Discurso pronunciado en la Clausura del XI Foro de Ciencia y Técnica, efectuada en el Palacio de Convenciones, el 21 de diciembre de 1996
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Muy queridos compañeros:
Cuando hablaba el compañero Eduardo de las Brigadas Técnicas Juveniles, decía que hace 32 años se crearon; y era lógico que lo primero que se crearan fueran las brigadas juveniles, porque eran los que empezaban a salir ya de las universidades o de los centros tecnológicos, con una preparación superior a la de las generaciones que los habían precedido.
Casualmente, hoy son varios los compañeros que nos recordaban el XXXV aniversario de la Campaña de Alfabetización. En realidad, todo empezó por esta buena prueba de lo que vale tener confianza en el porvenir y tratar de ver las cosas a largo plazo.
Para nosotros entonces la Campaña de Alfabetización concentraba nuestra energía, nuestro entusiasmo, nuestras esperanzas consagradas a aquella colosal movilización, con la que por primera vez en la historia del mundo se intentaba liquidar en un año el analfabetismo.
Es imposible olvidar la alegría y decisión con que aquella juventud, sobre todo los estudiantes, el pueblo y los maestros se movilizaron y marcharon a los lugares más recónditos del campo y de las montañas, a todas partes. Y se obró la proeza, proeza que otros países han tratado de repetir, sobre todo, utilizando nuestras experiencias. Claro que no es lo mismo tener un 30% de analfabetismo que tener un 60% ó un 70%; no sé qué habríamos hecho nosotros si en vez de 30% hubiera sido 50%, tal vez lo habríamos intentado en tan breve tiempo.
Nuestro idioma, a mi juicio, se presta más a la lucha contra el analfabetismo. Cuando uno se pone a pensar en países como China, en que son más de 1 000 millones, donde hablan de distintas formas en distintas regiones, de modo que el único medio de entenderse es el idioma escrito —ese sí lo entienden todos los que aprenden a leer y a escribir en cualquier parte del país, aunque lo pronuncien de modo diferente, y ese idioma tiene ni se sabe cuántos signos—, es de admirar el esfuerzo que allí han hecho para reducir el analfabetismo a los niveles que tienen hoy, que es bastante bajo.
Por eso no quiero resaltar el ejemplo de Cuba como una cosa excepcional, superior a lo que pueda hacer nadie; pero realmente nunca nadie se había planteado un reto tan grande como ese, y por ahí empezamos.
Después de la alfabetización tenía que venir la escolarización, la disponibilidad de escuelas y maestros para todos los alumnos de primaria, luego para los de secundaria, preuniversitarios, universitarios. Por ese camino hemos llegado hasta aquí, y las brigadas fueron, lógicamente —como dije antes—, los primeros frutos. Es que cada cosa había que hacerla a su tiempo.
También se fundaron aquellos grupos de trabajadores que constituyen la ANIR, que ya empezaba a funcionar con los obreros calificados más avanzados.
Tenía lógica que al principio este movimiento se llamara Foro de Piezas de Repuesto, que es a lo que podíamos nosotros aspirar en aquellos tiempos, como lo hizo el pueblo e hicieron los obreros de las fábricas en los primeros días de la Revolución, cuando la inmensa mayoría de la maquinaria de que disponíamos era de origen norteamericano, igual que el transporte y nos quedamos sin piezas. ¿De qué otra forma se las arregló el pueblo entonces?
Durante un número de años el foro funcionó como Foro de Piezas de Repuesto; pero todo va cambiando a lo largo del tiempo y empiezan a producirse ya las graduaciones masivas en las universidades.
Al principio, por cierto, no teníamos ni suficientes bachilleres que enviar a las universidades, hasta que llegó el momento en que los graduábamos por decenas de miles. Hubo tiempos en que a las escuelas de medicina queríamos enviar 1 000 alumnos y no podíamos, había que enviar 300 ó 400; y muchas veces tuvimos que pedirles a los estudiantes que se incorporaran a las unidades militares para el manejo de aquellas armas que íbamos recibiendo, la herencia que cayó en nuestras manos después de la Crisis de Octubre: radares, cohetes, nuevos tipos de aviones. Y teníamos que llamar a los muchachos a que vinieran a las fuerzas armadas, porque requería un nivel de conocimientos poder asimilar aquella técnica. Es una larga historia.
Llegó un día, sin embargo, en que ingresábamos de 5 000 a 6 000 estudiantes en las escuelas de medicina. Desde luego que hubo que construir las escuelas de medicina, y por eso es que tenemos hoy una en cada provincia, varias en la capital, ¡veintiuna escuelas!, para llegar a este número de médicos; de los 3 000 que nos dejaron a los más de 60 000 que son hoy, que nos han permitido, aun en período especial y con todas las dificultades que tuvimos en medicamentos y en otras cosas, y tenemos todavía, llevar la mortalidad infantil a los niveles a que los hemos llevado.
Otros países sin bloqueo, sin período especial, tienen la mortalidad infantil en 40, 50 ó más. Nosotros tenemos la mortalidad infantil por debajo de muchos países desarrollados y esperamos que se baje de ocho, esperamos, no sé qué dirá el Ministro (El Ministro dice que sí). Bajamos.
Si todos imitan a Camagüey con el 5,1 es posible, yo tengo esperanzas. ¿Tú dices que sí o estás esperando hasta el 31? (Afirma que está esperando hasta el día 31, pero tiene esperanzas.) ¿Nada más que esperanzas? (Expresa que está casi convencido.) ¿Casi convencido? Bueno, vamos a decir casi la seguridad, nos comprometemos los dos en eso. Así que espero que se cumpla, sobre todo, tomando en cuenta lo que siempre ocurre en el segundo semestre, en el final del año; espero que estos fríos no hayan causado bajas, como pasa en otros lugares. Pero es un nivel, realmente, asombroso, y pienso que aquí el trabajo humano desempeña un papel fundamental.
Por ahí se publicó en la prensa el caso del niño con una broncoaspiración allá en Batalla de las Guásimas, estaba en el campo, una médica de la familia intervino y le dio el primer tratamiento. Eso es muy grave, es casi mortal, hay que actuar rápido, y llevaron al niño después al central en bicicleta, de ahí en ambulancia a Vertientes y se salvó. Citaban el caso como ejemplo del espíritu con que estaban trabajando en Camagüey los trabajadores de la salud.
Los niveles nuestros de atención, al menos desde el punto de vista humano, no los tiene ningún otro país, ninguno, ninguno, ni los más ricos, ni los más desarrollados. Bueno, es quizás una de las cosas más simbólicas de esta época que estamos atravesando; de modo que ahí donde el hombre se convertía en factor fundamental, como ha ocurrido también con la educación, hemos sido capaces de obtener éxitos que no obteníamos antes del período especial, aunque veníamos obteniéndolos, porque de 60 por mil a 8 que tenemos hoy ha sido una baja progresiva, a medida que teníamos más médicos, más hospitales y más instalaciones de todo tipo.
Hoy hablamos de otras cosas. Habría parecido hablar de la Luna si en aquellos años a que me refiero, se mencionaban las cosas que se mencionaron aquí de los logros y de las investigaciones en el campo de la salud.
No habíamos mencionado todavía a los científicos, entonces teníamos muy pocos. Creo que Rosa Elena habló de 100 investigadores (Aclara Rosa Elena que eran trabajadores, en general, de las estaciones, investigadores, técnicos, obreros). Eran 100, y ahora se menciona la cifra de 30 000: unas 300 veces más.
Habrían parecido sueños, decía, algunas de las cosas que escuchamos aquí, y yo trataba de expresar la idea de que ese fue un camino largo y ordenado.
Creamos algunos centros de investigación científica, pero apenas tenían recursos ni experiencia en ese campo. Uno de los primeros en construirse fue el CENIC, que todavía tiene un estilo arquitectónico del año sesenta y tantos. ¿Alguien se recuerda cuándo se hizo el CENIC? (Le aclaran que se inauguró en 1965.) Se inauguró en 1965, se empezó en 1963; pero fue el primero —se llamó CENIC, porque era Centro Nacional de Investigaciones Científicas, era uno—, y después, por el camino se fue aprendiendo, por el camino se fueron formando los científicos en quienes podíamos pensar cuando ya el analfabetismo no era el problema.
Estaríamos tratando de resolver, si acaso, los problemas de las secundarias básicas, pero hubo un programa, se construyeron cientos de escuelas.
No sé si alguien sabrá la cantidad de escuelas y tecnológicos de todo tipo que se construyeron, y no solo fueron escuelas de enseñanza secundaria, sino también escuelas de maestros, o escuelas técnicas.
No quedaron tampoco fuera las escuelas de arte, escuelas deportivas, escuelas especiales, escuelas vocacionales militares, escuelas vocacionales, y todo lo que se hacía en una provincia, se hacía en las demás, por eso algunas escuelas vocacionales son más grandes, porque teníamos dos modelos: un modelo para las provincias grandes como La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba, y otro para las provincias más pequeñas.
En Oriente iban dos: Holguín y Santiago. La de Santiago, al final, que no estaba terminada, se repartió entre Santiago y Guantánamo, después de la División Político-Administrativa; pues el programa empezó mucho antes de la nueva División Político- Administrativa, y, al final, no quedó una sola provincia, de las 14 provincias del país, sin escuelas vocacionales, que después fueron escuelas vocacionales de ciencias exactas, fue el nombre que se les puso, hoy tienen todas el mismo programa, buscando la selección de aquellos jóvenes que tenían más preparación, para que fuesen a esas escuelas.
