La visita de Fidel a la Unión Soviética
Fecha:
10/11/2012
Fuente:
Granma
La actuación —unilateral, inconsulta y apresurada— soviética en la solución negociada de la crisis fue decepcionante para Cuba. Los argumentos de Jruschov de que ante la gravedad de los acontecimientos no había tiempo de consultar, no convenció a la dirección cubana. El problema creado fue más profundo que un mal procedimiento empleado, porque era inaceptable que en el mensaje de respuesta de Jruschov a Kennedy, no se tuviera en cuenta la participación de Cuba en las negociaciones y era muestra de la desconfianza hacia la capacidad de la dirección cubana. "La simple solución —expresó Fidel— de que se retiraran los proyectiles, porque los Estados Unidos dan su palabra de que no van a agredir es incongruente con todos los pasos que se han dado y es incongruente con una situación en nuestro país que debía de ser superada. Porque bastaba que Nikita hubiera dicho, estamos de acuerdo en retirar los proyectiles si se dan garantías satisfactorias para Cuba".(1) Las cartas cursadas entre Fidel Castro y Nikita Jruschov, entre el 28 y 31 de octubre de 1962, son muestras de las notables discrepancias surgidas entre ambos países.(2)
En noviembre de 1962, viajó a La Habana el vicepremier soviético Anastas I. Mikoyan con el objetivo de discutir el diferendo surgido, para tratar de justificar y convencer a los dirigentes cubanos de que aceptaran los términos del entendimiento Kennedy-Jruschov, permitiendo la verificación in situ de la retirada de los cohetes. Las discusiones se caracterizaron por un absoluto y total desacuerdo. No fue fácil para Mikoyan poder argumentar la atropellada decisión soviética de sacar los cohetes, más aún dar garantías de control de su salida del territorio cubano. El estado de ánimo que embargó a la dirección cubana ante ese compromiso y sobre todo hacia la inspección in situ, lo describió Fidel cuando expresó: "[... ] le dijimos tajante y terminantemente que jamás. Eso no lo aceptaríamos jamás. Le expusimos todo lo que opinábamos de esa facultad impolítica, insolente, arbitraria, contraria a todos los principios de pretender tomar un acto de decisión sobre cuestiones que atañían a nuestra jurisdicción".(3)
Las explicaciones de Mikoyan fueron cada vez más difíciles de sostener, más aun, cuando surgió con fuerza la exigencia de retirar de Cuba los aviones IL-28 que la administración estadounidense consideraba como ofensivos. El dirigente soviético le había asegurado a la parte cubana que esos medios no saldrían del país, pero días más tarde, tuvo que enfrentarse a la desagradable circunstancia de decir que esos equipos también tenían que salir del país. Los IL-28 fueron retirados. Para los cubanos la política de concesiones de los soviéticos ante las crecientes exigencias estadounidenses era inconcebible. "[... ] estábamos sumamente indignados —explicó Fidel—, veíamos aquello como una cosa errónea [... ]".(4)
Más tarde, apareció la cuestión de la salida de todas las demás tropas soviéticas desplegadas en Cuba. "Hay que decir —comentó Fidel— que la retirada de las brigadas motomecanizadas constituyó una concesión gratuita por añadidura a la concesión de la retirada de los proyectiles estratégicos".(5) La posición inicial de Cuba al respecto fue oponerse, aunque más tarde fue flexibilizada. Relató el líder cubano que "[... ] en un momento dado luchábamos porque se quedaran los aviones y luchábamos porque se quedaran las tropas incluso, porque era una exigencia de todos los días de Kennedy, después decidimos de que en una situación como aquella, ante un aliado en plena retirada, en plena fuga, había que por lo menos tratar de salvar algunas cosas. Comprendimos la realidad de lo solo que estaríamos nosotros en caso de una guerra; comprendimos además la estupidez de retirar aquellas tropas frente al enemigo que lo exigía, y que eso no iba sino a agravar la situación de peligro. Y ya en aquellas circunstancias desistimos de los objetivos de que se quedaran las tropas y prácticamente a conformarnos en que por lo menos no se llevaran las armas".(6)
Se llegó al acuerdo de que el armamento se quedara en Cuba y las tropas soviéticas permanecieran en el país en calidad de instructores, hasta tanto los cubanos estuvieran en capacidad de asimilar esa técnica. A pesar de ello, la dirección cubana persistió en la conveniencia de que en Cuba debía permanecer uno de los cuatro regimientos de infantería motomecanizado, pues esto constituía una muestra del principio y el derecho soberano de tener en el territorio nacional las armas y el personal amigo que Cuba estimara conveniente, más aún, cuando en el país permanecía, contra la voluntad del pueblo, una base aeronaval de Estados Unidos. Asimismo, la dirección cubana argumentó con fuerza que el convenio militar soviético-cubano (7) existente había sido violado, que el país quedaba sin garantías de ninguna clase, y que era necesario idear otro medio que resultase una eficaz advertencia o un cierto modo de garantía sustitutiva al convenio de los cohetes frente a las intenciones agresivas de Estados Unidos. La permanencia en Cuba de esa unidad soviética podría ser una de las variantes sustitutivas.
Como resultado de esas discusiones se analizó la posibilidad de que el regimiento ubicado al centro sur de La Habana, entre Managua y Santiago de las Vegas, en Naroca, se mantuviera en el país, como un símbolo de amistad y apoyo de la Unión Soviética. La decisión sobre este particular se tomaría en mayo de 1963, durante la visita de Fidel a la URSS. Esta unidad se convertiría en una brigada, con aproximadamente 3 000 efectivos, al ser reforzada con técnica de combate y personal del regimiento desplegado en Artemisa, con la denominación pública de Centro de Estudio Nº 12.(8)
Otro de los aspectos en que la dirección cubana discrepaba con la soviética fue el referido a la propuesta contenida en la carta pública de Jruschov a Kennedy del 27 de octubre de 1962 respecto al cambio de los cohetes soviéticos en Cuba por los estadounidenses en Turquía,(9) con el compromiso de la URSS de no amenazar la integridad territorial de Turquía y por parte de Estados Unidos, la de Cuba.(10) La referencia a este tipo de trueque realizado por el líder soviético molestó de manera profunda a la dirección revolucionaria cubana, pues como dijo Fidel "nos veíamos convertidos en una especie de objeto de cambio".(11)
En los círculos políticos y militares estadounidenses, este asunto también había tenido cierta repercusión. En medios noticiosos circulaban especulaciones acerca del particular. "En el ambiente había rumores de un negocio con los turcos. El gobierno de Turquía estaba ejerciendo presión sobre Estados Unidos para que negara cualquier tipo de conexión entre la retirada de los cohetes soviéticos y los futuros despliegues y redespliegues de la OTAN".(12) Robert McNamara, conociendo la sensibilidad del Estado Mayor Conjunto, le aseguró al Pentágono que "no existía ningún acuerdo sobre los cohetes cubanos y los turcos".(13) Evidentemente, la Casa Blanca quería evitar cualquier tipo de curiosidad acerca de los cohetes Júpiter.
En las conversaciones desarrolladas con Mikoyan este tema no fue objeto de debate, aunque estuvo presente en el estado anímico de los dirigentes cubanos que trataron de indagar sobre el asunto. Parece ser que Mikoyan no tenía instrucciones de hablar del mismo, ya que el Kremlin también quería evitar cualquier referencia al tema y lo mantuvo en secreto. Sin embargo, el tema no pudo escapar de los comentarios y artículos que veían la luz en los medios de prensa de Estados Unidos, acerca de lo que comenzó a llamarse "la Crisis Cubana de los Misiles", como el aparecido en el Saturday Evening Post, el 8 de diciembre de 1962, de los periodistas Stewart Alsop y Charles Bartlett, que sugería la existencia de este aspecto en las negociaciones secretas entre Kennedy y Jruschov, obtenido a través de una filtración de información.(14) El 11 de diciembre, Jruschov se comunicó con Kennedy para expresar su oposición a la difusión de esas noticias. "A juzgar por los contenidos de estos artículos está claro que sus autores están bien informados y tenemos la impresión de que esto no es el resultado de una filtración accidental de la información confidencial". —señaló indignado Jruschov.(15)
Eran días de notables diferencias políticas entre La Habana y Moscú. "Y por tanto —explicó Fidel— se inició una fase en que nosotros practicamos la política de grandes esfuerzos para evitar un deterioro mayor de las relaciones con la URSS en consideración con nuestra situación estratégica en concreto y ... estando el enemigo principal ... delante de nosotros teníamos que disimular, contener, frenar nuestra indignación, nuestro disgusto, y evitar que el continuo deterioro de aquellas relaciones fuese a afectar nuestro problema fundamental que era la lucha contra el imperialismo".(16)
Por su parte, la dirección soviética también trató de realizar esfuerzos por atenuar las diferencias, de mejorar y de buscar un mayor nivel de comprensión con los cubanos. Nikita Jruschov, que al decir de Fidel "no era un político digamos incapaz; era un individuo inteligente, listo; hay que decir que en ocasiones habilidoso",(17) el 31 de enero de 1963, en camino a Moscú desde Berlín, donde había asistido al Congreso del Partido Unificado de Alemania, le escribió una extensa y "sumamente amable" carta a Fidel, en la cual trataba de explicar todos aquellos planteamientos formulados por Cuba que habían quedado sin respuesta y le expresaba su deseo "[... ] de conversar, de hablar con el corazón en la mano. Tenemos de qué hablar. Quisiéramos que esa conversación no se aplazara por largo tiempo. Quisiéramos que el encuentro tuviera lugar lo antes posible".(18)
Más adelante en su carta, el dirigente soviético se pregunta: "¿Por qué necesitaríamos vernos y conversar francamente?" A lo que él mismo se responde:
"La gravedad de la crisis creada por el imperialismo norteamericano en la zona del Caribe ha sido liquidada. Pero me parece que dicha crisis ha dejado cierta huella, aunque poco perceptible, en las relaciones entre nuestros estados —Cuba y la Unión Soviética— y en nuestras relaciones personales. Hablando en rigor, no son del todo las que eran antes de la crisis. No oculto que eso nos apena y nos inquieta. Y me parece que de nuestro encuentro ha de depender en gran medida el desarrollo de nuestras relaciones. En el presente, un medio de comunicación como la correspondencia resulta ya insuficiente. Nada puede sustituir a una conversación personal. Precisamente en ella se puede superar con mayor facilidad y rapidez cualquier incomprensión de las posiciones de uno y de otro y entenderse".
