Poderosas trincheras
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Una invitación a reflexionar es el saldo que nos deja el hecho de conocer recientes declaraciones del actor norteamericano Keanu Reeves, acerca de la sociedad en que vive. En opinión de Reeves, somos testigos de la degradación de conceptos relativos a la dignidad, así como el del honor, al ser estos lentamente olvidados por el desmedido apego a bienes materiales en detrimento de las esencias de la personalidad.
Al respecto, confiesa públicamente que no quiere ser parte de ese contexto social. También nos pone a pensar lo que sucede con el actor y director de cine Mel Gibson, quien en septiembre comienza a rodar una película donde critica al llamado Nuevo Orden Mundial, pero en específico a Rothschild, una dinastía de banqueros corruptos que han endeudado a medio mundo, y tanto la mencionada familia como los medios de comunicación ya han desatado una guerra contra el director, además de que quieren detener la filmación.
Las situaciones expuestas, tanto la de Reeves como la de Gibson, nos conducen hacia una realidad diferente debido a la certeza de contar nosotros con un David adulto que, sabemos, solo puede venir de alguien que, desde muy joven tenía en el corazón las doctrinas del que se ha ido convirtiendo en un gigante moral, que no lanza piedras con su honda sino ejemplos, mensajes e ideas frente a las cuales el gran Goliat de las finanzas, las riquezas colosales, las armas nucleares, la más sofisticada tecnología y un poder político mundial que se sustenta en el egoísmo, la demagogia, la hipocresía y la mentira, está indefenso.
Quizá para quien no sea cubano, semejante afirmación le resulte sumamente insólita por la audacia del planteamiento maestro. En tal sentido, los elevados principios éticos y morales de Fidel Castro permanecen incólumes porque ha bebido directamente de ese manantial de dignidad que implica la prédica martiana.
La conjunción del ideario humanista de estas insignes personalidades en nuestra historia, constituye una auténtica reserva de valores con que contamos los cubanos para afrontar cualquier tiempo difícil por venir.
Al igual que el Apóstol, Fidel tiene una fe ilimitada en el pueblo de esta tierra y por eso comparte el optimismo martiano de que las ideas del presente se podrán convertir en realidades del mañana. Desde antes del triunfo de la Revolución, ya tiene la previsión de que cuando se terminara la lucha armada, estaríamos volcados a crear un destino mejor de oportunidades para los cubanos que queremos el bienestar de todos, logros que, al cabo de más de seis décadas, hoy día los vemos como lo más normal del mundo, pero no puede olvidarse que antes de 1959 eran solamente sueños.
Y para los que todavía buscan solo el confort de unos cuantos, valga la observación de que aún no había pronunciado su emblemática frase de Patria o Muerte, cuando en una ocasión, al recordar la aseveración martiana de que «más vale morir de pie que vivir de rodillas», Fidel la reinterpreta con una lucidez impresionante para los que pretenden tergiversar dicho concepto: «Mientras vivamos de pie, bien. Y si morimos de pie, bien, pero de rodillas, no viviremos nunca», pertinente reiteración de que jamás renunciaremos a la independencia y al amor por la Patria.
La coincidencia histórica significa que el reinado del pensamiento martiano en la sociedad cubana, al ser reverenciado por el legado de un estadista de la magnitud de Fidel Castro, está defendido desde poderosas trincheras de justicia, honor y dignidad.