Claro, los profesores eran muy jóvenes. Uno de los problemas más serios era precisamente encontrar profesores. Muchos estudiantes graduados de las universidades pasaban a las escuelas como profesores —profesores, entre otros, de las universidades— y después a las escuelas pedagógicas, que fue otra de las actividades que recibieron un impulso tremendo, y también todas las provincias del país tenían escuelas pedagógicas.
Ninguna de estas instituciones, ninguna, dejó de existir en ninguna provincia; era todo un programa sistemático de formas de educación en todos los campos, que se fue desarrollando antes de tener lo que tenemos hoy, hasta que llegó el momento también de darle un impulso fuerte a la ciencia, que no habría sido concebible en aquellas circunstancias, y quizás una de las cosas que pueda satisfacernos mucho es el hecho de que una parte grande de ese impulso se dio en los años del período especial.
Es cierto que se había construido el Centro de Ingeniería Genética y otros estaban en construcción, pero algunos casi los acabamos de terminar: el Centro de Inmunología Molecular —hasta encontrarle un nombre resultó complicado—, que ya es un centro que tiene prestigio internacional, fue inaugurado hace dos años; se construyeron otros.
Se concentraron un poco en determinadas áreas, pero ninguna provincia fue olvidada. Claro, ya en el terreno científico no era tan fácil hacer un centro como el de Ingeniería Genética en todas ellas, pero en Camagüey se hizo otro centro pequeño de Ingeniería Genética, donde empezaron trabajando con la vacuna esa contra la garrapata de la que se habló aquí.
Pero algo muy importante: las universidades fueron convertidas en centros de investigación científica. La eterna queja que existía en aquella única universidad antes de la Revolución —por aquellos años hicieron el intento de crear dos o tres más; creo que la de Las Villas, una por Holguín, la de Santiago, por supuesto, eran las tres principales cuando triunfa la Revolución. Hoy los centros universitarios son más de 40, son cuentas que se van perdiendo—, allá por los años 1945, 1946, 1947, en las universidades no se investigaba, y las universidades fueron, prácticamente, los primeros centros de investigación después de la Revolución. Así se fue multiplicando el número de centros hasta tener hoy 222.
Ahora estamos asimilando lo que tenemos. No quiere decir esto que hayamos renunciado a la idea de nuevos centros cuando hagan falta; ahora lo que tenemos es que asimilar todo lo que tenemos, de lo que disponemos ya, y sacarle el máximo.
Es cierto que el período especial y el recrudecimiento del bloqueo paró el impulso que traíamos; pero dijimos: Lo que hay que hacer es terminar todos los que estamos construyendo, y, realmente, todos los que estábamos construyendo entonces y algunos más se hicieron en el período especial.
Estábamos preparando mucho más personal científico, vimos que de repente no iban a tener tareas y es cuando surge algo que se mencionó aquí, que es la reserva científica, precisamente para cuando podamos continuar incrementando el número de centros de investigación científica.
Creo que Peter o alguno de ustedes, de los que hablaron esta tarde, mencionaba la cuestión de la importancia de la investigación científica; pero yo creo que la investigación científica es más importante de lo que nosotros mismos nos imaginamos. Esa era una idea clara siempre, que el porvenir del país estaba en la ciencia.
Alguien mencionó la frase esa que está escrita por allí, creo que la pusimos en el centro aquel de investigaciones biológicas, el laboratorio de Interferón, que fue el primero que construimos antes de Ingeniería Genética; a veces llevábamos visitantes allí y la vi más de una vez, decía: "El futuro del país es un futuro de hombres de ciencia."
Alguien por aquí me dejó pensando cuando dijo que no se había dicho de "científicos", sino de "hombres de ciencia". Tal vez se podría decir, incluso, de "un pueblo de ciencia", porque ya es tan masivo, tiene tal nivel, que lo demuestran los datos que se recogieron alrededor de este foro: 260 000 ponencias. Son cifras astronómicas verdaderamente. ¡Qué cantidad de horas de trabajo, de estudio y de tiempo de meditación para doscientas sesenta mil ponencias! Es un poco más, creo que 263 000, en número más o menos redondo. Seiscientas sesenta mil soluciones de todo tipo, pero algunas de las premiadas aquí tienen un valor científico y económico muy grande; 1 700 000 personas participaron.
Se podría decir, sin chovinismo de ninguna clase, que el capitalismo no ha logrado esto en ningún lugar del mundo; que ni siquiera el socialismo mejor o peor concebido, mejor o peor aplicado, con todas sus nobles ideas, porque son las más nobles ideas del mundo, no exentas, sin embargo, de errores en su aplicación. En ningún país socialista se vio un movimiento como este, hijo de más de 35 años de Revolución, y solo posible tras esos 35 años.
Les decía que era un movimiento de una masividad tremenda. Vemos hoy con más claridad todavía aquella idea de que en las ciencias estaba el futuro de este país.
No podíamos vivir exclusivamente de cortar caña y recoger café y tabaco, cualquiera comprende que eso no significaba un porvenir para el país. El país tenía que industrializarse, a lo cual dedicó la Revolución no pocos esfuerzos, y cuando menos había que fabricar máquinas que cortaran la caña y la transportaran; había que buscar mejores variedades de caña también, más productivas; mejores variedades de tabaco, de café.
Claro que nos encontrábamos con el problema social de que ya aquellas actividades agrícolas, desde el primer o segundo año de la Revolución, allí donde había colas para algunos meses de trabajo al año, empezó a manifestarse bastante rápidamente la falta de personal.
Cuando nuestra población tuvo otras oportunidades, la posibilidad de otros trabajos menos rigurosos, menos fuertes, empezó la movilización del campo hacia la ciudad, eso no lo detenía ni la reforma agraria ni nada, hasta que llegó un momento en que había que movilizar, solo para Camagüey —si mal no recuerdo—, unos 30 000 ó 40 000 cortadores de caña, y muchos trabajadores de la Ciudad de La Habana y de otras ciudades tenían que ir al campo a hacer esos trabajos y a recoger tabaco y café.
Desgraciadamente, el tabaco es mucho más difícil de mecanizar, el tipo de tabaco que nosotros producimos. El café también es más difícil de mecanizar y es un cultivo de carácter artesanal, por eso, incluso, se han asignado tierras a núcleos familiares que quieran ir al campo, en las áreas del café, del tabaco y otros cultivos.
Pero había que fabricar las máquinas, sobre todo las de la caña. La zafra del 70 y los ocho millones y medio de toneladas se hicieron sin máquinas, aunque ya teníamos alzadoras y transporte mecanizado, ya no era transporte por carretas tiradas por bueyes; no había centros de acopio, los centros de acopio vinieron fundamentalmente después del año 1970. Y todos recordaremos esas fotos en que aparecía el Che con una maquinita en sus intentos de inventar y crear una máquina para cortar caña.
Aquella maquinita, para compararla con algo, parecía una bicicleta, un triciclo o algo de eso. Los motores de los que entonces se hablaba eran de 50 caballos, porque se calculaba muy poco para cortar la caña. Era muy sencilla aquella máquina, pero fue el primer esfuerzo de mecanización del corte que comenzó el Che y él mismo estaba probando la máquina.
Hoy hemos premiado aquí a un centro de trabajo destacado: la fábrica de combinadas de caña de Holguín. ¡Y qué máquinas hacemos ya!
Las máquinas que fabricábamos antes del período especial, aunque estamos y estaremos agradecidos, llevaban motores soviéticos, las cuales no se caracterizaban, en algunos casos, por ser especialmente buenos; sin embargo, los soviéticos nos ayudaron en la idea de crear esa fábrica, nos dieron créditos para hacerla. Los primeros motores creo que eran ya de 125 ó 150 caballos; después se usaron de más de 200. Hoy las máquinas que fabricamos llevan motores de una gran calidad, en parte hechos aquí y en parte importados de las mejores marcas del mundo. Esas KTP-2M —la M quiere decir modernizada—, los primeros cientos de ellas los hicimos con el motor Taíno, un buen motor, mucho mejor motor que el soviético.
Uno de los problemas que tenía el motor soviético era mucha rotura, que paraba constantemente las máquinas y reducía la productividad; pero era lo que teníamos. Cada combinada de aquellas gastaba casi dos motores al año; pero detrás de las máquinas venían los motores, como venía el petróleo y venía todo. Gastaban mucho petróleo aquellas, pero no había otras, y el combustible estaba asegurado.
En las condiciones de período especial esas máquinas se convertían en un dolor de cabeza tremendo. En primer lugar, el problema de piezas para aquellas máquinas, el gasto de combustible, la baja productividad de las máquinas, lo cual no excluye que de vez en cuando un operador excepcional haga el doble que otro; pero las máquinas tenían que detenerse constantemente, constantemente había que estarles cambiando los motores en medio de la zafra, siempre se necesitaba un montón de motores de repuesto; aquello era una guerra. Pero ya no existían aquellos motores de repuesto y todas aquellas cosas.
Esa fábrica hoy es una gran fábrica, en realidad. Se hicieron innovaciones importantes, ahora tienen otro prototipo, en cuyo diseño participó el compañero que subió aquí a recibir un premio. Hemos visto el modelo nuevo, KTP-3 —no es M, no es modernizada—, de esas están terminando 15, les faltan 3.
