Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura del encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba, efectuado en el teatro “Karl Marx”, el 25 de noviembre de 1994
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Queridos amigos, y con qué gusto lo digo así, ¡queridos amigos!:
Para mí resulta difícil hacer un recuento, una síntesis de lo que ha ocurrido en estos días del encuentro; puedo hacer algunas reflexiones.
Por aquí han desfilado —en orden de batalla, pudiéramos decir— los mejores sentimientos, las mejores ideas de nuestra centuria. Por aquí hemos hablado de cuantas cosas nobles han sido producto de la preocupación de la humanidad durante un ya largo tiempo. Los valores por los cuales ha combatido la humanidad y ha luchado a lo largo de este siglo que concluye, han sido expresados de una forma o de otra por ustedes.
Las cuestiones que más han preocupado en esta larga lucha por la independencia, contra el colonialismo, contra el neocolonialismo, contra el imperialismo; la lucha de los pueblos por la igualdad, por la justicia, por el desarrollo, por la soberanía nunca tan amenazada como hoy; la lucha por la justicia social, la lucha contra la explotación, la lucha contra la pobreza, la lucha contra la ignorancia, la lucha contra las enfermedades, la lucha en favor de todos aquellos desprotegidos, desposeídos; la lucha por la dignidad; la lucha por el respeto a la mujer; la lucha por la hermandad entre todos los hombres de todas las razas; la lucha por la paz, todos esos valores, y muchos más, se han visto expresados aquí a lo largo del encuentro. Por ello podríamos decir que no ha sido solo un encuentro de solidaridad con Cuba, y nos enorgullece que haya sido esa solidaridad el motivo de la inspiración.
Por aquí han desfilado los mejores valores de nuestra época, y aquí han estado presentes, si no todos, porque hay muchos y no cabrían ni en 1 000 teatros como este, ni en 100 000 teatros como este, personas nobles, desinteresadas, altruistas, que expresan lo mejor de la humanidad. Si queremos una reunión de personas valiosas, de personas con una alta sensibilidad humana y moral, esas personas han estado aquí presentes.
Me admira mucho la capacidad del hombre para la bondad, para el sacrificio y para la generosidad, y siempre que recibimos a un visitante en este país, lo observo, lo analizo, trato de calar cómo piensa, cómo siente, y es ininterrumpida mi admiración por tantos valores humanos.
No están aquí presentes muchos, muchísimos que conocemos, que han sido amigos, que han sido solidarios y que han sido ejemplo de sensibilidad, solidaridad y bondad humana. Esa es la impresión imborrable, inolvidable que guardaremos, en primer lugar, de este encuentro.
¿Cómo se ha desenvuelto su desarrollo? A todos con los que he hablado les he escuchado que se ha desenvuelto bien este encuentro; ni siquiera se parece a otros muchos que hemos tenido, en que hablaban todos lo que deseaban hablar y se convertía en una interminable serie de discursos, y, aunque aquí se han pronunciado excelentes, brillantes, profundos y breves discursos, un evento de muchos días, circunscripto a eso, no habría sido un buen evento.
Ha habido, por tanto, discursos, intervenciones, preguntas, respuestas; han tenido lugar las reuniones de las comisiones de distintos temas; los que no hablaron aquí, hablaron allá, y se ha obrado el milagro de que cientos de personas intervengan, aunque haya sido imposible que todas intervengan.
Entre los cientos que han hablado, pienso que más o menos se ha recogido el sentimiento de todos. Por eso hay que felicitar a los que organizaron y a los que dirigieron este evento (APLAUSOS), que, a pesar de las diferencias, no ha tenido nada de Torre de Babel, y, aunque los idiomas son distintos y hay personas de 109 países, según se dijo, nos hemos entendido perfectamente bien porque, si había diversidad en las lenguas y hasta en los criterios políticos de cada cual, había unanimidad en la noble idea de la solidaridad con nuestro pueblo (APLAUSOS).
El bloqueo se convirtió, prácticamente, en punto central de este evento. Sobre el bloqueo han hablado muchos; sobre el bloqueo, explicaron los compañeros, no habría mucho que añadir. Pero, en esencia, ¿qué es el bloqueo? El bloqueo no es solo la prohibición, por parte de Estados Unidos, de realizar cualquier tipo de comercio con nuestro país, llámese tecnología, maquinarias; llámese algo más, alimentos; llámese algo más, medicinas. El bloqueo significa que a Cuba no se le puede vender ni siquiera una aspirina para aliviar un dolor de cabeza, o un anticancerígeno que pueda salvar una vida o aliviar el sufrimiento de los que estén en una fase final de la vida; nada, ¡absolutamente nada se le puede vender a Cuba!
El bloqueo no es solo la prohibición de todo crédito, de toda facilidad financiera. El bloqueo no es solo el cierre total de las actividades económicas, comerciales y financieras por parte de Estados Unidos, la nación más rica del mundo, la nación más poderosa del mundo en términos económicos y militares, no solo a 90 millas de nuestras costas, sino a unas pulgadas de nuestras costas, en el territorio ocupado de la Base Naval de Guantánamo. El poderoso imperio no solo está cerca de nosotros, sino que está dentro de nosotros; y no solamente está cerca de nosotros con sus ideas, su concepción y su filosofía, sino está, incluso, dentro de nosotros en aquella parte minoritaria, afortunadamente, que participa de las concepciones, la filosofía y las ideas que llevan tantos años divulgándose por el mundo.
El imperio no comercia con mercancías en relación con Cuba, pero sí quiere exportar ideas, y las peores ideas; no exporta alimentos, no exporta medicinas, no exporta tecnología, no exporta maquinaria, pero exporta, en cantidades fabulosas, ideas. Lo que ocurre es que antes el mercado era más amplio y exportaba ideas a todas partes, pero, sobre todo, exportaba muchas ideas al campo socialista, muchas ideas a la antigua Unión Soviética y a otros países; hoy el imperio solo tiene ideas contrarrevolucionarias para nosotros, un enorme stock y poderosos, inmensos, infinitos medios de divulgación masiva. En ese comercio, pero comercio en una sola dirección, porque nosotros no poseemos esos medios masivos, esos enormes sistemas de comunicación que cuestan miles, decenas de miles de millones de dólares todos los años, estamos condenados a recibir, no a intercambiar.
Pero el bloqueo no es solo eso; el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, guerra económica; es la persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de Cuba en cualquier parte del mundo —Estados Unidos trabaja activamente, a través de sus canales diplomáticos, a través de sus embajadas, para presionar a cualquier país que quiera comerciar con Cuba, para presionar a cualquier empresa que desee comerciar o invertir en Cuba, para presionar y castigar a cualquier barco que transporte mercancías a Cuba—; es la guerra universal, con ese inmenso poderío a su favor, contra la economía de nuestro país, al extremo de realizar gestiones individuales, incluso, con personas, con individuos que intentan desarrollar cualquier actividad económica en relación con nuestro país.