"Durante la crisis del Caribe nuestros puntos de vistas no siempre coincidieron —siguió exponiendo Jruschov en su carta—, no apreciábamos del mismo modo las distintas etapas de la crisis. Se puso de manifiesto que enfocábamos también de un modo distinto los métodos para liquidarla. Después de nuestra conocida declaración, usted incluso públicamente dijo que durante el desarrollo de la crisis habían surgido divergencias entre el gobierno soviético y el gobierno cubano. Ya puede comprender que eso no fue para nosotros motivo de alegría. Y ahora que la tensión ha menguado y hemos entrado en otra fase de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética, de una parte, y de Estados Unidos de Norteamérica, de la otra, han quedado en nuestras relaciones con Cuba ciertos surcos cuya profundidad es difícil de precisar [... ]".(19)
De acuerdo con la línea política de buscar un mejoramiento de las relaciones con la URSS, con el fin de evitar que el deterioro de estas pudiera constituir un peligro para la seguridad del país frente a la creciente hostilidad de Estados Unidos y discutir directamente el diferendo surgido, la dirección cubana aceptó la invitación. Jruschov también vio en esa visita una oportunidad de trabajar con el líder cubano para tratar de limar las diferencias, sin afectar las bases del entendimiento logrado con Kennedy.
Conocedor Jruschov de los aspectos principales de fricción y los puntos de vista de Fidel sobre la necesidad de la firma de un tratado de seguridad y ayuda mutua entre ambos estados, dio instrucciones a los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa, Andrei Gromyko y mariscal Rodion Malinovsky, así como al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Soviéticas, mariscal Serguei S. Biryuzov, para que prepararan las explicaciones que podrían emplear para hacer desistir al líder cubano de la firma de dicho tratado o de incorporar a Cuba al Pacto de Varsovia. Los argumentos elaborados estuvieron basados en el supuesto de que Estados Unidos utilizaría la firma de cualquier acuerdo de esta naturaleza como una excusa para intensificar el aislamiento internacional de Cuba y para incrementar la oposición a la Revolución dentro del propio país caribeño.(20)
Otro asunto vinculado al anterior y que el dirigente soviético quería discutir con Fidel era la retirada gradual de las tropas soviéticas en Cuba, pues en las más recientes entrevistas con importantes funcionarios de Estados Unidos, que habían visitado la URSS, Jruschov le había dado garantías de la salida de estas fuerzas militares de la isla.
Un tercer aspecto que Jruschov quería tratar —según los historiadores Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali— tenía que ver con el apoyo y participación de Cuba en los movimientos revolucionarios regionales. Señalan que la inteligencia soviética estaba muy consciente de las actividades de Cuba en apoyo a los movimientos de liberación nacional. "Aunque Moscú no controlaba los esfuerzos de Cuba en este aspecto, simpatizaba a todas luces". Sin embargo, Jruschov estaba preocupado por esto. "Durante la preparación de la visita de Castro, la KGB le entregó a la dirección [soviética] un estudio sobre las relaciones entre el régimen de Castro y los movimientos revolucionarios latinoamericanos".(21)
El traslado hacia la URSS de Fidel y la delegación que lo acompañaba fue preparado con sumo cuidado. El 26 de abril partió la delegación cubana en un vuelo secreto y directo de La Habana al puerto ártico de Murmansk, solo cuando aterrizó el avión fue que se dio la noticia al mundo de este viaje. "Su itinerario fue secreto de Estado e incluso no se dio a conocer el tiempo que planeó permanecer en la URSS", señaló el informe de la embajada de Estados Unidos en Moscú.(22)
La estancia de Fidel en la Unión Soviética se extendería hasta el 31 de mayo, visitando poblaciones y ciudades desde Siberia hasta Samarcanda. Fue un "largo y fatigoso viaje" en el que el máximo dirigente cubano y la delegación que lo acompañó tuvo "la oportunidad de medir hasta qué grado el sentimiento de solidaridad [con Cuba] se había desarrollado en el pueblo soviético", lo cual causó impacto en los cubanos.(23) En el curso de la visita se produjeron varias reuniones prolongadas entre Fidel y Jruschov, tenían que hacerse muchas preguntas y había que aclarar muchas cosas, era una oportunidad para conocerse mutuamente. Con el propósito de conversar con más comodidad y garantizar la privacidad requerida, la mayor parte de las entrevistas se realizaron en las dachas —residencias de descanso— de Jruschov en Zavidovo, cerca de Moscú, y en Pitsunda, en el Mar Negro.
La primera entrevista tuvo lugar el fin de semana después de los actos por el Primero de Mayo en la Plaza Roja. Fidel dio pruebas de su capacidad de ser impredecible; cuando los líderes se reunieron, el primer aspecto ventilado fue el referido a la Revolución argelina. (24) El dirigente cubano le comentó que tenía pensado, a su regreso a La Habana, realizar una escala de trabajo en Argel, para aquel momento una brigada médica cubana habría llegado a Argelia.(25) Fidel explicó la difícil y compleja situación económica y social de ese país(26) y quería que la Unión Soviética hiciera algo por ayudar al pueblo argelino, aunque no lo manifestó de manera directa. Jruschov tomó esta idea con entusiasmo y estuvo de acuerdo con la valoración hecha de la situación argelina. Fidel le comentó a Jruschov que sentía la necesidad de visitar a los argelinos para mostrarles su apoyo al gobierno del primer ministro Ahmed Ben Bella. Jruschov, por razones de seguridad, le aconsejó que no hiciera el viaje.(27)
Otro elemento importante que manejó Fidel para brindarle ayuda al gobierno de Ben Bella fue el apoyo que le estaba dando a ese país los movimientos de liberación nacional africanos.(28) Jruschov le reiteró a Fidel que no era conveniente para su seguridad que fuera a Argelia, pero añadió que la URSS estudiaría la posibilidad de suministrar armas y de brindar ayuda económica al gobierno argelino. Jruschov dijo de forma jocosa: "ese va a ser el precio para que usted no vaya a Argelia".(29) El entusiasmo del líder cubano por la revolución en África contrastaba con las pocas esperanzas de Jruschov de que "[... ] África resurgiera pronto políticamente independiente. Consideraba que África, primero tenía que transitar un largo proceso evolutivo debido al legado del colonialismo. Sin embargo, deseaba expresar solidaridad con los cubanos". (30)
Dos días más tarde, tuvo lugar un segundo y maratónico encuentro entre ambos dirigentes. Antes de abordar aspectos de las relaciones bilaterales cubano-soviéticas, Fidel quiso que Jruschov le explicara las causas de las divergencias en el campo socialista, en especial las bases de la tensión chino-soviética. Jruschov, conocedor de la posición cubana a favor de la unidad dentro del campo socialista como factor estratégico frente al imperialismo, trató de explicarlo más claramente, pero sin mucho éxito. Comentó las diferencias de los líderes chinos con respecto la política soviética de la coexistencia pacífica.