Lo que hemos hecho con las KTP-2 es modernizarlas, hidraulizarlas. Alguien me dijo que el compañero cuando habló sobre eso había hecho unos pronunciamientos brillantes en el foro. El año pasado ingresaron al parque de combinadas menos de 500 modernizadas. ¿Cuántas fueron el año pasado? (Le responden que 250.) Este año entran 500 KTP-2M, con motores modernos. Bueno, realmente están trabajando con motores Mercedes Benz. Los estamos estudiando, los estamos comparando, incluso, con nuestro Taíno. Desde luego, no tenemos una industria como para hacer un motor exactamente igual que ese, pero seguimos haciendo también cientos de motores Taíno, que les ponemos a combinadas que, no habiendo sido modernizadas, tienen todavía los viejos motores soviéticos. Incluso, con mucho trabajo, adquirimos alguna cantidad de motores soviéticos pues eran miles las que usaban ese tipo de motor. Pero se está produciendo una revolución en las combinadas gracias a esa fábrica.
También allá en Holguín, en una planta al lado, ya están construyendo combinadas de arroz, aunque no completas todavía, de mucha más capacidad que la de las máquinas que teníamos, mucho más modernas.
De modo que el país tenía que hacer muchas cosas: en el campo de la industrialización tenía que hacer muchas cosas, no había producción de acero, era muy pequeña la existente; no había producciones mecánicas. Hoy tenemos una serie de plantas mecánicas que también pueden ir siendo modernizadas y que no se sabe lo que pueden crear. Hemos avanzado bastante en electrificación. Es decir, el país tenía que modernizarse no con pocas dificultades, porque algunos de los equipos que recibíamos tenían atrasos tecnológicos.
Es indiscutible que en el campo socialista, en la propia URSS, donde fueron capaces de grandes hazañas técnicas, y la conquista del espacio; donde lograron equipararse en la defensa después que Estados Unidos tenía el monopolio nuclear, donde llegaron a construir aquellos equipos y aquellos cohetes de distintos tipos que la convirtieron en una potencia colosal, obtuvieron logros impresionantes en la ciencia y en la técnica; pero en muchas ramas, sobre todo en las industrias civiles, tenían atrasos tecnológicos en muchas cosas.
Hubo también un fenómeno que para nosotros debe ser muy ilustrativo y era la falta de aplicación de los resultados de las investigaciones a la producción. Muchas veces vendían las patentes por todo el mundo y había gente produciendo buenas cosas con patentes soviéticas; pero no hubo una estrategia de aplicación de todo lo que lograban los centros de investigación, y a veces pasaban 20 años antes de aplicar uno de esos resultados. En la esfera militar lo hacían rápidamente, puesto que era una cuestión de supervivencia frente a las amenazas de sus enemigos; pero en otros campos se produjeron esos descuidos, esos atrasos, en los cuales nosotros no debemos caer jamás. Por eso esa palabra "generalización" tiene tanta importancia, tanta como los resultados de las investigaciones, porque si no carece de sentido.
Les decía que nuestro país tenía que dejar de vivir exclusivamente de unos pocos productos, no dudo de que llegue el día en que exportemos combinadas de esas, tan buenas como las que puede hacer algún otro país en el mundo. No dudo de que muchos de esos resultados los exportaremos también, y ya hay algunos de ellos que están siendo exportados, ya algunos representan ingresos económicos importantes para el país, sobre todo los que hemos ido desarrollando en la biotecnología y la industria farmacéutica.
Vean el impulso que han tomado algunas cosas, que la capacidad de las vitroplantas sería suficiente para suministrar de semillas de plátano a toda la América Latina, si surgiera la demanda. ¡Vean qué capacidad! Y se fueron creando, porque cada provincia fue impulsando su vitroplanta. Claro, algunas avanzaron más.
Villa Clara se colocó a la vanguardia en este terreno y tienen cosas allí que son admirables y que prometen mucho. No sé si aquí se habló mucho de eso, pero pudimos ver allí que es posible que un día la caña no se siembre por trozos. Hay que dedicar miles de caballerías a semilla todos los años; es posible que un día la caña se siembre como el arroz, o como el frijol, por semillitas. Calculen cuánto ahorraría eso en trabajo, qué economía le daría a la industria azucarera. Y así por el estilo, van desarrollando variedades.
En la papa avanzan, el país se gasta un montón de millones de dólares en semillas de papa, así que resolver eso ya significa ahorrarse ese montón de millones, entrar en tecnologías nuevas que revolucionan la agricultura. Y estamos hablando de los resultados de una de las áreas de las investigaciones que es aplicable a muchas de las ramas de nuestra agricultura y producto seguro de exportación.
Es cierto que en el mundo solo hacen eso y tienen fuerza para hacerlo las transnacionales, pero no hay ninguna empresa latinoamericana que pueda producir la décima parte de las semillas de plátano que podemos producir nosotros.
Cuando viene una plaga y liquida las plantaciones, hay que renovarlas en cualquier parte, o cuando surgen mejores variedades, de calidad superior, hay que renovar las plantaciones. En nuestro caso, cuando ocurran calamidades de ese tipo o ciclones. Y nosotros hemos tenido que defendernos, porque aquí nos han aplicado más de una vez la guerra biológica, eso es seguro. Aquí no existía la sigatoka negra y un día apareció a lo largo de una franja de esas de los corredores aéreos. Han reconocido más de una vez que introdujeron actividades como la peste porcina, y hay muchas evidencias de enfermedades extrañas de ese tipo que han aparecido en nuestro país, que no tienen una explicación lógica.
Esa fue una de las razones por las cuales nosotros impulsamos el CEMSA, para defendernos del peligro de las plagas que podían surgir de forma natural o introducidas deliberadamente en el país, teníamos que defendernos de todos esos peligros.
Les contaba que productos de la ciencia se están exportando y algunos tienen ya un volumen de mucha importancia. ¿Hasta dónde puede llegar eso? No se sabe, porque la realidad es que en unas cuantas ramas importantes estamos a nivel de cualquiera de los países más avanzados.
Se habló de la biotecnología, pero también se hizo un esfuerzo temprano —y lo recordaba cuando Peter habló— con esas primeras computadoras cubanas. Nosotros fuimos de los primeros, entre los países socialistas, en desarrollar la electrónica, y por determinados errores humanos no tenemos hoy en la computación o en la electrónica el mismo nivel que tenemos en otras áreas como la biotecnología —cosas que pasaron, errores de tipo humano—, y algo que estaba muy avanzado y que empezamos en la Universidad de La Habana se paralizó. Después hicimos nuevos esfuerzos y hoy tenemos un Instituto Central de Investigaciones Digitales, con un gran número de cuadros científicos, de gente creadora que, aparte de los que tiene el CENIC y otros lugares, están haciendo equipos importantes, casi casi lo que necesitan hoy son componentes, y hay todo un programa coordinado con salud pública para suministrar, en primer lugar, a nuestros hospitales.
Aquí subió la muchacha que trabajó en este equipo para cardiología. Yo lo he visto, es pequeñito, manuable, es un gran avance. Ellos tienen un programa, con los recursos que se han podido ir consiguiendo, para suministrar a nuestros hospitales. Por eso cuando hablaban los de electromedicina yo recordaba —y ellos también lo recordaron— el papel tan importante que pueden jugar algunas instituciones como el ICID en el programa de reequipar, modernizar, porque tenemos como mercado, en primer lugar, nuestros hospitales, pero son equipos que pueden exportarse también; en virtud de la cooperación y de la integración, todos esos centros pueden hacer mucho para resolver este tipo de problemas. Trabajan también intensamente en la automatización.
Un día tenemos que aspirar a ser exportadores de todo lo que salga de nuestra ciencia. Sí, ya no será caña, café y tabaco; la Revolución ha creado las bases para que nuestro país aspire a vivir en el futuro no solo de esas producciones, porque no vamos a renunciar a ninguna, sino de muchas nuevas producciones, en que la calidad de nuestros productos y las ventajas de poder trabajar unidos y coordinados, nos puede permitir suministrar muchas cosas al mundo. Las mismas vacunas, cuántos beneficios han producido ya; no digo al país, le han producido al país, pero les han producido a otros países, resolviendo problemas serios de salud.
En este campo los centros de investigación son nuestras fuerzas defensoras de la salud, porque hay problemas serios en el mundo, surgen nuevas enfermedades, plagas y nosotros tenemos que desarrollar los medios para defender la salud humana, la salud vegetal y la salud animal.
Ya ustedes vieron la enumeración del programa de vacunas. Bueno, impresiona lo que hemos logrado con lo de la hepatitis; es sintética, no viene de la sangre, fue por biotecnología que se logró esa vacuna; lo mucho que hemos logrado con la vacuna antimeningocócica tipo B; las nuevas vacunas que estamos haciendo, que sean eficientes contra el cólera, o contra la leptospirosis, que cobra un número de vidas cada año en el país; la idea de nuevas vacunas de otros tipos, la idea de la combinación de las vacunas, y las vacunas tienen y tendrán una permanente importancia, porque siempre es más económico prever la enfermedad que curar las enfermedades.
Puedo citarles un ejemplo: el SIDA. Varios países en el mundo empezaron a luchar para buscar una vacuna contra el SIDA y fueron descubriendo que las dificultades son grandes, por el carácter mutante de estos virus; siguieron otras vías, también vías con productos químicos, farmacéuticos, todas las vías posibles, porque asustó mucho. Han logrado algunos productos por la vía farmacéutica, un coctel de productos —algo parecido a lo que se utiliza con la leucemia sobre todo en casos de niños—, que logran reducir la cantidad de virus, el volumen de virus. No tienen nada todavía que cure la enfermedad, pero pueden prolongar la vida de alguien que esté contagiado.
Eso lo discutieron y lo publicaron recientemente en un congreso, hace apenas unos meses, en Vancouver, Canadá, donde fueron miles de médicos o representantes de distintas instituciones, y hablaron de esos avances, que produjeron, como es lógico, cierto aliento; pero es que el costo de esos medicamentos es inaccesible para el mundo. Unicamente gente rica o países ricos, muy desarrollados, pueden hacer esos tratamientos, cuesta 12 000 dólares al año, no para curar, sino para combatir el virus y mantener un nivel que dificulte la enfermedad, porque la enfermedad se desarrolla estando presente el virus, a veces tarda un año o dos o más.
