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¿Cómo aporta Fidel al enfrentamiento cubano contra la COVID-19? ¿Cómo podría contribuir a la pospandemia?

El Comandante repetía “este país vivirá de las creaciones de su inteligencia”. Foto: La pupila insomne.
El Comandante repetía “este país vivirá de las creaciones de su inteligencia”. Foto: La pupila insomne.

Date: 

20/05/2020

Source: 

Cubadebate

Author: 

“Que nuestros enemigos no se hagan ilusiones; yo muero mañana y mi influencia puede crecer. Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo iba a creer. Podré andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas”.
 
Fidel Castro. Entrevista con Ignacio Ramonet
 
Que la respuesta de Cuba a la COVID-19 está muy por encima de la mayoría de los países de su entorno, incluyendo Estados Unidos y también varios europeos, es una realidad que se va abriendo paso. La isla, a pesar de ser un país con fuerte relación con el turismo internacional, no ha llegado nunca a superar los 900 casos activos en un día, ni más de 15 internados en cuidados intensivos en ese mismo período, y el número de fallecidos nunca ha superado los 4 en una sola jornada. Actualmente Cuba parece encontrarse en la etapa final para controlar la epidemia.
 
Un sistema de salud basado en la prevención y la presencia en todas las manzanas de consultorios con médicos y enfermeras, estructurado desde las comunidades por policlínicos docentes universitarios en cada poblado o barrio, hospitales generales y especializados en todas las capitales de provincia y algunas de las ciudades más importantes, al igual que facultades de medicina, junto a centros de avanzada para la investigación biomédica, ha permitido un pesquisaje activo y constante en busca de enfermos asintomáticos, así como su aislamiento y tratamiento temprano con protocolos y medicamentos nacionales, además de la creación de una tecnología propia para realizar pruebas capaces de detectar pacientes portadores del virus con un mínimo gasto de reactivos en laboratorios preexistentes en todos los municipios del país.
 
Cuando en todo el mundo la mayoría de los ensayos clínicos terapéuticos buscan tratamientos para contener en enfermos de la COVID-19 la llamada tormenta de citoquinas, hiper respuesta inflamatoria desencadenada por la COVID-19, Cuba lo ha logrado exitosamente con un medicamento propio (CIGB-258), trabaja aceleradamente, al igual que grandes potencias como Estados Unidos, Alemania, China, Rusia y Reino Unido, en tener una vacuna para la prevención de la enfermedad, y desarrolla su prototipo de ventilador pulmonar para las salas de terapia intensiva
 
    Es una historia fascinante, aunque en muchos lugares desconocida, cómo Cuba, a la que Estados Unidos le sustrajo en los años inmediatamente posteriores al triunfo de la Revolución de 1959 la mitad de sus médicos, dejándola apenas con 3 000 facultativos, pasó a tener hoy 95 000 de esos profesionales con el promedio más alto de médicos por habitantes en el planeta. Pero eso no bastaría para explicar lo que ha sucedido con el enfrentamiento a la COVID-19.
 
La creación de centros de investigación biotecnológica de primer nivel mundial, la formación de miles de científicos altamente calificados y comprometidos con la salud de su pueblo que han permanecido en Cuba, enfrentando carencias y escaceses, a pesar de la política sistemática de robo de cerebros espoleada desde el Norte contra todos los países del Sur y que el asedio norteamericano multiplica en el caso de la Isla es resultado de la visión fidelista que desde los inicios de la década de 1980, estimuló la producción nacional de medicamentos como el interferón, novedosas vacunas contra enfermedades como la hepatitis B y la meningitis meningocócica, anticuerpos monoclonales para el tratamiento de distintos tipos de cáncer y remedios únicos en el mundo como el que impide la amputación del pie diabético en un altísimo número de casos, entre muchos otros resultados. Igualmente, investigaciones innovadoras relacionadas con el cerebro y medios diagnósticos propios que permiten detectar tempranamente malformaciones congénitas en el feto, enfermedades presentes en la sangre como el VIH y otras, a la que viene a sumarse la COVID-19.
 
    Todos esos tratamientos están disponibles, muchas veces gratuitamente o a un costo simbólico, para los cubanos a nivel comunitario, que además son vacunados sin pago alguno desde la niñez contra 13 enfermedades.
 
Fue también a mediados de los años ochenta del siglo pasado, cuando Fidel comenzó a hablar, mientras en Cuba se multiplicaban las facultades de medicina y crecía el número de estudiantes de especialidades relacionadas con la salud, entre las dudas de no pocos escépticos y las burlas de sus enemigos, de que el país sería una potencia médica mundial. Cuando unos pocos años después la desaparición de la URSS condujo a la Isla a la crisis económica más profunda de su historia, se siguieron abriendo centros de investigación científica, mientras el Comandante repetía “este país vivirá de las creaciones de su inteligencia”.
 
