El instante en que no estás, te hace eterno
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Cómo entender hacia dónde se dirigen hoy tus pasos, que partiste a la eternidad cuando aún no era tiempo…, más allá de saber que así de caprichoso es el destino. Cómo encontrar las palabras precisas y lanzarlas al viento, para que a modo de susurro alberguen el sentir, ante tanto y tanto por decirte.
La noticia que llegó inesperada y consternó la medianoche, la misma que irrumpió el sueño de algunos y marcó el amanecer de otros, golpea cada instante y, pese a ello, aún parece incierta.
Entre esa sensación rara de vacío, de tristeza, de sentimientos encontrados, llega el aliento, la confianza en la obra que -cuál escultor del futuro- tallaste paso a paso y construiste desde los cimientos, la certeza de que vives en tu pueblo.
Siempre ha causado asombro tu grandeza, pero hoy no existen límites para alcanzarla, porque cobra nuevas dimensiones ante cada muestra de agradecimiento, cada expresión, cada palabra ahogada con un nudo en la garganta.
Todos tienen algo que decir. “Se apagó la luz de un soñador, pero su sueño seguirá alumbrando el camino. Su huella es imperecedera. A todo lo que hizo le impregnó un gran sentido de la responsabilidad, de la dignidad, de la persistencia, pero sobre todo, mucho amor”, refiere el historiador Edel Mayol.
En tanto, Plácido Núñez, combatiente de Revolución Cubana, manifiesta que “su desaparición física representa un dolor inmenso para la Patria; que un hombre como Fidel ya no esté entre nosotros no resulta nada fácil. Hoy más que nunca debemos seguir adelante, como él nos enseñó. Era un mortal único y cada día muchos más seguirán su ejemplo”.
Visiblemente conmovida, Vicenta Calderín, jubilada, ratifica que “el Comandante nos ofreció un mejor porvenir, lo que hizo por el pueblo no tuvo igual. Quienes vivimos los años previos a ese glorioso enero del 59, sabemos cuánto ha significado tenerlo como guía”.
Por su parte, el delegado Andrés de Dios asevera que “su pérdida es irreparable. Nos corresponde seguir haciendo realidad nuestras conquistas, que es la mejor forma de honrarlo, de cumplir nuestro deber”.
Las nuevas generaciones, esas que formó para el porvenir, también exponen sus criterios. “La noticia nos sorprendió a todos; este un momento de ratificación de su pensamiento, de los principios de la Revolución. Sus ideas y acciones, convirtieron a nuestro país en un paradigma para el resto del mundo, y a él en un ícono, una inspiración”, asegura la joven Yamilia Almanza, trabajadora de la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Eso es y seguirá siendo Fidel, el guía, el inspirador, el motor impulsor de cada proyecto, el hombre del Moncada, del Granma, de la Sierra, el líder indiscutible… nuestro eterno Comandante.