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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL XII ANIVERSARIO DEL ATAQUE AL CUARTEL MONCADA, EN LA CIUDAD DE SANTA CLARA, EL 26 DE JULIO DE 1965

Date: 

26/07/1965
Señores invitados;

Familiares de los caídos en la lucha revolucionaria;

Villareños;

Cubanos todos:

Este XII aniversario se conmemora en la Ciudad de Santa Clara, región central de Cuba. Este acto simboliza esencialmente la unión de nuestro pueblo, la unidad de la Revolución.

Un 26 de Julio, hace 12 años, comenzó la lucha armada. La mayor parte de aquel contingente que empuñó las armas eran jóvenes del occidente de la Isla; el Moncada fue el escenario de aquella primera acción, Santiago de Cuba la ciudad donde la simpatía y el apoyo masivo del pueblo comenzó a manifestarse.

Numerosos hechos heroicos fueron abriendo el camino de la Revolución. Después del Moncada, el ataque al cuartel Goicuría en la provincia de Matanzas; la sublevación del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba; el desembarco del "Granma"; el desembarco del "Corinthya"; el ataque al Palacio Presidencial; la apertura del Segundo Frente de la provincia de Oriente por una columna del Ejército Rebelde; el inicio de la lucha armada en la provincia de Las Villas por los hombres del Directorio Estudiantil Revolucionario, secundados por contingentes del Movimiento 26 de Julio y del Partido Socialista Popular; la sublevación revolucionaria de la Base Naval de Cienfuegos, dirigida por Dionisio San Roman; la huelga de Abril; la lucha clandestina a lo largo y ancho de la Isla, que costó millares de vidas; las luchas victoriosas del Ejército Rebelde contra las reiteradas ofensivas de las tropas enemigas. Y, por último, la hazaña militar de las dos columnas rebeldes que, al mando de los comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara (APLAUSOS), partiendo de la Sierra Maestra y avanzando cientos de kilómetros por terrenos llanos y desprovistos de bosques repletos de tropas enemigas, arribaron a la provincia de Las Villas, contribuyendo a impulsar la lucha revolucionaria que culminó en la histórica batalla de Santa Clara; batalla en que el pueblo de esta heroica ciudad jugó un papel importantísimo.

Así se fue escribiendo la historia del proceso revolucionario, así toma el poder la Revolución triunfante, y comienza otra etapa de lucha no menos heroica y gloriosa.

Si muchos hombres dieron su vida en la lucha por la conquista del poder revolucionario, muchos hombres han dado también su vida en el desarrollo de la Revolución, en la defensa de la Revolución, luchando contra un enemigo aun más poderoso: el imperialismo yanki (EXCLAMACIONES DE: "¡Fuera!").

Cientos de hombres dieron su sangre en la lucha contra los invasores mercenarios de Playa Girón, en la lucha contra las bandas contrarrevolucionarias en el Escambray, en la lucha contra los piratas, en la lucha contra los saboteadores. En esta provincia, donde el imperialismo quiso en vano levantar una trinchera, ¡la Revolución erigió un baluarte invencible! (APLAUSOS)

Y por una ley de la dialéctica de la historia, aquí, donde el enemigo concentró su atención, donde el enemigo centró su esfuerzo, aquí precisamente y parejamente con la acción del enemigo, se fue desarrollando el espíritu revolucionario. Aquí la Revolución tuvo un enemigo contra el cual luchar desde el triunfo mismo, aquí surgieron las primeras bandas de contrarrevolucionarios; sobre las montañas de la provincia de Las Villas cayeron los primeros cargamentos de armas lanzados en paracaídas; por las costas de la provincia de Las Villas el enemigo imperialista introdujo sus primeras armas y explosivos; aquí, en la provincia de Las Villas, cometió sus más repugnantes crímenes. Y así aquel joven maestro, Conrado Benítez (APLAUSOS), del contingente de jóvenes que marchó a los campos con los libros a enseñar a leer a los campesinos, fue brutalmente asesinado.

Y en el año de la alfabetización, cuando nuestro país realizaba la más grandiosa cruzada que jamás se hubiese llevado a cabo contra la ignorancia, cuando nuestra Patria, movilizando a cientos de miles de jóvenes y de obreros, erradicaba en un solo año el analfabetismo que alcanzaba cifras de un 30%, la ciudadanía se estremeció ante la noticia de que un joven alfabetizador, Manuel Ascunce Domenech (APLAUSOS), había sido brutalmente asesinado, en compañía del padre de familia donde se albergaba; y recibía también la noticia del asesinato del obrero alfabetizador Delfín Sen (APLAUSOS).

Aquí, en esta provincia, el imperialismo y la contrarrevolución enseñaron al pueblo sus entrañas; en esta provincia perpetraron sus crímenes no solo contra maestros y alfabetizadores, sino también contra obreros agrícolas y contra campesinos, tratando de sembrar el terror, perpetrando los mismos crímenes que el pueblo conocía de etapas anteriores.

Y la provincia se levantó contra sus enemigos, los campesinos de las montañas se movilizaron, los formidables batallones de lucha contra bandidos surgieron (APLAUSOS) con el propósito de aplastar a los contrarrevolucionarios. Fue larga la lucha, duró años. Unas bandas eran extinguidas y el enemigo introducía, armaba y organizaba nuevas bandas, hasta que fueron totalmente barridas. Y de los contrarrevolucionarios solo quedan tres, y no organizados en forma de bandas, sino tres fugitivos (EXCLAMACIONES). Y nosotros sabemos que uno de esos fugitivos que siempre estuvo al margen de la ley, antes y ahora, más tarde o más temprano caerá también en manos de los revolucionarios (APLAUSOS).

Hay que decir que ni un solo asesinato quedó impune; hay que decir que ninguno de aquellos malhechores que ultimaron a brigadistas, a maestros, a obreros, a campesinos, logró escapar (APLAUSOS); hay que decir que la ley y la justicia cayeron sobre los culpables.

Pero la erradicación de esas bandas no se hizo sin sacrificios. Miles de hombres, obreros y campesinos del Escambray, la inmensa mayoría, lucharon durante años persiguiendo incansablemente y sin tregua al enemigo. Y en esas operaciones 295 combatientes revolucionarios perdieron la vida en servicios, en combates contra el enemigo, en accidentes ocasionados por el propio servicio; y fueron capturados en parte, y en parte aniquilados, 2 005 contrarrevolucionarios (APLAUSOS).

Pero el imperialismo recibió una lección inolvidable, el imperialismo recibió una lección no menos importante que la que recibió en Playa Girón, el imperialismo aprendió que las guerrillas contrarrevolucionarias no pueden prosperar, el enemigo aprendió que organizar guerrillas contra el pueblo, contra la revolución, contra los trabajadores, es absolutamente imposible. Y ese mismo imperialismo, que moviliza decenas y decenas de miles de soldados para combatir a los patriotas vietnamitas (APLAUSOS), no bastándole con los cientos de miles de soldados títeres que allí han organizado y entrenado, pierde cada vez más terreno y sufre cada día mayores derrotas.

Y los imperialistas se preguntarán cómo es posible, con los millones de pesos que se han gastado, con las miles y miles de armas que lanzaron e introdujeron en el país, cómo es posible que sin movilizar más combatientes que los propios combatientes de la región montañosa de Las Villas, sus bandas contrarrevolucionarias hayan sido aniquiladas.

La lucha guerrillera es un arma formidable, pero como arma revolucionaria; la lucha guerrillera es un arma formidable para luchar contra la explotación, para luchar contra el colonialismo, para luchar contra el imperialismo, pero la lucha guerrillera jamás será instrumento adecuado ni útil a la contrarrevolución, a los imperialistas, para luchar contra los explotados, para luchar contra el pueblo.

Y esperamos que esa lección la hayan aprendido bien. Sabemos que no desisten en sus planes; incesantemente detectamos nuevas infiltraciones, incesantemente ocupamos nuevas armas, nuevos explosivos, pero esperamos que hayan perdido para siempre la esperanza de poder llevar adelante sus bandas contrarrevolucionarias (APLAUSOS). Y, además, si la lección no la han aprendido, ¡mantenemos organizados a nuestros batallones de lucha contra bandidos! (APLAUSOS)

La experiencia, la fortaleza, el temple y el espíritu que han adquirido en años de lucha, lo conservaremos, y los mantendremos movilizados y los entrenaremos cada vez más y estarán listos para cualquier tipo de lucha; organizados en una división, con todos sus armamentos, para combatir contra cualquier ataque directo (APLAUSOS); y listos para combatir contra las bandas —si alguna vez surgieran otra vez. Y así, aunque el sacrificio ha sido grande y arduo el trabajo, contamos— como consecuencia de esa lucha —con una fuerza más, con una fuerza organizada más para defender a la Revolución. Pero además, los campesinos están organizados allí en las montañas, constituidos en compañías serranas, igual que los campesinos de la provincia de Oriente (APLAUSOS), entrenados y armados, de manera que nuestras montañas constituyen bastiones impenetrables para el enemigo.

Y esa fuerza del pueblo organizado y armado es una fuerza invencible. Porque, al igual que la provincia de Las Villas, toda la Isla es un baluarte invencible (APLAUSOS).

La Revolución, al cumplirse el XII aniversario, está más unida y más fuerte. Cuando el 1ro de enero de 1959 fue derrocada la tiranía, teníamos un pueblo entusiasta, organizado en distintos partidos y organizaciones revolucionarias. A lo largo de este proceso se fue gestando la unidad. Esta fuerza de hoy —representada esta tarde en esta impresionante e imperecedera multitud— se logró mediante el esfuerzo tesonero y consciente de los revolucionarios, es fruto de la unidad del pueblo, es fruto de la unidad de todas las fuerzas revolucionarias. El 1ro de Enero se reunían también grandes multitudes; hoy se reúnen también las multitudes, en magnitud aún superior a la de los primeros tiempos de la Revolución, dirigidas por una sola organización, que es nuestro Partido Unido de la Revolución Socialista (APLAUSOS).

