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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE DESPEDIDA A LOS KOMSOMOLES SOVIETICOS QUE TRABAJARON EN CUBA, EFECTUADO EN EL EDIFICIO SIERRA MAESTRA, INRA, EL 14 DE MAYO DE 1965

Date: 

14/05/1965

Compañeros del Komsomol;

Compañeras y compañeros del INRA:

Yo estaba preguntando si no había traductor, pero me explicaron que ya los compañeros del Komsomol entienden algo de español y que no hacía falta "perevodchik" (RISAS Y APLAUSOS).

Yo creo que todos nos van a comprender perfectamente bien, porque en este acto más que las palabras importan los sentimientos. Y los sentimientos de todos nosotros se muestran de mil formas distintas, el agradecimiento de nuestro pueblo, el reconocimiento, la emoción, la sinceridad con que todos venimos a darles las gracias y la fraternidad con que venimos a despedirlos; seguros, tanto nosotros como ustedes, de que aunque ya se marchan de nuestro país, lo que ustedes han hecho, el esfuerzo fraternal y solidario, la contribución que han hecho a esta zafra, siempre será recordada y siempre será agradecida por nuestro país.

Esta zafra tenía para nosotros mucha importancia. No será la mayor zafra; la del próximo año ha de ser mayor. En 1967 aspiramos ya a una zafra mayor que la que se haya realizado en cualquier otro momento en la historia de nuestro país, y en 1970 aspiramos a llegar a 10 millones.

Cuando en 1967 superemos la cifra más alta, sin duda que celebraremos ese hecho como una gran victoria, y el día que alcancemos los 10 millones, también lo celebraremos con inmenso júbilo.

Pero, sin embargo, la zafra de este año 1965 era una zafra decisiva; de tal forma, que para nosotros era muy claro que ganar la batalla de esta zafra era ganar la batalla de la economía. Y nuestro pueblo libró esa batalla económica, consciente de su alcance y de su significación, porque este año se iba a demostrar si podíamos o no podíamos alcanzar las metas que nos proponíamos; este año se iba a demostrar si avanzaba o no nuestra economía bajo el bloqueo imperialista; este año se iba a demostrar si nuestra Revolución socialista era capaz o no de vencer los obstáculos que tenía delante.

Psicológicamente, moralmente, políticamente, esta zafra era muy importante. Esta zafra, sin duda que será uno de los golpes más duros contra el imperialismo (APLAUSOS), en el campo económico, en el campo moral, en el campo ideológico y en el campo político. Tan duro golpe, que los imperialistas tendrán que hablar ya de otras cosas, menos que nuestra economía iba para abajo; tan duro golpe, que mientras muchos otros países gobernados por oligarquías feudales, explotadoras de los trabajadores, aliadas de los imperialistas, están dando el grito en el cielo y están desmantelando centrales y están confrontando una serie de problemas económicos, sociales, huelgas, y algunos planes de inversiones azucareras que se basaban en la hipótesis de que la producción de Cuba iba hacia abajo, se están desalentando; y a pesar de que tendremos que afrontar algún tiempo los sacrificios derivados de los precios de determinadas cantidades de nuestra azúcar, esa situación la estamos afrontando en mejor situación que ningún otro país. Y mientras "cunde el pánico" (RISAS), nosotros seguimos produciendo azúcar y marchamos hacia adelante. ¡Todo el mundo asustado con los precios, menos nosotros!, por dos cosas: por nuestro comercio con el campo socialista, fundamentalmente la URSS (APLAUSOS) y por nuestro sistema socialista de producción.

Mientras en los países gobernados por las oligarquías terratenientes se arruinan los centrales, se arruinan los burgueses, y los terratenientes tratan de echar sobre los obreros azucareros la carga principal de los sacrificios, nuestra economía azucarera tiene una sólida base en el convenio azucarero con la Unión Soviética y en el carácter socialista de nuestra economía, que no distingue entre obreros de una rama de la economía u otra, y que analiza y considera los intereses de conjunto del país.

Y es por eso que, mientras en los demás países productores de azúcar se promueven las huelgas como consecuencia de las rebajas de salario y las restricciones a los obreros, nuestros obreros azucareros, nuestros cortadores de caña, han tenido mejores sueldos, y nuestros campesinos pequeños agricultores han tenido mejores salarios. Y estamos en perfectas condiciones de enfrentar las dificultades, y en perfectas condiciones de hacer progresar sobre un camino seguro nuestra industria azucarera.

