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Frente a todos los peligros

La presencia de Fidel en la zona de operaciones impulsó la confi anza de los hombres que combatían en Girón.

Fecha: 

06/2016

Fuente: 

Revista Verde Olivo

Autor: 

Una solicitud periodística me convida a explorar su extensísimo quehacer revolucionario, abordado ampliamente por varios escritores. Mas, resulta imposible evitar la conmoción al redescubrirlo entre disímiles textos, como protagonista de historias.

Disponer, además, de la información que emana de la realidad, permite identificar al hombre que ha enfrentado de manera constante la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba, que tras sobrevivir a numerosos intentos de asesinato, mantiene la constancia y supera complejas situaciones; pues Fidel Castro Ruz deviene fi gura emblemática a nivel mundial.

Para abril de 1952, en el periódico La Palabra, aparecía el escrito titulado: ¿Qué diferencia hay?, este delata la determinación del naciente líder. “[…] La semilla de la rebeldía heroica se irá sembrando en todos los corazones. Frente al peligro el heroísmo invita, germina con la sangre generosa que se vierte […]”.

Antes, Alerta publicaba un artículo dirigido al Presidente de la República en el que era acusado de traición a la Patria, prostituir el espíritu de la gracia presidencial, mixtificar y rebajar la función de las fuerzas armadas y fomentar el latifundio. Quien firmaba la denuncia era Fidel.

Con apenas veinticinco años, el tenaz abogado seguía la doctrina ortodoxa de Eduardo Chibás; desde entonces comenzaba una actividad que estaría inexorablemente ligada a su actitud y convicciones: poner la pluma al servicio de la causa y divulgar con claridad y firmeza desde cualquier frente lo que cree justo.

Muchos serían los caminos por desbrozar hacia el triunfo definitivo. En 1953, la obra de José Martí estimuló el estallido glorioso de un grupo de jóvenes de la llamada Generación del Centenario.

Al ser el principal acusado de la Causa 37 de 1953, por el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, estaba consciente del peligro al que se exponía; ya los esbirros habían intentado asesinarlo y solo la dignidad, la vergüenza y el decoro derribaron tales amenazas.

Mediante el referido acontecimiento emergió como guía indiscutible para la lucha revolucionaria y mostró la absoluta valentía que albergaba. Pero al asumir su propia defensa dirigió las palabras a los miembros del Ejército batistiano. La historia me absolverá fue la denuncia formidable de los hechos heroicos y de la brutal represión desatada por el dictador Fulgencio Batista.

Las palabras orientadoras del Comandante en Jefe resultaron esenciales para enfrentar los peligros de la Crisis de Octubre

Múltiples retos y epopeyas sobrevendrían luego, así como otros espacios en los que el filo de su oratoria haría temblar a los enemigos de la Patria.

Sin titubear

La Organización de Naciones Unidas (ONU) resultó más tarde, uno de los escenarios propicios para exponer sus ideas. A ese podio retornó en 1979 como Presidente de Cuba y del Movimiento de Países No Alineados.

“Tengo un chaleco moral; es fuerte, ese me ha protegido siempre”, aludió a la víspera de aquel momento cuando mostró su pecho descubierto para desmentir a quienes lo creían portador de un chaleco a prueba de balas.

Cincuenta años después de creadas, las Naciones Unidas, tenían muchas deudas por cumplir con los países pobres, así lo reafirmó el Comandante en Jefe cuando regresó a suelo norteamericano para participar en la celebración del medio siglo de esta organización.

Pasado un lustro, Fidel volvió a sorprender a los medios de comunicación en el año 2000, cuando cubrió con un pañuelo el contador que mide el tiempo de los discursos en la Asamblea General. Fue esta la última intervención que hizo ante la ONU y se concentró en reclamar valientemente la restructuración del Consejo de Seguridad.

