Volcán de fuego, cubanos de acero: Nuestros médicos otra vez por la vida
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Lo ocurrido en Guatemala este domingo: la erupción del Volcan de Fuego, fue una de las monstruosidades naturales que más me han impactado en la vida, de esas que no tienen explicación, y que nunca se borrarán de tu memoria. A más de 24 horas continúa la búsqueda de desaparecidos, se reportan más de 60 fallecidos y miles de personas damnificadas. Ahora mismo llueve en Guatemala, esperemos que eso sea favorable.
Hay una técnica emocional que te enseña a mirar la vida como una película, y tú eres un personaje. Parece tonto, pero resulta para intentar comprender esos fenómenos inexplicables y seguir adelante con fe en Dios y en humanidad.
No tengo la certeza de si esos fenómenos se pueden prever con antelación, si se puede establecer una alerta que permita a las personas huir a tiempo. Eso será un análisis para otro momento. Lo cierto es que estuve en la ciudad de Escuintla a visitar un médico cubano el sábado 2, o sea 24 horas antes de que el volcán erupcionara.
El día estaba en calma, aplomado, mucho calor, una enfermera cubana, Yanelis, hizo el siguiente comentario: “A mí esta calma no me gusta, y algunas gentes dicen haber visto chispas salir del volcán”.
Regresamos en la tarde del sábado a Ciudad Guatemala, que se encuentra a 63.2 kilómetros de Escuintlas, Veinticuatro horas después comenzaron a saltar los mensajes de alerta en los celulares diciendo que había peligro por la erupción del Volcán de Fuego, sugerian que se mantuvieran en sus casas, y dando indicaciones para usar mascarillas pues la respiración de ese polvo volcánico puede ser letal, en fin: pánico.
Nos informamos por la tele y las redes sociales de sucesos tremendos. Las imágenes recordaban las que guardo en mi memoria de la bomba atómica estallada por los Estados Unidos en Nagasaki aquel imborrable 6 de agosto de 1945.
Un río de fuego y enormes nubes de cenizas cubrían el cielo, seguían avanzando a una velocidad temible. Las imágenes compartidas por los que allí estaban dieron la magnitud del fenómeno pero a su vez fue una manifestación de imprudencia que les costó la vida a algunos de ellos.
Como siempre, los más desposeídos, los que no tenían cómo salir de allí, fueron los que más sufrieron, las autoridades se movieron de inmediato en sus brigadas de salvamento, pero el fenómeno sobrepasó la cantidad de vehículos y socorristas.
La cifra de heridos y muertos aumentaba, estabamos llenos de temores, pero siempre aflora el sentimiento egoísta por la integridad de tus compatriotas. ¿Y los cubanos? ¿Y los médicos cubanos? ¿Cómo está la gente de la Brigada Médica?
Hasta que en las redes sociales comenzaron a aparecer fotos hechas por ellos mismos en la madrugada del domingo donde decían: “Todos estamos bien”, y luego sus fotos en el Hospital de Escuintla codo a codo con los guatemaltecos salvando vidas.
No pude contener el llanto al ver con su atuendo y listo para ayudar al Doctor Ricardo Remans, clínico villaclareño que ha ganado un enorme prestigio entre cubanos y guatemaltecos por su reputación como profesional y su calidad humana. Luego vimos a los demás: Mailidileidy Serrano Pérez, pinareña y Jefa de la Brigada de Misión Milagro y todo el grupo. La Dra Lisette Alfonso García, siquiatra villaclareña, mantenía contacto telefónico para ofrecer información.
En Guatemala existen más de 400 cooperantes de salud entre médicos, enfermeras y personal de apoyo. En Escuintla, lugar donde se encuentra la llamada Aldea El Rodeo, zona de mayor desastre, allí hay 11 brigadistas del Programa Integral de Salud (PIS) y 13 de la Misión Milagro. Todos se pusieron aquella noche al servicio de los heridos.
He escuchado noticieros de muchas televisoras, ninguna menciona a los cubanos, pero no ha faltado en Twitter, Facebook, el agradecimiento de la gente hacia ese ejercito de batas blancas que exhibe en todo el mundo el orgullo de ser excelentes como científicos, como personas, dispuestos a salvar vidas muchas veces poniendo en riesgo la suya.
En este 2018 se cumplen 20 años de la labor de las Brigada Médica de Cuba en Guatemala. Hay muchas historias, leyendas de amor de este pueblo hacia los médicos cubanos.
No me sorprendió la frase de un guatemalteco con quien había conversado en el hospital 24 horas antes del siniestro en ese mismo hospital. Me dijo: “¿Los médicos cubanos? Son lo más grande, no se cansan, no dicen que no, siempre con una sonrisa, ¿no sé cómo hacen? Parecen estar hechos de acero”.