Porque la política que se siguió durante 50 años en nuestro país, no durante 50, sino durante 60 años que vivimos bajo el dominio imperialista, fue de restricción a nuestra producción azucarera, fue de pérdida de nuestros mercados azucareros. Porque los imperialistas yankis tenían concesiones muy grandes en nuestro país, tarifas arancelarias preferenciales. Y nuestro país se veía obligado a vender azúcar al mundo para obtener dinero con que pagarles a los imperialistas yankis.

Y en esas condiciones íbamos perdiendo nuestros mercados, y porque nuestros burgueses y nuestros terratenientes, confabulados con los burgueses y terratenientes de otros países, iban a las restricciones de la producción, para mantener determinados precios.

Pero las restricciones a la producción significaban menos trabajo para nuestros obreros, menos ingresos. Y esa política antinacional trajo como consecuencia el estancamiento de nuestra economía, de manera que, con la misma cantidad de azúcar con que vivía hacía 30 años la mitad de la población, tenía que vivir el doble de la población. Y no se desarrollaba nada, ni el azúcar, ni la ganadería, ni los demás renglones fundamentales de nuestra economía; porque no había ni mercados internos ni mercados externos. Y naturalmente, caíamos en el estancamiento de la economía.

Esas condiciones han desaparecido. Ahora tenemos mercados externos prácticamente ilimitados, y mercado interno prácticamente ilimitado; si no, que lo digan los compañeros del Combinado Avícola (APLAUSOS), con el consumo de huevos que se pasa cómodamente de los 60 millones, y que ha podido ser satisfecho porque las gallinas se han pasado también cómodamente de los 60 millones (RISAS).

Esas son las nuevas condiciones, como consecuencia de la Revolución, como consecuencia de una política de libre comercio, como consecuencia de las relaciones de nuestro país con el campo socialista, basadas en hechos claros, elocuentes, irrebatibles, que nos permiten avanzar aun cuando el imperialismo yanki ha hecho lo indecible por hacernos fracasar, ha hecho lo indecible por arruinarnos, ha hecho lo indecible por impedir el avance de nuestra economía.

Y mientras inventa ese ridículo programa, que no engañará a los pueblos por mucho tiempo, de la llamada "Alianza para el progreso", y que no persigue otros fines que la consolidación del control y del dominio imperialista sobre las naciones de América Latina, fantasma y maniobra que no surgió sino después de la Revolución, porque antes de la Revolución no se ocupaban ni siquiera de inventar esas cosas; y mientras las noticias que llegan son de que la población crece más que la producción, de que la población en América Latina aumenta a un ritmo mayor que la producción de alimentos, y hay una depauperación y un hambre crecientes en las masas, que obliga a los imperialistas a quitarse la careta, a desenfundar sus cañones y a desembarcar sus mercenarios infantes de marina —como han hecho en Santo Domingo—, quitándose la careta de una vez, y acabando de desprestigiar —si es que aun se podía desprestigiar más— esa, como la llama un comentarista de la televisión, "celestina internacional" que es la OEA. Se acaban de desenmascarar poniendo en evidencia sus contradicciones insalvables, demostrando a los pueblos cuál es el futuro que los espera.

Nosotros marchamos adelante, vencemos el bloqueo y avanzamos por el camino seguro de nuestro desarrollo económico, paralelamente al desarrollo de la conciencia revolucionaria, a la educación del pueblo, a la adquisición de conocimientos técnicos por nuestras masas trabajadoras. Y esos son los dos distintos panoramas.

Claro está que no estamos exentos de peligros, de riesgos y de amenazas; pero cuando un país como el nuestro es dueño ya de su destino, es dueño ya de sus riquezas, cuando un país como el nuestro tiene un camino y un porvenir económico claro y diáfano por delante y, además, un pueblo armado para defender ese porvenir, se puede sentir tranquilo y se puede sentir satisfecho porque nos entusiasma el porvenir sin que nos atemoricen los riesgos; trabajamos por el mañana sin que nos preocupe que, en un instante, tengamos que abandonar este trabajo para empuñar las armas y defendernos contra los imperialistas (APLAUSOS); porque la gran verdad es que tenemos un porvenir claro por delante y, además, un pueblo cada vez más revolucionario, y un pueblo cada vez mejor preparado para defenderse.