Estas son medidas farmacéuticas; pero eso no elimina la necesidad de la vacuna. Las decenas y decenas de millones de personas que en el Tercer Mundo son portadoras del virus y donde el crecimiento es incontrolable, ¿cómo pueden gastarse 12 000 dólares para tratar a un paciente?
Imagínense si hay países que tienen un millón, y los hay, y si no los hay pronto los habrá, ¿cómo tratar el millón de personas? ¡Doce mil millones! Es imposible, si mis cuentas no están mal. Multiplicando 1 000 000 por 12 000... La cifra es tan exagerada que uno no la quiere creer.
Hay que seguir trabajando en la vacuna contra el SIDA, y nuestro país está entre los primeros en esa batalla. Y lo que voy a referirles no es para ser optimista, sino simplemente para reflejar el esfuerzo que hacen nuestros científicos y cómo son nuestros científicos.
Se pusieron a trabajar inmediatamente en la búsqueda de una vacuna. Toda vacuna nueva requiere una serie de etapas, para concebir una vacuna que sea eficiente o que consideren que sea eficiente, y después vienen un montón de investigaciones y producir esa que concibieron; después vienen pruebas con ratones y todo tipo de animales; pruebas con los monos, los que más se parezcan al hombre —son etapas—, y por fin viene una etapa de pruebas que es con el hombre.
¡Imagínense la prueba de una vacuna contra el SIDA en el hombre!, pero los científicos no tienen otro camino; hacen falta personas dispuestas a prestarse de conejillo de Indias. Bueno, ya nuestros investigadores están a nivel de ensayos humanos, ya están haciendo ensayos humanos.
Teníamos cierta duda sobre si mencionábamos esto, ¿no?, para no crear falsas expectativas, puesto que una investigación de esto puede requerir todos estos trabajos y, al final, no resultar eficiente para los fines que se busquen.
Una vacuna contra el paludismo, donde ha luchado mucho un científico colombiano que ha estado aquí, amigo de Cuba, Patarroyo —que es una eminencia, es un genio en este tema de las vacunas, tiene ideas muy nuevas—, el problema que confronta su vacuna hasta ahora es el tanto por ciento de eficiencia, que no es de un porcentaje suficiente de protección.
Claro, los vecinos del Norte hicieron algunas pruebas con esa vacuna y la han impugnado con desdén, aparentemente se ha exagerado el bajo nivel de efectividad; pero es un camino. ¿Cuánto tardará en tener la vacuna con la eficiencia necesaria?
Hay vacunas, por ejemplo, contra el cólera, pero el nivel de eficiencia no es suficientemente alto. La vacuna tiene que ser eficiente en un grado alto, para brindar una real protección.
Este científico está librando una batalla tremenda. Tengo la impresión de que más tarde o más temprano logrará éxito. El ha dado conferencias en algunos centros nuestros, hemos ido a esas conferencias, y tiene algunas ideas, realmente, brillantes y revolucionarias en materia de vacunas.
Esa vacuna contra el paludismo que no ofrece todavía una protección suficientemente alta, lo más probable es que la lucha por obtenerla sea difícil y larga; pero el avance logrado es notable.
Claro, cuando se hace una prueba humana ya se han hecho toda una serie de pruebas anteriores —como dije— con animales, para ver a cuánto eleva la resistencia de los animales al virus; hablando de forma sencilla, porque puede haber dos o tres tipos o más de virus, o bacterias, y surgir otros. Los que hacen una vacuna de esas tienen que contemplar ese problema; pero no pueden dejar de luchar.
Ahora, ¿de dónde salieron los voluntarios para nuestra vacuna contra el SIDA? De los científicos salieron los voluntarios (APLAUSOS); 24 jóvenes, muchos de ellos con trabajos destacados, son los que hoy están vacunados, digamos, y son los que van a mostrar los primeros resultados. Uno de los índices muy importantes es cuánto se elevan los antígenos del virus. Ese es un acto de un gran heroísmo y de un heroísmo silencioso, pero hay muchos más que se han ofrecido. Eso es lo que significa la Revolución.
Ahí por el mundo no sé cómo se las arreglan, si van a las cárceles a buscar candidatos, o si pagan cifras de dinero grandes. Puede haber también voluntarios, no lo niego; en cualquier parte del mundo puede haber voluntarios. Nosotros tenemos 24 compatriotas que ya están participando en la fase de los ensayos humanos de la vacuna, calladitos y sin publicidad.
Advertí ya con toda claridad lo difícil que es un proceso de ese tipo y los muchos riesgos de que no se logre inicialmente lo que se busca; pero luchando y luchando se alcanzan resultados. Claro, todo el mundo comprenderá que esos compañeros son objeto de una observación especial y que se toma en cuenta todo lo posible el riesgo para reducirlo al mínimo. Pero qué hermosa tradición la de nuestro país; en un país que tiene hombres y mujeres como esos se puede confiar, se puede confiar.
Yo no tengo ninguna duda de que eso va a ir marchando bien y que no peligrará la vida o la salud de esos compañeros. Peligro hay, lo que quiero decir es que logremos evitar que se enfermen.
Hay una anécdota que he oído alguna vez, que cuando Finlay, ustedes que conocen mejor los detalles, él se había ofrecido para usar la vacuna, ¿llegó a hacerlo o no? ¿Qué tú sabes de eso Rosa Elena? (Explica Rosa Elena Simeón que quien primero le puso la vacuna a su hijo fue Romay, que introdujo la de la viruela para el control de esta enfermedad en el país, y que Finlay cogió un mosquito infestado en un tubo de ensayo y se lo puso para que lo picara para demostrar que era este el que trasmitía la fiebre amarilla.)
Un mosquito infestado ya, y, sin embargo, no se enfermó (Expresa que al parecer la dosis usada en él no fue suficiente, aunque se enfermaron su hijo y otras personas).
Yo he oído esa anécdota, hay que rebuscar en la historia porque tiene un antecedente, lo que hizo Finlay. Lo que han hecho nuestros científicos es ya una cosa tan honrosa, tan admirable, tan valiente (Explica Rosa Elena que Finlay se inoculó el virus no con una jeringuilla, sino con un mosquito y se enfermó).
Me falta por decir que cuando la meningocócica los trabajadores del "Finlay" se prestaron también, e hicieron las pruebas de la vacuna antimeningocócica.
Cuando se dan las situaciones estas en que hace falta un ensayo humano en determinadas vacunas, siempre se necesitan voluntarios, ¿qué otro día mejor que este para contarles lo relativo al hecho de que ya estamos en la vacuna contra el SIDA en la fase de ensayos humanos? (APLAUSOS.) Y me parece que lo que les he explicado sobre el tema cumpla el objetivo de no despertar expectativas, o la idea de que ya tenemos la vacuna, sino que hemos dado un importantísimo paso en esa y en otras.
Mientras hablaba Sierra de las vacunas, del potencial que tienen y de la realidad de que la vacuna es la medida más segura y la más económica, recordaba que, por ejemplo, en días recientes leí que hay una gran epidemia de lo que llaman influenza allá en Estados Unidos y que en el 99% —decía el cable— de las pruebas que se hacían aparecía un virus de un grupo que se llama A(H3N2) —para los trabajadores de la vacuna, lo que aparece es un A(H3N2), me fijé bien para que no se me olvidara la clasificación del virus—, que parece que está bastante extendido.
Ese virus ha costado, en un número de años, unas 400 000 vidas, porque las gripes esas se riegan bastante. Recomendaban en los asilos, porque hace un especial daño, según la edad, usar una vacuna contra ese virus, ello indica que al parecer esa vacuna existe, porque la recomendaban como tratamiento preventivo en asilos y hogares de ancianos. A través de los sistemas de información, Rosa Elena, la gente puede averiguar todo lo que se sepa sobre ese virus. Aconsejaban también dos medicamentos antivirales, que decían que eran efectivos si se aplicaban en los dos primeros días de la presencia del virus; eso no le da tiempo a nadie, la gente pierde una noche en descubrir los síntomas y es muy difícil. Por eso ahí también ellos recomendaban la vacuna, pero estas eran las fórmulas de tratamiento, y, desde luego, estar advertidos y diagnosticar rápido.
Todo el mundo habrá oído decir que por ahí andaba una gripe fastidiando bastante. Le ponen distintos nombres, no se sabe si es la misma u otra.
Después de la Primera Guerra Mundial, los millones de personas que murieron de la influenza fueron casi tantas como las que murieron en la guerra.
Ya que se habló de las posibilidades de la vacuna, yo recomendaría que se estudiara también la información que exista sobre esa vacuna, y se piense en las posibilidades de que nosotros defendamos a la población, en parte, por ese procedimiento; porque ese tipo de enfermedades mata gente, y a mucha gente, en ocasiones, se le transforma en una neumonía, aparece con fiebres largas, prolongadas y es peligrosa. Cito esto como un ejemplo de lo que se decía sobre la importancia de la vacuna y el enorme potencial que queda todavía.
En las ideas de este científico colombiano, ya no trabajarían en el futuro con partículas de virus, sino que utilizarían unos procedimientos de la química para producir determinados elementos que bloquean el efecto del virus; eso permitiría la producción ya de vacunas que no partan ni del virus, ni de la bacteria. Por eso, realmente, si tales ideas prosperan, sería una revolución lo de la vacuna.