Los enemigos de la Revolución se lamentan de que en nuestro país exista un solo Partido. Bien, ¿para qué queremos más partidos? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Nosotros le preguntamos al pueblo: ¿Es que acaso necesitan más partidos? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Partidos para representar a quién? (EXCLAMACIONES DE: "A los obreros") Partido para representar a los obreros, ¿pero partidos en plural para representar a quien? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿A los terratenientes? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") , ¿a los dueños de bancos? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), ¿a los dueños de fábricas? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") , ¿a los grandes comerciantes? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") , ¿a los explotadores? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Si la explotación ha sido erradicada de nuestra patria ¿para qué partido de explotadores? ¡Partido de los trabajadores! (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!") Sí. ¿Y acaso los trabajadores necesitan más de un partido? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso los intereses de los trabajadores son intereses antagónicos e irreconciliables? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso hay una parte de los trabajadores del país que pretenda aspiraciones distintas a los demás trabajadores del país? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso los intereses de la clase obrera cubana son intereses antagónicos e irreconciliables con nuestros trabajadores campesinos? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso los intereses de los trabajadores de la ciudad están en contradicción con los intereses de los trabajadores del campo? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso los intereses de los trabajadores intelectuales están en contradicción con los intereses de los trabajadores manuales? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!")

Los que no comprendan, los que no entiendan esto, los que aún poseídos de buenas intenciones se devanan los sesos y piensan que esto de una sola organización de los trabajadores es una cosa terrible, porque se hayan educado en medio de las pugnas estériles e interminables de organizaciones que representan intereses antagónicos en una sociedad de clases, han de ver en la tarde de hoy y en la experiencia nuestra, de que en las condiciones peculiares de nuestro país, en las condiciones peculiares de nuestro país no pretendemos que nuestra experiencia tenga que ser universalmente aplicada, pero en las condiciones peculiares de nuestro país las masas trabajadoras tienen su organización y tienen su partido; un partido que las dirige políticamente y las organizaciones de masas, donde militan los jóvenes, los trabajadores de la industria, los campesinos, las mujeres, los estudiantes. Y que las masas de nuestro pueblo tienen mil maneras distintas de expresar sus opiniones, mil maneras distintas de expresar su voluntad; y que cuando un partido, como nuestro Partido, es un partido constituido por los trabajadores de vanguardia, es un partido constituido por los hombres ejemplares en todos los frentes del trabajo, ¡esos hombres son la mejor y más genuina representación de la clase obrera! (APLAUSOS), ¡y ese partido tiene el derecho a gobernar, como legítimo representante de la clase obrera! (APLAUSOS)

¿Y quién representaba acaso mejor al campesino explotado, al trabajador que moría de hambre en los latifundios azucareros, al negro discriminado, a la mujer discriminada, al hombre humilde del pueblo? ¿Acaso aquel senador vestido de dril 100? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso aquellos señores ricachones y corrompidos, repletos de dinero, politiqueros sucios, mentirosos inveterados, saqueadores del pueblo, corruptores de conciencias, vendepatrias al servicio de los extranjeros, representaban mejor al hombre del pueblo, al campesino y al trabajador? ¿O ese obrero, que es ejemplo en el trabajo, surgido de las filas de su clase, al frente de la seccional del partido, o del comité regional o provincial del Partido, que era el primero en todo y es el primero en el trabajo, y es el primero en asumir las posiciones de peligro y los puestos de trabajo más duros sin vacilaciones de ninguna clase? ¿Quiénes están representados?

¿Acaso los obreros de los países capitalistas, acaso los obreros de los países de América Latina, saqueados y explotados por el imperialismo, acaso pueden llamar democrático aquel sistema, donde los que se dicen senadores y representantes del pueblo, son todos sujetos extraídos —en su inmensa mayoría— de las clases explotadoras, de las clases ricas? Hombres que nunca han sudado la camisa, hombres que han vivido parasitariamente toda la vida, ¿se pueden llamar representantes del pueblo, se pueden llamar representantes de un sistema democrático? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!")

Democracia es esta democracia revolucionaria, democracia es esta democracia obrera. Nosotros no decimos que existe democracia para todos; ¡existe democracia para los trabajadores!, ¡existen derechos, propiamente políticos, para los trabajadores! Pero la diferencia entre esta democracia socialista y la democracia burguesa, es que allá existen derechos políticos para los explotadores y no para los explotados, es que allá están representados los explotadores y no los explotados, y aquí no hay derecho para los explotadores y sí para los explotados (APLAUSOS); no están representados en el poder revolucionario los explotadores y sí los explotados; no hay partido político de los explotadores y sí de los explotados. Pero como los explotados eran la inmensa mayoría del país, como los pobres y los humildes constituían la inmensa mayoría del país, más del 90% del país, nosotros tenemos mucho más derecho que los capitalistas a hablar de democracia, porque aquí es la democracia, es decir, el gobierno del 90% del pueblo, y lo que ellos llaman democracia es el gobierno del 10% del pueblo (APLAUSOS).

Antes nos podían engañar, antes nos podían confundir, antes nos podían tomar el pelo. Hoy, ¡hoy no nos pueden venir con cuentos de camino, hoy no nos pueden venir con mentiras! Hoy, ¿qué pueden decirle al pueblo, qué pueden decirle a este pueblo? (EXCLAMACIONES DE: "Nada") ¿Cuándo fue más unido este pueblo? (EXCLAMACIONES DE: "Nunca") ¿Cuándo fue más fuerte y poderoso este pueblo? (EXCLAMACIONES DE: "Nunca") ¿Cuándo fue más culto, más trabajador y más estudioso este pueblo? (EXCLAMACIONES DE: "Nunca")

¿Y cómo pueden pretender engañar a nadie? ¿Es que no recordamos acaso el pasado? ¿Es que no recordamos la inmensa mayoría de nosotros?, porque detrás viene ya una juventud vigorosa, representante de la nueva generación que no conoció, tal vez en forma viva y por experiencia personal, aquel pasado, aquel pasado de partiditos politiqueros, aquel pasado de mitincitos para aclamar a "don fulano" y a "don mengano", y recoger cédulas y hacer politiquería, aquel pasado, donde hasta para que le salvaran la vida a un enfermo tenía que entregar el alma, tenía que entregar cédula, voto, para ir a una escuela.

¿Quién necesita hoy, bajo el poder revolucionario, pedir una recomendación para que le salven la vida en un hospital? (EXCLAMACIONES DE: "Nadie") ¿Quién necesita pedir una recomendación para que le den la oportunidad de estudiar? (EXCLAMACIONES DE: "Nadie") ¿Quién necesita constituir un comité de barrio para que le manden un maestro, o le hagan un camino? (EXCLAMACIONES DE: "Nadie") ¿Quién necesita recomendaciones de ninguna clase? ¡Nadie!

Y esa es la enorme diferencia entre aquel sistema y este sistema. Y por eso valdría la pena que por un hoyito nuestros enemigos, tan ciegos, tan torpes, pudieran presenciar el espectáculo de esta tarde. Porque como manifestación de fuerza del pueblo, como manifestación del espíritu revolucionario del pueblo, nosotros, que hemos tenido el privilegio de ver estos actos desde la tribuna, sentimos la pena de que todos y cada uno de ustedes no pudieran estar aquí, para que vieran lo que desde ahí no pueden ver, lo que desde ahí tal vez puedan ver en una fotografía, pero ¿cómo puede una fotografía expresar lo que nosotros estamos viendo aquí? Valdría la pena que los que mandaron a asesinar maestros pudieran presenciar esto, y para que vieran que allí, muy cerca, donde asesinaron a Conrado Benítez, 6 000 jóvenes están estudiando para maestros (APLAUSOS).

Valdría la pena que vieran cuál es el fruto del terror que trataron de sembrar en el pueblo, para que vieran de qué poco sirvieron sus crímenes, de qué poco sirvió su dinero, de qué poco sirvieron sus armas; valdría la pena, para que se despojaran de una vez y para siempre de sus ilusiones. Valdría la pena, para que comprendieran que la Revolución no tiene marcha atrás posible, que la Revolución es un hecho indestructible en la historia de nuestra patria, y que este pueblo tiene fuerzas no solo para vencer todos los obstáculos económicos que el enemigo interponga en su camino, sino que este pueblo tiene fuerza para resistir los ataques que el enemigo se atreviera a lanzar. Y que este pueblo tiene fuerzas para luchar un año, y diez años, y cien años, contra cualquier enemigo, o no contra cualquier enemigo, contra el único enemigo si intentara invadir este país y apoderarse de este J país.

En ese sentido, todos los pueblos del mundo debemos estar infinitamente agradecidos al pueblo de Viet Nam del Sur (APLAUSOS), porque el pueblo de Viet Nam del Sur le ha dado al mundo una lección extraordinaria. El pueblo de Viet Nam del Sur, enfrentándose a cientos de miles de soldados títeres, y enfrentándose a cientos de aviones de bombardeo yankis, y a decenas de miles de soldados interventores yankis, está librando una lucha victoriosa, está derrotando a los imperialistas, y les está enseñando, les está enseñando que no hay poderío militar suficiente para aplastar a un pueblo revolucionario por pequeño que este sea, y que toda la técnica moderna, todos los aviones de bombardeo, y todos los recursos económicos, no son suficientes para derrotar a un pequeño pueblo que se decide a luchar.