De manera que los imperialistas tendrán que afrontar frente a nosotros esta realidad que será la de vernos marchar victoriosamente en el camino del progreso. Y si intentan impedir eso y se atrevieran a querer desembarcar aquí un día sus mercenarios, soldados y marineros, tendrían que afrontar un problema de carácter militar tan serio, tan serio, que ya algunos de sus comentaristas lo analizan diciendo que en estos años nos hemos preparado tan bien y nos hemos hecho tan fuertes que un ataque a Cuba significaría una guerra en gran escala. A lo cual nosotros podríamos añadirle que, además, no terminaría nunca. Porque, cualquiera que fuese la correlación de fuerzas, quedan los demás factores: la decisión, la voluntad, la moral del pueblo, su espíritu invencible contra los cuales tendría que enfrentarse un agresor, y que hacen realmente a nuestro pueblo un enemigo fuerte de los imperialistas. Y alrededor de todo esto, o en el centro de todo esto, la gran batalla económica de la zafra.

¿Y cómo ha sido posible una zafra grande en 1965. Porque ya una zafra de 6 millones es una zafra grande (APLAUSOS).

Y nosotros pensamos llegar a los 6 millones, es decir, cumplir las metas previstas en las fechas previstas; y 6 millones siempre se consideró en nuestro país una zafra grande. Pero antes se podía cortar la caña y producir 6 millones de toneladas de azúcar cuando había 400 000 obreros desocupados, esperando la zafra para encontrar trabajo. Y en las actuales condiciones de nuestro país no hay 400 000, ni 300 000, ni 200 000, ni 100 000, ni 10 000, ni 1 000, ni 100, ni 10, ni uno (APLAUSOS), ¡ni uno esperando la zafra!, ¡ni uno esperando la zafra para poder trabajar!

Hoy nuestro país lleva a cabo un programa de desarrollo múltiple y diverso de su agricultura. Ahora se termina la zafra, y junto con la zafra vienen las siembras de primavera, y de caña, y de todo. Hay 25 000 caballerías de tierra rotas en las granjas estatales, es decir, hay más de 300 000 hectáreas de tierra preparada para sembrar, de caña, de pasto, de viandas, de frutas, y es enorme el esfuerzo que hay que hacer terminando la zafra y empezando a sembrar, y después a limpiar, y después a preparar nuevas tierras cuando empiece el período de seca y a prepararse para la zafra. ¡Y no hay un hombre sin trabajo! ¡Y se construyen miles de pastoreos y de nuevas lecherías en todo el país! Hoy los trabajadores de obras públicas son tres veces más, o cuatro veces más —quién sabe— que los que había antes de la Revolución; hoy nuestras fuerzas armadas —obligado el país a defenderse de las agresiones y amenazas imperialistas— emplean un número extraordinariamente alto de hombres, que tienen que estar perennemente al pie de las armas y, sin embargo, hacemos una zafra grande, como cuando había 400 000 hombres esperando la zafra para poder trabajar.

¿Por qué? Son muchos los factores. Juegan un importante papel los trabajadores voluntarios, los voluntarios permanentes, las movilizaciones del pueblo, pero ello no sería suficiente. El hecho más significativo o la conclusión mejor que puede sacarse, es que si podemos en estas condiciones llegar a 6 millones de toneladas se debe ya a la mecanización alcanzada, al grado de mecanización que hemos alcanzado. Es decir que la presencia de miles de alzadoras de caña, constituye un importante aporte que sustituye a decenas y decenas de miles de obreros, decenas y decenas de miles de brazos en la zafra.

Porque los que han ido a hacer trabajos voluntarios, los que se movilizaron en la semana de Girón, y en vez de cortar cargaron, han dicho que cargar es peor que cortar, y que si la cintura, y los riñones, y la columna vertebral y la cabeza y todo el cuerpo les dolía por estarse agachando para recoger seis o siete cañitas y ponerlas en una carreta. Cuando el pueblo ha participado masivamente de esas actividades, y mucha gente que jamás soñó en agarrar una mocha, mucha gente que vivió enteramente habituada al trabajo intelectual o preparadas para el trabajo intelectual han tenido contacto con un campo de caña, con una mocha o con una caña para ponerla encima de una carreta, han podido comprender que con ese método de trabajo manual no tenía porvenir este país, que con esa productividad tan ínfima, no se iba a poder vestir, calzar, educar, curar y elevar el estándar de vida este pueblo.