Ellos le llaman, eufemísticamente, embargo; nosotros le llamamos bloqueo, y no es embargo ni bloqueo, ¡es guerra!, guerra que hoy no se realiza contra ningún país en el mundo, sino única y exclusivamente contra Cuba.
Pero nosotros no solo hemos tenido que soportar en estos años de Revolución el bloqueo; nosotros hemos tenido que soportar la hostilidad incesante en el terreno político, desde los intentos de liquidación de los dirigentes de la Revolución, y pasando por toda forma de subversión, desestabilización, hasta el sabotaje directo y perenne de nuestra economía.
Nosotros, en estos 35 años, hemos sido víctimas de sabotajes de todo tipo. No voy a hablar ya solo de ataques piratas, invasiones mercenarias, guerras sucias en las montañas y en los llanos, intentos continuados de desestabilización en todos los terrenos, sino que hemos sido objeto de sabotajes directos con explosivos, con elementos incendiarios.
Nuestro país ha sido, incluso, víctima de guerras químicas con la introducción de elementos tóxicos, y de guerras biológicas con la introducción de enfermedades en las plantas, en los animales y en los seres humanos. No hay arma, no hay recurso que no se haya empleado contra nuestro país y contra nuestra Revolución por parte de las autoridades y del gobierno de Estados Unidos.
No es que lo diga yo, de vez en cuando aparecen algunos papeles de esos que ellos liberan o publican al cabo de 25 años, aunque hay algunos que los guardan 50, 100, y otros dicen que los guardan 200 años, algo que será para los nietos de los bisnietos de los tataranietos de las generaciones actuales, que se enterarán un día de las barbaridades que han cometido, y no han dicho, estos “campeones” de la libertad, estos “campeones” de los derechos humanos.
La guerra contra la Revolución Cubana ha sido total, absoluta; y no es una vieja guerra, esa guerra se mantiene, y en la actualidad realizan y gestan planes de sabotaje a nuestra economía, a nuestras industrias estratégicas.
En la actualidad, organizaciones muy afines al gobierno de Estados Unidos, realizan actividades de preparación de atentados contra los dirigentes de la Revolución —nadie piense que eso es una cosa del pasado, es una cosa muy actual—, planes de guerra sucia, y planes de filtración de mercenarios armados para matar, para sabotear, para crear inseguridad y para llevar la muerte a cualquier rincón de nuestro país. Digo, y lo digo con toda responsabilidad, que son planes actuales del imperialismo contra nosotros. Es algo más, algo mucho más que el bloqueo económico.
Toda esta política viene acompañada de una incesante campaña de calumnias y difamación contra nuestro país para justificar sus crímenes, y ahora el énfasis fundamental lo ponen en el banderín de los derechos humanos; derechos humanos en boca de los que han cometido y cometen todo tipo de monstruosidades contra nuestro país.
Como le decíamos recientemente al Alto Comisionado de Naciones Unidas por los Derechos Humanos, con el cual conversamos largamente: la más brutal y más cruel violación de los derechos humanos de nuestro pueblo, es la que se comete con el intento de matar y rendir por hambre y enfermedad ¡a once millones de cubanos! (APLAUSOS.)
¡Estados Unidos hablando de derechos humanos!, cuando empezó por exterminar a los antiguos habitantes de ese país, a su población autóctona, su población indígena. ¿Quién puede olvidarse de aquella época y de aquella tradición de recolectar cueros cabelludos de indios? Mataron más indios que búfalos y acabaron, incluso, con los búfalos (APLAUSOS).
Expandieron el Estado a costa de los territorios de otros, se extendieron arrebatando tierras, y así despojaron a los vecinos, de una forma o de otra, de millones de kilómetros cuadrados de tierra. Solo a México le arrebataron más de la mitad de su territorio (APLAUSOS); a Puerto Rico lo tienen todavía ocupado (APLAUSOS); a Cuba desde hace más de 150 años quisieron devorársela; en países de América Latina intervinieron decenas de veces; a Panamá le impusieron el canal. Eso por no hablar más que de nuestro hemisferio. No me estoy refiriendo a la guerra en Viet Nam, en Laos, en Cambodia, y en otros muchos lugares (APLAUSOS).
¡Qué historia! Y qué paradójico que ahora aprueben la proposición de Ley 187 —y eso no fue hace 100 años, ni fue hace 100 días, hace unas cuantas semanas—, para prohibir que les presten atención a la salud y a la educación de los niños indocumentados, y a los familiares de los indocumentados en los que fueron una vez territorios mexicanos (APLAUSOS).
¿Qué conceptos, qué respeto por los derechos humanos son esos? ¿Qué conceptos, qué ideas acerca del ser humano? ¿Cómo se puede concebir que un niño llegue enfermo y no se le atienda, cuando se gastan, por otro lado, 300 000 millones de dólares en el presupuesto militar y en las armas más sofisticadas que se han concebido jamás?
No hay que remontarse a los tiempos pasados; en los tiempos modernos, desde que la Revolución existe, ¿cuál ha sido la historia de la política exterior de Estados Unidos, ese “campeón” de la libertad, ese “campeón” de los derechos humanos? La alianza estrecha con los regímenes más represivos y más sangrientos que han existido en el mundo.
Si pensamos en Europa, recordamos que inmediatamente después de la guerra mundial se produjo la alianza de Estados Unidos con el fascismo español (APLAUSOS), que fue instaurado con las armas de Hitler y de Mussolini y que costó millones de vidas hasta el final.
No podemos pasar por alto su alianza con el régimen de Viet Nam del Sur y su guerra genocida contra el pueblo vietnamita en el sur y en el norte. No podemos pasar por alto la guerra de Corea, país que fue totalmente arrasado, convertido en polvo. No podemos ignorar Hiroshima y Nagasaki (APLAUSOS), con el empleo innecesario de armas nucleares —empleo absolutamente innecesario y que, en todo caso, podrían haber sido utilizadas contra alguna instalación militar y que cayeron sobre poblaciones civiles de cientos de miles de habitantes—, para instaurar la era del terror atómico en el mundo.
No podemos olvidar la alianza con Sudáfrica y el apartheid (APLAUSOS). No podemos olvidar, incluso, que el apartheid fabricó armas nucleares, y cuando nosotros luchábamos en el sur de Angola contra el ejército del apartheid, junto a los angolanos, ya Sudáfrica tenía armas nucleares, ¡varias armas nucleares!, y Estados Unidos sabía que Sudáfrica tenía armas nucleares y que esas armas nucleares podían ser empleadas contra los soldados cubanos y angolanos. ¡Ah!, pero era Sudáfrica, eran el racismo y el fascismo.
Ellos, que han armado gran escándalo y hasta han amenazado con la guerra, por la supuesta idea de que los norcoreanos querían desarrollar armas nucleares, toleraron, permitieron, consintieron y, por vías indirectas, facilitaron la construcción de armas nucleares por parte de Sudáfrica.