También el líder cubano se interesó por el conflicto con Albania. "Siempre quisimos hacer de Albania la vitrina del mundo musulmán —explicó Jruschov—, sin embargo Stalin había espantado a los albaneses al prometerle su país al mariscal Tito, de Yugoslavia, como parte de cierta futura federación balcánica". Aseguró que "Stalin fue capaz de decir cualquier estupidez en los últimos años de su vida, cuando ya estaba mentalmente enfermo".(31)
El tema de las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba, volvía a ocupar la atención de la entrevista. El dirigente soviético se esmeró para tratar de justificar el proceder de la URSS durante la Crisis de Octubre. "Jruschov habló con mucha franqueza, o por lo menos con un tono muy amistoso, tratando de explicar", (32) —relata Fidel. Le mostró, además, toda una serie de mensajes intercambiados con el mandatario estadounidense. Entre esos materiales había una nota "escrita en tono muy enérgico", en la cual se daba respuesta a una insinuación de Kennedy de que iba "a pasar algo", a lo que él respondió duramente, al contestarle: "Sí, va a pasar algo, pero algo increíble". También Jruschov le comenta a Fidel que al parecer esa misiva tuvo algún efecto en Estados Unidos, pues "el hermano de Kennedy dijo que esa carta era muy dura y que él por respeto a su hermano no se la iba a enseñar [... ]"(33)
Jruschov siguió leyendo aquella correspondencia, mientras un traductor las iba traduciendo, explica Fidel, y en una de esas misivas le dicen: Nosotros por nuestra parte hemos cumplido todos los acuerdos y nosotros hemos retirado los proyectiles balísticos de Turquía y de Italia. "Digo yo: ¿cómo? Repítame eso". Nikita se percata que ha leído un párrafo que no debía leer, "[... ] entonces se ríe así como se ríe él, enseña los dientes, y yo ya no insistí, me parecía que había leído bastante. (34) Esta revelación fue como "mencionar la soga en casa del ahorcado" (35) —comentó Fidel—, pues me di cuenta de que secretamente "[... ] medió un acuerdo que seguramente sirvió para satisfacción de él allí como una compensación, y que consistió en que los norteamericanos se comprometieran a retirar los proyectiles balísticos de Turquía y de Italia, cosa que ocurrió casi inmediatamente después de la Crisis de Octubre, con la argumentación de que eran armas que ya no tenían mucha importancia dada la existencia de los proyectiles balísticos intercontinentales, los aviones, los cohetes Polaris, etc. Y de hecho renunciaron a armas que estaban situadas en determinadas posiciones, y que fue una concesión que hizo en secreto Estados Unidos, de la cual nunca se supo; unos para quedar bien con la opinión americana, otros para quedar bien internamente, se hicieron esa mutua concesión. Se hizo ese cambio y [... ] ese cambio que tuvo lugar llegó a nuestros oídos de esa manera absolutamente fortuita y accidental [... ], pero que nosotros hubimos de tomar muy en cuenta, ¡muy en cuenta!".(36)
El futuro de las relaciones cubano-soviéticas fue otro de los aspectos más debatido entre ambos líderes. La máxima dirección cubana consideraba necesario mantener un enlace más estrecho en política exterior, especialmente en asuntos militares. Fidel comentó que, en un inicio, la opinión que la dirección cubana manejó "[... ] era mantener las tropas [en la isla], incluso reforzarlas [... ], partiendo de la idea que la presencia de unidades soviéticas revelaban por lo menos un indicio de un cierto grado de decisión soviética de combatir en caso de invasión; o un acuerdo militar colectivo, es decir, algo similar a nuestra participación en el Pacto de Varsovia [... ]".(37) Para Cuba la necesidad de buscar un sustitutivo, al acuerdo militar violado unilateralmente por el gobierno soviético era una cuestión "inexcusable" y le propuso estas variantes a escoger.(38)
Los historiadores Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali han afirmado que Jruschov se había preparado para dar una respuesta negativa. El dirigente soviético —asesorado por los argumentos que una semana antes le habían sugerido Malinovky, Biryzov y Gromyko para oponerse a un tratado militar bilateral o la inclusión de Cuba en el Pacto de Varsovia—, como si pensara en voz alta, preguntó: ¿Sería útil o no un acuerdo militar? ¿Acaso esto podría debilitar significativamente la posición de Cuba en su relación con el Hemisferio Occidental? Lo más probable sería que la propaganda norteamericana trataría de convencer a todo el mundo de que Cuba era un satélite soviético. Antes de llegar a la conclusión de que el análisis final lo tendrían que hacer los propios cubanos, Jruschov explicó que el acuerdo le haría más daño que bien a Cuba.(39)
Esta reflexión podría tener algún sentido si no hubiera mediado el antecedente de que, exactamente un año antes, le había propuesto a la dirección cubana el despliegue de cohetes como el modo más eficaz para disuadir a Estados Unidos de sus propósitos agresivos hacia Cuba, lo que sirvió de pretexto al presidente Kennedy para decretar el bloqueo naval y el estallido de la crisis más grave y peligrosa de la guerra fría. El proceder de Jruschov estuvo mediatizado por el compromiso que había establecido con Kennedy, pues la proclamación de un acuerdo de seguridad mutua con Cuba, podría implicar —según la apreciación soviética— una justificación para que Kennedy incumpliera su palabra.
Luego que rechazara un acuerdo de defensa mutua —continúan explicando Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali—, Jruschov llevó la conversación hacia el asunto de las tropas soviéticas que todavía se hallaban en Cuba. El dirigente cubano no era partidario de la salida de esas fuerzas: "[... ] la presencia del personal militar soviético en Cuba representa la única buena razón contra cualquier tipo de aventura militar —enfatizaba Fidel—, somos de la opinión que el personal militar soviético dislocado en Cuba son como los famosos cohetes. Mientras estén allí, los círculos militares norteamericanos estarán convencidos de que un ataque contra Cuba, inevitablemente conducirá a una guerra con la URSS, lo que es algo que no quieren y temen". Jruschov estuvo de acuerdo, sin embargo le restó importancia a la amenaza estadounidense, al señalar que "las tropas soviéticas no podrían permanecer para siempre, ya que existía la evidencia de una fuerte garantía, que Kennedy había dado de manera confidencial, de que no invadiría".(40)
Inmediatamente, Jruschov volvió a su plan en juego, el de convencer a Fidel de que una dependencia demasiado abierta a Moscú iría en su contra. Señaló que "muchos periodistas y políticos burgueses especulan que las fuerzas soviéticas en Cuba sostienen el régimen de Castro [... ] [y] que la retirada de estas fuerzas socavaría al régimen en Cuba". Jruschov puso énfasis en el tema de su consejo: "es necesario mostrar que no es así".(41) No obstante, se ratificó la decisión de la permanencia de uno de los cuatro regi-mientos de infantería motomecanizados que ya en noviembre pasado se había concertado con Mikoyan.
Fidel explicó cómo las acciones de la contrarrevolución, apoyada y financiada desde Estados Unidos, durante los primeros meses de 1963 habían crecido y que esas actividades terroristas iban dirigidas a tratar de entorpecer la economía del país y crear condiciones para la subversión interna. Jruschov, por su parte, habló sobre las experiencias de su país para enfrentar los movimientos antisoviéti-cos que habían tenido lugar en diferentes regiones del inmenso territorio multinacional de la URSS. Enfatizó en la necesidad de combatirla con fuerza y le aconsejó que "uno siempre tiene que tener en mente que desde el primer momento en que ocurra cualquier tipo de actividad antigubernamental, uno tiene que aplastarla con rapidez, de forma decisiva, y sin detenerse, aún en el caso en que sea necesario disparar... Cualquier titubeo [... ] puede conducir a consecuencias muy desastrosas".(42) El líder cubano planteó que la Revolución Cubana, en los momentos que ha sido necesario, "no se ha amilanado ante medidas decisivas y serias", que el país "contaba con la fuerza suficiente como para garantizar el control en cualquier situación".(43) Habló de la necesidad de reforzar la defensa del país con unidades blindadas, en especial los accesos a la capital del país, ante cualquier intento de agresión militar del imperialismo, aunque Jruschov descartó esa posibilidad por el momento.
El tercer encuentro de ambos líderes se realizó tres semanas más tarde. Fidel había completado su recorrido por diferentes repúblicas y ciudades de la URSS, allí el dirigente cubano y la delegación que lo acompañó pudo apreciar las muestras de simpatías y solidaridad del pueblo soviético con la Revolución Cubana. Sobre esas impresiones y su impacto, Fidel comentó: "[... ] lo más interesante para nosotros fue poder haber tenido la oportunidad de medir hasta qué grado el sentimiento de solidaridad se había desarrollado en el pueblo soviético [... ]. Y ese es uno de los factores que nosotros siempre hemos medido mucho cada vez que se ha tratado de cualquier posible tipo de polémica pública con el partido soviético, a fin de no dar lugar a que pueda ser utilizado como arma para mellar ese profundo sentimiento de simpatía y solidaridad del pueblo soviético hacia la Revolución Cubana [... ]".(44)
Esta nueva reunión tuvo lugar en la estancia de recreo, en Pitsunda, ubicada en las orillas del Mar Negro, en presencia de los jefes del estado mayor de las fuerzas armadas de la URSS y de Cuba, mariscal Serguei S. Biryusov y comandante Sergio del Valle Jiménez, respectivamente. La visita de la delegación cubana estaba por finalizar y con ello vino la necesidad de decidir qué tipo de ayuda militar y qué garantías de seguridad obtendrían los cubanos. Fidel le dio a conocer a Jruschov las necesidades militares cubanas, tal y como le había dicho a principios de mayo. Necesitaba 120 de los tanques más modernos de la URSS para formar dos brigadas de blindados, que le darían a las unidades dimensiones de una división para proteger a La Habana y a la base aérea de San Antonio de los Baños. Además de estos medios, el dirigente cubano pidió armamento antiaéreo adicional. Jruschov no accedió a todos los pedidos, a pesar de su deseo de atenuar las diferencias con los cubanos. Él todavía padecía por estas discrepancias.(45)
A pesar de negarle a Fidel Castro su lista de deseos, Jruschov desarrolló un punto táctico al alentarlo a que no pensara en los tanques como su salvación. Vaticinó que "la defensa de Cuba no solamente llegaría gracias a una acumulación del poder militar cubano, sino por la efectiva actividad de inteligencia en el exterior".(46) El dirigente cubano respondió con diplomacia a esta sugerencia. Explicó cómo la seguridad cubana, a pesar de no tener esa experiencia, había penetrado a las organizaciones y bandas armadas contrarrevolucionarias que actuaban en el interior del país. Pero el problema no radicaba en este enfrentamiento, sino en la necesidad de crear un dispositivo de seguridad nacional que disuadiera a Estados Unidos de agredir a Cuba por el costo militar y político que este causaría. El líder cubano invitó a su homólogo soviético a visitar La Habana a finales de año para continuar la conversación sobre estos temas. Jruschov le pidió a Fidel que "le dejaran a los generales los detalles de la ayuda militar", convino en una reunión dos días más tarde entre el comandante Sergio del Valle y el mariscal Biryusov para que definieran los aspectos de abastecimiento militar que recibirían los cubanos(47) y le entregó al líder cubano la primera redacción del Comunicado Conjunto soviético-cubano, el cual contenía una iniciativa del gobierno soviético dirigida a contribuir al forta-lecimiento de la economía cubana, consistente en ajustar el precio del azúcar crudo, establecidos en los acuerdos vigentes, que compraría la URSS a Cuba en 1963, a los niveles alcanzados por este producto en el mercado mundial.(48)
Sin embargo, en la primera redacción del comunicado no se había escrito nada acerca de la garantía nuclear a Cuba y cuando los cubanos vieron esto protestaron, refiere Alexander Alexeev, embajador soviético en Cuba, que acompañaba a la delegación cubana. De inmediato, le comunica a Jruschov que el Ministro Interino del Exterior, V. V. Kuznetzov, se oponía a la garantía nuclear. "¡Qué comemierda!", respondió Jruschov, diciendo que, "por supuesto, renovaría la garantía que había hecho en el verano de 1960. Fiel a su palabra, instruyó a los asesores de Gromyko para que insertaran el término apropiado en el comunicado revisado".(49) Al respecto, quedó escrito en el Comunicado, firmado el 23 de mayo, por los máximos dirigentes de ambos países de la siguiente forma: "Los organizadores de la agresión tienen que tener conciencia de que la intervención en Cuba pondrá a la humanidad ante la destructiva guerra termonuclear y de cohetes".(50)
Una semana más tarde, el 29 de mayo, el comandante Sergio del Valle Jiménez y el mariscal Serguei S. Biryusov, suscribieron en Moscú "El acuerdo entre el gobierno de la República de Cuba y el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre la ayuda en la elevación del equipamiento técnico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y en el reforzamiento de la capacidad defensiva de la República de Cuba".(51) El documento estableció la entrega gratuita de la técnica combativa, el armamento y material de guerra, así como las reservas de víveres, combustibles y equipos de refrigeración a disposición del personal militar soviético en el territorio de Cuba en dos plazos: el primero para las tropas terrestres, con la fecha tope de enero de 1964; y el segundo, para los medios de las fuerzas de la defensa antiaérea, aéreas y la marina de guerra, que debía concluir en junio de ese año. Asimismo, dicho convenio comprometía a ambas partes a diversas obligaciones; a la soviética con el adiestramiento de los militares cubanos, y a la cubana con la designación del personal necesario para recibir la técnica de combate y armamento. El personal cubano seleccionado para asimilar el nuevo armamento fue ubicado en las unidades soviéticas para su adiestramiento. La retirada de las tropas de los regimientos de infantería mecanizados se produjo de manera escalonada durante los meses de junio a diciembre de 1963 y el grueso de los efectivos de las distintas armas y especialidades militares, entre mayo y agosto de 1964.(52)
Concluida la firma del acuerdo, Jruschov invitó a Fidel y a la delegación militar que lo acompañaba a visitar una base militar de cohetes estratégicos y presenciar un ejercicio militar táctico de las tropas terrestres. De allí se trasladaron hacia Tbilisi, capital de Georgia, donde recorrieron los lugares más notables de esa república soviética y otras regiones del Cáucaso. En los primeros días de junio la delegación cubana regresaba al país. Aunque se logró cierto mejoramiento de las relaciones entre ambos aliados, quedaron puntos de vistas diferentes entre La Habana y Moscú.(53) Había quedado pendiente la firma de un nuevo Convenio Azucarero que garantizaría el suministro de ese producto al mercado soviético a precios convenientemente aceptables para ambos países, para lo cual se concibió que Jruschov visitara a Cuba a finales de 1963. El magnicidio de Dallas, el 22 de noviembre, impidió este viaje. En consecuencia, entre el 13 y 22 de enero de 1964, tuvo lugar la segunda visita de Fidel Castro a la Unión Soviética.