Nuestro pueblo ha dado lecciones, nuestro pueblo ha estado poseído siempre de ese espíritu. Pero cuando miramos el ejemplo de Viet Nam del Sur, todos tenemos que sentirnos admirados, todos tenemos que sentirnos conmovidos, y desde aquí enviarles a los combatientes vietnamitas, desde Las Villas, baluarte invencible, nuestro mensaje de solidaridad (APLAUSOS PROLONGADOS), nuestro mensaje de solidaridad y de aliento a ese pueblo heroico, cuyos jóvenes saben morir frente a los pelotones imperialistas sin claudicar, sin implorar clemencia, dándole vivas a su patria, gritando "¡muera el imperialismo y viva la Revolución!", "¡viva la liberación y viva el comunismo!" (APLAUSOS) Porque ese pueblo heroico que sufre bombardeos de masas de aviones, ese pueblo heroico está combatiendo y muriendo no solo por ellos, sino también por nosotros; está combatiendo y muriendo por todos los pueblos que de una manera o de otra se ven amenazados por los imperialistas; están combatiendo y están muriendo para frenar la agresión imperialista, para frenar la agresividad de los imperialistas.

Desesperados, los imperialistas hablan de mandar más y más soldados. ¿Pero cómo podrán los imperialistas impedir la liberación de los pueblos? ¿Cómo podrán los imperialistas aplastar la Revolución en todas partes del mundo? No les alcanzan los aviones ni les alcanzan las tropas para aplastar simultáneamente la revolución en Asia, la revolución en Africa y la revolución en América Latina (APLAUSOS).

Los imperialistas tienen armas poderosas, tienen muchos recursos militares y económicos, pero no pueden exterminar a la humanidad. Para aplastar la revolución tendrían que aplastar a los pueblos de las dos terceras partes del mundo, tendrían que aplastar a todos los pueblos del Asia, tendrían que aplastar a todos los pueblos que defienden su libertad o luchan por su libertad en Asia, tendrían que aniquilar a los pueblos de América Latina.

Porque los imperialistas extreman su represión en Viet Nam, al igual que intervienen en Santo Domingo, para asustar a los pueblos, para intimidar a los pueblos. Pero los pueblos comprenden la debilidad de los imperialistas, comprenden que su debilidad y su miedo es lo que los impulsa a intervenir en Viet Nam, lo que los impulsa a intervenir en Santo Domingo, lo que los impulsa a amenazar a Cuba, lo que los impulsa a advertir que intervendrán en cualquier país de América donde se produzca la revolución.

¿Pero cómo podrán los imperialistas intervenir en todos los países de América Latina? Hoy intervienen en Santo Domingo, mañana tendrían que intervenir en Perú, otro día tendrían que intervenir en Venezuela, otro día tendrían que intervenir en Colombia, otro día tendrían que intervenir en Guatemala, otro día tendrían que intervenir en Brasil. Y un día se verían obligados a intervenir en todo el continente, y perecerían en sus montañas, en sus selvas, en sus ríos, en sus ciudades.

Para nosotros esta actitud del imperialismo implica un peligro, porque algunos imperialistas predican que hay que liquidar a Cuba, que liquidando a Cuba se liquida la revolución en América Latina. Y, en realidad, a esto debemos responder que, en primer lugar, Cuba no puede ser liquidada; en segundo lugar, el ejemplo de Cuba jamás sería liquidado.

Los imperialistas, para invadirnos a nosotros, confrontan grandes riesgos. En primer lugar, confrontan los riesgos de imprevisibles consecuencias de carácter internacional, y confrontan los riesgos de una lucha que no se terminaría nunca; porque todas las divisiones que tienen —aunque llamaran a sus reservas— no les alcanzarían para doblegar al pueblo cubano (APLAUSOS), no les alcanzarían para aplastar la resistencia de millones de cubanos. Pero, además —nosotros lo sabemos—, aplastar a Cuba no aplastaría la revolución en América Latina.

La revolución en América Latina, al igual que en Africa y al igual que en Asia y al igual que en cualquier parte del mundo donde exista la opresión, es inevitable con Cuba o sin Cuba, con Revolución Cubana o sin Revolución Cubana (APLAUSOS).

Naturalmente que la Revolución Cubana le ha dado impulso, le ha dado —en primer lugar— el ejemplo, la solidaridad, el aliento moral. Y ese ejemplo ya no hay manera de aplastarlo.

Por mucho que se apuren, por mucho que se agiten, por mucho que entrenen tropas mercenarias, por mucho que amenacen, los imperialistas yankis no podrán impedir —más tarde o más temprano— la liberación de América Latina. Por mucho que se agiten, por mucho que corran, los imperialistas yankis no podrán impedir la liberación del Africa. Por mucho que se agiten no podrán impedir la liberación de Viet Nam ni la liberación de los demás pueblos oprimidos por ellos en Asia. Eso es inevitable. Eso lo proclamamos aquí, no tenemos el temor de proclamarlo.

No nos hacemos ilusiones, no nos creemos exentos de riesgos y de peligros; no nos creemos exentos del peligro de zarpazos, del zarpazo que los imperialistas en su impotencia, en su odio y en su desesperación, puedan lanzar cualquier día sobre nuestra patria. No nos hacemos ilusiones. Corremos esos riesgos, los corremos conscientemente. Y sencillamente nos preparamos para esos riesgos.

Y es nuestro deber estar cada vez más preparados frente a esos riesgos. A medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en la América Latina, el odio de los imperialistas se acrecentará contra nosotros. A medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en América Latina, los imperialistas nos culparán más y más a nosotros; a medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en América Latina, las amenazas y los peligros serán mayores; mas, nosotros no por eso les decimos a los pueblos de América Latina: "esperen, no hagan la revolución porque nosotros vamos a correr peligro", ¡no!, ¡nosotros exhortamos a los revolucionarios de América Latina a luchar! (APLAUSOS), exhortamos a los revolucionarios de América Latina a seguir nuestro ejemplo, y corremos gustosos los riesgos. Mostramos a los pueblos de América Latina la posibilidad de la revolución, y las amenazas y los peligros y los riesgos, no nos importan.

Naturalmente que nosotros no queremos ver destruido el fruto de nuestro esfuerzo, naturalmente que nosotros trabajamos arduamente por el bienestar de nuestro país, por la seguridad de nuestro país, por el porvenir de nuestro país, pero no por eso temeremos a los peligros, no por eso rehuimos a los peligros. Nosotros, aunque Cuba corra riesgos, aunque los imperialistas amenacen, deseamos la revolución, deseamos la liberación de los pueblos de América Latina, no nos detenemos a contemplar con criterio egoísta nuestros triunfos, no nos detenemos a disfrutar con criterio egoísta nuestros triunfos; deseamos para los pueblos de América Latina los mismos triunfos que nosotros, deseamos que los pueblos de América Latina sigan nuestro ejemplo, porque sabemos, además, que cuando los pueblos se levanten nada ni nadie podrá detenerlos (APLAUSOS).

¿La OEA?, ¿para qué sirve la OEA? (EXCLAMACIONES). ¿El derecho de intervención?, ¿para qué le servirá el derecho de intervención? Los imperialistas pretenden que la OEA tome un acuerdo para intervenir militarmente contra la revolución en cualquier país. ¿Para qué le servirán esos acuerdos?, ¿para qué le servirá la OEA si junto con el imperialismo van a saltar hechas añicos las instituciones y las organizaciones en que se apoyan los imperialistas para explotar y oprimir a los pueblos? Junto con la OEA van a saltar las castas militares, van a saltar las oligarquías feudales, en la misma medida que la Revolución se desarrolle, y la revolución se desarrollará inevitablemente porque esa es una ley de la historia.

¿Y cuál es nuestro deber en esta hora que vive el mundo? Porque el mundo está viviendo uno de los momentos más extraordinarios de toda su historia, un despertar universal del sentimiento de libertad de los pueblos, del sentimiento de justicia de los pueblos. Nosotros tenemos que trabajar en varios sentidos; nosotros, en primer lugar, tenemos que desarrollar más y más la conciencia revolucionaria y la conciencia internacionalista de nuestro pueblo; nosotros debemos desarrollar nuestras fuerzas armadas y nuestros medios de defensa; nosotros debemos trabajar arduamente en el campo de la economía para cumplir los objetivos sociales y económicos de la Revolución. Es decir, que nosotros debemos trabajar en distintos frentes. Es necesario que la Revolución avance en el campo de la economía, eso hará más fuerte a la Revolución políticamente, moralmente y militarmente. Tenemos que desarrollar ideológicamente al pueblo, eso nos hará también más fuertes, y tenemos que aumentar los medios de combate de nuestro pueblo.

En el campo de la economía no cabe la menor duda de que vamos a vencer, en el campo de la economía no debemos decir así, en el campo de la economía debemos decir que estamos venciendo (APLAUSOS). ¿Pero es que acaso en el campo de la economía estamos haciendo todo lo más que podemos hacer? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¡No!

Esta conmemoración de Las Villas nos enseña algo muy interesante y todos ustedes han tenido oportunidad de apreciarlo también: ¡Cómo ha trabajado la gente en estos días previos al 26 de Julio!, ¡cuántas obras se han hecho en cuestión de días! Infinidad de ciudadanos discutían si se podía o no se podía terminar tal cosa o más cual cosa; muchas personas miraban con ojos incrédulos de que en cuestión de tres semanas se pudiesen levantar edificios enteros y tenerlos completamente terminados para el día de hoy, que en cuestión de días se hubiesen podido construir carreteras. ¡Y se han construido, se han llevado a cabo esas obras en cuestión de días!