Pero si nos acercamos a nuestro continente, y en época reciente ¿quién puede olvidar la guerra sucia de Nicaragua, organizada a través de mercenarios armados, que costó la vida de decenas de miles de nicaragüenses y la mutilación de miles y miles de nicaragüenses? ¿Quién lo puede olvidar? (APLAUSOS.) ¡El “campeón” de la libertad! ¡El “campeón” de los derechos humanos!
¿Quién puede olvidar la guerra sucia de El Salvador, el apoyo del gobierno de Estados Unidos a un gobierno genocida, al que entregó miles de millones en armas sofisticadas para aplastar la rebelión del pueblo, guerra que costó más de 50 000 muertos?
¿Y por qué tuvo lugar la guerra de las Malvinas? Bien sencillo: porque Estados Unidos utilizaba el Batallón 401, de las fuerzas especiales de Argentina, para la guerra sucia contra Nicaragua y para la guerra sucia en El Salvador, y le prestaban tan brillantes y agradables servicios a Estados Unidos, que se creyeron en la ocasión de ocupar las Malvinas.
Esto no tiene nada que ver con el derecho de Argentina a las Malvinas que hemos defendido siempre, toda la vida (APLAUSOS); pero los militares argentinos creyeron que había llegado la hora de cobrarle a Estados Unidos los servicios que le prestaban en Centroamérica, para que los apoyaran en aquella aventura militar —fue una aventura, en definitiva, porque esa no es forma de hacer la guerra, las guerras se hacen o no se hacen, y si se hacen hay que llevarlas hasta las últimas consecuencias, si son guerras justas (APLAUSOS)—, e invadieron las Malvinas. Pero puesto Estados Unidos en la disyuntiva de escoger entre sus aliados y antecesores ingleses y el gobierno militar argentino, escogieron a los ingleses y los apoyaron.
¿Quién puede olvidar lo que ha ocurrido en Guatemala desde la época del gobierno de Arbenz en los años 50 (APLAUSOS), donde un gobierno popular, elegido por el pueblo, intenta hacer una reforma agraria para ayudar a los campesinos y a las comunidades indígenas? Inmediatamente la guerra sucia, la invasión de mercenarios. ¿Y después qué ha pasado? ¿Y qué ha pasado hasta hoy? Más de 100 000 desaparecidos, un país donde en decenas de años no existió la categoría de preso político porque todo el mundo era desaparecido.
Hasta hoy, ¿quién suministró a ese gobierno, quién lo entrenó, quién lo preparó? ¡El “campeón” de la libertad, el “campeón” de los derechos humanos!
¿Y qué pasó en Chile con el gobierno popular de Salvador Allende? (APLAUSOS.) Contra él conspiraron, su economía fue de diversas formas bloqueada y se fueron creando las condiciones para el golpe que trajo al país miles y miles de desaparecidos y de asesinados.
¿Y qué pasó en Argentina con aquel gobierno militar que mencionaba? Se dice que, como mínimo, 15 000 desaparecidos (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Treinta mil!”). He dicho como mínimo, porque no quiero que parezca que estoy exagerando, y se afirma que fueron 30 000; aquí algunos dicen que más. Pero consideremos esa cifra señalada como mínimo. ¿Es que realmente son pocos 15 000 desaparecidos?
¿Y quién armaba a ese gobierno, quién lo apoyaba, quién le daba socorro político, quién utilizaba sus servicios en Centroamérica? ¡Los “campeones” de la libertad, los “campeones” de los derechos humanos!
¿Y qué pasó en Uruguay? ¿Y qué pasó en Brasil? ¿Y quiénes apoyaron a los golpistas y a los que torturaban, asesinaban y desaparecían gente? ¿Quién intervino en Santo Domingo cuando la rebelión de Caamaño? (APLAUSOS.) ¿Quién invadió Granada? (APLAUSOS.) ¿Quién invadió Panamá? (APLAUSOS.) ¡Los “campeones” de la libertad y de los derechos humanos!
¿Cuál de aquellos gobiernos fue hostigado? ¿Cuál de aquellos gobiernos que he mencionado fue bloqueado? ¿A quiénes de ellos les negaron los créditos y el comercio? ¿A quiénes de ellos dejaron de venderles armas y suministros de guerra? ¿A quiénes no entrenaron en las llamadas acciones antisubversivas? ¿A quiénes no entrenaron en el arte del crimen, la desaparición y las torturas? Y esos son los que bloquean a Cuba, los que calumnian a Cuba, los que acusan a Cuba de violaciones de los derechos humanos para justificar sus crímenes contra nuestro pueblo.
Y es Cuba, lo digo sin pasión, lo digo sin subjetivismo de ninguna índole, el país que más ha hecho por el ser humano (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS PROLONGADOS).
¿Qué revolución fue más noble? ¿Qué revolución fue más generosa? ¿Qué revolución respetó más al hombre?, y no ya como revolución victoriosa en el poder, sino desde nuestra propia guerra, desde nuestra propia lucha revolucionaria, que estableció principios inviolables porque lo que nos hizo revolucionarios fue la repulsa a la injusticia, la repulsa al crimen, la repulsa a las torturas. Y en nuestra guerra, que duró 25 meses y fue intensa, en la que capturamos a miles de prisioneros, no hubo un solo caso de violencia física contra las personas para obtener información, ni aun en medio de la guerra (APLAUSOS); no hubo un solo caso de asesinato de un prisionero, y lo que hacíamos con los prisioneros era ponerlos en libertad —les quitábamos las armas, que era lo único que nos interesaba, y tratábamos con todas las consideraciones que merecían a aquellos suministradores de armas (RISAS Y APLAUSOS). Al principio les habían hecho creer que los matábamos a todos, e incluso resistían hasta el final; pero cuando fueron descubriendo, a lo largo de la guerra, cuál era el comportamiento del Ejército Rebelde, entonces más fácilmente deponían las armas cuando estaban cercados, cuando estaban perdidos. Y hubo algunos de aquellos soldados que se rindieron tres veces, porque los cambiaban de un frente a otro frente y se rendían, ya tenían experiencia (RISAS Y APLAUSOS).
Pero lo más importante es que esos principios de no acudir jamás a la tortura, de no utilizar jamás el crimen, esos principios los ha mantenido sin una sola excepción, ¡hasta hoy!, la Revolución Cubana (APLAUSOS), digan lo que digan, escriban lo que escriban; ya sabemos que muchos de esos libelos los escribió gente asalariada de la CIA.
¿Hay algún otro ejemplo igual en la historia? En la historia ha habido muchas revoluciones y fueron, por lo general, duras y muy duras: las revoluciones en Inglaterra y después la Revolución Francesa, la Revolución Rusa, la Guerra Civil Española y la Revolución Mexicana. De revoluciones sabemos bastante y se han escrito muchos libros, y de contrarrevoluciones, bueno, de las contrarrevoluciones ni se habla; las revoluciones suelen ser generosas y las contrarrevoluciones son indefectiblemente despiadadas, si no que lo digan los comuneros de París (APLAUSOS).