En octubre de 1964, el pleno extraordinario del Comité Central del PCUS, acordó la destitución de Nikita Jruschov, culpándolo entre otros errores, de desatinos en la gestión de la política exterior soviética, en particular, frente a Estados Unidos. Sus detractores lo acusaron de que la apuesta nuclear de Jruschov no tenía sentido en un mundo en el que la URSS se hallaba en desventaja estratégica frente a su principal oponente; asimismo, esgrimieron que el despliegue de cohetes nucleares en Cuba provocó una grave crisis internacional. A pesar de las diferencias y errores de Jruschov, la dirección cubana lo consideró como un amigo que, en momentos difíciles, supo extender su mano solidaria y de cooperación y, además, cultivó en el pueblo soviético una profunda amistad con la Revolución Cubana.
(Tomado del libro Los últimos 12 meses de J. F. Kennedy y la Revolución Cubana)
(*) Doctor en Ciencias Históricas e Investigador del Instituto de Historia.
1 Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, del 9 al 12 de enero de 1992.
2 Estas cartas fueran publicadas por primera vez en Cuba en el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.
3 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el 26 de enero de 1968. En: Documentos de los Archivos Cubanos (Segunda Parte). Conferencia Internacional La Crisis de Octubre: Una visión política cuarenta años después. Palacio de Convenciones. La Habana, Cuba, 11-12 de octu-bre del 2002. Archivo del IHC, Fondo C.O.
4 Ibíd.
5 Ibíd.
6 Ibíd.
7 En el artículo 13 del convenio se establece: "El presente acuerdo será válido por un término de cinco años. Cada Parte puede anular el acuerdo notificándolo a la otra Parte con un año de anticipación a la fecha del vencimiento del acuerdo". Véase: Tomás Diez Acosta: A un paso del Holocausto. Ob. cit., p. 130.
8 Esta brigada de combate permaneció en Cuba durante casi tres décadas hasta que en 1991 el gobierno soviético, de manera unilateral, decidió su retirada.
9 Véase: Tomás Diez Acosta: Ob. Cit., p. 181.
10 Véase mensaje de Jruschov a Kennedy en el periódico Noticias de Hoy, 28 de octubre de 1962, p.4.
11 Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita... Doc. cit.
12 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: One Hell of a Gamble. The Secret History of the Cuban Missile Crisis. John Murray Albemarle Street, London, 1997, p.321.
13 "Apuntes tomados de la transcripción de las reuniones del Estado Mayor Conjunto, octubrenoviembre de 1962, relacionadas con la Crisis Cubana de los Misiles", Archivos de Seguridad Nacional, Washington D.C.
14 Michael Forrestal, asistente de McGeorge Bundy, durante un almuerzo que sostuvo con Charles Bartlett, dejó caer "la información" que el problema "había sido culpa de Adlai Stevenson", quien había incomodado al Presidente al sugerir que sacara los cohetes de Turquía a cambio de los soviéticos en Cuba. Esa leyenda fue creada para que no hubiera duda de la actuación de Kennedy, como un Presidente severo, que nunca arriesgaría la seguridad de un aliado para resolver un problema. "Desde el inicio de su mandato, Kennedy había tratado de diferenciarse de Stevenson", aunque compartían muchas de sus ideas sobre política exterior, pero "Stevenson era considerado un intelectual y, por lo tanto, un perdedor político para muchos, y algunos dudaban, que pudiera lidiar de forma efectiva con el Kremlin". La Casa Blanca autorizó la "filtración" de Forrestal. En: Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit.., p. 321.
15 Ibíd.
16 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.
17 Ibíd.
18 Ibíd. Carta de Nikita Jruschov a Fidel Castro, 31 de enero de 1963. Leída por Fidel en la reunión.
19 Ibíd.
20 Malinovky, Biryzov y Gromyko informe al Comité Central, 29 y 30 de abril de 1963, folio 3, catálogo 65, carpeta 874, pp. 84-86, Archivo de la Presidencia de la Federación Rusa (APFR). Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.
21 Ibíd. Véase: Informe al Comité Central sobre las relaciones de la dirección cubana con los movimientos de liberación nacional en Latino América, 18 de abril de 1963, por N. Zakhoran, Expediente 88497, vol. 1, SVR.
22 U.S. embassy Moscow, "WEEKA" Nº 18, May 3, 1963, RG 59, Central Foreign Policy Files 1963, Pol 24 NA. Ibíd.
23 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, 26 de enero de 1968. Doc. cit.
24 Notas de la reunión del 3 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.
25 El día 24 de mayo de 1963 llegó a Argelia la brigada médica, compuesta por 29 médicos, tres odontólogos, 15 enfermeros y ocho técnicos medios de salud. En total 45 hombres y 10 mujeres.
26 Argelia se encontraba en una grave crisis económica, luego de una guerra de siete años y la partida de alrededor de 800 000 trabajadores calificados franceses, que provocó una paralización de ramas importantes de la producción industrial. Esta difícil situación fue caldo de cultivo para luchas internas por el poder. A estas circunstancias se sumaban las amenazas del rey Hassan II de Marrueco que reclamaba una amplia banda de territorio a lo largo de la frontera con Argelia.
27 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.
28 Por aquellos días de la visita de Fidel, en Addis Abeba, Etiopía, tuvo lugar la conferencia de fundación de la Organización de Unidad Africana. Allí Ben Bella impactó a la asamblea con su llamado a la liberación de África.
29 Notas de la reunión del 3 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 331.
30 Ibíd.
31 Notas de la reunión del 5 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Ibíd.
32 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.
33 Ibíd.
34 Ibíd.
35 Fidel Castro: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre. La Habana, del 9 al 12 de enero de 1992.
36 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.
37 Ibíd.
38 Ibíd.
39 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., pp. 331-332.
40 Ibíd., p. 332.
41 Ibíd. Notas de la reunión del 5 de mayo de 1963, Zavidovo, APFR.
42 Ibíd., p. 333.
43 Ibíd.
44 Palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en la Reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. En: Doc. cit.
45 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 333. Notas de la reunión entre Nikita S. Jruschov con Fidel Castro, el 29 de mayo de 1963, Pitsunda, APFR. A pesar que el documento que trata la reunión está fechado el día 29, este encuentro no pudo suceder ese día sino entre el 20 y 22 de mayo, ya que el comunicado conjunto fue firmado el día 23 y el Acuerdo Militar el día 29.
46 Ibíd., pp. 333-334.
47 Ibíd., p. 334.
48 El precio del azúcar establecido en el acuerdo vigente era de cuatro centavos la libra. Se acordó aumentarlo a seis centavos.
49 Entrevista de Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali con Alexander Alexeev, noviembre 5 de 1995. Ob. cit., p. 334.
50 Comunicado Conjunto cubano-soviético, en Moscú por Fidel Castro Ruz y Nikita S. Jruschov.
51 Firmado, por la parte cubana el comandante Sergio del Valle Jiménez, jefe del EMG de las FAR, y por la URSS, el mariscal Serguei S. Biryusov. Documentos de los Archivos Cubanos (Segunda Parte). Conferencia Internacional... Archivo del IHC, Fondo CO.