Esta provincia, por ejemplo, para finalizar la zafra había movilizado 150 000 personas, y ese espíritu se ha visto en estas vísperas del 26 de Julio. Y en realidad creemos que si bien en algunas cosas estamos haciendo el máximo, podría decirse que estamos haciendo el 25% de lo que podríamos hacer en el 80% de las cosas. ¿Y por qué no hacemos todo lo que podemos hacer en todas las cosas?

En primer lugar, parte es el resultado de nuestra inexperiencia, parte es el resultado de nuestra incapacidad, parte es el resultado del hecho de ignorar muchas veces los recursos, muchas veces las posibilidades.

Es cierto que somos un país subdesarrollado, es cierto que las fábricas de cemento no alcanzan para todas las necesidades que tenemos. Es cierto que la madera y los abastecimientos de madera que tenemos no nos alcanzan muchas veces para muchas obras, pero también es cierto que no siempre hacemos las cosas de la mejor manera; también es cierto que no siempre aprovechamos todos los recursos y todas las posibilidades. También es cierto que hay hombres que están al frente de determinados trabajos que resuelven los problemas, y hay hombres que no resuelven los problemas (APLAUSOS).

Cuando algunos les han preguntado a los compañeros dirigentes del Partido en Las Villas: "¿Cómo ha sido posible el extraordinario trabajo de construcción de estos días?", los compañeros del Partido nos han dado una respuesta: "es que tenemos un magnífico jefe de Obras Públicas en esta provincia, y es que tenemos en los obreros de la construcción un magnífico dirigente sindical" (APLAUSOS). Y nos explicaba cómo ese dirigente es un ejemplo para los trabajadores, cómo ese dirigente sindical conoce y distingue a los mejores obreros, a los obreros de vanguardia, cómo ese dirigente sindical estimula el espíritu de sus compañeros. Y cómo con la coordinación del trabajo del Partido con la administración y el dirigente sindical, si los cuadros administrativos y sindicales son buenos, cualquier cosa se puede hacer. Y ellos nos decían una cosa: "cuando hay un buen cuadro administrativo, un cuadro administrativo revolucionario, con espíritu realmente trabajador y revolucionario se pueden hacer muchas cosas, y cuando el cuadro administrativo no es revolucionario, entonces todo se traba y todo se dificulta" (APLAUSOS).

Los compañeros dirigentes de la provincia de Las Villas nos decían: "Aunque no fueran contrarrevolucionarios, hay veces funcionarios que son buenas personas, pero les falta el espíritu revolucionario". Y a la vez nos explicaban casos de determinados sectores de la administración donde o bien se encuentra un individuo muy autosuficiente que no quiere que lo ayuden, o se encuentran individuos sin espíritu revolucionario y entonces ese frente de trabajo no marcha como debe de marchar. Eso es algo muy interesante. Eso demuestra que todavía en la administración tenemos cuadros que no son revolucionarios (APLAUSOS). Y esto demuestra la necesidad de proclamar, en este aniversario del 26 de Julio, que hay que destruir ese "Moncada" de la pequeña burguesía (APLAUSOS).

Esto pudiera expresarse bien, diciendo que si toda la fuerza potencial con que es capaz de avanzar el pueblo hacia adelante no se emplea, y muchas veces luce en algunos frentes de trabajo como una locomotora trabajando el 25% de su vapor y de su capacidad, eso es consecuencia del espíritu pequeño-burgués en la administración revolucionaria (APLAUSOS).

Llevamos siete años de Revolución. Muchas concesiones hemos tenido que hacerle al espíritu pequeño-burgués en estos siete años, porque la ignorancia de los revolucionarios, la falta de cuadros, facilitaba las circunstancias que a título de gente experimentada, que a título de gente que sabía, ostentaban determinados cargos, llevaban a cabo determinados planes e influían de mil maneras distintas en la administración. Han pasado siete años; de la masa del pueblo han surgido miles y miles de cuadros; de la masa del pueblo han surgido miles y miles de hombres ejemplares; de la masa del pueblo ha surgido un partido cada vez más organizado, más consciente y con más experiencia. La Revolución no tiene, pues, por qué hacer ninguna concesión al espíritu pequeño-burgués. El espíritu pequeño-burgués en la administración pública ha sido responsable, no solo de que no se aproveche toda la energía creadora e impulsora del pueblo, sino ha sido responsable de la entronización del burocratismo en la administración pública (APLAUSOS). Porque en la mentalidad política de un pequeño-burgués no cabe otro tipo de Revolución que la revolución burocrática, en la mentalidad de un pequeño-burgués puede prescindirse de las masas. Y los pequeño-burgueses, ayudando a los pequeño-burgueses, fomentaron el burocratismo en la administración pública. El pueblo sabe cómo nuestro Partido está enfrentándose ahora al problema del burocratismo y está combatiendo el burocratismo (APLAUSOS).

Es verdad que el burocratismo no es solo un mal nuestro; el burocratismo existía bajo el capitalismo en sus mejores formas. El burocratismo es un vicio que amenaza a las revoluciones socialistas, igual que a los capitalistas; pero las revoluciones socialistas han de saber tomar las medidas para impedir que ese mal se entronice y cause todo el daño de que es capaz.

Las comisiones de lucha contra el burocratismo están organizadas ya en todo el país, y están analizando uno por uno todos los cargos y todas las oficinas administrativas para racionalizar.

¿Y qué hacer con el personal sobrante? Ponerlo s a estudiar, no los vamos a lanzar a la calle; no los vamos a privar de sus ingresos, pero los vamos a poner a estudiar, los vamos a poner a superarse.

Si actualmente en la administración existen, 30 000 ó 40 000, ó 50 000, ó 60 000 personas, cuyo trabajo es un trabajo improductivo, cuyo trabajo puede ser un trabajo innecesario, ¿qué debemos hacer con ellos? Prepararlos, prepararlos. Debemos organizar, y estamos organizando, las correspondientes escuelas. ¿Para qué? Para que a medida que se desarrolle nuestra economía y surgen necesidades de carácter administrativo, no tengamos que sacar a un muchacho y a una muchacha joven y enviarlos a una oficina. ¡No! ¿Qué tenemos que hacer con los jóvenes? Lo que estamos haciendo, por ejemplo, en las escuelas de maestros: ¡Formando maestros! (APLAUSOS), formando técnicos, técnicos agrícolas, técnicos industriales, técnicos universitarios.

Si de un joven podemos hacer de él un técnico de nivel medio o de nivel alto, para la producción o para la salud o para los distintos servicios sociales, no tendríamos que sacar dentro de cinco, o seis, o siete años, a ningún joven para mandarlo a sentarse en un buró. No voy a decir que el trabajo en un buró es un trabajo despreciable, no voy a decir que no haga falta determinado número de personas para trabajar, desgraciadamente —y digo desgraciadamente porque realmente me parece que tiene que ser un trabajo con muy pocos incentivos—, para trabajar, desgraciadamente, en un buró con papeles. Hay que trabajar con papeles, es indispensable un mínimo de papeles para una buena administración, para buenos controles; pero lo que digo es que nosotros debemos apartar de la mente de todo muchacho o muchacha joven la idea de la oficina.

Nosotros debemos establecer que el trabajo en las oficinas tiene suficiente personal, y con el personal que tenemos ahora hay suficiente para atender a las necesidades oficinescas de nuestra economía de aquí a 10 años; y que los jóvenes han de mirar hacia la enseñanza tecnológica, los jóvenes han de mirar hacia aquellos estudios que los conduzcan a ir a enseñar a los campos, a las montañas, o a llevar la salud, o a llevar la técnica a los distintos frentes de trabajo de nuestro país, a nuestros campos, a nuestras montañas. No es por gusto que nosotros hemos establecido nuestras escuelas de maestros en las montañas; no es por gusto que nuestros estudiantes de magisterio tienen que pasar un año en la Escuela de Minas del Frío, de la Sierra Maestra, dos años en Topes de Collantes, y después dos años para recibir la enseñanza superior en el Instituto Pedagógico; no es por gusto que se han creado los Institutos Tecnológicos de obreros; no es por gusto que decenas y decenas de miles de jóvenes están estudiando.

Lo que debemos proclamar aquí es que la juventud tiene un campo inmenso en la educación, en la prestación de distintos servicios sociales y en la producción, y que ningún joven debe poner sus ojos en ninguna oficina, y que realmente personal para trabajar en oficinas organizándolo bien y capacitándolo, tenemos suficiente para el desarrollo de nuestra economía por lo menos 10 años.

Si nosotros preparamos 40 000 ó 50 000 de los actuales empleados de oficinas para llenar las necesidades futuras del país, significa que 40 000 ó 50 000 jóvenes pueden ir a los institutos tecnológicos, pueden ir a las escuelas de enfermeras, pueden ir a las escuelas de maestros, pueden ir a la enseñanza preuniversitaria, pueden ir a la enseñanza universitaria.

Y les decía que el espíritu pequeño-burgués se ha manifestado de dos formas: en la burocracia y en la incapacidad para resolver problemas. Este año nos proponemos ganar la batalla contra la burocracia, pero debiéramos proponernos ganar también la batalla contra el espíritu pequeño-burgués en la administración pública (APLAUSOS). Y siempre hay un pretexto, a veces invocándose la condición de técnico de un funcionario se le designa para un cargo importante en una provincia, y a título de técnico hay que perdonarle sus debilidades, hay que perdonarle su incapacidad para resolver problemas.