Asimismo, alertó sobre la necesidad de la independencia ante los nuevos tiempos que se avecinaban. “Hay que acabar de plantear con toda firmeza que el principio de la soberanía no puede ser sacrificado en aras de un orden explotador e injusto en el que, apoyada en el poder y su fuerza, una superpotencia hegemónica pretende decidirlo todo, eso Cuba no lo aceptará jamás”.

Aceptar el riesgo

Pero el coraje de Fidel ante circunstancias límites va más allá de la conducta revolucionaria, esa que le ha permitido desenmascarar al imperialismo en diversos espacios. Resalta en él, además, el pensamiento político y militar, por ello sobresale como uno de los exponentes más altos del arte de la guerra en la historia de la humanidad.

Bajo su mando fue posible la victoria de Playa Girón; pues impartió órdenes precisas que permitieron cumplir el plan estratégico. La decisión de ir en el tercer tanque, a pesar de los evidentes escollos, destacó las cualidades del jefe de la Revolución.

El liderazgo de Fidel visto en disímiles acciones, evidencia la capacidad creadora que posee ante las adversidades al combinar métodos políticos y tácticos. Esa intuición y mirada eficaz hacia el futuro le han facilitado vislumbrar las dificultades y enfrentarlas.

Por eso la posibilidad de una agresión militar directa por parte de los Estados Unidos, en octubre de 1962, no constituyó una sorpresa para Cuba. En consecuencia, el máximo dirigente adoptó medidas urgentes para proteger a la población, las tropas y los principales objetivos militares, políticos y económicos de los posibles ataques aéreos enemigos.

Durante la Crisis de Octubre, los cubanos no claudicaron ante la amenaza nuclear, sino que apoyaron la declaración pública que valientemente realizara Fidel para comunicar la postura de la Revolución.

En la primera línea

El estar al lado de las masas en circunstancias de catástrofes engrandece la estima que los cubanos sentimos por el Comandante. Así se mostró durante el ciclón Flora en 1963, cuando estuvo todo el tiempo al frente de las operaciones de auxilio a los damnificados y procuró llegar al lugar de mayor peligro.

Fidel estuvo junto a los cubanos para afrontrar cada imprevisto de la Naturaleza. Ciclón Flora, 1963.

Luego informaría a través de un comunicado sobre las sensibles pérdidas de vidas humanas y la enorme destrucción ocasionada por el evento. “[…] Pero el país se levantará de este revés con más fuerza y pujanza aún. Porque ante la adversidad se crece siempre nuestro pueblo heroico y revolucionario […]”. Una vez más, en medio de todo, Fidel convertía la derrota en victoria.

Su presencia en los sucesos de agosto de 1994 constituyó un impacto. Junto al pueblo salió al paso de los contrarrevolucionarios que pagados por Estados Unidos formaron disturbios en las principales calles de La Habana.

En una comparecencia ante la Televisión Cubana y las ondas internacionales de Radio Habana Cuba, Fidel afirmó: “Aun a riesgo de que me pudiera ganar algunas críticas, yo consideré mi deber ir donde estaban produciéndose esos desórdenes. Si realmente se estaban lanzando algunas piedras y había algunos disparos, yo quería también recibir mi cuota de piedras y disparos”.

Así llega a sus 90 años el líder histórico de la Revolución Cubana. Continúa como símbolo internacional de resistencia. Su valentía nuevamente quedó patentizada en las palabras que dirigiera a George W. Bush presidente de los EE.UU.: “Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: ‘Salve, César, los que van a morir te saludan’. Solo lamento no poder siquiera verle la cara, porque en ese caso usted estaría a miles de kilómetros de distancia, y yo estaré en la primera línea para morir combatiendo en defensa de mi Patria”.

Fidel y su pueblo enfrentaron a quienes, alentados desde Estados

Unidos, alteraron el orden público en La Habana.

Fuentes consultadas:

Fidel periodista. Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 2006, pp. 195-200.

Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner Román: Fidel: Días de Girón. Ediciones Verde Olivo, La Habana, 2001, pp. 11, 16, 57, 58 y 59.

Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de clausura del Segundo Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en la Plaza de la Revolución, La Habana, 20 de diciembre de 1980.