Pero yo estoy convencido, y más convencido todavía que Sierra —y de verdad que Sierra no daba señales de ninguna duda—, de que la vacuna tiene un enorme potencial por delante. Además, aparecen nuevas enfermedades.
También se habla de una enfermedad bastante fastidiosa que ha aparecido en unos cuantos países, que es ocasionada por una bacteria, una Escherichia, que dicen que está en el organismo, que suele estar en los intestinos de manera normal, pero que en determinadas condiciones se hace patógena; sobre todo, hablan de una que dicen que es 0157.
Averigüen sobre la Escherichia 0157, reúnan información de todo eso, que más vale ir previniendo las cosas de hoy y de mañana, y ya que tienen tanto entusiasmo como el que han demostrado aquí en este foro, les podemos dar más tareas, aunque no esté en los 12 puntos que tienen ellos en el proyecto de Rosa Elena. Hay que estar preparados, hay que estar preparados siempre para abordar cualquier tipo de enfermedad.
Fíjense cómo nos sorprende el misterio de la neuropatía, cosa muy rara también, rarísima, y de todo eso recogimos bastante información, porque eran constantes las reuniones, los análisis y las pruebas. Sobre la marcha hubo que librar la guerra de la neuropatía, que apareció de una manera rara en un lugar y después por otro. Todavía guarda misterios, pienso que tiene que haber ejercido una influencia grande para superarla el programa de suministro masivo de vitaminas que hicimos, sobre todo de la B. Había alguna gente que se la echaba a los pollos (RISAS), porque siempre hay gente que le gusta cometer irresponsabilidades. Claro, estaba gratis, ahora se cobra barato, y recauda; un número elevado de personas la consumen, pero tenemos que seguir insistiendo. Pienso que desempeñó un papel, pero no está totalmente esclarecido el misterio. Se luchó, se buscaron procedimientos de todas clases, se hizo un trabajo colosal en relación con esa epidemia hasta que pudo dominarse.
La del dengue fue otra de las grandes batallas, y ese dengue no tiene explicación que apareciera por nuestro país. Ahora cuando tienen dengue por ahí en países de América Latina, nos piden colaboración, nos piden información, nos piden ayuda. Pero el dengue fue una batalla tremenda hasta que se ganó; hubo que perseguir los mosquitos esos, uno por uno casi: en cada botella, en cada goma, en cada tanque —no tanque de guerra (RISAS)— medio vacío que anda por ahí, dondequiera que hay un tanque de agua de consumo, sin tapa. Fue todo el pueblo organizado, y quizás una de las luchas más tremendas que haya librado el país.
Podría aquí incluir el hecho real de que la política de llevarnos los médicos y las agresiones biológicas que hemos recibido, fueron de los elementos que impulsaron el programa de formación de médicos, realmente eso lo impulsó; sugería eso antes, pero fue así: hemos tenido que enfrentarnos a eso. Los imperialistas estuvieron un montón de años preparando las guerras química, bacteriológica, nuclear; no les alcanzaban decenas de miles de bombas nucleares y querían las bombas biológicas. Todo esto nos obligó, desde luego, a esforzarnos y a hacer realmente esfuerzos especiales.
Creo que estaba hablando antes de las vitaminas B, que alguna gente no las tomaba y se las echaba a los pollos; que no podíamos descuidarnos, que teníamos que seguir insistiendo en el uso de esas medidas, porque toda la gente no reacciona con el mismo sentido de responsabilidad, tiene el medicamento y no lo usa. Hay que crear una mayor cultura en este problema de la medicina; una gran parte de la gente se automedicamenta, y el que esté limpio de pecado que tire la primera piedra (RISAS).
Hay quien no sabe si escoger una aspirina, un feldene o una cosa de esas, se arreglan un dolor de huesos y se complican el estómago y les sale una úlcera en el duodeno y todas esas cosas; porque, como ustedes saben bien, creo que los primeros que se automedicamentan son los médicos. Y hacen muy mal, porque deben ir a ver a gente que sepa de eso (RISAS).
Sobre el movimiento del foro, creo que aquí se ha dicho más que suficiente, sobre su fuerza, sobre la mejor calidad, la mejor organización, los mejores resultados.
Hemos hablado del aspecto médico, pero por ahí hay algunas de las cosas de índole industrial y económica que se han hecho que tienen una enorme importancia. El problema de la solución del gas, de los compañeros de Santiago de Cuba; el problema del estudio de los tubos de las calderas, cuánto significa eso; las máquinas nuevas que han hecho en Holguín, cuánto no significan de ahorro de combustible, de incremento de la productividad del trabajo. Y lo que hay que hacer en los centrales azucareros es un mundo.
Este año, para esta zafra, hemos logrado, por lo menos, que tengan comunicación todos los centrales dentro del central. Antes había algo y tenía que salir un hombre corriendo con un mensaje; estaban como nosotros en la Sierra Maestra: un mensajero corriendo de un extremo a otro del central para dar el detalle tal y más cual. Ahora todas esas áreas van a estar comunicadas, cualquier dato se trasmite de inmediato; pero van a estar comunicados con todos los centros de acopio, van a estar comunicados con las UBPC cañeras, van a estar comunicados con los pelotones de combinadas y de transporte, así que habrá una comunicación total. Y no crean que fue grande el gasto; pero se ha logrado para este año una comunicación total, lo cual debe rendir mucho en ayudar a evitar interrupciones, en buscar un mejor aprovechamiento de la caña, de los jugos.
Aquí se mencionaron inventos que pueden significar algunos de ellos decenas de millones. De algunos no se ha hablado, que están haciendo también los investigadores; pero, incluso, hay algunos por ahí —no los voy a mencionar, no es conveniente todavía mencionarlos— de carácter industrial que pueden significar para el país cada año un ahorro de 40 millones de dólares.
Ya estamos viendo la ciencia convertida no solo en algo que ayuda a salvar vidas, a aliviar el dolor, a resolver problemas muy humanos, sino que puede significar importantes ingresos para el país. Claro, todo eso hay que patentarlo, protegerlo dentro de lo posible; apoyarnos en las organizaciones mundiales, porque —como ustedes saben— cualquier cosa que inventemos nosotros nuestros vecinos del Norte pueden copiarlo inmediatamente, y no solo nuestros vecinos del Norte; ellos protestan bastante de que les copian y tienen litigios con otros países. Pero, ¿qué respeto van a tener por una invención nuestra? Es por eso que siempre hay que estudiar todo lo de las patentes, y en la patente hay que decirlo todo.
Hay algunos resultados científicos: figúrense, ¡cuarenta millones una sola cosa! Y, desde luego, si hubiéramos podido comercializar algunas de las potencialidades que tenemos y que han chocado con barreras fuertes fuertes fuertes, de las que tienen los países industrializados —veremos cómo se comporta todo eso ahora con la famosa organización mundial de comercio, ellos tienen todo tipo de barreras: arancelarias, no arancelarias, requisitos tremendos que no hay quien los cumpla o los pueda cumplir—, lo que nosotros estaríamos obteniendo hoy ya del trabajo que se ha hecho sería tremendo.
Creo que la vida nos ha enseñado bien, pero muy bien, la importancia de este esfuerzo que se ha hecho; pero no es solo el aspecto técnico de la cuestión. Ya aquí se dijo por varios compañeros que el foro era un poderoso movimiento político e ideológico; sirve para demostrar el nivel de conciencia, de unidad, de integración que hay en nuestro país.
Yo citaba el caso de los voluntarios, pero habrá otra cosa que pasará a la historia para elevar la imagen, el mérito y el honor de los científicos, y es el dato que nos dio el compañero de las brigadas técnicas sobre eso, su recogida de una ayuda para el festival, algo que él dijo, que todos nos reímos aquí, cuando dijo que recaudó 1 200 pesos y 15 centavos en divisa —parece que alguien tenía 15 centavos...—; lo que no dijo entre cuántos lo recogió. Esa es una de las cosas más maravillosas que se han dicho, porque están demostrando que estos hombres y mujeres que están aquí, estos trabajadores de las ciencias, no tienen divisa (APLAUSOS), no tienen moneda convertible, con ese noble y valiosísimo trabajo; reciben su modesto salario en pesos.
Lo más que podríamos decir es que si eso ocurre hace año y medio, 1 200 pesos habrían sido más o menos 12 dólares, a 100, no cuando estaba a 150; tú podías cambiarlo, en esa época no existían las casitas de cambio, tenías que ir a la bolsa negra, pero en bolsa negra conseguías 12 dólares. Hoy, por esos 1 200, si vas a una casita de cambio de esas, sin violar la ley —aunque no se lo recomiendo a nadie—, obtienes 60 dólares. Es decir que esos pesitos nuestros, y gracias al esfuerzo de estos dos años, valen algo. Antes estaban a 150 por un dólar, ahora está alrededor de 20, por ahí, en unos lugares un poquito más y en otros un poquito menos. Y tenemos que seguir luchando para que esos pesos valgan más o para que un día les podamos dar más pesos a nuestros trabajadores.
Hay determinados sistemas de estímulo, como ustedes saben, los tienen los cañeros, los mineros, es un número relativamente alto, y no todos los científicos, pero algunos lo tienen. No es mucho, es modesto, es casi más que nada una muestra del aprecio por los científicos; pero es que todavía no se lo han dado este año. Es tan poquito, que yo habría recomendado que no les pidieran nada a los científicos, porque si ponían sería un peso convertible. Claro, al final del año es la única vez que reciben.
