Por una Constitución que selecciono el pueblo cubano
El 10 de abril se reafirma como fecha trascendente en la historia de Cuba. Hoy se proclama nuestra nueva Constitución, la que muchos de ahora en adelante nombrarán al referirse a ella como la Constitución del 2019. El acontecimiento es motivo de incontenible regocijo. La actual, la que entra en vigencia luego de su aprobación mayoritaria el pasado 24 de febrero, es otro paso en el perfeccionamiento del país que desde hace siglo y medio empezamos a edificar.
Somos un pueblo que ha tenido que pelear duro para alcanzar la independencia; hoy, a la vuelta de tanto tiempo, persistimos en la batalla para que la soberanía conquistada no se nos arrebate. El deseo imperial de apropiarse de Cuba jamás ha cesado. Para impedir que Estados Unidos se apoderase de Cuba, el 10 de abril de 1892 José Martí dejó oficialmente fundado en Cayo Hueso el Partido Revolucionario Cubano, fuerza política para organizar y emprender la Guerra Necesaria en la etapa del 95 del pasado siglo; para una vez conquistada la emancipación, como nervio único, sabio e incluyente, emprender un camino de edificación nacional soberano y de justicia social.
El importante capítulo de la fundación del Partido Revolucionario Cubano fue una lección histórica; con él Martí nos inculcó la idea de un solo Partido, la inspiró a Fidel para unirnos dentro del Partido Comunista de Cuba; avanzada de lo mejor de nuestro pueblo, de todos los cubanos y cubanas patriotas que desde la diversidad formamos la única e indivisible esencia de lo nacional con todos y para el bien de todos, como el propio Martí oportunamente señaló.
Refiriéndose a aquella fuerza organizada, semilla de la actual, Martí llegaría a expresar: "Él es, de espontáneo nacimiento, la grande obra pública. Es, sin más mano personal que la que echa el hierro hirviente al molde, la revelación de cuanto tiene de sagaz y generosa el alma cubana". Y lo genuino de él es que no se trató entonces, igual que en nuestros días acontece con su heredero legítimo actual, de un Partido electoral. Fue el de ayer, como lo es el de hoy, esa grande obra pública, ese hierro hirviente puesto al molde que revela la generosidad del alma cubana, retomando palabras del propio Apóstol de nuestra independencia.
Es gracias a todo ese caudal de experiencias que nuestra actual Constitución, la que pensamos, redactamos y aprobamos entre todos, como genuino ejercicio democrático, esta de todos y para todos vigente desde hoy, encarna el mismo ideal de unidad patriótica y voluntad creadora de una conciencia colectiva como nación libre y soberana.
Hoy 10 de abril coincide otra celebración patriótica, ya que se cumplen los primeros 150 años de la primera Asamblea Constituyente Cubana que tuvo como sede el pueblito camagüeyano de Guáimaro, donde aquel mismo día se aprobó la primera de nuestras Constituciones en medio de la Guerra iniciada en La Demajagua por el Padre de la Patria.
Nuestra actual Carta Magna proclamada en vigencia a partir de este día resume el pensamiento de nuestros más avanzados próceres: desde Varela mucho tiempo antes, hasta Céspedes, Agramonte, Martí y Fidel. Por ello celebramos orgullosos de protagonizar la continuidad histórica que en cada etapa – expresada acorde a cada momento concreto – es reflejo consecuente de un mismo ideal patrio.
Martí perfeccionó la obra iniciada por Céspedes, como Fidel perfeccionó e hizo triunfar la obra de Martí llevándola a su realización más plena. Inspirados en ellos, con la riqueza del pensamiento legado por Fidel, seguimos perfeccionando un proyecto de país cada vez más democrático, incluyente, abarcador y justo.
Liderados por nuestro invencible Partido Comunista de Cuba hacemos en cada momento lo que cada momento exige que hagamos para bien de la Patria. Vivimos así la vigencia de una Constitución de todos y para todos los hijos e hijas de este pueblo aguerrido, solidario y generoso; bloqueado y amenazado continuamente por las fuerzas oscuras del odio y el anexionismo, no resignadas a la idea de que somos un país digno y soberano que no se deja aplastar.
Más que nunca sabemos hoy que Partido, Pueblo y Constitución somos lo mismo y que en esa indestructible unidad nada ni nadie podrá detenernos. Somos presente y garantía de futuro. Nuestra cohesión en estos tres pilares hace que Cuba siga siendo dueña de su propio destino, soberana e invencible.