¡Fidel: vives en cada hijo agradecido de la patria!
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Aquí estoy contando un año después, que la madrugada del 25 de noviembre el timbre telefónico irrumpió el silencio, para con voz entrecortada y entre sollozos una voz agradecida me dijera que habías muerto.
El nudo apretado en la garganta selló el silencio que inundó la línea y minutos más tarde se me agolparon unas tras otras las frases: “No puede ser, pero cómo…,” “¿quién te lo dijo…?”, “NO, él no ha muerto”…
Ya en la casa nadie más durmió y, definitivamente, me he quedado, y me atrevo a asegurar que la inmensa mayoría de tu pueblo, se ha quedado con aquella frase que dije: “NO, él no ha muerto”.
Un año después de tu partida física se agigantan tus martianas ideas y brillan con más intensidad las del antiimperialismo, pues desde allí se ha levantado Goliat con esa fuerza, para tratar de seguir asfixiando a este pueblo con el inhumano bloqueo económico, comercial y financiero, a pesar del desprecio y el rechazo de las naciones del mundo.
Un año después, llegas en cada jornada como ese ardiente profeta de la aurora, cual te definiera el Che. Así, llegas junto al guerrillero de América, para seguir repitiendo que: “en el imperialismo no se puede confiar ni tantito así, NADA”. Hoy, le reafirmo el mayor de los créditos a tales ideas, pues el norte revuelto y brutal será siempre el eterno enemigo de los pueblos al sur del Río Bravo, y especialmente con Cuba, ese enemigo sigue siendo la fiera con el flanco herido, por seguir adelante con la Revolución que levantaste en sus propias narices, aquel luminoso enero.
Un año después de tu partida, todavía el corazón nos late afuera. Como dijera el poeta, aquí seguimos afrentando afrentas, con el ejemplo y dignidad que nos inculcaste. No creas que tienes derecho al descanso, porque eres la Revolución misma, esta Revolución que con defectos y virtudes, con aciertos y desaciertos, con errores como toda obra humana, ha calado en lo más profundo de cada cubano, ha trascendido de generación en generación y ha trascendido fronteras, convirtiéndose en paradigma en otras latitudes.
Un año ya que no tenemos tu piel, tu barba, tu traje verde olivo, tu paso firme, pero tenemos tu universo de ideas, para seguir por recónditos senderos, sin que se apague la voz de la justicia y la fe que nos inculcaste.
Un año después, aunque el corazón nos late afuera, No te lloramos Fidel, porque no te fuiste, solo transitaste hacia la inmortalidad.. ¡Fidel, vives en cada hijo agradecido de la patria!