La exportación de servicios médicos es hoy la principal fuente de divisas de la economía cubana, a pesar de la persecución del gobierno estadounidense por todo el mundo para impedirlo. Los desarrollos de productos innovadores en la biomedicina son también un importante aporte de ingresos para el país. Ambas cosas no surgieron como fin exportable sino como solución a los problemas de salud de la población cubana pero su impacto en la economía nacional es indiscutible. A eso se suma la colaboración solidaria en salud, de la que Cuba es líder mundial enviando brigadas médicas a los más recónditos lugares de países pobres y ofreciendo miles de becas para estudiantes de medicina, además del trabajo del Contingente Internacionalista Henry Reeve para situaciones de desastre que ha acudido a atender poblaciones afectadas por huracanes y terremotos en decenas de naciones y que ahora está presente en 24 naciones de América Latina, África, Medio Oriente y Europa combatiendo la COVID -19.
 
No es algo traído por los pelos relacionar todo lo anterior con Fidel, porque los cubanos lo vieron explicarlo por televisión en argumentados discursos, inaugurar consultorios médicos, hospitales, policlínicos y centros científicos y escucharon sus intervenciones en graduaciones de médicos, no con la demagogia del político capitalista que se aprovecha de ello para hacer relaciones públicas, sino con el conocimiento milimétrico de quien lo gestó e impulsó hasta el detalle y sabe el por qué y para qué de cada cosa, pensando siempre en el beneficio que puede aportar al más humilde ciudadano.
 
Si no fuese suficiente lo anterior, está la disponibilidad de instituciones universitarias en todo el país con capacidades de alojamiento para albergar gratuitamente estudiantes de localidades lejanas que han servido como centros de aislamiento por 14 días para viajeros que han ingresado al país, personas que son casos confirmados a la enfermedad, o médicos que han concluido su rotación en hospitales que enfrentan la pandemia, entre ellas una universidad de Ciencias Informáticas, ideada por Fidel, que ha formado miles de profesionales y ha desarrollado aplicaciones para telefónos móviles como la creada para que la población se autopesquise sobre la epidemia o para facilitar información sobre ella.
 
Usando su potencial científico Cuba creó un modelo matemático propio para el pronóstico del comportamiento de la COVID-19 que le ha permitido adelantarse y ajustar las decisiones al previsible comportamiento de la enfermedad y así mantener al país dentro de un escenario favorable y emplea sistemas georeferenciales para identificar los factores que a nivel territorial podrían favorecer la propagación del virus.
 
Así mismo, fue el Comandante quien impulsó la creación de capacidades para producir clases por televisión, lo que hoy ha permitido que los estudiantes cubanos de la educación general y artística puedan continuar su aprendizaje desde los hogares.
 
Detrás de todo eso está lo más importante e invisible, la construcción de una cultura de la solidaridad y un tejido social que, por ejemplo, facilitó que, sin que se comercialicen masivamente mascarillas en un mercado como el cubano, golpeado por el desabastecimiento inducido de muchas cosas, todos los habitantes de la isla pudieron contar rápidamente con ellas a partir de la colaboración comunitaria o de la integración de esfuerzos institucionales, de organizaciones barriales y aportes de amas de casa, artesanos y trabajadores por cuenta propia.

¿Y después de la pandemia qué?
 
Todo eso está muy bien, diría un observador, sin dudas Cuba va resolver antes que otros la crisis sanitaria, pero qué va a pasar después, cuando al impacto de las recrudecidas sanciones estadounidenses que ya venía golpeando la economía cubana se ha sumado la crisis económica global, que la pandemia ha profundizado, y su impacto negativo en actividades como el turismo, que tienen un peso importantísimo en los ingresos en divisas del país.
 
    El daño económico de esta situación es un enorme desafío para todos los países y lo es mucho más para el que sufre el bloqueo económico más prolongado de la historia.
 
Como se ha planteado por la dirección del país, resulta imprescindible avanzar decididamente en la implementación, aún en las nuevas y más desfavorables condiciones, de las transformaciones económicas acordadas en el VII Congreso del Partido Comunista que parecían tener un horizonte inmediato cuando apareció la pandemia. La solución no se hace menos compleja ahora, más cuando se sigue aspirando a no dejar a nadie abandonado.
 
El gobierno cubano ha planteado que la prioridad en la economía será la producción nacional de alimentos, una parte mayoritaria, junto a los combustibles, de la factura de importaciones cubana que ya no podrá ser respaldada por las mermadas arcas nacionales, el impulso a toda producción exportadora y la apertura segura al turismo cuando las condiciones lo permitan. Y ahí también las ideas de Fidel pudieran jugar un papel importantísimo.
 
Una es la producción intensiva de plantas proteicas, objetivo al que el Comandante dedicó grandes esfuerzos en sus últimos años y que, según la FAO, tienen un alto potencial como alimento animal. Con la participación de científicos cubanos, Fidel trabajó desde 2011 en cuatro proyectos relacionados con las plantas moringa, morera y tithonia: la moringa como suplemento nutricional humano, ya que es el único vegetal que contiene todos los aminoácidos esenciales, la producción de semilla agámica y botánica, el pasto y forraje como alimento animal y la producción de las plantas como alimento concentrado en pienso para animales monogástricos (pollo, cerdo) y poligástricos (vacunos y ovejos) . En un breve texto publicado en junio de 2012 en el periódico Granma expresó:
 
    “Están las condiciones creadas para que el país comience a producir masivamente Moringa Oleífera y Morera, que son además fuentes inagotables de carne, huevo y leche, fibras de Seda que se hilan artesanalmente y son capaces de suministrar trabajo a la sombra y bien remunerado, con independencia de edad o sexo.”
 
