tuviera en cuenta la participación de Cuba en las negociaciones y era muestra de la desconfianza hacia la capacidad de la dirección cubana.
El presidente Kennedy declaraba, ese mismo día 12 de diciembre de 1962, ante los rumores propagados por la extrema derecha en ese país, que la URSS no había retirado todos sus cohetes de Cuba, que se había comprobado la salida de esos armamentos, y afirmó que Estados Unidos continuaba realizando con sus propios medios la verificación para garantizar que no se creara en Cuba un potencial bélico peligroso. Asimismo expresó que su país estaba preparando otras reglamentaciones sobre embarques de artículos no estratégicos de las naciones occidentales con destino al territorio cubano.
El martes 6 de noviembre de 1962, el gobierno de Estados Unidos, convencido de que se habían desmantelado los cohetes y después de aceptar la propuesta de la URSS de verificación en alta mar de los buques soviéticos que los transportaban, planteó oficialmente una nueva exigencia, la retirada de los IL-28, convertidos de pronto en arma "ofensiva", como solución de la crisis. Asimismo, el Departamento de Defensa norteamericano informaba el cierre del tráfico en el Canal de Panamá para permitir el paso de 17 naves de guerra, que incluían portaaviones, destructores y submarinos, los cuales se unirían a las fuerzas desplegadas en el Caribe, en un intento por aumentar la tensión y presionar a Cuba.
El día 28 de octubre de 1962 la dirección cubana, también a través de Radio Moscú, conoció la carta de Jruschov a Kennedy, en la que disponía la retirada de los cohetes de Cuba. Horas después, Fidel recibió un breve mensaje del dirigente soviético, quien recomendaba a los cubanos que no se dejaran llevar por los sentimientos.(1) De igual forma, solicitaba que pospusieran la orden de disparar contra los vuelos rasantes, a fin de evitar que un nuevo incidente pudiera, en el último minuto, frustrar los acuerdos con Kennedy y prevaleciera en Estados Unidos la insensatez de los guerreristas.
En noviembre de 1961, la administración norteamericana engendró un nuevo proyecto denominado Operación Mangosta, cuya ejecución se extendería durante 1962. Este incluyó todas las formas posibles de agresión: bloqueo económico, aislamiento político diplomático, subversión interna, intentos de asesinatos de líderes cubanos –particularmente el de Fidel Castro-, guerra psicológica y finalmente, invasión militar.