En el caso de Cuba no se ha dado una sola excepción. No existe en la historia de la Revolución un solo caso de torturado —así, con esas palabras—, un solo caso de asesinato político, un solo caso de desaparecido. No existen en nuestro país los llamados Escuadrones de la Muerte, que proliferan como hongos en muchos países de este hemisferio (DEL PUBLICO LE DICEN NOMBRES DE VARIOS PAISES). ¡Ustedes hablen por nosotros! (APLAUSOS.) Hemos preferido no citar nombres, pero ha habido de todo en nuestro hemisferio.
¿Y por qué no se menciona a Estados Unidos, donde fueron brutalmente asesinados por defender los derechos civiles hombres como Martin Luther King, y otros muchos, un país donde se aplica la pena de muerte como regla solo a negros y a hispanos? (APLAUSOS.)
En nuestro país no se conocen esos fenómenos que vemos en otros, de niños asesinados en las calles para evitar el espectáculo de las limosnas y, según dicen, para combatir el robo. La Revolución liquidó el pordioserismo, la Revolución liquidó el juego, la Revolución liquidó las drogas, la Revolución liquidó la prostitución.
Sí, puede haber algunos casos, desgraciadamente, o algunas tendencias que, con motivo de las dificultades económicas y la apertura del país a grandes contactos con el exterior, se originan, y puede haber algunas jineteras; no lo negamos, se ve, de vez en cuando, que por la Quinta Avenida aparece alguna que otra, pero no hay que correr el riesgo de confundir personas decentes con jineteras (APLAUSOS). Se dan esos casos, pero se lucha contra eso; no se tolera la prostitución, no se legaliza la prostitución (APLAUSOS).
Puede haber algunos niños que, enviados por sus padres, se acerquen a un turista a pedirle un chicle o a pedirle algo; esos fenómenos los tenemos en la situación especial que estamos viviendo, en medio de las grandes dificultades de tipo económico que estamos atravesando cuando el bloqueo se ha recrudecido, pero no eran fenómenos conocidos en los tiempos normales de la Revolución.
No se ven hombres durmiendo en los portales y arropados en periódicos, a pesar de nuestra gran pobreza actual; no hay un solo ser humano desamparado y sin seguridad social en nuestro país, a pesar de nuestra gran pobreza actual (APLAUSOS). Los vicios que vemos todos los días en las sociedades capitalistas, no existen en nuestro país. Eso ha sido obra de la Revolución.
No hay un solo niño sin escuela y sin maestro, no hay un solo ciudadano sin atención médica desde antes de nacer. Aquí se empieza a atender al ciudadano cuando está en el vientre de la madre, desde las primeras semanas de su concepción (APLAUSOS).
Somos el país del mundo de más médicos per cápita, a pesar del período especial (APLAUSOS); el país del mundo, no digo del Tercer Mundo, ¡del mundo!, por encima de los nórdicos, de los canadienses y de todos aquellos que figuran en las posiciones cimeras de la salud pública. Al reducir la mortalidad infantil de más de 60 a 10 por cada 1 000 nacidos vivos y con otros programas de salud infantil, la Revolución ha salvado la vida de más de 300 000 niños.
Somos el país del mundo de más maestros y profesores per cápita (APLAUSOS), a pesar de las calamidades que estamos soportando; somos el país del mundo con más instructores de arte per cápita; somos el país del mundo con más profesores de educación física y deportes per cápita (APLAUSOS).
A ese es al país que se bloquea, a ese es al país que se trata de rendir por hambre y por enfermedad.
Algunos pretenden que se quite el bloqueo a cambio de que capitulemos, a cambio de que renunciemos a nuestros principios políticos, de que renunciemos al socialismo y a nuestras formas democráticas (EXCLAMACIONES DE: “¡No!” ¡Nunca!”).
Incluso, en la reunión de Río salió un documento bastante confuso —a pesar de la noble resistencia de los gobiernos de Brasil, de México y de otros, y promovido por algunos que son muy, muy, muy uña y carne, carne y uña con Estados Unidos, no quiero mencionar nombres—, un documento con cierto nivel de confusión que da lugar a interpretaciones, y algunos lo interpretan como la posición de Estados Unidos, condicionamiento de la suspensión del bloqueo a cambios políticos.
¿Cambios políticos? ¿Habrá país que haya hecho más cambios políticos que nosotros? ¿Qué es una revolución, sino el más profundo y extraordinario cambio político? (APLAUSOS.) Y nosotros hicimos esa Revolución hace más de 35 años, y a lo largo de 35 años hemos estado haciendo cambios políticos; y no en busca de una democracia formal, enajenante, divisora de los pueblos, fragmentadora de los pueblos, sino de una democracia que realmente una a los pueblos, y viabilice lo más importante y esencial, que es la constante participación del pueblo en la política y en las cuestiones fundamentales de su vida (APLAUSOS). Incluso, en período reciente hicimos modificaciones a la Constitución, a partir del principio de que el pueblo postula y el pueblo elige (APLAUSOS).
No critico a nadie, pero en la mayor parte del mundo, hasta incluso en Africa, que le están introduciendo, junto con el neoliberalismo y el neocolonialismo y todas estas cosas, los sistemas políticos occidentales; gente que nunca oyó hablar de Voltaire, de Danton, de Juan Jacobo Rousseau, ni oyó hablar de los filósofos de la independencia de Estados Unidos —y recuérdese bien cómo Bolívar, en nuestro hemisferio, era tan renuente a la copia mecánica de los sistemas europeos y norteamericanos, que han conducido a la catástrofe de nuestros países, a la división, a la subordinación, al neocoloniaje; pero nosotros vemos que se fragmentan en mil pedazos las sociedades, sociedades que tienen que unir sus esfuerzos para el desarrollo—, allá les han impuesto no el multipartidismo, sino el milipartidismo o el centipartidismo, porque son cientos y hasta miles de partidos.
Nosotros hemos trabajado, hemos elaborado un sistema propio, nuestro, que no lo copiamos de nadie; establecimos el principio de quién postula, en primer lugar, y postulan los vecinos. Se podrá estar de acuerdo o no, pero es tan respetable como la democracia griega de que tanto se habla, y sin esclavos ni siervos. Porque la democracia griega eran unos pocos que se reunían en la plaza; tenían que ser tan pocos que, en época en que no había micrófonos, se reunían todos a hacer una elección allí (RISAS Y APLAUSOS). Los esclavos no participaban, los siervos no participaban; hoy tampoco.