En la medida en que el país pueda, tiene que ir mejorando las condiciones de vida de todos, y no serán olvidados ni pueden ser olvidados los científicos; pero los 15 centavos que te dieron —ya no hablo de los pesos cambiados en las casas de cambio que puso el banco—, los 15 centavos esos no se me olvidarán jamás, ¡jamás! (APLAUSOS.) ¿De dónde sacan 15 centavos nuestros combatientes? Va y hasta un tanque de esos que ya no les sirvan para el combate, y debe haber muy pocos de esos tanques, esos hasta le pueden regalar un tanque, porque tienen tantos..., pero divisas para el festival. Ah, la colaboración de ellos en todo lo que necesiten sí la tendrán. Por eso hay cosas que son símbolo de cómo han trabajado.
Ya un día tendremos más, pero lo tendremos por lo que estamos haciendo hoy, por este trabajo de que hablamos.
¿Saben quién tiene algunas divisas? Un señor que estoy viendo delante de mí aquí y que le dieron un premio como centro destacado, Gómez Cabrera. Pero, ¿saben por qué?, gracias a la ciencia, gracias a la calidad de los médicos que tiene allí en "Hermanos Ameijeiras", y porque un número pequeño de habitaciones se dedica al llamado turismo médico, que es sencillamente exportación de servicios médicos, con los cuales recaudan algún dinerito que lo dedican a reparar equipos.
Hay un número de hospitales en nuestro país, unos recaudan más, otros recaudan menos, donde se estableció la norma de que dejaran un poco de capacidad para exportar servicios médicos que se cobren en divisas y ayuden al mantenimiento de los equipos, del hospital en general. Ojalá podamos ampliar eso, pero siempre se ha explicado la cuestión, y hay unos cuantos hospitales buenos: el "Frank País" tiene, el CIMEQ tiene, pero no se aparezcan por allá a pedirles, porque no les van a dar nada, eso lo necesitan para equipos y medicinas. Hay algunos hospitales que se autosuministran de medicinas y de los gastos en divisas, y hay algunos que aportan al país, porque algunos fueron construidos para eso.
Se construyó un centro de investigación de ozono, al lado había un politécnico que ya no se necesitaba, porque se construyó el otro al lado de la industria alimenticia y allí donde estaba el politécnico Ejército Rebelde hay un hotel hoy que es una maravilla, y ese debe recaudar y ayudar a la nación.
A la medicina le hemos dado tareas que ayuden a buscar recursos para salud pública, para medicamentos y algunos equipos; no para todo lo que necesitan, es imposible. Está priorizado absolutamente el servicio nacional.
Le hemos pedido también a salud pública que recaude, y recauda. Tienen un gran prestigio los médicos cubanos en el mundo. Un solo país que visitó en estos días nuestro Ministro de Salud ha solicitado 600 médicos. Los pagan, naturalmente; claro, precios razonables, no los precios esos que cobran los países ricos. Nosotros, afortunadamente, podemos ayudar cuando enviamos médicos de calidad y cuando los costos de ese médico son mucho menores para el país. Ya tiene más de 200 allí, dicen que tienen un prestigio esos médicos tremendo. ¿En cuántos lugares diferentes? (Dotres le informa que en nueve lugares.) ¿Y a cuántos lugares van a mandar en definitiva? (Le dice que a 25 lugares, incluyendo la docencia médica.) Tienen una población grande, pero no hay médicos, el apartheid no formaba médicos para la población africana.
Esos son recursos que se han ido acumulando, y siguen graduándose médicos, porque no podemos cerrar las escuelas de medicina, reducir sí; hoy el ingreso no es de 5 000 ó 6 000, es de 2 000.
Los médicos tienen otra cosa, que no hay quien retire a un médico; no se retiran nunca, porque ellos creen que más sabe el diablo por viejo que por diablo (RISAS), y que mientras más años, más sabe el médico. No se pueden hacer cálculos: ingresan tantos, salen tantos. Es verdad que muchos están en la plenitud de sus conocimientos a una edad determinada, los perdería el país; pero ya se ha reducido a un tercio, más o menos, el número de estudiantes que ingresan en las escuelas de medicina.
También, desde luego, hay una selección todavía más rigurosa para ingresar, y tenemos que estar prevenidos, siempre hay alguno que quiere emigrar a otras tierras, y nadie se pone a llorar cuando eso ocurre; siempre duele, pero no se llora por eso, es la ventaja de tener esa tremenda reserva de médicos que tenemos y que no la tiene ningún otro país, y no solo una reserva numerosa de médicos, sino una reserva de hombres y mujeres de una gran calidad humana, política y revolucionaria, que es lo que más nos importa. Por eso cuando se da el caso de aquel, que no es capaz de sostener esas virtudes, es mejor que entre un muchacho nuevo, con más vocación, con las cualidades necesarias y se gradúe. Así que en este campo de la medicina estamos en excelentes condiciones.
Les estaba diciendo que no era solo el aspecto técnico. Escuché con mucho interés lo que decía Ulises en sus breves palabras en que se refería a lo ideológico, a lo político, especialmente lo que quiso expresar cuando habló de esos parámetros o perfiles en el hombre. Al referirse a la defensa, él decía, con mucha razón, que la defensa es tarea de todo el pueblo y mencionó esa frase de que "lo importante no es tener todas esas armas —cuando mencionaba las del desfile, o las de la exposición—, sino el hombre que emplea esas armas".
Cuando él dijo eso, por mi mente pasaron unas cuantas ideas. Uno lee y trata de informarse de lo que hace el enemigo, y el enemigo trata constantemente de perfeccionar su armamento todos los días inventando una cosa nueva; no hay que preguntar para qué, quieren ser dueños del mundo, imponer la voluntad al mundo con su poderío económico, político y militar; no rebajan los presupuestos, prácticamente los aumentan, presupuestos de guerra colosales cuando ya no existe el campo socialista, cuando no existe la URSS, y quieren ampliar la OTAN y quieren mezclarse cada vez más con los problemas del mundo. Para eso quieren esas armas y para eso tratan de perfeccionarlas cada vez más. Y hay que seguir de cerca cada cosa nueva que ellos tienen, no para asustarnos, no, sino para perfeccionar nuestras ideas y nuestros conceptos, incluso nuestras armas.
Ya ahora tienen que buscar un chaleco antibalas más fuerte que los chalecos esos, que los inflan bastante, parecen globos inflados muchas veces cuando aparecen en la televisión llenos de cananas, bolsas por delante, bolsas por detrás, chalecos que protegen, cascos también lo más resistentes posible. Ya nuestros inventores, nuestros innovadores han hecho un fusil más eficiente todavía.
Ellos quisieran hacer todas las guerras que pudieran, y muchos políticos norteamericanos, por buscar votos, son capaces de hacer cualquier guerra, matar a cualquiera; pero no quieren que haya norteamericanos muertos en esas guerras. Ellos quisieran unas guerras en que el hombre no sufriera nada, es lo que buscan con todo ese armamento y armas inteligentes para tirar por aquí y por allá. Pero esos problemas plantean a los compañeros nuestros, estrategas y tácticos, la búsqueda de fórmulas con las cuales neutralizar todo eso, y de verdad que impresionaban algunas de las armas que estaban allí en la exposición o que desfilaron.
Hay que seguir sin tregua en la búsqueda de información sobre las características de cada arma nueva que hagan, porque van a seguir haciendo armas nuevas; tenemos que seguir nosotros pensando cómo las neutralizamos, cómo las contrarrestamos, porque siempre habrá una forma y esa forma está en la cabeza y en el corazón de los hombres.
Si uno se pone a comparar la cantidad de armamentos que tienen, los recursos, no hay comparación; pero cuando nuestro pueblo empezó la lucha contra Batista en el Moncada, los fusilitos nuestros eran los fusilitos-22, magnífica arma, sin embargo, para la misión que tenían. Claro, a una distancia determinada ya, un Springfield tiene todas las ventajas, lo que uno no se puede poner al alcance del Springfield, sino procurar acercar al enemigo al alcance del fusil-22, porque puede venir un hombre de esos llenos de chalecos de todas clases, pero el día que se le ocurra bañarse en un río o ir al baño, empieza a ser vulnerable el hombre a armas que alcancen.
Nosotros también usamos un arma tremenda cuando el Moncada, que fue la escopeta calibre-12, con nueve balines por cartucho, que se disparaban todos en un segundo, los nueve balines; era semiautomática, pero eran nueve proyectiles mortíferos, en dependencia de la parte que pudiéramos afectar. A veces me he puesto a pensar que —era un número de escopetas y fusiles— hasta con menos se habría podido hacer; pero nosotros nos pusimos muy ambiciosos y queríamos tomar dos cuarteles ya, e impedir que pudieran llegar refuerzos por la carretera, tener dos posiciones: Bayamo y Santiago de Cuba, ya tenían que venir por tren, queríamos dificultarles la llegada. Sin embargo, se hubieran podido concebir otras tácticas y hasta otras estrategias con aquellas armas, que no incluían morteros, ni bazucas, ni ametralladoras calibre-50, ni mucho menos cañones, tanques o aviones.
Nosotros no podíamos ponernos a pensar en el enemigo que teníamos ni en el armamento del enemigo que teníamos, sino en cómo usar aquel armamento contra aquel enemigo. Y después la vida demostró que no podían derrotarnos.
Se acaba de conmemorar en Cinco Palmas el encuentro de las primeras siete armas con que reiniciamos la lucha.
Lamenté mucho no estar en aquel acto, lo vi todo con mucho interés y muchos recuerdos por la televisión, y la verdad que eran siete armas nada más, después se recogieron algunas que alguien había dejado en algún lugar.