Y creemos realmente que los hombres que estén al frente de los organismos administrativos en las provincias deben ser revolucionarios, aunque no fuesen técnicos (APLAUSOS). Cuando se pueda tener a un técnico además revolucionario, mejor; pero cuando no hay un técnico revolucionario para asumir esas funciones, que la asuma un cuadro revolucionario, aunque no sea técnico (APLAUSOS). De todas formas, en ningún ministerio debiera de haber al frente de ningún cargo administrativo importante, sobre todo en el interior del país, sobre todo en el interior del país, en las provincias, no debe haber un solo cargo administrativo que no esté en manos de revolucionarios (APLAUSOS) .

No decimos un hombre bueno, no, no se trata de que sean buenos, un hombre decente, no; hace falta algo más que ser bueno y ser decente, hace falta ser capaz y tener, además, una actitud revolucionaria ante los problemas (APLAUSOS), dinamismo, espíritu resuelto para enfrentarse a las dificultades, espíritu de colaboración con los demás organismos y, sobre todo, de colaboración con el Partido, dejarse ayudar por el Partido.

En la organización del Partido hemos avanzado mucho. No pretendemos que el Partido administre. No, por el contrario, las funciones del Partido son de dirección en todos los frentes, de impulso en todos los frentes, de trabajo incesante con la masa. No queremos esa dualidad de Partido administrando, Partido impulsando, Partido controlando, Partido fiscalizando, Partido ayudando a la administración; pero no hay derecho, por ningún concepto, por parte de ningún organismo administrativo nacional, a situar en una provincia un hombre que no sirva, un hombre que no sea revolucionario (APLAUSOS), un hombre que no tenga la confianza del Partido. ¡No hay derecho!

Y el Partido tiene el derecho y tiene la obligación, cada vez que se encuentre con un hombre que no cuente con esas virtudes y con esas características, de comunicárselo al organismo administrativo superior y pedirle la sustitución de ese funcionario (APLAUSOS); el Partido tiene el derecho y tiene la obligación, si no es escuchado por la autoridad administrativa superior, de dirigirse a los organismos provinciales o nacionales del Partido, según se trate, para pedir que sea sustituido ese funcionario.

La misión de nuestro Partido no es andar designando funcionarios, no es andar favoreciendo a nadie, no es andar promoviendo amigos. ¡No!, que designe la administración, que la administración promueva de entre sus cuadros los mejores, que cuando lo desee le solicite al Partido, pero sí es misión del Partido la inconformidad y la protesta y la fiscalización y los pasos pertinentes a fin de que la localidad, bien sea una región o bien sea una provincia, no sufra las consecuencias de un funcionario deficiente, de un funcionario no revolucionario.

Repetimos que no es misión del Partido andar promoviendo o andar nombrando, más bien es misión del Partido promover sustituciones que nombramientos. Debe promover un nombramiento cuando la administración se lo pida, pero no debe esperar que nadie lo pida para promover la sustitución de un funcionario que sea deficiente.

Con el grado actual desorganización tenemos el derecho a pedir y a aspirar a que en cada región del país, en cada provincia, y en cada frente de trabajo, haya un hombre competente, haya un hombre revolucionario (_APLAUSOS). Y eso es imprescindible, porque eso es lo que nos permitirá aprovechar el inmenso caudal de trabajo, de energía y de iniciativa creadora de nuestro pueblo.

A estos efectos, será necesario, este mismo año, dar un paso más de organización hacia adelante, cual es constituir todas las administraciones regionales y municipales del país. Esto quiere decir que, en los primeros tiempos de la Revolución, la inexperiencia, la falta muchas veces, además de experiencia, de sentido común, la falta de un aparato político organizado y eficiente, la falta de cuadros, promovieron una tendencia muy centralizadora, promovieron un excesivo centralismo; y lo que debemos proponer, porque se ajusta más a la naturaleza de las cosas, porque es un sistema de organización superior, es descentralizar todo lo que pueda ser descentralizado, y desarrollar al máximo las administraciones municipales y regionales.

¿Qué queremos decir con esto? Se los voy a explicar con algunos ejemplos. Al principio todas las tiendas nacionalizadas pertenecían al Ministerio de Comercio Interior; todas las bodegas que por "hache" o por "be", por un dueño que se fue, por un dueño que no pagó, o por cualquier razón pasaban a propiedad del Estado, entraban a formar parte de un Consolidado Nacional de Bodegas, y cosas por el estilo, de donde resultaba que una bodega en Baracoa era administrada por un organismo nacional.

Por el estilo pasaba con otros centros, por ejemplo, un bar. Y esto sí fue verídico: había un bar en Baracoa que pertenecía al INIT. El hombre que administraba el bar estaba casi siempre borracho. Y allí seguía el bar y el hombre meses y meses, hasta que el aparato nacional se acordara de que tenía un bar en Baracoa, le informaran que tenía un administrador que era un borrachín y se decidiera a sustituir aquel administrador. ¿Es correcto que una bodega en Baracoa sea administrada por el gobierno central? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Una lavandería, por ejemplo, ¿es correcto que una lavandería de Baracoa, o de Manzanillo, o de Niquero, sea administrada por el gobierno central? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"). ¿Es correcto que las áreas verdes, los parques, la limpieza de calles, sean administradas por un gobierno central? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!")

Y así, por el estilo, hay infinidad de servicios y de centros que pertenecen a la esfera local y es un error que el gobierno central administre lo que pertenece a la esfera local. El gobierno central debe administrar lo que pertenece a la esfera nacional y ya tiene bastantes cosas de qué ocuparse y ya tiene bastantes cuestiones que atender para pretender la administración por el gobierno central de las cuestiones que son de esfera regional o de esfera municipal.

Y es nuestro propósito hacer leyes, basadas en las experiencias que ya hemos tenido, porque nuestra Revolución se ha caracterizado indiscutiblemente porque los hechos han marchado delante de las teorías, afortunadamente. Porque hacer una ley, en un gabinete, o en un despacho, es muy fácil, pero esa ley puede ser una reverenda basura (EXCLAMACIONES). Muchas veces tenemos cierto tipo de seudo-legisladores, que cree que el mundo está configurado de acuerdo con su cerebro, de acuerdo con su imaginación y pretende las realidades de la vida meterlas dentro de una ley que después no se ajusta a la vida y no se ajusta a la realidad.

Por eso algunas cuestiones nosotros no nos hemos precipitado en resolverlas, porque para resolver mal algo, es mejor no resolverlo. Y por eso, en todas las provincias se han hecho experiencias acerca de la administración regional y municipal, y basados en esas experiencias vamos ahora a desarrollar un plan de organización del poder local. Basados en esa experiencia hemos tenido la paciencia de observar y de ver, analizar qué cosas deben pasar a la administración local y qué cosas no deben pasar, qué cosas deban ser resueltas por la localidad, porque si un viento tumbó un árbol en el parque, ¿quién más que la gente que pasea en aquel parque debe presionar y debe pedir y debe desear que le siembren otro árbol allí?; si se abrió un bache en un camino, o si se quiere un ejemplo más gráfico que nosotros solemos poner: de que a lo mejor un perro pasa por un parque y hace una malacrianza (RISAS), ¿acaso van a esperar que venga un ministro a dar la orden de limpiar el parque? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Pues yo les digo que en algunos casos es así.

Infinidad de cosas interesan a la localidad; que una escuela se puede estar cayendo, que con muy pocos recursos, unos pocos sacos de cemento, un poco de buena voluntad y de esfuerzo, se repara la escuela. No hay que esperar que venga un plan perspectivo, que en el plan perspectivo incluyan aquella escuela que hay que reparar, que se apruebe el plan y que venga el cemento dentro de quién sabe cuanto tiempo para reparar la escuela, ¡y eso no puede ser! Muchas veces un campo de pelota, un campo de deportes cualquiera se organiza con un equipo, con un equipo de los que muchas veces, terminadas las ocho horas de trabajo, se para. Con un buldócer, con una motoniveladora, con un poco de buena voluntad se siembra un jardín, un bosque, se pueden embellecer las ciudades. Y esperar que vengan los organismos centrales a resolver esos problemas, es condenar la localidad a la inercia, es condenar la localidad a la inacción, es desperdiciar las posibilidades que tiene el pueblo de tomar muchas iniciativas, incluso es condenar al Partido a la inacción.

¿Para qué queremos Partido en una localidad donde no se toma ninguna decisión, donde no se puede resolver absolutamente nada? ¿Para qué queremos Partido en una región donde no se puede resolver absolutamente nada? Por eso nos proponemos desarrollar la organización de las localidades del país. Los antiguos JUCEI se llamarán administración provincial o administración regional o administración municipal.

¿Quién elegirá al presidente de la administración municipal? A nivel municipal, el Partido en representación de los trabajadores de la municipalidad. El Partido elegirá el presidente de la administración municipal, lo presentará a la masa de trabajadores, y la administración municipal tendrá la obligación de rendir cuentas cada seis meses a los trabajadores de la localidad; y si se trata de una ciudad grande, que no se pueda hacer una asamblea demasiado grande, a los delegados o representantes de los trabajadores de la localidad.

Es decir, que una administración municipal, administrará las bodegas, llamadas minoristas mixtas, barberías, peluquerías, servicios. Hay muchos servicios indispensables, el servicio de reparación de casas, por ejemplo, es importantísimo, la localidad debe tener organizado ese servicio (APLAUSOS), con plomeros, con albañiles.