Cuando usted analiza los resultados electorales se topa, compadre, con que en Estados Unidos ahora mismo acaban de elegir un nuevo Congreso, donde, por cierto, hay preocupantes tendencias hacia el conservadurismo y hacia la ultraderecha; pero son asuntos internos de Estados Unidos. De verdad, se lo aseguro, se lo juro, que no le hemos puesto a Estados Unidos como condición para normalizar las relaciones que renuncien a ese sistema (RISAS Y APLAUSOS). Calculen que le digamos que tiene que votar, por lo menos, el 80% de la gente; el 38% decidió votar y se acabó (RISAS), y los demás dijeron: “Me voy para la playa”, o “me voy para el cine” (RISAS), o “me voy a descansar en mi casa”. Eso ocurre entre los “campeones” de la libertad, de los derechos humanos y de los derechos civiles (APLAUSOS).
En muchos países de América Latina es por el estilo, mucha gente ni vota; es que los esclavos y los siervos dicen: “¿Para qué voy a votar, si voy a seguir igual?”
¡Qué difícil es ponernos de acuerdo! Porque eso sí, la influencia de los medios masivos es cada vez mayor y el complejo de obstáculos que tienen que vencer las fuerzas populares es cada vez más difícil de sobrepasar.
Pero, bueno, en nuestras elecciones van a votar más del 95% de los ciudadanos, y nadie está obligado a votar, incluso, los que no están con la Revolución van y votan, aunque sea en blanco, para no votar por este o por el otro; o votan por uno o votan por el otro.
Ahora, en nuestro pueblo —repito una vez más— postulan los vecinos, postula el pueblo y elige el pueblo. De modo que, en ese sentido, las posibilidades de ser electo algún ciudadano son infinitamente mayores que en cualquier otro país.
Una buena prueba: Estaba hablando con una delegación mexicana y me dijeron: “Aquí estaba la benjamín, de los diputados.” “¿Qué edad tiene?” Dicen: “Veinticinco años.” Realmente me quedé admirado; pero de repente me acordé de que nosotros tenemos varios diputados de menos de 20 años, porque los estudiantes, desde secundaria en adelante, participan en el proceso de la selección de los candidatos, y todas las organizaciones de masa (APLAUSOS).
Los campesinos participan en el proceso de la selección de los candidatos; la organización de mujeres participa en el proceso de selección de los candidatos; los sindicatos participan en el proceso de la selección de los candidatos; los Comités de Defensa de la Revolución participan en el proceso de la selección de los candidatos, y hay numerosos estudiantes que son diputados a la Asamblea Nacional, y mujeres, campesinos, obreros, trabajadores e intelectuales, de todos los sectores. No es el Partido el que postula. El partido ni postula ni elige, vela porque se cumplan todos los principios y todas las normas; pero no participa en ninguno de esos procesos electorales. Esa es la situación de nuestro país.
En una de las últimas modificaciones al proceso electoral, cada uno de los candidatos a diputado tiene que sacar más del 50% de los votos válidos.
Alarcón estuvo explicando algunas de estas cosas, cuando recordaba, con una revista que llevaba en la mano —él tiene la ventaja de que habla inglés y de vez en cuando se está leyendo una revista norteamericana (RISAS)—, cómo un señor se había gastado 25 millones de dólares en una campaña para ser miembro del Congreso. ¿Qué democracia es esa? ¿Cuánta gente tiene 25 millones de dólares para gastárselos en una campaña? Y en Cuba no necesita gastar ni 25 dólares, tal vez el pasaje para ir a votar el día de las elecciones tenga que gastarse el ciudadano (APLAUSOS).
¿Qué democracia es esa que exige ser millonario para poder contar con todos los recursos con que hablar y persuadir a la gente para que lo voten?, y después no se acuerda más de ellos hasta las próximas elecciones a los cuatro o cinco años, no cuenta con ellos ni una sola vez nunca más, se olvidó.
En nuestro país los cargos son removibles, y lo mismo desde el delegado de circunscripción hasta el funcionario de más nivel, cualquiera puede ser elegido, pero también puede ser removido de esos cargos. Ese es nuestro sistema, que no pretendemos que los demás lo apliquen, sería absurdo pretender que fuera un modelo; pero es el que hemos adoptado nosotros, no nos lo impuso nadie, no vino ningún gobernador, interventor norteamericano a establecer un código electoral aquí como hacían antes.
La Constitución la hemos hecho nosotros (APLAUSOS), el Código Electoral lo hemos hecho nosotros, el sistema lo hemos ideado y lo hemos desarrollado nosotros, que es lo que ustedes han estado defendiendo: el derecho del país a establecer las normas, el sistema económico, político, social que estime pertinente. En el mundo es imposible otra cosa, es absurda otra cosa, es loca cualquier otra pretensión, y estos locos andan pretendiendo que todo el mundo haga exactamente igualito que ellos, y lo de ellos no nos gusta (APLAUSOS).
Por eso para nosotros es inaceptable la cuestión del cese del bloqueo a cambio de concesiones políticas, concesiones que corresponden a la soberanía de nuestro país. Es absolutamente inaceptable, es indignante, es irritante, y, realmente, preferimos perecer a renunciar a nuestra soberanía (APLAUSOS PROLONGADOS).
Nosotros teníamos el bloqueo hace muchos años, pero es necesario meditar sobre un hecho: cuando la Revolución triunfa, existía un mundo; hoy, al cabo de 35 años de Revolución, existe otro mundo. El mundo cambió y no cambió hacia el progreso, realmente cambió hacia el retroceso, porque el mundo bipolar no era del agrado de nadie, pero el mundo unipolar nos agrada mucho menos.
Cuando la Revolución triunfa, existía un mundo bipolar. Estados Unidos nos impone el bloqueo casi desde los primeros tiempos, empieza suprimiéndonos los mercados azucareros, y nos suspende el suministro de combustible. ¡Imagínense la Revolución nueva en aquellas condiciones! Claro que nos suspende el suministro de maquinarias, de piezas de repuesto, de todo; pero existía la URSS y el campo socialista.
Fue afortunado para nosotros porque, frente al bloqueo de Estados Unidos aquí, a 90 millas, existía otra fuerza en el mundo, otro movimiento en el mundo que tenía un origen revolucionario y que estaba en contradicción con el imperialismo norteamericano. Gracias a ese movimiento pudimos encontrar mercados para nuestra azúcar, suministros de petróleo, de materias primas, de alimentos, de muchas cosas. Aquí se explicó eso.
Teníamos precios preferenciales; pero hay que decir que no solo Cuba tiene precios preferenciales, la Convención de Lomé establece precios preferenciales para el azúcar y otros productos de muchos países que fueron antiguas colonias. En el propio Estados Unidos, cuando era un importante mercado azucarero, antes de que nos arrebataran la cuota y la redistribuyeran por toda América Latina y otras partes del mundo, existían también precios preferenciales. Como explicó Lage, el 80% del azúcar en el mundo se comercia a través de precios preferenciales. Y muy en conformidad con los principios de la doctrina política, los países socialistas nos pagaban a nosotros precios preferenciales.