Porque, ¿quién puede creer que con la productividad del trabajo de estar alzando cañas a mano se puede desarrollar la economía de un país, se puede incrementar la riqueza de un país? ¿Quién puede creer que con esa ínfima productividad se pueden llenar los estómagos de un país se pueden satisfacer las necesidades de un país?

Y mucha gente educada para el trabajo intelectual; y en cierto sentido ser de esa minoría que en el país tenía más o menos asegurada la ropa, el calzado y la comida, porque en esa situación y con esa productividad solo una minoría bastante pequeña podía tener asegurada la comida, y la ropa, y el calzado, y la educación, y a costa de que la gran mayoría que ni siquiera repartiendo proporcionalmente entre todos alcanzaba a satisfacer sus necesidades con aquella productividad tan baja, menos podían satisfacerlas cuando gran parte de nuestras divisas y de nuestras riquezas creadas con el azúcar —azúcar que se producía de una manera tan artesanal en el cultivo, y en el corte y en el alza— las mayorías no podían satisfacer sus necesidades; mucha gente educada para el trabajo intelectual han aprendido esto, han comprendido esto.

Porque cada cual provenía de alguna clase social; algunos eran ricos, otros eran pobres, unos eran obreros, otros eran campesinos, unos eran burgueses, otros eran pequeñoburgueses, otros podían convertirse en burgueses, unos pocos, o en pequeñoburgueses. Pero el corte de caña nos ha enseñado mucho, y nos ha enseñado de una manera concreta, real, clara, los problemas de nuestra economía y el escaso porvenir de nuestro país bajo el capitalismo. Y bajo el capitalismo seguiríamos con nuestro corte manual, y nuestra alza manual. Y quien hubiese intentado introducir una alzadora o una combinada, lo habrían linchado nuestros trabajadores azucareros, aquellos cientos de miles de hombres que esperaban la zafra para poder ganar un miserable sustento.

Luego, se ha empezado a mecanizar la cosecha de la caña, el cultivo de la caña, el corte de la caña, y gracias a esa mecanización es que ya podemos ver los primeros éxitos; gracias a esa mecanización se ha elevado la productividad de nuestros trabajadores, porque ese obrero que alzó él solo con una máquina 64 000 arrobas en un día. ¿El trabajo de cuántos hombres realizó con aquella máquina? ¿Cuántas veces multiplicó su productividad? Sin duda que por mucho más de 100.

Y nuestros obreros, con las alzadoras, han realizado el trabajo de decenas y decenas de miles de hombres, y han ahorrado muchos dolores de riñón y de cintura.

En el alza se ha avanzado mucho y pronto. Y ya la productividad está muy por encima de las normas. Y el hecho de que algunos hayan realizado ocho veces la norma, habla de la habilidad de nuestros trabajadores y de la calidad de esas máquinas.

Debe tenerse en cuenta que para la industria soviética se planteaba por primera vez ese problema, se planteaba por primera vez la construcción de una alzadora. Y, sin embargo, ya con esas alzadoras hay obreros que han pasado de las 50 000 arrobas en un día.

El primer año no fueron tan productivas; todavía nuestros obreros no habían aprendido a manejarlas bien, bien. Pero ya este año fueron mucho más productivas.

Después del problema de las alzadoras, vino un problema más difícil: el del corte y alza mecanizado. Y este problema de cortar la caña con máquinas, es un problema que se le venía presentando a distintos países, y a la industria de distintos países, sin que hasta ahora hubiesen encontrado una solución absolutamente cabal; porque, además, en muchos de esos países que emplean máquinas, queman la caña, y quemar la caña en algunos de esos países es una necesidad por motivo de la presencia de insectos, culebras, y en fin una serie de especies dañinas; y en otros porque no han podido resolver el problema de cortar la caña con paja. Y quemar caña es destruir materia orgánica, es matar micro-organismos del suelo, es destruir nitrógeno que constituye uno de los elementos esenciales de la fertilidad de cualquier suelo.

Y aunque haya autores como el mismo Humbert, que a nuestro juicio es un buen autor y un buen técnico, que trata de subestimar la importancia o no de quemar la paja, infinidad de escritores y tratadistas sobre el suelo, recalcan la importancia de la materia orgánica y la importancia de los micro-organismos del suelo que son destruidos cuando quemamos la caña. Y, por tanto, la solución del corte de caña con paja, era un problema difícil y ese problema se ha comenzado a resolver exitosamente.