52 De acuerdo a los protocolos de los convenios suscritos entre el gobierno cubano y el de la URSS desde mediados de 1962 a 1964, el valor total de los medios bélicos entregados gratuitamente ascendió a un poco más de 307 millones de rublos. Archivo del IHC, Fondo C.O.
53 La dirección cubana no concordaba en muchos aspectos con la línea de aplicación de la política exterior soviética de "coexistencia pacífica", sobre todo en lo referente a su postura ante la lucha de los países coloniales y dependientes. Tampoco estaba de acuerdo con la fractura del movimiento comunista internacional, por el diferendo chino-soviético, que lo debilitaba y dividía.
En noviembre de 1962, viajó a La Habana el vicepremier soviético Anastas I. Mikoyan con el objetivo de discutir el diferendo surgido, para tratar de justificar y convencer a los dirigentes cubanos de que aceptaran los términos del entendimiento Kennedy-Jruschov, permitiendo la verificación in situ de la retirada de los cohetes. Las discusiones se caracterizaron por un absoluto y total desacuerdo. No fue fácil para Mikoyan poder argumentar la atropellada decisión soviética de sacar los cohetes, más aún dar garantías de control de su salida del territorio cubano. El estado de ánimo que embargó a la dirección cubana ante ese compromiso y sobre todo hacia la inspección in situ, lo describió Fidel cuando expresó: "[... ] le dijimos tajante y terminantemente que jamás. Eso no lo aceptaríamos jamás. Le expusimos todo lo que opinábamos de esa facultad impolítica, insolente, arbitraria, contraria a todos los principios de pretender tomar un acto de decisión sobre cuestiones que atañían a nuestra jurisdicción".(3)
Las explicaciones de Mikoyan fueron cada vez más difíciles de sostener, más aun, cuando surgió con fuerza la exigencia de retirar de Cuba los aviones IL-28 que la administración estadounidense consideraba como ofensivos. El dirigente soviético le había asegurado a la parte cubana que esos medios no saldrían del país, pero días más tarde, tuvo que enfrentarse a la desagradable circunstancia de decir que esos equipos también tenían que salir del país. Los IL-28 fueron retirados. Para los cubanos la política de concesiones de los soviéticos ante las crecientes exigencias estadounidenses era inconcebible. "[... ] estábamos sumamente indignados —explicó Fidel—, veíamos aquello como una cosa errónea [... ]".(4)
Más tarde, apareció la cuestión de la salida de todas las demás tropas soviéticas desplegadas en Cuba. "Hay que decir —comentó Fidel— que la retirada de las brigadas motomecanizadas constituyó una concesión gratuita por añadidura a la concesión de la retirada de los proyectiles estratégicos".(5) La posición inicial de Cuba al respecto fue oponerse, aunque más tarde fue flexibilizada. Relató el líder cubano que "[... ] en un momento dado luchábamos porque se quedaran los aviones y luchábamos porque se quedaran las tropas incluso, porque era una exigencia de todos los días de Kennedy, después decidimos de que en una situación como aquella, ante un aliado en plena retirada, en plena fuga, había que por lo menos tratar de salvar algunas cosas. Comprendimos la realidad de lo solo que estaríamos nosotros en caso de una guerra; comprendimos además la estupidez de retirar aquellas tropas frente al enemigo que lo exigía, y que eso no iba sino a agravar la situación de peligro. Y ya en aquellas circunstancias desistimos de los objetivos de que se quedaran las tropas y prácticamente a conformarnos en que por lo menos no se llevaran las armas".(6)
Se llegó al acuerdo de que el armamento se quedara en Cuba y las tropas soviéticas permanecieran en el país en calidad de instructores, hasta tanto los cubanos estuvieran en capacidad de asimilar esa técnica. A pesar de ello, la dirección cubana persistió en la conveniencia de que en Cuba debía permanecer uno de los cuatro regimientos de infantería motomecanizado, pues esto constituía una muestra del principio y el derecho soberano de tener en el territorio nacional las armas y el personal amigo que Cuba estimara conveniente, más aún, cuando en el país permanecía, contra la voluntad del pueblo, una base aeronaval de Estados Unidos. Asimismo, la dirección cubana argumentó con fuerza que el convenio militar soviético-cubano (7) existente había sido violado, que el país quedaba sin garantías de ninguna clase, y que era necesario idear otro medio que resultase una eficaz advertencia o un cierto modo de garantía sustitutiva al convenio de los cohetes frente a las intenciones agresivas de Estados Unidos. La permanencia en Cuba de esa unidad soviética podría ser una de las variantes sustitutivas.
Como resultado de esas discusiones se analizó la posibilidad de que el regimiento ubicado al centro sur de La Habana, entre Managua y Santiago de las Vegas, en Naroca, se mantuviera en el país, como un símbolo de amistad y apoyo de la Unión Soviética. La decisión sobre este particular se tomaría en mayo de 1963, durante la visita de Fidel a la URSS. Esta unidad se convertiría en una brigada, con aproximadamente 3 000 efectivos, al ser reforzada con técnica de combate y personal del regimiento desplegado en Artemisa, con la denominación pública de Centro de Estudio Nº 12.(8)
Otro de los aspectos en que la dirección cubana discrepaba con la soviética fue el referido a la propuesta contenida en la carta pública de Jruschov a Kennedy del 27 de octubre de 1962 respecto al cambio de los cohetes soviéticos en Cuba por los estadounidenses en Turquía,(9) con el compromiso de la URSS de no amenazar la integridad territorial de Turquía y por parte de Estados Unidos, la de Cuba.(10) La referencia a este tipo de trueque realizado por el líder soviético molestó de manera profunda a la dirección revolucionaria cubana, pues como dijo Fidel "nos veíamos convertidos en una especie de objeto de cambio".(11)
En los círculos políticos y militares estadounidenses, este asunto también había tenido cierta repercusión. En medios noticiosos circulaban especulaciones acerca del particular. "En el ambiente había rumores de un negocio con los turcos. El gobierno de Turquía estaba ejerciendo presión sobre Estados Unidos para que negara cualquier tipo de conexión entre la retirada de los cohetes soviéticos y los futuros despliegues y redespliegues de la OTAN".(12) Robert McNamara, conociendo la sensibilidad del Estado Mayor Conjunto, le aseguró al Pentágono que "no existía ningún acuerdo sobre los cohetes cubanos y los turcos".(13) Evidentemente, la Casa Blanca quería evitar cualquier tipo de curiosidad acerca de los cohetes Júpiter.
En las conversaciones desarrolladas con Mikoyan este tema no fue objeto de debate, aunque estuvo presente en el estado anímico de los dirigentes cubanos que trataron de indagar sobre el asunto. Parece ser que Mikoyan no tenía instrucciones de hablar del mismo, ya que el Kremlin también quería evitar cualquier referencia al tema y lo mantuvo en secreto. Sin embargo, el tema no pudo escapar de los comentarios y artículos que veían la luz en los medios de prensa de Estados Unidos, acerca de lo que comenzó a llamarse "la Crisis Cubana de los Misiles", como el aparecido en el Saturday Evening Post, el 8 de diciembre de 1962, de los periodistas Stewart Alsop y Charles Bartlett, que sugería la existencia de este aspecto en las negociaciones secretas entre Kennedy y Jruschov, obtenido a través de una filtración de información.(14) El 11 de diciembre, Jruschov se comunicó con Kennedy para expresar su oposición a la difusión de esas noticias. "A juzgar por los contenidos de estos artículos está claro que sus autores están bien informados y tenemos la impresión de que esto no es el resultado de una filtración accidental de la información confidencial". —señaló indignado Jruschov.(15)
Eran días de notables diferencias políticas entre La Habana y Moscú. "Y por tanto —explicó Fidel— se inició una fase en que nosotros practicamos la política de grandes esfuerzos para evitar un deterioro mayor de las relaciones con la URSS en consideración con nuestra situación estratégica en concreto y ... estando el enemigo principal ... delante de nosotros teníamos que disimular, contener, frenar nuestra indignación, nuestro disgusto, y evitar que el continuo deterioro de aquellas relaciones fuese a afectar nuestro problema fundamental que era la lucha contra el imperialismo".(16)
Por su parte, la dirección soviética también trató de realizar esfuerzos por atenuar las diferencias, de mejorar y de buscar un mayor nivel de comprensión con los cubanos. Nikita Jruschov, que al decir de Fidel "no era un político digamos incapaz; era un individuo inteligente, listo; hay que decir que en ocasiones habilidoso",(17) el 31 de enero de 1963, en camino a Moscú desde Berlín, donde había asistido al Congreso del Partido Unificado de Alemania, le escribió una extensa y "sumamente amable" carta a Fidel, en la cual trataba de explicar todos aquellos planteamientos formulados por Cuba que habían quedado sin respuesta y le expresaba su deseo "[... ] de conversar, de hablar con el corazón en la mano. Tenemos de qué hablar. Quisiéramos que esa conversación no se aplazara por largo tiempo. Quisiéramos que el encuentro tuviera lugar lo antes posible".(18)
Más adelante en su carta, el dirigente soviético se pregunta: "¿Por qué necesitaríamos vernos y conversar francamente?" A lo que él mismo se responde:
"La gravedad de la crisis creada por el imperialismo norteamericano en la zona del Caribe ha sido liquidada. Pero me parece que dicha crisis ha dejado cierta huella, aunque poco perceptible, en las relaciones entre nuestros estados —Cuba y la Unión Soviética— y en nuestras relaciones personales. Hablando en rigor, no son del todo las que eran antes de la crisis. No oculto que eso nos apena y nos inquieta. Y me parece que de nuestro encuentro ha de depender en gran medida el desarrollo de nuestras relaciones. En el presente, un medio de comunicación como la correspondencia resulta ya insuficiente. Nada puede sustituir a una conversación personal. Precisamente en ella se puede superar con mayor facilidad y rapidez cualquier incomprensión de las posiciones de uno y de otro y entenderse".