Esa era la política que nosotros defendíamos para todos los países del Tercer Mundo, porque era la única forma de disminuir la gran diferencia que había entre los países desarrollados y los países subdesarrollados. Era una demanda del mundo, era una demanda de todos los países del Tercer Mundo. Y aun así era conveniente porque, aunque a nosotros nos pagaban precios preferenciales, en la Unión Soviética producir el azúcar tenía un costo más alto que los precios que nos pagaban por el azúcar. Pero de todas formas nosotros nos beneficiábamos de aquellos precios preferenciales, con los cuales adquiríamos combustible, materias primas y muchas cosas.
En nuestra situación se da el caso de que se desploma el campo socialista y la URSS y el bloqueo se arrecia. Mientras existió el campo socialista y la URSS, nosotros nos defendíamos mejor, podíamos soportar mejor. Incluso, en aquellas condiciones nuestra economía creció durante casi 30 años, y se alcanzó un extraordinario desarrollo social.
Pero fue en aquel mundo en el que nace la Revolución Cubana, no había otro, no había otras alternativas en medio del país bloqueado por la potencia más poderosa del mundo. Por eso la desaparición del campo socialista y de la URSS significó para nosotros un golpe tan terrible, puesto que el bloqueo existente no solo se mantiene, sino que se recrudece. De modo que nuestro país perdió el 70% de las importaciones, y me pregunto si algún otro país del mundo habría podido resistir un golpe semejante, y me pregunto cuántos días lo habría podido resistir, si una semana, si 15 días, si un mes (APLAUSOS). ¿Cómo habríamos podido si no hubiera sido con el apoyo del pueblo a la Revolución? ¿Cómo habríamos podido resistir, realmente, sin nuestro sistema político, sin nuestro sistema democrático, sin la participación directa del pueblo en todas las cuestiones fundamentales, que es la verdadera democracia? (APLAUSOS.)
¿Cualquier otro país latinoamericano habría podido resistir la caída abrupta del 70% de las importaciones? ¿Cualquier país europeo habría podido soportar semejante prueba? Los políticos desde el día antes habrían claudicado, habrían capitulado; pero nosotros tenemos dignidad, tenemos un sentido del honor y tenemos un apego por los principios (APLAUSOS). Para nosotros los principios valen más que la propia vida, y nunca hemos negociado un principio, ¡nunca! (APLAUSOS.)
Cuando nosotros ayudábamos a los revolucionarios centroamericanos, los norteamericanos decían que nos quitaban el bloqueo si dejábamos de ayudarlos, y nunca nos pasó por la mente semejante cosa (APLAUSOS). En otras ocasiones hablaban de que estaban dispuestos a quitarnos el bloqueo si dejábamos de ayudar a Angola y a otros países de Africa, y nunca nos pasó por la mente la idea de negociar nuestras relaciones con otros países. En otras circunstancias, decían que nos quitaban el bloqueo si rompíamos nuestros vínculos con la Unión Soviética, y nunca se nos ocurrió semejante cosa, porque no somos un partido ni una dirección política que negocie con los principios. A ese precio nunca dejaría de existir el bloqueo, porque es un precio que no estamos dispuestos a pagar.
Esta situación nos llevó al período especial.
Nosotros veníamos llevando a cabo excelentes planes antes de que ocurriera la catástrofe socialista, excelentes planes en todos los sentidos; estábamos llevando a cabo un proceso de rectificación de errores y tendencias negativas —de viejos errores y nuevos errores, de viejas tendencias y nuevas tendencias—, y trabajando intensísimamente, cuando empieza a producirse toda esa debacle que nos condujo a lo que pudiéramos llamar un doble bloqueo, porque tan pronto se produjo la desintegración del campo socialista y la desintegración de la URSS, y aun antes de la desintegración de la URSS, Estados Unidos estaba presionando fuertemente para que cesara el comercio de esos países con Cuba, y, cuando la URSS se desintegra al final, Estados Unidos presionó fortísimamente, y no con poco éxito, en cortar el comercio y las relaciones económicas entre los antiguos países del campo socialista y de la URSS, y Cuba.
De modo que nuestro país se vio envuelto en un doble bloqueo y, sin embargo, había que salvar la patria, había que salvar la Revolución y había que salvar el socialismo —nosotros le llamamos salvar las conquistas del socialismo, porque no podemos decir en estos momentos que estamos construyendo el socialismo, sino que estamos defendiendo lo que hemos hecho, estamos defendiendo las conquistas que hemos alcanzado—, objetivo fundamental en un mundo que había cambiado de manera radical, en que todo el poder del imperio se volvía contra nosotros; porque, por ejemplo, a China, gran país, inmenso país, que defiende las ideas del socialismo, no le ponen condiciones; a Viet Nam, maravilloso y heroico país, no le ponen condiciones. No hay hoy bloqueo contra ellos, pero sí bloqueo contra nosotros. Pónganse ustedes en el lugar de nuestro Partido y de nuestra dirección. Y en esas condiciones tan difíciles como no existieron nunca, jamás, salvar la patria, salvar la Revolución y salvar las conquistas del socialismo.
¿Qué medidas habría que tomar en este mundo que existe hoy y que, desde luego, no existirá siempre? Son ilusiones que se hacen aquellos que creen que el neoliberalismo es ya el non plus ultra, que es el ascenso al cielo y a la eternidad del cielo para el capitalismo; son ilusiones que se hacen (APLAUSOS).
El mundo nos dará muchas lecciones. Qué va a pasar con todo esto sería un tema largo de explicar, y sería demasiado extenso si nos introducimos en este tema, pero para ellos es eterno.
Hoy se habla de la globalización de la economía. Vamos a ver lo que queda para los países del Tercer Mundo de esta globalización, cuando desaparezcan todos los mecanismos de defensa que hoy tiene el Tercer Mundo, compitiendo con la tecnología, compitiendo con el inmenso desarrollo de los países capitalistas desarrollados, que ahora tratarán de explotar, más que nunca, los recursos naturales y la mano de obra barata del Tercer Mundo para acumular más y más capital. Pero es que ese capitalismo superdesarrollado, como el de Europa, por ejemplo, tiene cada vez más desempleados y, mientras más se desarrolla, más desempleo. ¿Qué pasará con nuestros países? La globalización de las diferencias, de las injusticias sociales, la globalización de la miseria.
Pero este mundo es el que tenemos, con el cual debemos comerciar e intercambiar nuestros productos, en el cual tenemos que sobrevivir; por eso debemos adaptarnos a ese mundo y adoptar aquellas medidas que consideramos indispensable adoptar, con un objetivo muy claro.