Próximamente cumplirá cinco años de publicada la Ley de Reforma Urbana, la inmensa mayoría de las familias ya se convertirá, tendrá el derecho al usufructo gratuito de la casa, no tendrá que pagar alquiler, pero querrá reparar la casa, es cierto que no tenemos suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades, pero se pudiera hacer mucho más de lo que se está haciendo hoy y se hará mucho más cuando en cada localidad tengan el equipo de trabajadores destinados al mantenimiento y reparación de las casas, para que cualquiera que quiera reparar su casa, llama al servicio correspondiente y le paga. Esos servicios deben estar organizados de la manera más económica posible, de manera que los costos sean los más bajos posibles de todos esos servicios. Servicios de reparación del calzado, es un tipo de servicio que muchas veces no está organizado en muchas localidades; lavanderías, barberías, peluquerías, bodegas y en fin, muchas veces, pequeñas empresas, pequeños centros de producción, toda una serie de servicios que deben ser administrados por la localidad. Y la administración municipal deberá reunir al pueblo cada seis meses y explicar los estados de cuenta, la administración, la producción y todo lo que al pueblo le interesa acerca de los servicios que son de la localidad.

Es decir que se brindará una información, se rendirá cuentas al pueblo cada seis meses, y para que cada cual proponga, sugiera, lo que crea que sea conveniente, se queje de las cosas que crean que no están funcionando bien. Y así, cada administrador sabrá que en la localidad tendrá que darle cuentas a esa población, a esos trabajadores a los cuales representa (APLAUSOS); si no resuelve los problemas, tendrá que enfrentarse con la masa de los trabajadores. Y allí tendrán oportunidad, los ciudadanos de la localidad, de participar —no se olviden que esas son administraciones que representan a los trabajadores—, y los trabajadores manuales o intelectuales de la localidad, tendrán derecho a ser informados, y a que se les rinda cuenta de la gestión que se va a realizar.

Y creemos que ese será un gran paso de avance de la Revolución, un gran paso hacia la institucionalización de la Revolución: la lucha contra burocratismo, erradicación del espíritu pequeño- burgués en la administración pública, fortalecimiento revolucionario de la administración, organización de la vida local, de la administración local y del poder local.

Esos son pasos que deberemos dar en el presente año, y avanzar considerablemente por ese camino. No habremos llegado a nuestras metas. Después ya tendremos que comenzar a trabajar en el nivel superior del Estado nacional y elaborar las formas constitucionales del Estado socialista cubano (APLAUSOS).

A nuestra Revolución le faltan ciertos cometidos por realizar, que aún no ha realizado, y que afortunadamente aún no ha realizado. Muchas veces se crean de una manera formalista determinadas instituciones, pero son instituciones imaginarias, formales, que no responden a las realidades y que no funcionan. Nosotros no nos hemos apresurado en hacer una constitución socialista. Cuando hagamos nuestra constitución socialista, queremos que sea no una constitución formal sino de fondo y de forma, que responda a las realidades y que sea expresión jurídica del pensamiento revolucionario; entonces será nuestra constitución y nuestro Estado socialista. En esa constitución deberá ser definido cuál es el papel del Partido, sin formalismos, y los conceptos serán definidos; cuál será el papel del Partido, según nuestra concepción marxista; qué es el Partido y qué es la administración. Y, desde luego, dejar bien establecido que el poder político lo ostenta el Partido de los trabajadores. Entonces nosotros le daremos nuestra forma.

Y esto no entraña ninguna crítica para nadie. Pero nosotros suprimiremos eso de la dualidad de gobierno y de partido. Cuando digamos partido, diremos gobierno; y cuando digamos gobierno, quiere decir partido, porque gobierna el partido (APLAUSOS). Y es nuestro propósito —y desde luego, este no es un congreso del Partido, pero es un congreso del pueblo donde algunas ideas pueden ser expuestas, no tienen carácter de ideas definitivas, tendrán que ser discutidas en su oportunidad, en un congreso de nuestro Partido— aspiramos a ser lo menos formalistas posible, y a que en nuestra constitución se defina con toda claridad el papel del Partido, y cuáles son los fundamentos de nuestra democracia obrera, y por qué podremos llamarla democracia obrera, y cuáles serán los fundamentos y las bases de la relación más estrecha de ese partido dirigente con la clase obrera, en nombre de la cual ostenta el poder, y sin contradicción de ninguna índole.

Hemos de buscar nuestras instituciones revolucionarias, nuestras instituciones nuevas, partiendo de nuestras condiciones, de nuestra idiosincrasia, de nuestras costumbres, de nuestro carácter, de nuestro espíritu, de nuestro pensamiento, de nuestra imaginación creadora. No copiaremos. Cuando decimos no copiaremos, no lo decimos con menosprecio hacia nadie ni hacia nada; cuando decimos no copiaremos, simplemente decimos que copiar es un mal hábito, que copiar enerva el espíritu creador y la inteligencia de los pueblos. Algunas veces hemos copiado, porque hay que decir que aquí ha habido funcionarios incapaces de sacarse de la cabeza una idea, y que son capaces de copiar una enciclopedia completa. Sí, han copiado, y a veces han copiado cosas que son útiles en un lugar y son inútiles aquí.

Y por eso, nosotros tenemos que saber digerir, analizar, meditar las experiencias de todos los demás países, y aplicarlas aquí, después de analizadas, después de meditadas, solo cuando esas experiencias sean útiles y no aplicarlas cuando no sean útiles. Y siempre aplicar estas experiencias con espíritu creador.

Hay algo que en este 26 de Julio es muy necesario decir, si acaso una vez más: que nosotros debemos ser un pueblo que desarrollemos al máximo nuestra capacidad de pensar. Creo que ese es un deber, no solo de nuestro pueblo, sino de cualquier otro pueblo, porque la naturaleza, la geografía, no ha hecho dos lugares exactamente iguales; la historia, la tradición, las costumbres, no han hecho dos países exactamente iguales. Y cada país tiene sus peculiaridades, cada país tiene sus problemas propios. Malo es intentar imponerle a nadie un patrón de pensamiento, malo es tratar de imponerle a los demás las soluciones que han demostrado ser buenas para nosotros. Pero malo, muy malo, es ese espíritu de indigencia mental de quien sea incapaz de crear. Y este pueblo que ha escrito su historia, que la ha escrito, sí, con ayuda generosa de los trabajadores de otros países del mundo, con la solidaridad —que ha tenido un valor inapreciable para nosotros—, pero que la ha escrito también con su iniciativa, que la ha escrito también con su sangre, que la ha escrito también con su espíritu creador (APLAUSOS), este pueblo ha de saber pensar con sus propias cabezas, y los dirigentes de este país han de saber pensar siempre con sus propias cabezas (APLAUSOS).

En un mundo de países de distintos niveles de cultura, de distintos niveles de desarrollo, de distintas magnitudes políticas, para los pueblos —especialmente los pueblos pequeños— es muy importante el principio del pensamiento propio, del desarrollo de las ideas revolucionarias con pensamiento propio. Porque aspiramos a un mundo mañana, un mundo socialista, un mundo comunista, que no se parezca en nada a este mundo capitalista (APLAUSOS). Aspiramos a un mundo regido por normas, aspiramos a un mundo regido por principios, aspiramos a un mundo donde la igualdad de derechos prevalezca lo mismo para los grandes que para los pequeños, aspiramos a un mundo socialista y comunista sin derechos de veto por parte de nadie y sin que el poderío en magnitud de un país sobre otro implique derechos mayores de ningún país sobre cualquier otro país (APLAUSOS).

Y entiéndase bien que esto no va contra nadie en particular; entiéndase bien que esta es una manifestación que no va con intención particular contra nadie, pero sí reafirmación de un principio.

Y nuestras relaciones internacionales se han basado en este concepto, se han basado en esta norma, se han basado en esta idea.

Y el prestigio de nuestra patria hoy —aunque no siempre esta manera de actuar sea del agrado universal—, el prestigio de nuestra patria hoy en el mundo, el prestigio de nuestra patria entre todos los pueblos subdesarrollados, el prestigio de nuestra patria en los pueblos que luchan por su liberación, es un prestigio sólido, es un prestigio firme, es un prestigio grande.

Y como ese prestigio se cimenta en una política de hechos, como ese prestigio se basa en una posición inquebrantable, sin vacilaciones, sin claudicaciones del pequeño país que aquí —a 90 millas de los imperialistas— se enfrenta al peligro, se enfrenta a las amenazas, se enfrenta a los bloqueos económicos y construye el socialismo sobre bases científicas, sobre bases verdaderamente marxista-leninistas, sobre bases realmente revolucionarias (APLAUSOS); que en medio del peligro y del bloqueo educa a su pueblo, eleva su nivel de cultura, su conciencia política, su sentimiento del internacionalismo proletario y no vacila en asumir los riesgos de su posición, y resiste y resistirá firmemente, y resiste y resistirá sin claudicaciones de ninguna índole (APLAUSOS), y será ejemplo para los demás pueblos igual que nosotros, ejemplo en la lucha contra el imperialismo, ejemplo en la solución de los problemas que la vida social nos plantea, ejemplo en las soluciones de los problemas económicos que la Revolución nos plantea; que aspiramos a ser ejemplo, que aspiramos a encontrar soluciones buenas, soluciones reales, que aspiramos a crear mecanismos de la más estrecha vinculación entre el Partido y la masa; nuestro país, que se enfrenta victoriosamente a las dificultades es un país llamado a jugar un papel importante desde el punto de vista moral en el mundo en que vivimos.

Y esto, sin espíritu nacionalista de ninguna clase, sin chovinismo de ninguna clase. Porque no aspiramos a imponer hegemonía ni a ejercer hegemonía sobre nadie, como no aceptamos ni aceptaremos jamás que nadie intente ejercerla sobre nosotros (APLAUSOS). Aspiramos a vivir bajo la hegemonía de las normas y de los principios, y en un mundo de pueblos con iguales deberes y con iguales derechos. Y ese es el mundo en el que pensamos, por el cual luchamos.