"Durante la crisis del Caribe nuestros puntos de vistas no siempre coincidieron —siguió exponiendo Jruschov en su carta—, no apreciábamos del mismo modo las distintas etapas de la crisis. Se puso de manifiesto que enfocábamos también de un modo distinto los métodos para liquidarla. Después de nuestra conocida declaración, usted incluso públicamente dijo que durante el desarrollo de la crisis habían surgido divergencias entre el gobierno soviético y el gobierno cubano. Ya puede comprender que eso no fue para nosotros motivo de alegría. Y ahora que la tensión ha menguado y hemos entrado en otra fase de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética, de una parte, y de Estados Unidos de Norteamérica, de la otra, han quedado en nuestras relaciones con Cuba ciertos surcos cuya profundidad es difícil de precisar [... ]".(19)
De acuerdo con la línea política de buscar un mejoramiento de las relaciones con la URSS, con el fin de evitar que el deterioro de estas pudiera constituir un peligro para la seguridad del país frente a la creciente hostilidad de Estados Unidos y discutir directamente el diferendo surgido, la dirección cubana aceptó la invitación. Jruschov también vio en esa visita una oportunidad de trabajar con el líder cubano para tratar de limar las diferencias, sin afectar las bases del entendimiento logrado con Kennedy.
Conocedor Jruschov de los aspectos principales de fricción y los puntos de vista de Fidel sobre la necesidad de la firma de un tratado de seguridad y ayuda mutua entre ambos estados, dio instrucciones a los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa, Andrei Gromyko y mariscal Rodion Malinovsky, así como al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Soviéticas, mariscal Serguei S. Biryuzov, para que prepararan las explicaciones que podrían emplear para hacer desistir al líder cubano de la firma de dicho tratado o de incorporar a Cuba al Pacto de Varsovia. Los argumentos elaborados estuvieron basados en el supuesto de que Estados Unidos utilizaría la firma de cualquier acuerdo de esta naturaleza como una excusa para intensificar el aislamiento internacional de Cuba y para incrementar la oposición a la Revolución dentro del propio país caribeño.(20)
Otro asunto vinculado al anterior y que el dirigente soviético quería discutir con Fidel era la retirada gradual de las tropas soviéticas en Cuba, pues en las más recientes entrevistas con importantes funcionarios de Estados Unidos, que habían visitado la URSS, Jruschov le había dado garantías de la salida de estas fuerzas militares de la isla.
Un tercer aspecto que Jruschov quería tratar —según los historiadores Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali— tenía que ver con el apoyo y participación de Cuba en los movimientos revolucionarios regionales. Señalan que la inteligencia soviética estaba muy consciente de las actividades de Cuba en apoyo a los movimientos de liberación nacional. "Aunque Moscú no controlaba los esfuerzos de Cuba en este aspecto, simpatizaba a todas luces". Sin embargo, Jruschov estaba preocupado por esto. "Durante la preparación de la visita de Castro, la KGB le entregó a la dirección [soviética] un estudio sobre las relaciones entre el régimen de Castro y los movimientos revolucionarios latinoamericanos".(21)
El traslado hacia la URSS de Fidel y la delegación que lo acompañaba fue preparado con sumo cuidado. El 26 de abril partió la delegación cubana en un vuelo secreto y directo de La Habana al puerto ártico de Murmansk, solo cuando aterrizó el avión fue que se dio la noticia al mundo de este viaje. "Su itinerario fue secreto de Estado e incluso no se dio a conocer el tiempo que planeó permanecer en la URSS", señaló el informe de la embajada de Estados Unidos en Moscú.(22)
La estancia de Fidel en la Unión Soviética se extendería hasta el 31 de mayo, visitando poblaciones y ciudades desde Siberia hasta Samarcanda. Fue un "largo y fatigoso viaje" en el que el máximo dirigente cubano y la delegación que lo acompañó tuvo "la oportunidad de medir hasta qué grado el sentimiento de solidaridad [con Cuba] se había desarrollado en el pueblo soviético", lo cual causó impacto en los cubanos.(23) En el curso de la visita se produjeron varias reuniones prolongadas entre Fidel y Jruschov, tenían que hacerse muchas preguntas y había que aclarar muchas cosas, era una oportunidad para conocerse mutuamente. Con el propósito de conversar con más comodidad y garantizar la privacidad requerida, la mayor parte de las entrevistas se realizaron en las dachas —residencias de descanso— de Jruschov en Zavidovo, cerca de Moscú, y en Pitsunda, en el Mar Negro.
La primera entrevista tuvo lugar el fin de semana después de los actos por el Primero de Mayo en la Plaza Roja. Fidel dio pruebas de su capacidad de ser impredecible; cuando los líderes se reunieron, el primer aspecto ventilado fue el referido a la Revolución argelina. (24) El dirigente cubano le comentó que tenía pensado, a su regreso a La Habana, realizar una escala de trabajo en Argel, para aquel momento una brigada médica cubana habría llegado a Argelia.(25) Fidel explicó la difícil y compleja situación económica y social de ese país(26) y quería que la Unión Soviética hiciera algo por ayudar al pueblo argelino, aunque no lo manifestó de manera directa. Jruschov tomó esta idea con entusiasmo y estuvo de acuerdo con la valoración hecha de la situación argelina. Fidel le comentó a Jruschov que sentía la necesidad de visitar a los argelinos para mostrarles su apoyo al gobierno del primer ministro Ahmed Ben Bella. Jruschov, por razones de seguridad, le aconsejó que no hiciera el viaje.(27)
Otro elemento importante que manejó Fidel para brindarle ayuda al gobierno de Ben Bella fue el apoyo que le estaba dando a ese país los movimientos de liberación nacional africanos.(28) Jruschov le reiteró a Fidel que no era conveniente para su seguridad que fuera a Argelia, pero añadió que la URSS estudiaría la posibilidad de suministrar armas y de brindar ayuda económica al gobierno argelino. Jruschov dijo de forma jocosa: "ese va a ser el precio para que usted no vaya a Argelia".(29) El entusiasmo del líder cubano por la revolución en África contrastaba con las pocas esperanzas de Jruschov de que "[... ] África resurgiera pronto políticamente independiente. Consideraba que África, primero tenía que transitar un largo proceso evolutivo debido al legado del colonialismo. Sin embargo, deseaba expresar solidaridad con los cubanos". (30)
Dos días más tarde, tuvo lugar un segundo y maratónico encuentro entre ambos dirigentes. Antes de abordar aspectos de las relaciones bilaterales cubano-soviéticas, Fidel quiso que Jruschov le explicara las causas de las divergencias en el campo socialista, en especial las bases de la tensión chino-soviética. Jruschov, conocedor de la posición cubana a favor de la unidad dentro del campo socialista como factor estratégico frente al imperialismo, trató de explicarlo más claramente, pero sin mucho éxito. Comentó las diferencias de los líderes chinos con respecto la política soviética de la coexistencia pacífica.
También el líder cubano se interesó por el conflicto con Albania. "Siempre quisimos hacer de Albania la vitrina del mundo musulmán —explicó Jruschov—, sin embargo Stalin había espantado a los albaneses al prometerle su país al mariscal Tito, de Yugoslavia, como parte de cierta futura federación balcánica". Aseguró que "Stalin fue capaz de decir cualquier estupidez en los últimos años de su vida, cuando ya estaba mentalmente enfermo".(31)
El tema de las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba, volvía a ocupar la atención de la entrevista. El dirigente soviético se esmeró para tratar de justificar el proceder de la URSS durante la Crisis de Octubre. "Jruschov habló con mucha franqueza, o por lo menos con un tono muy amistoso, tratando de explicar", (32) —relata Fidel. Le mostró, además, toda una serie de mensajes intercambiados con el mandatario estadounidense. Entre esos materiales había una nota "escrita en tono muy enérgico", en la cual se daba respuesta a una insinuación de Kennedy de que iba "a pasar algo", a lo que él respondió duramente, al contestarle: "Sí, va a pasar algo, pero algo increíble". También Jruschov le comenta a Fidel que al parecer esa misiva tuvo algún efecto en Estados Unidos, pues "el hermano de Kennedy dijo que esa carta era muy dura y que él por respeto a su hermano no se la iba a enseñar [... ]"(33)
Jruschov siguió leyendo aquella correspondencia, mientras un traductor las iba traduciendo, explica Fidel, y en una de esas misivas le dicen: Nosotros por nuestra parte hemos cumplido todos los acuerdos y nosotros hemos retirado los proyectiles balísticos de Turquía y de Italia. "Digo yo: ¿cómo? Repítame eso". Nikita se percata que ha leído un párrafo que no debía leer, "[... ] entonces se ríe así como se ríe él, enseña los dientes, y yo ya no insistí, me parecía que había leído bastante. (34) Esta revelación fue como "mencionar la soga en casa del ahorcado" (35) —comentó Fidel—, pues me di cuenta de que secretamente "[... ] medió un acuerdo que seguramente sirvió para satisfacción de él allí como una compensación, y que consistió en que los norteamericanos se comprometieran a retirar los proyectiles balísticos de Turquía y de Italia, cosa que ocurrió casi inmediatamente después de la Crisis de Octubre, con la argumentación de que eran armas que ya no tenían mucha importancia dada la existencia de los proyectiles balísticos intercontinentales, los aviones, los cohetes Polaris, etc. Y de hecho renunciaron a armas que estaban situadas en determinadas posiciones, y que fue una concesión que hizo en secreto Estados Unidos, de la cual nunca se supo; unos para quedar bien con la opinión americana, otros para quedar bien internamente, se hicieron esa mutua concesión. Se hizo ese cambio y [... ] ese cambio que tuvo lugar llegó a nuestros oídos de esa manera absolutamente fortuita y accidental [... ], pero que nosotros hubimos de tomar muy en cuenta, ¡muy en cuenta!".(36)
El futuro de las relaciones cubano-soviéticas fue otro de los aspectos más debatido entre ambos líderes. La máxima dirección cubana consideraba necesario mantener un enlace más estrecho en política exterior, especialmente en asuntos militares. Fidel comentó que, en un inicio, la opinión que la dirección cubana manejó "[... ] era mantener las tropas [en la isla], incluso reforzarlas [... ], partiendo de la idea que la presencia de unidades soviéticas revelaban por lo menos un indicio de un cierto grado de decisión soviética de combatir en caso de invasión; o un acuerdo militar colectivo, es decir, algo similar a nuestra participación en el Pacto de Varsovia [... ]".(37) Para Cuba la necesidad de buscar un sustitutivo, al acuerdo militar violado unilateralmente por el gobierno soviético era una cuestión "inexcusable" y le propuso estas variantes a escoger.(38)
Los historiadores Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali han afirmado que Jruschov se había preparado para dar una respuesta negativa. El dirigente soviético —asesorado por los argumentos que una semana antes le habían sugerido Malinovky, Biryzov y Gromyko para oponerse a un tratado militar bilateral o la inclusión de Cuba en el Pacto de Varsovia—, como si pensara en voz alta, preguntó: ¿Sería útil o no un acuerdo militar? ¿Acaso esto podría debilitar significativamente la posición de Cuba en su relación con el Hemisferio Occidental? Lo más probable sería que la propaganda norteamericana trataría de convencer a todo el mundo de que Cuba era un satélite soviético. Antes de llegar a la conclusión de que el análisis final lo tendrían que hacer los propios cubanos, Jruschov explicó que el acuerdo le haría más daño que bien a Cuba.(39)
Esta reflexión podría tener algún sentido si no hubiera mediado el antecedente de que, exactamente un año antes, le había propuesto a la dirección cubana el despliegue de cohetes como el modo más eficaz para disuadir a Estados Unidos de sus propósitos agresivos hacia Cuba, lo que sirvió de pretexto al presidente Kennedy para decretar el bloqueo naval y el estallido de la crisis más grave y peligrosa de la guerra fría. El proceder de Jruschov estuvo mediatizado por el compromiso que había establecido con Kennedy, pues la proclamación de un acuerdo de seguridad mutua con Cuba, podría implicar —según la apreciación soviética— una justificación para que Kennedy incumpliera su palabra.