No quiere decir que todo lo que estemos haciendo sea resultado únicamente de la nueva situación; nosotros veníamos haciendo cambios, e incluso la idea de la introducción del capital extranjero era anterior al período especial: habíamos comprendido que determinadas áreas, determinadas ramas, no se podían desarrollar porque no existía ni el capital ni la tecnología para hacerlo, porque no disponían de ellas los países socialistas. Pero hemos tenido que darle mayor apertura, hemos tenido que hacer lo que pudiéramos llamar una apertura bastante amplia a la inversión extranjera. Eso fue explicado aquí: en las condiciones de la Cuba de hoy, sin capital, sin tecnología y sin mercados, no podríamos desarrollarnos, de ahí que todas las medidas, cambios y reformas que vamos haciendo, en un sentido y en otro, tienen el objetivo, como se afirmó en esta conferencia, de salvaguardar la independencia, la Revolución —porque la Revolución es la fuente de todo— y las conquistas del socialismo, que quiere decir preservar el socialismo o el derecho de seguir construyendo el socialismo cuando las circunstancias lo permitan (APLAUSOS PROLONGADOS).
Hacemos cambios, pero sin renunciar a la independencia y a la soberanía (APLAUSOS); hacemos cambios, pero sin renunciar al verdadero principio del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que, traducido al lenguaje revolucionario, es el gobierno de los trabajadores, por los trabajadores y para los trabajadores (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel!”, “¡Fidel!”) No es el gobierno de los burgueses, por los burgueses y para los burgueses; no el gobierno de los capitalistas, por los capitalistas y para los capitalistas; no el gobierno de las transnacionales, por las transnacionales y para las transnacionales; no el gobierno del imperialismo, por el imperialismo y para el imperialismo (APLAUSOS).
Esa es la gran diferencia, cualesquiera que sean los cambios y las reformas que llevemos adelante. Si algún día renunciáramos a esto, habríamos renunciado a la razón de ser de la Revolución (APLAUSOS).
Hemos sido solidarios con el mundo, no nos corresponde hablar de esa solidaridad. Solidaridad, en cuanto a lo que a nosotros se refiere, debemos hacer el máximo y hablar el mínimo, porque no vamos a hacer la autoapología de nuestra conducta.
Hace unos minutos, antes de comenzar la parte final de este evento, un compañero decía: ¡Mira que Cuba ha hecho cosas! Cuando uno oye hablar a los visitantes de un país y de otro; cuando hablan de médicos, cuando hablan de becarios, de gente que se formó aquí, de una actividad, de otra y de otra, se da uno cuenta de que en estos años nuestro país ha llevado adelante muchas cosas. Es que para nosotros la solidaridad y el internacionalismo es un principio, y un principio sagrado (APLAUSOS).
A título de ejemplo, voy a citar algunos datos: más de 15 000 médicos cubanos han prestado servicios gratuitos en decenas de países en estos años de Revolución, más de 15 000 médicos han cumplido misiones internacionalistas como médicos (APLAUSOS), más de 26 000 maestros y profesores. Pregunto si algún otro país pequeño, hasta incluso mediano y quizás grande, ha tenido ese récord.
Baste decir que en determinado momento nosotros teníamos tres veces más médicos trabajando gratuitamente en el Tercer Mundo que la Organización Mundial de la Salud (APLAUSOS), y no teníamos grandes recursos, sino mínimos recursos, contábamos solo con el honor de nuestros trabajadores de la salud, con su vocación internacionalista. ¿Cuántas vidas han salvado? Y me pregunto: ¿Es justo bloquear a un país que ha hecho esto? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Cuántos cientos de miles de niños hemos educado con nuestros maestros en el exterior; y no solo hemos enviado profesores de primaria y secundaria, incluso, profesores universitarios; hemos fundado escuelas de medicina en diversos países del mundo. ¿Es justo bloquear a un país que ha hecho esto, y lo hace todavía en cierta medida?
Medio millón de cubanos han cumplido misiones internacionalistas de distintos tipos, ¡medio millón de cubanos! (APLAUSOS.)
Los africanos han sido muy generosos, muy nobles, y han querido recordar aquí la ayuda solidaria de Cuba en la lucha contra el colonialismo, en la lucha contra la agresión exterior, en la lucha contra el apartheid y el racismo.
Como dije aquí, nuestros soldados estaban combatiendo en el sur de Angola, 40 000 hombres, ¡cuarenta mil hombres! (APLAUSOS), junto a las tropas angolanas, que se comportaron y combatieron heroicamente. Cubanos en el sur de Angola frente a los sudafricanos después de la batalla de Cuito Cuanavale; y cuando la contraofensiva nuestra al suroeste de Angola, esos hombres estaban expuestos, incluso, a que sobre ellos se lanzaran armas nucleares. Nosotros lo sabíamos, y la distribución de las fuerzas en aquella ofensiva tomaba en cuenta la posibilidad de que el enemigo pudiera usar algún armamento nuclear.
En determinado momento teníamos aquí 25 000 becarios extranjeros (APLAUSOS). Cuba era el país del mundo con el más alto per cápita de becarios extranjeros, y eso no lo andábamos publicitando; cumplíamos el deber sencillamente, como nos enseñó Martí, e hicimos cuanto pudimos por los demás países.
Creo que este extraordinario encuentro, las nobles, generosas y solidarias palabras de ustedes, están, en parte, reflejando la historia solidaria de nuestra propia Revolución (APLAUSOS). Eso nos ha llenado de estímulo y nos alienta a seguir luchando.
Hay grandes opciones en esta época: la opción de la libertad, la opción de la soberanía, la opción de la independencia, la opción de la justicia social.
La justicia social va adquiriendo tal fuerza como idea, en medio del neoliberalismo que es la negación de todo principio de justicia, que hasta algunos organismos internacionales hablan de ella. El Banco Interamericano de Desarrollo habla cada vez más de la necesidad de justicia social en este hemisferio, ¡hasta el Banco Mundial habla de la necesidad de justicia social en este hemisferio! Son los campeones del neoliberalismo y hablan de justicia social, porque se dan cuenta de que las diferencias son tan abismales y crecen, que quisieran concebir el sueño de un neoliberalismo, de un capitalismo con justicia social; tienen miedo de que la miseria, el hambre y la pobreza socaven las bases de ese neoliberalismo al que tanto se consagran hoy, y por eso hablan de justicia social.
Pero nosotros sabemos que la justicia social solo podrán aplicarla los pueblos y que neoliberalismo y justicia social son incompatibles, son inconciliables (APLAUSOS); que un mundo superdesarrollado al lado de un mundo subdesarrollado, es algo incompatible, inconciliable. Que aquellos se verán cada vez más ricos y estos se verán cada vez más pobres, es una realidad irrebatible.
La presencia de ustedes aquí demuestra que las ideas justas viven, que las ideas nobles viven, que los valores viven. Y hay que multiplicar esas ideas y esos valores como Jesucristo multiplicó los peces y los panes (APLAUSOS).
La Iglesia habla de la opción por los pobres, y nos parece excelentemente bueno; pero pienso que el mundo de hoy necesita algo más que opción: necesita lucha enérgica, tenaz y consecuente por los pobres (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, Fidel!”). Debí decir iglesias en vez de Iglesia, ya que no se trata solamente de la Iglesia Católica.