Por primera vez se han empleado las máquinas en número de varios centenares este año, afrontando como es natural las dificultades de las primeras pruebas, la tierra no suficientemente preparada, las dificultades que inicialmente presenta toda máquina, los mil y un pequeño detalles a tomar en consideración. Pero el hecho de que algunas brigadas hayan cortado más de 3 millones de arrobas; el hecho de que algún operador individual haya cortado más de 600 000 arrobas, es decir, si un operador corta cerca de 700 000 arrobas —y ya lo cortó este año— en 100 días de trabajo, significa casi cinco veces —o si no estoy equivocado algo más de cinco veces— la productividad del compañero José Mariano Mora, que el día Primero de Mayo había cortado 144 000 arrobas de caña (APLAUSOS).

Y la productividad de José Mariano Mora, es varias veces la productividad de un trabajador normal, de un trabajador corriente. Luego ya algunas máquinas han cortado treinta veces lo que un cortador corriente cortaba en una zafra. Y esto el primer año. Y si en un día una combinada cortó 34 000, ha cortado treinta y cuatro veces lo que un cortador de 1 000 arrobas puede hacer en un día. Y es simplemente el primer año en que se prueban las máquinas.

Y nosotros estamos seguros de que el año que viene la productividad de las máquinas será mayor, y que las nuevas máquinas serán aun mejores y mucho más eficientes, y que en el curso de tres años, el problema del corte y alza mecanizado de caña estará totalmente resuelto en nuestro país.

Y ese aporte decisivo a nuestra economía, ese aporte decisivo a la lucha contra el imperialismo y su bloqueo, ese aporte lo han hecho los ingenieros soviéticos, la industria soviética, la técnica soviética (APLAUSOS).

Al recalcar nuestros éxitos, al celebrar con júbilo nuestras victorias económicas, no debemos olvidarlo nunca, que en las condiciones de un país pequeño, bloqueado por los imperialistas, esas victorias no habrían sido posibles sin esa ayuda, sin esa asistencia técnica, sin ese apoyo de la técnica soviética, para no hablar desde luego de los otros muchos aspectos en que nuestro país ha recibido del hermano pueblo soviético decisiva ayuda, al comprar nuestro azúcar, al abastecernos de petróleo cuando amenazaron con paralizar nuestra economía con los abastecimientos nuestros enemigos, al facilitarnos locomotoras, medios de transporte, miles de carretas —porque barcos soviéticos cargados de carretas llegaron antes de esta zafra para hacer posible, junto con las alzadoras y las combinadas, nuestra victoria en la presente zafra—, y sin incluir ya otros aspectos de la ayuda soviética, como es el armamento de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias; porque nos sentimos confiados y seguros, nos sentimos capaces de resistir a los imperialistas y de combatir contra ellos, porque contamos con numerosos y modernos equipos de guerra que hemos recibido, oportuna y gratuitamente, de la Unión Soviética (APLAUSOS).

¿Qué habría sido y cuántos sacrificios habría significado para nosotros, y cuánto habría dificultado nuestro desarrollo económico si, además de combinadas, carretas, alzadoras, tractores y maquinarias de todo tipo, hubiésemos tenido que realizar cuantiosas inversiones en armamentos para defendernos?

Por eso un acto como este de hoy, es expresión del internacionalismo proletario, de la solidaridad más fraternal, porque en él venimos a despedir a 250 jóvenes soviéticos que desde miles de millas de distancia, de un país cuyo clima es distinto al nuestro, han venido a manejar las combinadas que la industria soviética ha producido para nuestra caña, y a trabajar meses enteros separados de sus familiares, bajo el sol abrasador de nuestros trópicos. Y, con ellos, mecánicos para reparar las combinadas, ingenieros mecánicos para estudiar el funcionamiento de las máquinas, la eficacia de las máquinas, los detalles de las máquinas en el trabajo diario, y recomendar todas las modificaciones pertinentes para hacerlas más eficaces.

Porque, además de los 250 komsomoles, vinieron 40 ingenieros mecánicos con las máquinas, a estudiar las máquinas, que han realizado un trabajo sistemático, arduo y decisivo para el éxito de la mecanización, y vinieron también 12 organizadores. En total 302 hombres del hermano país soviético que vinieron a realizar un importante aporte en el éxito de esta presente zafra, y a garantizar con ese esfuerzo, el éxito seguro de nuestras zafras futuras, a través de la mecanización que eleva la productividad del trabajo y multiplica los frutos del esfuerzo del hombre.