Luego que rechazara un acuerdo de defensa mutua —continúan explicando Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali—, Jruschov llevó la conversación hacia el asunto de las tropas soviéticas que todavía se hallaban en Cuba. El dirigente cubano no era partidario de la salida de esas fuerzas: "[... ] la presencia del personal militar soviético en Cuba representa la única buena razón contra cualquier tipo de aventura militar —enfatizaba Fidel—, somos de la opinión que el personal militar soviético dislocado en Cuba son como los famosos cohetes. Mientras estén allí, los círculos militares norteamericanos estarán convencidos de que un ataque contra Cuba, inevitablemente conducirá a una guerra con la URSS, lo que es algo que no quieren y temen". Jruschov estuvo de acuerdo, sin embargo le restó importancia a la amenaza estadounidense, al señalar que "las tropas soviéticas no podrían permanecer para siempre, ya que existía la evidencia de una fuerte garantía, que Kennedy había dado de manera confidencial, de que no invadiría".(40)
Inmediatamente, Jruschov volvió a su plan en juego, el de convencer a Fidel de que una dependencia demasiado abierta a Moscú iría en su contra. Señaló que "muchos periodistas y políticos burgueses especulan que las fuerzas soviéticas en Cuba sostienen el régimen de Castro [... ] [y] que la retirada de estas fuerzas socavaría al régimen en Cuba". Jruschov puso énfasis en el tema de su consejo: "es necesario mostrar que no es así".(41) No obstante, se ratificó la decisión de la permanencia de uno de los cuatro regi-mientos de infantería motomecanizados que ya en noviembre pasado se había concertado con Mikoyan.
Fidel explicó cómo las acciones de la contrarrevolución, apoyada y financiada desde Estados Unidos, durante los primeros meses de 1963 habían crecido y que esas actividades terroristas iban dirigidas a tratar de entorpecer la economía del país y crear condiciones para la subversión interna. Jruschov, por su parte, habló sobre las experiencias de su país para enfrentar los movimientos antisoviéti-cos que habían tenido lugar en diferentes regiones del inmenso territorio multinacional de la URSS. Enfatizó en la necesidad de combatirla con fuerza y le aconsejó que "uno siempre tiene que tener en mente que desde el primer momento en que ocurra cualquier tipo de actividad antigubernamental, uno tiene que aplastarla con rapidez, de forma decisiva, y sin detenerse, aún en el caso en que sea necesario disparar... Cualquier titubeo [... ] puede conducir a consecuencias muy desastrosas".(42) El líder cubano planteó que la Revolución Cubana, en los momentos que ha sido necesario, "no se ha amilanado ante medidas decisivas y serias", que el país "contaba con la fuerza suficiente como para garantizar el control en cualquier situación".(43) Habló de la necesidad de reforzar la defensa del país con unidades blindadas, en especial los accesos a la capital del país, ante cualquier intento de agresión militar del imperialismo, aunque Jruschov descartó esa posibilidad por el momento.
El tercer encuentro de ambos líderes se realizó tres semanas más tarde. Fidel había completado su recorrido por diferentes repúblicas y ciudades de la URSS, allí el dirigente cubano y la delegación que lo acompañó pudo apreciar las muestras de simpatías y solidaridad del pueblo soviético con la Revolución Cubana. Sobre esas impresiones y su impacto, Fidel comentó: "[... ] lo más interesante para nosotros fue poder haber tenido la oportunidad de medir hasta qué grado el sentimiento de solidaridad se había desarrollado en el pueblo soviético [... ]. Y ese es uno de los factores que nosotros siempre hemos medido mucho cada vez que se ha tratado de cualquier posible tipo de polémica pública con el partido soviético, a fin de no dar lugar a que pueda ser utilizado como arma para mellar ese profundo sentimiento de simpatía y solidaridad del pueblo soviético hacia la Revolución Cubana [... ]".(44)
Esta nueva reunión tuvo lugar en la estancia de recreo, en Pitsunda, ubicada en las orillas del Mar Negro, en presencia de los jefes del estado mayor de las fuerzas armadas de la URSS y de Cuba, mariscal Serguei S. Biryusov y comandante Sergio del Valle Jiménez, respectivamente. La visita de la delegación cubana estaba por finalizar y con ello vino la necesidad de decidir qué tipo de ayuda militar y qué garantías de seguridad obtendrían los cubanos. Fidel le dio a conocer a Jruschov las necesidades militares cubanas, tal y como le había dicho a principios de mayo. Necesitaba 120 de los tanques más modernos de la URSS para formar dos brigadas de blindados, que le darían a las unidades dimensiones de una división para proteger a La Habana y a la base aérea de San Antonio de los Baños. Además de estos medios, el dirigente cubano pidió armamento antiaéreo adicional. Jruschov no accedió a todos los pedidos, a pesar de su deseo de atenuar las diferencias con los cubanos. Él todavía padecía por estas discrepancias.(45)
A pesar de negarle a Fidel Castro su lista de deseos, Jruschov desarrolló un punto táctico al alentarlo a que no pensara en los tanques como su salvación. Vaticinó que "la defensa de Cuba no solamente llegaría gracias a una acumulación del poder militar cubano, sino por la efectiva actividad de inteligencia en el exterior".(46) El dirigente cubano respondió con diplomacia a esta sugerencia. Explicó cómo la seguridad cubana, a pesar de no tener esa experiencia, había penetrado a las organizaciones y bandas armadas contrarrevolucionarias que actuaban en el interior del país. Pero el problema no radicaba en este enfrentamiento, sino en la necesidad de crear un dispositivo de seguridad nacional que disuadiera a Estados Unidos de agredir a Cuba por el costo militar y político que este causaría. El líder cubano invitó a su homólogo soviético a visitar La Habana a finales de año para continuar la conversación sobre estos temas. Jruschov le pidió a Fidel que "le dejaran a los generales los detalles de la ayuda militar", convino en una reunión dos días más tarde entre el comandante Sergio del Valle y el mariscal Biryusov para que definieran los aspectos de abastecimiento militar que recibirían los cubanos(47) y le entregó al líder cubano la primera redacción del Comunicado Conjunto soviético-cubano, el cual contenía una iniciativa del gobierno soviético dirigida a contribuir al forta-lecimiento de la economía cubana, consistente en ajustar el precio del azúcar crudo, establecidos en los acuerdos vigentes, que compraría la URSS a Cuba en 1963, a los niveles alcanzados por este producto en el mercado mundial.(48)
Sin embargo, en la primera redacción del comunicado no se había escrito nada acerca de la garantía nuclear a Cuba y cuando los cubanos vieron esto protestaron, refiere Alexander Alexeev, embajador soviético en Cuba, que acompañaba a la delegación cubana. De inmediato, le comunica a Jruschov que el Ministro Interino del Exterior, V. V. Kuznetzov, se oponía a la garantía nuclear. "¡Qué comemierda!", respondió Jruschov, diciendo que, "por supuesto, renovaría la garantía que había hecho en el verano de 1960. Fiel a su palabra, instruyó a los asesores de Gromyko para que insertaran el término apropiado en el comunicado revisado".(49) Al respecto, quedó escrito en el Comunicado, firmado el 23 de mayo, por los máximos dirigentes de ambos países de la siguiente forma: "Los organizadores de la agresión tienen que tener conciencia de que la intervención en Cuba pondrá a la humanidad ante la destructiva guerra termonuclear y de cohetes".(50)
Una semana más tarde, el 29 de mayo, el comandante Sergio del Valle Jiménez y el mariscal Serguei S. Biryusov, suscribieron en Moscú "El acuerdo entre el gobierno de la República de Cuba y el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre la ayuda en la elevación del equipamiento técnico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y en el reforzamiento de la capacidad defensiva de la República de Cuba".(51) El documento estableció la entrega gratuita de la técnica combativa, el armamento y material de guerra, así como las reservas de víveres, combustibles y equipos de refrigeración a disposición del personal militar soviético en el territorio de Cuba en dos plazos: el primero para las tropas terrestres, con la fecha tope de enero de 1964; y el segundo, para los medios de las fuerzas de la defensa antiaérea, aéreas y la marina de guerra, que debía concluir en junio de ese año. Asimismo, dicho convenio comprometía a ambas partes a diversas obligaciones; a la soviética con el adiestramiento de los militares cubanos, y a la cubana con la designación del personal necesario para recibir la técnica de combate y armamento. El personal cubano seleccionado para asimilar el nuevo armamento fue ubicado en las unidades soviéticas para su adiestramiento. La retirada de las tropas de los regimientos de infantería mecanizados se produjo de manera escalonada durante los meses de junio a diciembre de 1963 y el grueso de los efectivos de las distintas armas y especialidades militares, entre mayo y agosto de 1964.(52)
Concluida la firma del acuerdo, Jruschov invitó a Fidel y a la delegación militar que lo acompañaba a visitar una base militar de cohetes estratégicos y presenciar un ejercicio militar táctico de las tropas terrestres. De allí se trasladaron hacia Tbilisi, capital de Georgia, donde recorrieron los lugares más notables de esa república soviética y otras regiones del Cáucaso. En los primeros días de junio la delegación cubana regresaba al país. Aunque se logró cierto mejoramiento de las relaciones entre ambos aliados, quedaron puntos de vistas diferentes entre La Habana y Moscú.(53) Había quedado pendiente la firma de un nuevo Convenio Azucarero que garantizaría el suministro de ese producto al mercado soviético a precios convenientemente aceptables para ambos países, para lo cual se concibió que Jruschov visitara a Cuba a finales de 1963. El magnicidio de Dallas, el 22 de noviembre, impidió este viaje. En consecuencia, entre el 13 y 22 de enero de 1964, tuvo lugar la segunda visita de Fidel Castro a la Unión Soviética.