Hace falta una lucha infatigable contra las causas que originan la pobreza (APLAUSOS); hace falta una lucha inconmovible contra el capitalismo, contra el neoliberalismo y contra el imperialismo (APLAUSOS), hasta el día en que deje de hablarse de miles de millones de seres humanos que pasan hambre, que no tienen escuelas, que no tienen hospitales, que no tienen trabajo, que no tienen techo, que no cuentan con los más elementales medios de vida.
Este planeta se acerca ya a los 6 000 millones de habitantes, en un siglo ha crecido cuatro veces la población con que contaba hace apenas 100 años. Múltiples son las amenazas que sufre hoy la humanidad, no solo de tipo social, económico, político, militar.
Aquí alguien hablaba —creo que fue Robertico— de que a las guerras hoy se les llama “misiones humanitarias”, “operaciones en favor de la paz”. Las guerras nos amenazan y por todas partes, los intervencionismos nos amenazan y por todas partes; pero al mundo también lo amenaza la destrucción de las condiciones naturales de vida, la destrucción del medio ambiente, problema que ocupa cada vez más la atención y mueve cada vez más la conciencia del ser humano. Muy grande ha de ser el esfuerzo que debemos realizar en todos los sentidos para salvar a la humanidad de todos estos riesgos.
¿Y cuál es el origen histórico de esta situación? ¿Podrá negarse acaso que fue el colonialismo, que fue el neocolonialismo, que fue el imperialismo? ¿Podrá negarse acaso que fue el capitalismo? De eso estamos nosotros muy conscientes, cualesquiera que hayan sido los reveses que hayan sufrido el movimiento progresista, el movimiento revolucionario y el movimiento socialista.
Pero nosotros se lo decimos aquí, queridos compañeros:
¡Al capitalismo no volveremos! (APLAUSOS.) Ni al capitalismo salvaje —o como quiera llamarlo Pérez Esquivel, capitalismo caníbal o al capitalismo moderado si es que eso existe—, a ese no queremos volver, ¡y no volveremos! (APLAUSOS.)
Estamos conscientes de nuestros deberes y de nuestras obligaciones. Hemos resistido ya casi cinco años en condiciones muy difíciles, cuando otros creían que la Revolución Cubana desaparecería rápido de la faz de la Tierra.
Estamos trabajando tenazmente y cada vez más, y poniendo, incluso, cada vez más el acento en lo subjetivo, en nuestros propios errores, en nuestras propias deficiencias; enfatizando lo subjetivo para que lo objetivo no se convierta en un pretexto de las deficiencias.
Tenemos que llevar todavía mucha más conciencia a nuestro pueblo. Así que tenemos que explicarle por qué hay que recoger el exceso de circulante y las medidas que se requieren para ir recogiendo el exceso de circulante sin terapias de choque; buscar la eficiencia en la agricultura, en la industria.
Sé que ha sido preocupación de ustedes —expresada aquí— la misma cuestión de la producción de alimento. Tengo que decir que nos vemos obligados a producir alimento sin fertilizantes, sin pesticidas, sin herbicidas, sin combustible muchas veces, acudiendo a la tracción animal, viéndonos en la necesidad de alimentar al 80% de la población que vive en las zonas urbanas —nosotros, al revés que China y al revés que Viet Nam, tenemos un 20% en el campo y un 80% en las ciudades. Ellos tienen a la inversa, un 75% o un 80% en el campo y un 20% ó 25% en las ciudades.
Tenemos escasez en el campo, incluso, de fuerza de trabajo. Nuestra agricultura se había mecanizado como una gran parte de las actividades del país, nuestras cosechas azucareras. Alguien cuestionaba si producir azúcar o no. A nosotros no nos queda más remedio que producir azúcar, tenemos que producirla; ahora, se hace más cara si los centrales y las máquinas producen menos por falta de fertilizante y regadío, por ejemplo. En general, sabemos cómo producir alimento, pero hemos tenido que enfrentarnos a una gran escasez de esos insumos para la producción de alimento.
Hemos tenido que desarrollar otras áreas. Ya se mencionó aquí el turismo, se convirtió en una necesidad que no fue promovida en los primeros años de la Revolución, porque tiene sus partes buenas y tiene también sus inconvenientes. Y nosotros, como no podemos vivir con la esperanza de estar en una torre de marfil, tenemos que andar mezclados con los problemas de este mundo y, a partir de la idea de que la virtud nace de la lucha contra el vicio, igual que a veces del estiércol nacen magníficas flores (APLAUSOS), tenemos que acostumbrarnos a vivir con todo ese tipo de problemas, tenemos necesidad de buscar recursos en moneda convertible para, precisamente, disponer de esos insumos.
La ganadería se quedó también sin pienso, sin regadío, sin combustible.
No son fáciles los problemas a los que hemos tenido que enfrentarnos, pero nos estamos enfrentando, cumpliendo aquello que dijo Robertico de repartir lo poco que tenemos entre muchos y no repartir lo mucho entre muy pocos (APLAUSOS). Hemos ido repartiendo lo que tenemos.
Luego, en esas condiciones tan increíblemente difíciles —repito—, ni una escuela sin maestro, ni un niño sin escuela, ni un enfermo sin médico y sin hospital; mantenemos la seguridad social, mantenemos nuestro movimiento de desarrollo de la cultura, de desarrollo del deporte; incluso, en período especial alcanzamos el quinto lugar en las Olimpíadas (APLAUSOS). Esto les da una idea de nuestro esfuerzo en condiciones excepcionalmente difíciles.
De modo que, cuando lo poco que se tiene se reparte entre muchos, se pueden hacer muchas cosas, y hay muchos países en el mundo que tienen mucho más que nosotros y hacen muy pocas cosas (APLAUSOS).
Concluye este evento, realmente, como una lección inolvidable para nosotros, y esperamos mucho, esperamos mucho de esta batalla que ustedes se proponen librar junto a nosotros para derrotar el bloqueo, para derrotar la hostilidad contra nuestro país, para defender la esperanza, no porque nosotros hayamos estado predestinados a ser esperanzas. Nosotros no nos consideramos un pueblo predestinado; nosotros constituimos un pueblo pequeño, un pueblo modesto, a quien la historia en estas peculiares circunstancias le ha asignado el papel de defender lo que estamos defendiendo: nuestros ideales más sagrados, nuestros derechos más sagrados. Ustedes ven eso como una esperanza.
Nosotros comprendemos lo que significaría para todas las fuerzas progresistas, para todas las fuerzas revolucionarias, para todas las fuerzas amantes de la paz y de la justicia en el mundo que el imperialismo lograra aplastar a la Revolución Cubana, y por eso consideramos nuestro deber más elemental y nuestro deber más sagrado con ustedes defender la Revolución, aun al costo de la vida (APLAUSOS).
Gracias, gracias, muchas gracias; infinitas gracias (APLAUSOS).
Y permítanme exclamar una vez más:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
¡Viva la solidaridad! (EXCLAMACIONES DE: “¡Viva!”)
(OVACION).