Habría que preguntarles a los historiadores, que saben más que nosotros de lo que nosotros hicimos, porque esos llegaron temprano, hablaron con el guajiro tal, más cual, el otro, les preguntaron de todo y apuntaron. Y si a uno le preguntan: "¿A qué guajiro vio el primer día, cómo se llamaba?" Bueno, la verdad es que aquello estaba muy apretado, estábamos muy apurados después de aquel cruce por las lagunas aquellas infernales. No nos quedaba el recuerdo, fue una cuestión casi de minutos que estuvimos allí. Bueno, quizás fue un poco más, porque traíamos tanta hambre que creo que pusimos a hervir unas yucas ahí. No tardaron en aparecer los bombarderos B-26, por poco digo AN-26 (RISAS). Pero el historiador se acuerda de todo, hasta de lo que se hizo exactamente, porque lo fue recogiendo a lo largo de un montón de años, y conoce a todo el mundo y todo lo que pasó.
Les decía que fuimos recogiendo unas pocas armas. A veces me decía: ¡Caramba, si nosotros hubiéramos podido empezar esa guerra con veinte armas!
Ahora, lo mejor que teníamos era el grupo de hombres que estaban allí dispuestos a seguir la lucha y el número de cuadros. Desgraciadamente perdimos muchos buenos cuadros, fue el daño mayor, no las armas. De aquel pequeño grupo salieron muchos jefes destacados, y hubieran podido salir un buen número adicional de jefes destacados, porque había compañeros muy buenos en el "Granma".
El día de la reunión fue el 18 de diciembre. No había transcurrido un mes desde entonces, realizamos la primera acción, porque en ese momento lo que teníamos era el dolor y la irritación del daño que nos ocasionaron en Alegría de Pío, el revés de Alegría de Pío, que fue consecuencia de la falta de experiencia. Ahí nos habrían hecho falta cosas que aprendimos después.
Realmente fue una concesión al exceso de cansancio, porque habíamos escogido un lugar, yo mismo exploré y escogí un lugar que era en el bosque, en la orilla del bosque; pero el terreno en el bosque era muy rocoso, diente de perro. La gente venía muy agotada, teníamos a todo el ejército por delante, había que esperar la noche —incluso en ese momento estábamos los 82—, que había que romper la línea esa de Pilón-Niquero, y ahí concentraron todo lo que tenían, y enviaron además otras tropas a perseguirnos dentro de aquel cerco.
El lugar era perfecto, allí era donde había que haberse quedado; pero estaba enfrente, como a 150 ó 200 metros, un pequeño bosque, de tierra suave, donde la gente podía descansar. Y digo que había un número grande de compañeros que estaban realmente agotados, por la falta de alimentos, porque el hambre empezó desde allá, desde México. No hubo tiempo, nosotros salimos bajo una persecución feroz, y lo que había que llevar eran las armas, las balas, no pensábamos en otra cosa; agua y combustible, llenamos de tanques el "Granma" para que pudiera hacer la travesía. De la comida nadie pudo ni ocuparse: naranjas, algunos jamones, galleticas y nada más. Eso había sido el 24, hasta el 5 de diciembre, que fue Alegría de Pío.
He pensado mucho que si nosotros nos quedamos en la posición primera que habíamos explorado, fusilamos el batallón; pero una fusilada completa: 82 hombres que tiraban bien, más de 50 mirillas telescópicas, y el camino por donde nos venían persiguiendo pasaba delante del borde ese del bosque grande. Ahora, otro error: las postas muy cercanas.
Las postas había que haberlas puesto a 500 ó 600 metros, por lo menos, y estaban apenas a 50 metros. No se percataron, realmente el enemigo tira primero. Había mucha gente descalza, se habían quitado los zapatos, la mochila... Estaban descansando y empezaba a ser tarde. Los aviones entreteniendo, pasando incesantemente en vuelo rasante sobre el pedazo de monte aquel, que tendría dos hectáreas. Tuvieron todas las ventajas, la responsabilidad nuestra, los errores nuestros, cualesquiera que hayan sido los factores que determinaron... Si no tienen esa suerte, ya hubiera querido yo imaginarme nuestros 82 hombres disparando sobre aquel batallón en fila.
Después eso lo hicimos, más tarde, muchas veces; pero no eran 82 tiradores de primera, con aquel armamento que teníamos en ese momento. Es decir, habría sido, si lo comparamos, algo parecido a la batalla de Palo Seco. Habría sido un Palo Seco lo del batallón, que era un batallón de La Cabaña que estaba allí.
Uno recuerda todas esas cosas, cómo habrían sido de diferentes. Cuánto tiempo dura la guerra si eso pasa, porque la desmoralización en el resto de las tropas habría sido de correcorre generalizado si les liquidamos un batallón completo en cuestión de minutos. La guerra se prolonga después; bueno, hubo que hacer un aprendizaje, a partir de condiciones más difíciles, que fueron estas de las que hablo.
Pero fíjense, Cinco Palmas el día 18. Yo decía que en ese momento lo que queríamos era desquitarnos lo de Alegría de Pío y estábamos buscando dónde había una tropa para darle el primer golpe.
Primero habíamos pensado en Pilón, que no estaba muy lejos de todo aquello por allí; pero realmente la gente que tenían, las medidas que tenían de defensa y todo eso no lo hacían aconsejable. Por dondequiera estuvimos buscando el punto, hasta que descubrimos una patrulla dedicada a desalojar campesinos y a matar gente, porque allí había una compañía que reclamaba todas aquellas tierras, ya los guardias nos consideraban a nosotros liquidados y estaban dedicados a perseguir a los campesinos, y fue cuando localizamos el punto.
Entraban a la Sierra y venían para la orilla de la costa, en La Plata; pero casi un mes exacto después de Cinco Palmas, el 17 de enero, le dimos el primer golpe y todo el mundo muerto o herido, no porque nosotros quisiéramos matarlos a todos, nunca seguimos una política de guerra de ese tipo, pero es que no se rendían. Claro, pensarían que si se rendían los matábamos, o algo de eso. Estaban en dos casas, allí se atrincheraron bastante, hasta que al final, con una Thompson de esas, con una ráfaga completica —creo que era Fajardo, entonces, el que tenía el fusil ametralladora aquel—, y como ellos estaban tendidos en el suelo, tenían la protección, porque estaban en el suelo.
Si ustedes me perdonan por hacer una referencia personal, les digo que le pedí prestada la Thompson aquella al compañero con un peine completo, me puse de pie y les hice un baño de disparos, porque llevábamos ya como 40 minutos y no se rendían, no se sabía cuánto podía durar aquello.
La ráfaga prolongada en plano inclinado sobre una gente que está tirada en el suelo, ya fue casi el efecto final y empezaron a hablar de rendirse. Se rindieron y, donde esperaban la muerte, les atendimos a los heridos inmediatamente, les dejamos nuestras medicinas, dejamos a algunos de los que estaban en mejores condiciones que los atendieran, les ocupamos las armas, 10 ó 12 armas —no recuerdo exactamente—, y ya nuestro grupo estaba llegando a 30; y cinco días después, con 30 combatientes, al pelotón de paracaidistas de Sánchez Mosquera le hicimos una encerrona casi perfecta y tuvieron suerte y habilidad, al no liquidarlos completo, porque venían de vanguardia de una columna de 300 soldados con Casillas. Eso fue en los Altos del Infierno, el lugar ese, y allí, no les voy a contar detalles, donde hicimos un cerco total, se metió nada más que la vanguardia, y no toda la vanguardia, una parte de la vanguardia.
Ya sabían que estábamos allí, pero bien camuflados detrás del cerco no nos detectaban. Entonces, los batimos liquidando a los que habían penetrado. Allí es donde el Che ocupa un Garand. No pudimos ocupar más porque eran tantos soldados los que quedaron fuera que la situación se tornaba peligrosa. Duró como media hora el combate. Eramos ya 30 hombres y obteníamos la segunda victoria en cinco días.
Después tuvimos momentos muy difíciles, por la traición del caballero que tanto hemos mencionado. Ya cuando fueron al Alto del Infierno iba él. El escenario era una ladera pronunciada con un pequeño arroyo, donde un campesino tenía un conuco y había dos casas de guano. Al final, el traidor, incluso, les da un buen consejo, les dice: "No vayan por aquí, tomen el alto", porque nosotros no estábamos en el alto; es decir, tomen la cordillera maestra, la que separa el río Palma Mocha del río de La Plata. El les dijo lo que tenían que hacer, porque era nuestro lugar de retirada, y cayeron en la trampa. Es que nosotros íbamos bien. Es verdad que en otro momento por poco nos eliminan, pero ya fue la consecuencia de la traición, a pesar de que andábamos con mucho cuidado.
Tres veces condujo él las tropas a donde estábamos nosotros; incluso, les decía la táctica. Guajiro bicho, decía: "Por aquí es que se van, tomen estos lugares"; pero Casillas y Sánchez Mosquera no le hicieron ningún caso. Ellos cometieron errores; pero, mientras tanto, fue nuestro aprendizaje.
Es la idea, decía que quizás con 20 fusiles se habría podido comenzar. Ellos lo tenían todo, el avión se aparecía en cualquier momento sobre nosotros. Decíamos: "¡Mira que estos aviones ven y saben!", y es que tenían a Eutimio diciéndoles por dónde estábamos, dónde nos habíamos quedado. Es terrible eso. Nos hizo mucho daño, porque cuando ya íbamos por 30 y llevábamos un paso magnífico, la traición nos hace retroceder otra vez, hasta que llegamos a ser un número como de 12; otra vez 12. Claro, no perdíamos armas, ya no perdíamos armas, porque quedaban guardadas en algún lugar, o en manos de algún extraviado o enfermo.