Nosotros somos agradecidos y, como agradecidos que somos, queremos dejar constancia aquí de este reconocimiento y de esta gratitud, y de esta admiración hacia tal gesto, de hechos, no de palabras, de internacionalismo y de solidaridad.

Porque, sinceramente, son cosas que nosotros debemos saber apreciar. ¡Y cuán distinto comportamiento! Mientras los imperialistas envían sus cuerpos de paz, que son cuerpos de espías, que son agentes del imperialismo que van a enervar el espíritu revolucionario de los pueblos; mientras envían sus agentes a la América Latina, la Unión Soviética envía jóvenes komsomoles a trabajar en las combinadas, a ayudarnos en nuestra zafra. Y mientras el pueblo de Santo Domingo demanda la retirada de los invasores yankis, nuestro pueblo se reúne en este acto fraternal para despedir con gratitud, con emoción, a los compañeros soviéticos que han estado aquí trabajando con nuestros obreros y ayudándonos a ganar la batalla de la zafra (APLAUSOS).

¡Qué distintos hechos, qué distinta política, y qué distintos mundos! Qué panorama el de los imperialistas interviniendo en todas partes, en Africa, en Asia, en América Latina, para mantener la explotación del hombre, la ignorancia, la incultura, la pobreza, derramando sangre para mantener sus piratescos derechos de robo, de pillaje, y de saqueo, asesinando vietnamitas en el Asia, congoleses en el Africa, dominicanos en Santo Domingo, para tratar de mantener el sistema social caduco, anacrónico, incompatible con la actual conciencia universal del hombre, incompatible con las necesidades de la humanidad, incompatible con las aspiraciones de la humanidad. Los países del campo socialista trabajamos y luchamos por los pueblos, por la elevación del nivel de vida material y cultural, contra la explotación del hombre por el hombre, por la independencia nacional, por el cese del imperialismo y del coloniaje. Trabajamos, luchamos, y somos los únicos e infallables aliados de los pueblos que luchan contra la explotación, de los pueblos que luchan por su libertad, de los pueblos que luchan por la Revolución.

Y en actos como este, en hechos como este, se pone de manifiesto de una manera patente, clara e irrebatible, la esencia de las ideas revolucionarias, la esencia de las ideas marxista-leninistas (APLAUSOS).

Los hermosos ideales revolucionarios se vuelven realidad objetiva, y con ello se fortalecen nuestros pueblos; con ello, en medio de dificultades y de peligros, y de acechanzas y de obstáculos, avanzan nuestros pueblos, y con nuestros pueblos avanzarán todos los demás pueblos del mundo.

Y lo que hoy en Cuba se hace será útil a otros pueblos. Los éxitos técnicos que hoy en Cuba se alcancen, ayudarán mañana a otros pueblos. Y ya —según nosotros sabemos— hay países cosechadores de caña que se han interesado también por las combinadas soviéticas y han pedido que les envíen algunos modelos de combinadas soviéticas. Es decir que las máquinas que se desarrollan hoy en Cuba para elevar la productividad de nuestros trabajadores, servirán para elevar la productividad de los trabajadores en otros pueblos subdesarrollados del mundo; y las técnicas que hoy se desarrollen en Cuba, servirán y serán de utilidad para otros pueblos subdesarrollados del mundo, con problemas iguales que nosotros, situados en climas similares al nuestro; y los técnicos que hoy en nuestra patria se desarrollan, pagarán también su deuda con la humanidad en el futuro ayudando también a otros pueblos que después de nosotros se liberen y traten de desarrollar su economía.

Nosotros no les pagaremos a los soviéticos la ayuda que ellos nos dan. La cadena de la historia es larga y continua. Nosotros lo que hemos recibido de ayuda técnica, se lo pagaremos a otros pueblos; la deuda de gratitud que tenemos con la humanidad, nosotros la saldaremos también algún día en la medida de nuestras posibilidades y nuestras fuerzas ayudando a otros. Y así, los que hoy nos han ayudado, han ayudado también a otros pueblos. Es como el que siembra una semilla, que fructifica, que nos ayuda hoy a nosotros y ayudara mañana a otros, y otros ayudarán a otros, hasta que el último pueblo de la Tierra se haya liberado de la explotación del hombre por el hombre (APLAUSOS), y hasta que en el último pueblo de la Tierra se haya establecido el socialismo y hayan triunfado las ideas marxista-leninistas.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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