En zona roja, el primer hospital nacido con la Revolución
Transcurridos 61 años de su inauguración por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, nunca antes el colectivo del hospital provincial clínico quirúrgico-docente Amalia Simoni experimentó tantas tensiones, derivadas de su ubicación en el vórtice mismo del enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19.
En la memoria de sus trabajadores quedará grabada por mucho tiempo, entre los momentos inolvidables, la fecha del 17 de marzo de 2020: ese día ingresó en una de las salas de hospitalización el primer paciente confirmado de ser portador de la temible enfermedad en estas extensas llanuras.
«Desde comienzos de ese mes, se suspendieron los servicios habituales y se reordenó la instalación para atender a los casos sospechosos y positivos del territorio y de Ciego de Ávila, de conjunto con el hospital militar Octavio de la Concepción y de la Pedraja», recuerda el doctor Eduardo Rivero Peláez.
Con una dotación de 359 camas, el Amalia Simoni pudo asumir de manera satisfactoria tan compleja misión, gracias al experimentado cuerpo médico y de Enfermería, a la consagración del personal de aseguramiento y a la oportuna asesoría de expertos de otras instituciones hospitalarias de la provincia.
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De la plantilla actual, más de 300 trabajadores permanecieron en el hospital, en pelea de tú a tú con el nuevo coronavirus, y el resto fue distribuido por los hospitales y áreas de Salud de la localidad, para reforzar la asistencia médica, tomar parte en las pesquisas comunitarias o en otras tareas impostergables.
Quienes quedaron en la instalación integraron equipos conformados, entre otros, por dos o tres médicos por sala, además de enfermeras, técnicos y auxiliares, todos con los medios de protección y los recursos necesarios para evitar, en lo posible, que los pacientes llegaran a estadios complejos de la enfermedad.
«En una situación tan especial como la vivida, explica el doctor Rivero Peláez, tuvimos la peculiaridad de desdoblarnos y ofrecer nuestros servicios a embarazadas y a menores de edad, por lo que contamos, además, a tiempo completo, con ginecólogos y pediatras, junto a un grupo de enfermeras especializadas».
Para la historia de la institución, quedará también el hecho de haber enfrentado de manera exitosa, por primera vez, la realización de un parto y el tratamiento de un niño recién nacido remitido desde el municipio de Florida, dos momentos que exigieron el máximo de tensión del personal no habituado a tales procederes.
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Como justo reconocimiento a tanta entrega, la Central de Trabajadores de Cuba le otorgó, al colectivo del hospital Amalia Simoni, la bandera de Proeza Laboral, un estímulo que acrecienta el compromiso y el aporte de todos frente a los nuevos desafíos en medio de circunstancias no siempre alentadoras.
Reconforta, sobre todo, el hecho de que, hasta hoy, ningún médico, enfermero, técnico o trabajador auxiliar de la institución se haya contagiado con la COVID-19, lo que habla de rigor, disciplina y exigencia en la estricta aplicación de los protocolos sanitarios y demás procederes vigentes.
Son los mismos que, cuando ya se presagiaba la reapertura gradual de las prestaciones habituales, tuvieron que volver al combate y asumir nuevamente la atención de casos sospechosos y confirmados de haberse contagiado con el virus SARS-COV-2, en medio de un peligroso rebrote de la enfermedad en Camagüey.
El hecho de ser el primero en inaugurarse, fuera de la capital del país, tras el triunfo de la Revolución, más que motivo de lógica satisfacción, renueva con cada nuevo aniversario el compromiso de los hombres y mujeres que allí ofrecen sus servicios de estar siempre a la altura de su preclaro fundador.