Vuelven a producir una dispersión y nos dejan con 12. Conclusión, ¿para qué toda esta larga historia que les estoy haciendo? —aunque yo sé que a todo el mundo le gusta que le hagan cuentos, yo lo que les estoy contando no es una ficción; sí, hoy parece una ficción, pero pasó así como les estoy contando—, para dar una idea: ¿Qué éramos frente a aquel ejército que queríamos derrotar? ¿Qué era lo que decidía, las armas o el hombre, los soldados, los combatientes?
Si un día el imperialismo viniera con todos sus chalecos, ya no hablo de sus armas nucleares, hablo de los chalecos, porque es lo que me parece más ridículo —nosotros no hemos podido conseguir. Bueno, hemos conseguido un número determinado de máscaras antigases y todo eso; pero esos son secretos militares que ustedes tienen que yo no estoy actualizado en eso, ni autorizado para hablar de eso (RISAS)—, con todos sus aviones y sus armas inteligentes y sus acorazados y todo lo que quieran, estoy absolutamente convencido, como lo están ustedes, de que los podemos derrotar, ¡absolutamente convencido de que los podemos derrotar! (APLAUSOS.)
Las armas no van a decidir, nosotros no tuvimos un solo avión en esos 25 meses de guerra; solo dos o tres tanques que les ocupamos y eran ligeros, unos cuantos morteros 81 y algunas bazucas que les ocupamos. Cuando la última ofensiva les ocupamos la bazuca que llevó el Che en la invasión. No sabíamos ni manejar las bazucas, a decir la verdad; teníamos que buscar un guardia que de buena voluntad nos diera una clase de cómo se enganchaban los cables esos de la bazuca americana.
Para no dejar de hacer disparates, un día fuimos a disparar un proyectil de mortero 81 con cartucho de escopeta: lo llenamos de pólvora de escopeta, sin saber que era diferente; estábamos en un altico así (señala) —menos mal que fuimos prudentes—, y aquí había un bajío... Bueno, ¿cuántas cargas adicionales había que ponerle? Nosotros queríamos ver cómo se disparaba el mortero y qué alcance tenía con el cartucho, hacer los cálculos, no teníamos ningún tipo de tabla, y cuando con el cartucho de escopeta —porque andábamos escasos, lo habíamos ocupado, teníamos un número de cartuchos escasos— quisimos encontrar una solución guerrillera, como éramos tan malos innovadores (RISAS), como no los teníamos a ustedes ahí, disparamos el mortero 81 con ese cartucho, hace: ¡puf! y cae unos metros más adelante. Creo que nos habríamos salvado, porque nosotros lo habíamos puesto, como dije, en el borde de un altico y había como dos metros para ver si explotaba. Después, cuando "La Coubre" y todo eso, contaron que eso tiene un doble seguro, que tiene que caminar un trayecto para que explote, todas esas cosas que nosotros ignorábamos totalmente. Pero fueron algunas de esas armas que ocupamos. Más del 90% de las que utilizamos se las arrebatamos al enemigo.
¿Qué entrenamiento recibían los hombres que se incorporaban?, no podíamos gastar una bala, en seco, práctica en seco: párate ahí, que apunta, que mira, que cuando esta raya pase por aquí o por allá, y vuelve otra vez. No se explica cómo nuestros hombres ganaban las batallas, porque no recibían ninguna práctica de tiro que no fuera teórica. Ahora, comparen los millones de personas que en este país saben tirar, comparen los millones de personas, y que manejan cualquier tipo de armas o descubren cómo se maneja alguna nueva que llegue. ¿Cómo pueden? ¿No pueden? Pero ahí, lo que decía Ulises, depende de un concepto: La guerra de todo el pueblo; el hombre y el concepto es el antídoto de todo ese arsenal que tienen y que siguen incrementando, porque no podrían frente al concepto de la guerra de todo el pueblo. Por eso es tan importante mantener elevada la moral de los combatientes.
Ellos se encontrarían un hormiguero y una táctica variable, rica. La guerra de todo el pueblo no es más que el comienzo. Todos los entrenamientos que ustedes han hecho con el pueblo no es más que el comienzo, el aprendizaje viene luego; entonces, no podrían.
Siempre que veo los documentales de las prácticas que se hacen, que son interesantes, que están bien hechas, porque hasta los tanques se pueden usar en una guerra de guerrilla: adaptarse al terreno, adaptarse al enemigo, a sus armas y hacer que todas esas ventajas que tienen se anulen; porque ellos deben saber, y nosotros debemos garantizar, que cualquier invasión a nuestro país significaría para ellos pérdidas muy grandes, impagables. Eso lo tenemos que garantizar, se les haría imposible la victoria en esas condiciones.
Hay que seguir innovando y hay que hacer lo que sea necesario para que esas armas, que son para la guerra de todo el pueblo, se sigan incrementando, se sigan desarrollando; las tropas especiales, con preparación especial para cualquier misión. No pueden, eso es seguro; ahí es donde está la imposibilidad de ellos.
También creían que se hundía el país cuando cayó la URSS y el campo socialista, y vean qué reunión acabamos de dar y cuántas perspectivas surgen. Mantener eso, mantener —como decía Raúl el día del centenario de la muerte de Maceo— esa unión estrecha.
Ustedes aquí en este foro han podido ver lo maravilloso que es la unión, la cooperación, la integración, cómo todo es posible si se alcanza eso. Creo que uno de los grandes aciertos de la Revolución es haber mantenido esa unión, no haber caído en disquisiciones tontas ni en ilusiones de ninguna clase.
Vamos a mantener lo que tenemos y de la forma en que lo tenemos, a pesar de medidas, aperturas que hemos tenido que hacer, etcétera. Renunciar a nuestra doctrina y nuestra causa socialista es como entregarse en manos de las fieras que no querrían ni que se supiera dónde están los restos de aquellos que les han hecho una resistencia tan heroica que no tiene precedente, de aquellos a quienes durante más de 35 años no pudieron derrotar.
Los ciega la impotencia, los ciega el odio, aunque los invada un poco de respeto también, y no está totalmente ausente un poco de admiración.
Creían que nos iban a destruir en lo económico, y les decía: el país comienza a avanzar.
No pudieron todas las leyes viejas e inventaron leyes nuevas y andan enloquecidos inventando cosas, porque no conciben que este país les haya resistido. Es que no conocían al pueblo, a este pueblo que humillaron durante tanto tiempo, a este pueblo de cuya tierra se quisieron apoderar, a este pueblo donde intervinieron oportunistamente cuando ya la guerra España la tenía perdida, a este pueblo que intervinieron una y otra vez.
No conciben que hayamos podido resistir, y digo que es más difícil resistir las condiciones que nos impusieron, sobre todo cuando nos quedamos solos, que resistir una guerra. Ellos ahora nos tienen sometidos a una especie de guerra de desgaste, y cada vez toman más medidas y nuevas medidas; pero ellos mismos se van creando problemas por dondequiera, contradicciones y, al final, esas leyes lo que han incrementado es la solidaridad con Cuba, y las protestas y la resistencia en el exterior; y en nuestro pueblo, un pueblo mucho más consciente, un pueblo mucho más revolucionario, así.
No importa que veamos ejemplos que desalientan en un sentido o en otro, pero lo que ocurrió el día 2 de diciembre es algo verdaderamente increíble.
Los compañeros calcularon que de los barrios de los alrededores fueran algunos miles de personas, unas 30 000 ó 40 000 personas; pero yo les digo que lo que vimos desde la tribuna fue mucho más que 30 000 ó 40 000 personas. Si uno dice 100 000 es poco; se podía hablar de cientos de miles de personas que espontáneamente fueron después del desfile, cientos de miles, nadie las convocó. Lo único que se decidió: Bueno, dejen libre el día, ya, porque muchos van a estar en las actividades, otros en trabajo; si lo trasmiten en directo lo pueden ver por la televisión.
Casi no tiene explicación el hecho insólito de lo que hizo la gente espontáneamente el día 2 de diciembre, y eso no lo pueden entender ellos políticamente jamás, porque también es una proeza política y demuestra las cualidades de nuestro pueblo, vuelvo a repetir, independiente de actitudes débiles que vemos, de fallas, de todo ese tipo de cosas. Es como vemos hoy nosotros la situación.
Tenemos razones, realmente, para sentirnos confiados y sentirnos seguros, no solo de la grandeza de nuestras ideas, de la justicia de nuestra causa, la más justa que hemos defendido nunca, la más justa que pueda defender un pueblo, sino también convencidos de que hemos creado las cualidades, la organización, la preparación y los medios suficientes para salir victoriosos de esta lucha.
Entre tanto loco como hay en ese país, cualquier día eligen a un cuerdo, porque donde hay cuerdos, hay locos; y donde hay muchos locos, hay siempre algún cuerdo, aunque por ahora no se ven, hay que ser francos; no se ve mucha gente cuerda allí, pero hay alguno siempre (RISAS).
¿Qué creen? Creían que no resistíamos, al principio, ni un año.
Aquello de Girón viene a ser, casi más que una agresión, una ofensa. Venir con aquel grupo mercenario, aunque trajeran aviones y todas esas cosas, a querer derrotar la Revolución era absurdo. Por eso la idea de ellos no era que aquellos mercenarios derrotaran la Revolución, sino crear un gobierno para que interviniera la OEA y, al frente de la OEA, Estados Unidos. Esa era realmente la clave de lo que ellos querían hacer; pero viene a ser una ofensa.
No nos indignan cuando se creen que nos pueden derrotar, nos ofenden cuando se creen que son capaces de derrotarnos; de ahí es que nace nuestra seguridad y nuestra convicción.
Me parece que ahora, que ya les toca a ustedes descansar, después de cuatro días seguidos de trabajo intenso y es la hora de terminar, es el mejor momento para decir con la mayor convicción del mundo:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION.)