Cuando nos preocupamos de la influencia moral de nuestra Revolución, es que vemos en esa influencia un arma de lucha contra el imperialismo; porque sentimos la suerte de los demás pueblos; sentimos el dolor y la angustia de los pueblos oprimidos, de los pueblos que luchan por su liberación; sentimos el odio hacia los opresores; sentimos el odio hacia los imperialistas, y ardemos en deseos de que cada pueblo pueda marchar por su camino como marchamos nosotros hoy.

Y por eso, si nuestro ejemplo puede ayudar, que nuestro ejemplo ayude!, si nuestro ejemplo puede ayudar a que sea esa manera de pensar una manera de pensar y preocupación de todos los pueblos, lo deseamos.

Y a nosotros —desde luego— no nos ha costado ningún trabajo mantener en este sentido de las relaciones internacionales nuestros puntos de vista. Tenemos relaciones amplias en el mundo; en algunos casos mejores que en otros casos, pero regidas por este principio. Y, en realidad, estamos satisfechos por el respeto que han sentido hacia nuestro país los gobiernos y los estados y los partidos con los cuales hemos tenido relaciones (APLAUSOS). Porque ese respeto no emana sino de nuestra posición y de nuestros principios, y es el respeto que este país a 90 millas de los imperialistas yankis se ha ganado, que este país —al que puede decirse "la primera trinchera en la lucha contra el imperialismo"— se ha ganado. Porque somos el único y aislado y solitario país socialista en este continente, los primeros, pero no los últimos ni los únicos (APLAUSOS). Por eso nuestra admiración hacia pueblos que, siendo pequeños —como Viet Nam—, son capaces de jugar un rol tan importante como el que han jugado (APLAUSOS).

Creo que interpreto el sentimiento de nuestro pueblo al expresar estas ideas, y creo que bueno es ir formando esa tradición; porque este camino no ha sido un camino fácil, no ha sido un camino sencillo. Esto que los cubanos tenemos hoy no es ni siquiera el fruto del trabajo de una generación, por esto que tenemos hoy se ha luchado durante mucho tiempo, no es el fruto del esfuerzo de esta generación, es el fruto del esfuerzo de muchas generaciones. A esta le correspondió el privilegio de haber vivido en una etapa en que han ocurrido acontecimientos extraordinarios, en que nuestra patria arribó a la plena independencia, pero ya este proceso del cual somos nosotros actores ha cumplido doce años de edad, muchas cosas han pasado desde entonces, muchos acontecimientos se han sucedido vertiginosamente desde aquella mañana del 26 de Julio de 1953.

Y esta fuerza de la Revolución, esta unión del pueblo, esta indestructible cohesión entre pueblo y Partido, entre pueblo y dirección, merece que se tenga muy en cuenta, porque ningún veredicto mejor que este, ningún juicio mejor que este. Al fin y al cabo el pueblo es juez supremo de los acontecimientos de la historia, y el mérito de un proceso histórico se juzga por sus frutos: este pueblo unido y fuerte de hoy, es el fruto de este proceso que comenzó hace doce años.

Para todos nosotros es motivo de una profunda satisfacción el poder apreciar esto, a la vez que es motivo de profundísima responsabilidad. El apoyo que la Revolución ha recibido del pueblo, la confianza del pueblo en sus dirigentes revolucionarios, lejos de ser motivo de envanecimiento para nadie, lejos de ser motivo de satisfacción para nadie, constituye un incremento de nuestros deberes, de nuestras responsabilidades, de nuestras obligaciones.

Porque cabe preguntarse cuál ha de ser nuestra reacción ante la confianza que deposita en nosotros el pueblo, ante el apoyo que nos brinda el pueblo. ¿Acaso debemos decir que todo lo hemos hecho bien? Acaso podemos decir que todo lo que hemos podido lo hemos hecho; tal vez podamos decir que hemos querido hacer todo lo que podíamos hacer, que hemos querido hacerlo lo mejor que éramos capaces de hacerlo, pero eso no basta.

Cumplimos doce años desde el Moncada, pronto tendremos siete años de Revolución (APLAUSOS), mas, sin embargo, de nada valdría esta conmemoración, de nada valdría este acto, de nada valdría el esfuerzo que cientos de miles de personas han hecho, las horas y horas que aquí han estado reunidos para mostrar con su presencia su apoyo militante a la Revolución; de nada valdría eso si nosotros no comprendemos lo que significa.

A veces nos preguntamos si un día como hoy somos nosotros los que vamos a llevar un mensaje al pueblo, decirle algo nuevo al pueblo, o es el pueblo quien trae un mensaje a nosotros, es el pueblo quien viene a decirnos algo nuevo a nosotros. Porque ¿quién habla aquí, ustedes o nosotros? Formalmente, nosotros; en realidad son ustedes, porque son los que vienen a traer nuevo impulso a la Revolución, los que vienen a traer nuevas energías a nuestros ánimos y a nuestros espíritus, nuevo fervor a nuestro corazón de revolucionarios (APLAUSOS). Es como si cada 26 de Julio se reuniera el pueblo e hiciera manifestación de su fuerza para dar un nuevo impulso a la Revolución, para dar un nuevo impulso a los dirigentes revolucionarios.

Porque no nos reunimos para hacer historia, no nos reunimos para hacer un recuento de la historia, no nos reunimos para recordar la historia pasada; nos reunimos para escribir la historia nueva, nos reunimos con la fuerza que ha acumulado en el camino esta enorme columna para emprender de nuevo la marcha con toda esa fuerza; nos reunimos para decir que no somos unos pocos, que no somos unos 100 hombres, que no somos una docena de hombres, que somos todo un pueblo en marcha que escribe la historia, que la escribe como la han escrito otros pueblos, que la ha escrito con sacrificio y la ha escrito con sangre.

¡Con sangre escriben hoy los dominicanos la historia de su patria! (APLAUSOS) ¡Con sangre la escriben los venezolanos, los colombianos, los peruanos, los guatemaltecos! ¡Con sangre la escriben los congoleños! ¡Con sangre y sacrificio escriben su historia los pueblos! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel, Fidel!")

¿Y quiénes son, quiénes son los que derraman nuestra sangre? ¿Quiénes son los que llenan nuestro camino de obstáculos? Son los mismos que derraman la sangre de los dominicanos, son los mismos que derraman la sangre de los vietnamitas, son los mismos que derraman la sangre de los congoleños, son los que derraman la sangre de los pueblos que quieren un destino mejor, que quieren cultura, que quieren pan, que quieren salud, que quieren decoro, que quieren libertad. Son los explotadores, son los que no pueden vivir sino derramando sangre de pueblo, son los que no pueden vivir sino chupando el trabajo de los demás, medrando con el sudor de los pueblos. Y por eso los pueblos tienen que escribir su historia con sacrificio, con dolor, con sangre y pagar ese precio (APLAUSOS). Y así hemos escrito nuestra historia.

No es esto una merced, no fue la Revolución una merced, no es la Revolución sino fruto de ese esfuerzo, de esa sangre, de ese sacrificio de todo un pueblo. Y así será.

No importa cuán largo sea el camino, no importa cuán dura sea la lucha, la lucha nuestra y la lucha de los demás pueblos. Nuestros enemigos son poderosos, pero más poderosos son los pueblos (APLAUSOS). No importa cuán poderosos son los obstáculos, más poderosa es la voluntad del pueblo de vencer los obstáculos. No importa cuán grande haya sido nuestra incultura, más poderosa es la sed de saber y de aprender de nuestro pueblo. No importa cuán grande haya sido nuestro subdesarrollo, nuestra pobreza y nuestro atraso económico, más poderoso es el trabajo creador del pueblo. Y con el trabajo creador del pueblo saldremos de nuestro atraso económico, saldremos de nuestro subdesarrollo, saldremos de nuestra pobreza (APLAUSOS); que del trabajo creador del pueblo, dirigido por revolucionarios, con espíritu revolucionario, hemos de ir construyendo a golpe de sacrificio la patria hermosa (APLAUSOS PROLONGADOS), hemos de ir construyendo el mundo de mañana, ese mundo del que ya la juventud que crece es un ejemplo. El espíritu de nuestros jóvenes lo vislumbra ya y lo demuestran con sus actos, como lo vimos ayer en este mismo sitio, como lo vemos en ese contingente que son parte de los 15 000 jóvenes que están estudiando para maestros; como lo vemos en el espíritu de nuestros futuros maestros (APLAUSOS), en el espíritu con que trabajan, porque se dice que allí, allí en aquella escuela no hay sol ni sombra para trabajar (APLAUSOS), en aquella escuela no hay frío, ni calor, ni lluvia, ni seca, cuando emprenden una tarea; de esos jóvenes que cuando algunas concreteras se rompieron y había que terminar la obra partieron a mandarrias las piedras (APLAUSOS PROLONGADOS). En esa generación ponemos nuestras esperanzas, en esa generación que con ese espíritu en los campos y las ciudades educarán a nuestros niños; con ese mismo espíritu, cada vez superior. Y así lo que ellos alcancen, que será más que nosotros, habrá de ser superado por los que ellos mismos eduquen.

