Fidel: «¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad!»
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Sin que ninguna ley lo haya normado, en la medida en que la Revolución se profundiza, julio se dilata al calor del fervor patriótico de las masas y se prolonga. La dimensión histórica de la fecha crece, y cada minuto del séptimo mes adquiere más significación política.
Hay un hecho notable que recordar, en los que reviven, en primer lugar, los héroes y mártires del 26 de julio de 1953, en el Año del Centenario de José Martí: el asalto al Cuartel Moncada.
La causa por la cual lucharon entonces sus representantes, y la hicieron triunfar luego de la cárcel; el fructífero exilio en México; la lucha de la Sierra y el llano, vive eternamente. El líder la llevaría al triunfo definitivo el 1ro. de enero de 1959.
Pero la conmemoración de las efemérides del Moncada no cabe en un día, ni en un año, ni en un solo hombre.
Sin embargo, su evocación en este 2021 es muy significativa. Se trata de un año de singular combate contra un enemigo poderoso, mucho más que aquel al cual se opusieron los moncadistas para restaurar la Constitución del 40, y plasmar todo lo bueno que ella asentaba en letras, como la imprescindible Reforma Agraria o fin del latifundio, el desarrollo de la educación, el médico para las clases más menesterosas, y paralelamente el desarrollo científico que exigía el país, a partir de la vacunación –por ejemplo, entonces, contra la poliomielitis– para marcar algunas bases que el Jefe de la Revolución cristalizó a partir del 1ro. de enero.
Esta vez, luego de haberse alcanzado las metas del Programa del Moncada, que el joven abogado Fidel Castro describió como necesario y posible en La historia me absolverá, la lucha se intensifica, y lo hace ahora ante un fenómeno insospechado: la pandemia de la covid-19, una fatalidad que el enemigo ha tomado como aliado para tratar de torcer el destino de la Revolución, motorizada con la clarinada del 26 de julio de 1953.
No le han bastado al enemigo 60 años de bloqueo económico, cada vez más intenso y brutal, y ha hecho uso de un arma sofisticada y necesaria para el desarrollo del mundo (no para su destrucción) que utiliza a su favor con la mentira: internet. Desde ella ha estructurado una despótica campaña para desprestigiar a la Revolución Cubana, desacreditar a sus dirigentes y sostener la ilusa idea de que el socialismo es inoperante y que Cuba está vencida.
Pero 62 años de victoria revolucionaria no han pasado en vano.
La gesta de los moncadistas, ir al combate con escopetas de caza y apenas una ametralladora para reducir a la segunda fortaleza militar del país fuertemente armada, es un ejemplo que los cubanos no olvidan. Las bajas en el combate fueron exiguas. A los demás –decenas– los asesinaron de un modo atroz en el Moncada y en Bayamo.
De entonces a la fecha varias generaciones de cubanos han asistido a las celebraciones de homenaje al 26 de julio de 1953, fecha imprescindible para Cuba y para América Latina.
Fidel no está hoy, pero dejó su ejemplo. Supo crear instituciones y, lo principal, sentó las bases y las desarrolló para que nuevas generaciones preservaran lo hecho hasta su muerte, y siguieran defendiendo el Programa del Moncada, y los principios basados en los postulados de José Martí, autor intelectual de aquel hecho, según sus propias palabras.
Entonces, como ahora, «se debate sobre las bases mismas de nuestra existencia como nación civilizada y democrática», dijo Fidel en su defensa. Hablaba entonces al pueblo, si de lucha se trata… «a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo deseando ganarse el pan honradamente… los diez mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etc… que salen de las aulas (entonces) llenos de esperanzas para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas, sordas al clamor y a la súplica».
A ese pueblo le dijo Fidel: «¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad!». Generación tras generación lo ha hecho, y no dejará, ahora, perder su conquista.