Fidel
Soldado de las Ideas
Miseria, desalojos, hambre, invisibilidad… No puede describirse de otra manera la realidad del campesinado cubano antes de aquel enero de libertad, que barrió de un golpe tanta ignominia, que desterró para siempre de los campos el letargo de quien sufre silenciado.
«…Cien mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a la tierra prometida».
Tu cuerpo marcha a Santiago, hacia ese paraje imperecedero que tienen los grandes, los que burlan las campanadas del tiempo. Caminas sobre los hombros de ese mismo pueblo que ha llorado tanto, que sigue amándote más allá de lo posible y no deja de decir tu nombre. Revives esa ruta que hiciste memorable, como todo lo que tus manos cálidas han tocado.
Cuando Rosa Isabel Gaillard Domínguez cursaba los últimos años en la Escuela Normal para Maestros, triunfa la Revolución. «Viví entonces momentos inolvidables», afirma, y entre estos recuerda el paso de la Caravana de la Libertad, y a Fidel.
La noticia que llegó inesperada y consternó la medianoche, la misma que irrumpió el sueño de algunos y marcó el amanecer de otros, golpea cada instante.