En octubre de 1964, el pleno extraordinario del Comité Central del PCUS, acordó la destitución de Nikita Jruschov, culpándolo entre otros errores, de desatinos en la gestión de la política exterior soviética, en particular, frente a Estados Unidos. Sus detractores lo acusaron de que la apuesta nuclear de Jruschov no tenía sentido en un mundo en el que la URSS se hallaba en desventaja estratégica frente a su principal oponente; asimismo, esgrimieron que el despliegue de cohetes nucleares en Cuba provocó una grave crisis internacional. A pesar de las diferencias y errores de Jruschov, la dirección cubana lo consideró como un amigo que, en momentos difíciles, supo extender su mano solidaria y de cooperación y, además, cultivó en el pueblo soviético una profunda amistad con la Revolución Cubana.
(Tomado del libro Los últimos 12 meses de J. F. Kennedy y la Revolución Cubana)
(*) Doctor en Ciencias Históricas e Investigador del Instituto de Historia.
1 Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, del 9 al 12 de enero de 1992.
2 Estas cartas fueran publicadas por primera vez en Cuba en el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.
3 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el 26 de enero de 1968. En: Documentos de los Archivos Cubanos (Segunda Parte). Conferencia Internacional La Crisis de Octubre: Una visión política cuarenta años después. Palacio de Convenciones. La Habana, Cuba, 11-12 de octu-bre del 2002. Archivo del IHC, Fondo C.O.
4 Ibíd.
5 Ibíd.
6 Ibíd.
7 En el artículo 13 del convenio se establece: "El presente acuerdo será válido por un término de cinco años. Cada Parte puede anular el acuerdo notificándolo a la otra Parte con un año de anticipación a la fecha del vencimiento del acuerdo". Véase: Tomás Diez Acosta: A un paso del Holocausto. Ob. cit., p. 130.
8 Esta brigada de combate permaneció en Cuba durante casi tres décadas hasta que en 1991 el gobierno soviético, de manera unilateral, decidió su retirada.
9 Véase: Tomás Diez Acosta: Ob. Cit., p. 181.
10 Véase mensaje de Jruschov a Kennedy en el periódico Noticias de Hoy, 28 de octubre de 1962, p.4.
11 Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita... Doc. cit.
12 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: One Hell of a Gamble. The Secret History of the Cuban Missile Crisis. John Murray Albemarle Street, London, 1997, p.321.
13 "Apuntes tomados de la transcripción de las reuniones del Estado Mayor Conjunto, octubrenoviembre de 1962, relacionadas con la Crisis Cubana de los Misiles", Archivos de Seguridad Nacional, Washington D.C.
14 Michael Forrestal, asistente de McGeorge Bundy, durante un almuerzo que sostuvo con Charles Bartlett, dejó caer "la información" que el problema "había sido culpa de Adlai Stevenson", quien había incomodado al Presidente al sugerir que sacara los cohetes de Turquía a cambio de los soviéticos en Cuba. Esa leyenda fue creada para que no hubiera duda de la actuación de Kennedy, como un Presidente severo, que nunca arriesgaría la seguridad de un aliado para resolver un problema. "Desde el inicio de su mandato, Kennedy había tratado de diferenciarse de Stevenson", aunque compartían muchas de sus ideas sobre política exterior, pero "Stevenson era considerado un intelectual y, por lo tanto, un perdedor político para muchos, y algunos dudaban, que pudiera lidiar de forma efectiva con el Kremlin". La Casa Blanca autorizó la "filtración" de Forrestal. En: Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit.., p. 321.
15 Ibíd.
16 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.
17 Ibíd.
18 Ibíd. Carta de Nikita Jruschov a Fidel Castro, 31 de enero de 1963. Leída por Fidel en la reunión.
19 Ibíd.
20 Malinovky, Biryzov y Gromyko informe al Comité Central, 29 y 30 de abril de 1963, folio 3, catálogo 65, carpeta 874, pp. 84-86, Archivo de la Presidencia de la Federación Rusa (APFR). Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.
21 Ibíd. Véase: Informe al Comité Central sobre las relaciones de la dirección cubana con los movimientos de liberación nacional en Latino América, 18 de abril de 1963, por N. Zakhoran, Expediente 88497, vol. 1, SVR.
22 U.S. embassy Moscow, "WEEKA" Nº 18, May 3, 1963, RG 59, Central Foreign Policy Files 1963, Pol 24 NA. Ibíd.
23 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, 26 de enero de 1968. Doc. cit.
24 Notas de la reunión del 3 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.
25 El día 24 de mayo de 1963 llegó a Argelia la brigada médica, compuesta por 29 médicos, tres odontólogos, 15 enfermeros y ocho técnicos medios de salud. En total 45 hombres y 10 mujeres.
26 Argelia se encontraba en una grave crisis económica, luego de una guerra de siete años y la partida de alrededor de 800 000 trabajadores calificados franceses, que provocó una paralización de ramas importantes de la producción industrial. Esta difícil situación fue caldo de cultivo para luchas internas por el poder. A estas circunstancias se sumaban las amenazas del rey Hassan II de Marrueco que reclamaba una amplia banda de territorio a lo largo de la frontera con Argelia.
27 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.
28 Por aquellos días de la visita de Fidel, en Addis Abeba, Etiopía, tuvo lugar la conferencia de fundación de la Organización de Unidad Africana. Allí Ben Bella impactó a la asamblea con su llamado a la liberación de África.
29 Notas de la reunión del 3 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 331.
30 Ibíd.
31 Notas de la reunión del 5 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Ibíd.
32 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.
33 Ibíd.
34 Ibíd.
35 Fidel Castro: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre. La Habana, del 9 al 12 de enero de 1992.
36 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.
37 Ibíd.
38 Ibíd.
39 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., pp. 331-332.
40 Ibíd., p. 332.
41 Ibíd. Notas de la reunión del 5 de mayo de 1963, Zavidovo, APFR.
42 Ibíd., p. 333.
43 Ibíd.
44 Palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en la Reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. En: Doc. cit.
45 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 333. Notas de la reunión entre Nikita S. Jruschov con Fidel Castro, el 29 de mayo de 1963, Pitsunda, APFR. A pesar que el documento que trata la reunión está fechado el día 29, este encuentro no pudo suceder ese día sino entre el 20 y 22 de mayo, ya que el comunicado conjunto fue firmado el día 23 y el Acuerdo Militar el día 29.
46 Ibíd., pp. 333-334.
47 Ibíd., p. 334.
48 El precio del azúcar establecido en el acuerdo vigente era de cuatro centavos la libra. Se acordó aumentarlo a seis centavos.
49 Entrevista de Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali con Alexander Alexeev, noviembre 5 de 1995. Ob. cit., p. 334.
50 Comunicado Conjunto cubano-soviético, en Moscú por Fidel Castro Ruz y Nikita S. Jruschov.
51 Firmado, por la parte cubana el comandante Sergio del Valle Jiménez, jefe del EMG de las FAR, y por la URSS, el mariscal Serguei S. Biryusov. Documentos de los Archivos Cubanos (Segunda Parte). Conferencia Internacional... Archivo del IHC, Fondo CO.
52 De acuerdo a los protocolos de los convenios suscritos entre el gobierno cubano y el de la URSS desde mediados de 1962 a 1964, el valor total de los medios bélicos entregados gratuitamente ascendió a un poco más de 307 millones de rublos. Archivo del IHC, Fondo C.O.
53 La dirección cubana no concordaba en muchos aspectos con la línea de aplicación de la política exterior soviética de "coexistencia pacífica", sobre todo en lo referente a su postura ante la lucha de los países coloniales y dependientes. Tampoco estaba de acuerdo con la fractura del movimiento comunista internacional, por el diferendo chino-soviético, que lo debilitaba y dividía.