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Fidel, Gaitán y el Bogotazo

Fidel, en las calles de Bogotá durante la insurrección popular. Foto: OAH
Fidel, en las calles de Bogotá durante la insurrección popular. Foto: OAH

Fecha: 

27/02/2023

Fuente: 

Revista Verde Olivo

Autor: 

A finales de la década del cuarenta del pasado siglo, Colombia vivió una severa crisis política. Gobernaba entoncesMariano Ospina Pérez, quien llevó a cabo una política represiva, frente a la cual se erguía la figura de Jorge Eliecer Gaitán, candidato del Partido Liberal, a quien todos veían como el próximo presidente.
 
Gaitán convocó para el 7 de febrero de 1948 una marcha de protesta, que se conoce como la Manifestación del Silencio. En esa ocasión, ante la multitud, pronunció un breve discurso, que ha pasado a la historia como la «Oración por la Paz».
 
Poco después, en abril de ese mismo año, mientras se desarrollaba en Bogotá la X Conferencia Internacional de Estados Americanos, se llevaba a cabo la reunión preparatoria para un congreso estudiantil latinoamericano, que se efectuaría al año siguiente en Santiago de Chile. En esa reunión participó un simple estudiante cubano —sin acreditación oficial, pues no pertenecía a la FEU—, que se incorporó a las discusiones y se destacó por sus propuestas contra la ocupación de la base naval de Guantánamo y del canal de Panamá, así como de las islas Malvinas.
 
Ese joven cubano, que no era otro que Fidel Castro, dio el testimonio de sus vivencias y criterios acerca de aquellos días: «Gaitán era en aquel momento la figura política de más prestigio, de más apoyo popular, se le consideraba sin duda de ninguna clase el hombre que iba a obtener el triunfo en las próximas elecciones de Colombia. Los estudiantes apoyaban a Gaitán en su inmensa mayoría […] Los estudiantes liberales me pusieron en contacto con Gaitán y me llevaron a visitarlo […]Nos explicaron […] su lucha por encontrar una solución a esa situación de violencia, la Marcha del Silencio que había organizado con cientos de miles de personas que había sido una manifestación impresionante, y en esa ocasión, en que decenas o cientos de miles de personas habían marchado en absoluto silencio, al final, él había pronunciado la Oración de la Paz».[1]
 
El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán ocurrido dos días después, desencadenó un levantamiento nacional (9-11 de abril), conocido como Bogotazo, el cual concluyó con una masacre en la que murieron cerca de 1500 personas y 20 000 más resultaron heridas.
 
En medio de aquella situación se vio atrapado Fidel, quien justamente se dirigía al encuentro acordado con Gaitán, cuando sucedieron aquellos terribles hechos y fue el único cubano con una participación activa en el Bogotazo, junto aotros estudiantes extranjeros de los que preparaban el congreso. Fidel penetró en la Tercera División de la Policía, se hizo de un máuser y combatió junto a los colombianos.
 
El propio Fidel contó acerca de su participación y sus criterios sobre aquellos hechos: «Yo tenía una impresión realmente muy buena de Gaitán […] en eso influyeron las opiniones absolutamente mayoritarias y la admiración de los estudiantes que se habían reunido con nosotros. La tuve de la conversación con él; un hombre con su tipo indio, sagaz, muy inteligente. La tuve de sus discursos, especialmente de la Oración por la Paz, que era realmente el discurso de un orador virtuoso, preciosista del idioma y, además, elocuente. La tuve porque se identificaba con la posición más progresista del país y frente al gobierno conservador […]».[2]
 
También expresó: «[…] me quedé con el dolor de la muerte de Gaitán […] me quedé con el dolor del pueblo ensangrentado, me quedé con el dolor del pueblo derrotado, y me quedé con la impresión de lo que puede hacer el imperialismo […] de lo que pueden hacer las clases reaccionarias […]».[3] Resulta evidente que el joven de veintidós años crecía y su ideario era cada vez más revolucionario y antimperialista.
 
 
 
[1]Entrevista realizada a Fidel por el periodista colombiano Arturo Alape, en Varios: Antes del Moncada, Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, 1986, pp. 63-64.
 
[2]Ibidem.
 
[3]Ibidem.