Fidel, Chibás y los valores de la Ortodoxia
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Desde noviembre de 1950, Fidel había montado el pequeño bufete Azpiazo-Castro-Resende—sito en Tejadillo no. 57, apto. 204, La Habana Vieja—, donde inició sus actividades laborales junto a sus compañeros de estudio en la Universidad capitalina Jorge Azpiazo Núñez de Villavicencio y Rafael Resende. No era un negocio muy lucrativo, pues, en muchas ocasiones, defendían a gente humilde y carente de recursos, que no podía retribuir sus servicios.
En ese propio mes, el día 27, participó en la velada conmemorativa por el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina; fue uno de los oradores del acto y aprovechó, una vez más, parafustigar a Carlos PríoSocarrás, por la corrupción de su administración. A pesar de haberse graduado, continuaba vinculado a las batallas de la FEU, como continuaba militando en la Juventud Ortodoxa.
Desde 1948, la Ortodoxia se había convertido en el más fuerte movimiento de oposición al gobierno de Prío y las encuestas previas a las elecciones de 1952, situaban a su líder como favorito, sobre todo, por su enfrentamiento a la corrupción. A través de la prensa, la radio y otros medios, Chibás enarbolaba la consigna de “vergüenza contra dinero”, que condenaba los desmanes del gobierno y la injerencia imperialista. Ejerció gran influencia sobre amplios sectores de la juventud cubana que buscaban vías para luchar por el adecentamiento de los gobiernos y la democracia; en sus filas militaban jóvenes como el propio Fidel; Abel y Haydée Santamaría Cuadrado; Raúl Gómez García; José Luis Tasende de las Muñecas; Boris Luis Santa Coloma; Antonio López Fernández, Ñico; Oscar Alcalde Balls; Melba Hernández Rodríguez del Rey y otros que, de una y mil formas se opusieron al autenticismo.
En su lucha contra la corrupción, Chibás se había enfrascado en una polémica con el ministro de Educación Aureliano Sánchez Arango, a quien había acusado de malversar los fondos del Ministerio y comprar terrenos en Guatemala.
En la prensa reaccionaria se desató una campaña burlesca contra Chibás, que pretendía denigrarlo. En medio de esa tensa situación, el 5 de agosto, en su programa radial, al concluir su última intervención pública —«¡Pueblo cubano, despierta! ¡Este es mi último aldabonazo!»—,1 en la que no pudo presentar las pruebas prometidas, se disparó a sí mismo y, a consecuencia de ello murió el día 16.
Poco antes del fallecimiento, el 12 de agosto, Fidel pronunció un discurso en un radio mitin, de la emisora Cadena Habana, en el que defendió la moral y la integridad de los ortodoxos. En esa alocución diría: «¡La historia se encargará de aniquilar la sombra de los verdugos y de los tiranos y los traidores! ¡Y Cuba seguirá adelante, porque sus hijos dignos han estado siempre dispuestos a llevarla sobre sus hombros y a cimentarla con su sangre generosa!».2
Al conocer de la muerte del líder ortodoxo, contactó con el presidente de la FEU, Enrique Huerta Pozos, para que hablara con el rector Dr. Clemente Inclán con el propósito de que el cadáver de Chibásfuera velado en el Aula Magna la Universidad, propuesta que fue aceptada.
La Universidad, las calles aledañas y las arterias hacia el cementerio de Colón se vieron colmadas en un multitudinario duelo popular.
El día 19, a través de las ondas de Radio CMKC, en el programa de la Ortodoxia conocido por Hora Estudiantil, Fidel pronunció un discurso en la memoria del fallecido líder, en el que llamó a la unidad en las filas del partido y exhortó a la lucha retomando las palabras del propio Chibás para que el pueblo se levantara contra los males de aquella república.
La lucha de Chibás por el adecentamiento del gobierno y contra la corrupción y la malversación del erario público halló respuesta en el ideario de Fidel y daría razón a sus inmediatos y futuros combates.
Referencias:
1 «El Aldabonazo de Chibás», periódico Granma, 16 de agosto del 2013.
2 Rolando Dávila Rodríguez y otros: «Cronología comentada sobre la vida revolucionaria de Fidel Castro Ruz», en OAH, pdf.