Algunos, como ocurrió con la proyección de la salud o la biotecnología también tuvieron burlas, pero investigaciones científicas avalan que las tres plantas superan en productividad por hectárea a la soya, el girasol y la alfalfa, y permiten hasta ocho cortes al año con una alta densidad en su cultivo.
 
Según se explicó en noviembre 2017 en el programa televisivo Mesa Redonda por el Director del Centro Nacional de Animales de Laboratorio (CENPALAB), una de las instituciones científicas que colaboró con él en este propósito, por indicación de Fidel se desarrolló un paquete tecnológico agrícola completo que incluye la densidad de siembra, fertilización, riego, lucha contra plagas, rendimiento y altura de corte, así como el beneficio, diagnóstico y secado del forraje, su molinado, y peletización para la obtención de pienso, permitiendo la formulación de alimentos para pollo, cerdos, vacas y ovejas como un ciclo productivo cerrado, mecanizado, industrializado y comercializado. Las investigaciones avalan que su precio, que sufragaría con creces todo el paquete tecnológico necesario, sería muy inferior al de la soya en el mercado internacional y constituiría una solución en gran escala para el alimento animal en el país, financiada por la exportación a precios y calidad muy competitivos frente a otros productos.
 
El conocimiento innovador, profundo, amplio y único, acumulado por Cuba en este campo, pudiera ser muy atractivo para la inversión extranjera, tanto asociada a la satisfacción del mercado interno como para la exportación con un retorno mucho más rápido que en otras áreas en las que la recuperación del gasto es mas dilatada. Los proyectos de desarrollo local, facilitados por las facultades otorgadas a los municipios en la nueva Constitución, también pudieran tener en esta tecnología una nueva oportunidad.

Desde 2018 el Gobierno cubano creó la Entidad de Ciencia, Tecnología e Innovación (Ecti) “Sierra Maestra” para dar continuidad e implementación a este trabajo iniciado por Fidel, que en las actuales limitaciones en la importación de alimento animal, exigen su aplicación inmediata, como planteó el presidente Miguel Díaz-Canel en una reunión del Gobierno cubano el pasado 14 de mayo.
 
También fue el Comandante quien concibió la explotación turística de cayos accesibles a través de carreteras sobre el mar llamadas pedraplenes, construidas en los más duros años de la crisis económica de los años noventa del siglo pasado y que hoy cuentan con una sólida infraestructura incluyendo aeropuertos, o en playas practicamente vírgenes en sitios sin población residente en el norte de la isla que permitirían la apertura inicial a visitantes internacionales sin poner en riesgo a núcleos poblacionales, tomando las medidas de protección pertinentes.

Ya compañías hoteleras como Meliá e Iberostar están incorporando la sostenibilidad sanitaria como un valor fundamental en su estrategia pos COVID-19 y pocos destinos turísticos en el mundo pueden competir en ello con lo que Cuba está en condiciones de ofrecer cuando estén creadas las garantías y seguridades para volver a abrir fronteras.
 
No se trata una panacea, esta no existe en algo como la economía, más en tiempos de tanta incertidumbre y crisis a nivel mundial, pero se hace evidente que el Comandante está muy lejos de ser “el responsable del desastre económico”, como afirmó el cubanólogo favorito del periódico español El País, y sí el aportador de importantísimas fuentes de ingresos para que un país no petrolero sin grandes recursos naturales y con tierras poco feraces, que obligan al riego y la fertilización, pueda no sólo sobrevivir en condiciones de cerco económico, sino desarrollar un proyecto de justicia social que defiende para todos sus ciudadanos servicios básicos de los que carecen muchos países de su entorno, sin problemas que allí son endémicos como el crimen organizado y el trabajo infantil.
 
Además de la formación masiva de recursos humanos de alto nivel que constituyen un incentivo para la inversión extranjera, la exportación de servicios profesionales y productos únicos a nivel mundial con alto valor agregado, el trabajo incansable de Fidel Castro por su pueblo puede no ser sólo un factor decisivo para que no haya ocurrido en la isla caribeña el desastre humanitario que está a la vista en muchos otros lugares que se le han opuesto como modelo a la isla. En el aporte de su tenacidad, servicio al pueblo, afán de conocimiento y rigor científico pueden estar las soluciones que permitan a Cuba volver a hacer fracasar el sueño ultraderechista de convertirla en el “híbrido de Casino con prostíbulo” que algunos creen viable para ella a la luz de la “tormenta perfecta” que suponen producirá la combinación de un bloqueo económico recrudecido con la llegada de un virus que, si algo ha puesto al desnudo, es la inviabilidad del sistema económico, político y social que el Comandante dedicó su vida a combatir.