Y esa patria, ese país, lo construiremos por encima de todos los obstáculos. ¡Sabemos que podemos hacerlo! (APLAUSOS) El sudor que cueste no importa, los peligros que cueste no importa. Cuanto hacemos y creamos es mirando hacia el porvenir. Las amenazas que puedan pesar sobre el futuro de nuestro trabajo no nos preocupa. Lo que hemos hecho una vez, podríamos ser capaces de hacerlo otra vez (APLAUSOS) y de hacerlo cuantas veces sea necesario. Hay algo que no podrá destruirse nunca con bombas, ni con aviones, ni con armas; hay algo que, como en el soldado aguerrido no se pierde; esas condiciones, esas características que hacen a un soldado veterano, y como soldado aguerrido y veterano, soldado formidable, no se pierde en las batallas, sino que crece. ¡Y como pueblo aguerrido y veterano, el nuestro, en las batallas su espíritu no sufrirá mella, su espíritu revolucionario crecerá!

Hay algo que no se edifica en piedra. En piedra se edifica una fábrica, en piedra se edifica una obra hidráulica, una carretera. Hay una obra que no se ve en cemento, ni en cabillas, ni en piedras: es lo que se construye en el pueblo, la educación que un pueblo recibe, la conciencia que un pueblo adquiere; las virtudes que un pueblo desarrolla no se ven pero existen, y son invulnerables. Todo lo material podrá aquí ser destruido, con lo material podrán ser destruidas muchas vidas, pero el espíritu de nuestro pueblo no podrá destruirlo nadie, la historia de nuestro pueblo no podrá destruiría nadie, el ejemplo de nuestro pueblo no podrá destruirlo nadie (APLAUSOS); la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo, su generosidad extraordinaria, su magnífica condición humana, su entusiasmo, su optimismo, su carácter, que es el cimiento de su fuerza, eso no podrá destruirlo nada ni nadie.

Por eso, un día como hoy nos reunimos para mirar hacia adelante, nos reunimos para hacer un acopio de nuestras fuerzas y nuevos impulsos, y que el año próximo sea más que este, y que la conciencia sea mayor que esta todavía, y que el progreso económico sea más que este (APLAUSOS); que recojamos esta experiencia, este impulso, y lo incrementemos.

Como la patria hoy es una, como es una sin distingo de regiones ni de provincias, como es una sin discriminación ni opresión, como es una sin privilegios, este 26 recorrerá la Isla, en occidente, en el centro y en oriente, un año en cada región del país llevando el mensaje de la unión y de la hermandad entre todos, llevando las banderas gloriosas de nuestros caídos, el espíritu de nuestros mártires, que surgieron de todos los rincones de la Isla para conquistar la libertad de todos, la dignidad de todos, el triunfo de todos. Y se rotará año por año, y año por año será como un plebiscito, año por año será como un juicio, porque juzga el pueblo los actos de la Revolución, es el pueblo quien tiene la palabra y no los calumniadores. Es el pueblo quien tiene la palabra, la última palabra, no son las toneladas de papel y de tinta que escriben los detractores de nuestra patria y de nuestra Revolución, durmiendo allá el sueño eterno de los ilusos, soñando regresar con un pasado cargado de oprobio y de crimen, de vergüenza y de humillación, consolándose allá en sus intrigas, en sus calumnias, en sus mentiras, en su ruin profesión de servir a un amo extranjero y de combatir la patria como mercenarios, pagados por los extranjeros.

Y creo que por ahí —no sé si lo invitaron o vino solo— anda un corresponsal norteamericano que vino hace dos o tres días, porque hay otro corresponsal que sí se le autorizó, que creo que es de la Broadcasting System, o no sé qué, que dicen que estuvo arrestado. Y la verdad es que el año pasado invitamos a unos cuantos periodistas norteamericanos, algunos escribieron más objetivamente, otros menos objetivamente... Pero, en fin este año mientras bombardean Viet Nam y mientras intervienen en Santo Domingo, no teníamos ningún deseo de invitar a ningún periodista yanki aquí, a nuestro país (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fuera, fuera!") —no, no, no, a ese que vino no lo boten—, excepto a un periodista que tuviera la dignidad y el valor de combatir los crímenes que cometen sus gobernantes.

Pero vino uno —y lo sabemos por cables. Bien, que vea; bien, que tome fotografías, que tome películas, a ver si allá los imperialistas cuentan con semejante apoyo del pueblo, a ver si allá los imperialistas en Washington, o en Nueva York, o donde sea, son capaces de elevar el entusiasmo de más de 500 000 ciudadanos juntos (APLAUSOS); a ver si cualquiera de esos gobiernos títeres, como el de Brasil, Guatemala, Nicaragua, Paraguay y comparsa, que mandaron a sus soldados mercenarios a pisotear la independencia de un país hermano de América, si cualquiera de esos gobernantes títeres, representantes de esa farsa llamada "democracia representativa", los que allá dicen que van a garantizar la libertad contra el socialismo, contra el comunismo, a ver si cualquiera de ellos —o todos juntos—son capaces de reunir a un pueblo, son capaces de reunir medio millón (APLAUSOS), como los que aquí se reúnen, bajo las banderas del socialismo, bajo las banderas del comunismo, porque nuestras banderas, por ser justas, por representar los intereses de los humildes y de los explotados, acrecientan su fuerza. Mientras ellos, todos juntos, bajo las banderas de la ignominia, no alcanzan a reunir —ni reuniendo a todos los paniaguados, y a todos los esbirros, y a todos los ladrones juntos— ni la décima parte de la gente que se reúne aquí (APLAUSOS).

Y una masa más o menos grande se podría reunir por distintos medios, lo que no es posible es reunir el entusiasmo de esta masa. Y allá, para que se rompan la cabeza, ¿cómo es posible que este pueblo que vivió bajo el capitalismo y que conoció todo aquello, que es lo mismo y peor todavía que lo que hay en otros sitios, se reúne aquí apoyando su Revolución, apoyando su Partido? Entonces, ¿cuáles son las virtudes de las ideas revolucionarias? ¿Cuáles son las virtudes del marxismo? ¡Porque nosotros somos marxista-leninistas! (APLAUSOS)

¿Lo fuimos siempre? ¡No, la mayor parte de nosotros no lo era; y, sin embargo, lo somos! Yo no lo era, no lo era cuando era un ignorante, cuando de las leyes de la historia no sabía nada, cuando de la sociedad, de los procesos sociales y de la historia de la humanidad, no sabía nada, todo lo más poseía —como poseían muchos— un espíritu rebelde, un entusiasmo y una vocación de los problemas públicos. Pero a medida que fui sacudiéndome de esa ignorancia, a medida que fui conociendo algo, a medida que fui aprendiendo, comencé a ser revolucionario.

¿Cuando el 26 de Julio qué éramos? No podíamos llamarnos marxista-leninistas el 26 de Julio, marxista-leninistas conscientes. Pero el grupo de jóvenes que organizamos el Movimiento 26 de Julio estudiábamos a Marx y estudiábamos a Lenin. Y entre los libros que nos ocuparon cuando el ataque al Moncada estaban los libros de Martí y los libros de Lenin (APLAUSOS) .

¿Podíamos llamarnos marxista-leninistas? ¡No!, nos faltaba mucho por aprender, nos faltaba mucho por comprender todavía. Y si éramos capaces de comprender algunos de los principios esenciales del marxismo, la realidad de una sociedad dividida entre explotados y explotadores, si habíamos sido capaces de comprender el papel de las masas en la historia, todavía no habíamos elevado nuestra conciencia y nuestra cultura revolucionaria lo suficiente para comprender, en toda su profundidad y su magnitud, el fenómeno del imperialismo; puede decirse que lo comprendíamos teóricamente y lo veíamos a distancia. Nuestra tarea inmediata, nuestra lucha con minúsculos recursos contra aquel poder militar que aplastaba a nuestro país, concentraba la mayor parte de nuestra atención.

El fenómeno imperialista lo aprendimos no en un libro; lo leímos en libros, pero lo aprendimos en nuestras propias carnes.

Lo aprendimos en la sangre derramada de los obreros, en los crímenes cometidos; lo hemos aprendido en la historia del proceso revolucionario, lo aprendemos todos los días en el proceder de esos mismos imperialistas en todo el mundo.

Nosotros sentíamos vocación de revolucionarios, poseíamos sensibilidad de revolucionarios y pasión de revolucionarios. Nos faltaba la teoría; no la aprendimos de un día para otro, no la aprendimos solo de una manera teórica, la aprendimos en la realidad; no nos la enseñó nadie, la aprendimos por nuestra propia cuenta, desarrollamos nuestras ideas en la medida en que nos hacíamos más y más revolucionarios, en la medida en que comprendíamos más y más el socialismo científico, en la medida en que buscábamos una mejor explicación a los problemas de la historia y de la sociedad.

Y así adquirimos nuestra teoría, nuestra filosofía política; y no recibimos un barniz de ella, sino que se adentró en nuestra sangre, se adentró en nuestro pensamiento y en nuestra vida, y nos hicimos marxista-leninistas (APLAUSOS).

Naturalmente que nuestros enemigos habrían querido que fuésemos unos "liberaloides", unos reformistas pequeño-burgueses. Y fuimos pequeño-burgueses, pero afortunadamente fuimos dejando atrás ese caparazón ideológico y clasista (APLAUSOS), y adoptamos la ideología de los explotados, de los oprimidos, de los humildes, de los trabajadores.

Habrían querido que permaneciésemos en la politiquería y en la ignorancia, habrían querido perpetuar en esta tierra el pasado, pero ¡ah!, equivocación la de los imperialistas: decían que el marxismo-leninismo era una idea exótica, una idea extranjera. Las ideas, desde luego, son patrimonio universal; las ideas de la Revolución Francesa se esparcieron por el mundo; las ideas burguesas de Estados Unidos surgieron de filosofía, que no fue obra de autores ni de filósofos norteamericanos, sino de europeos. Decían que eran exóticas, pero lo que no sabían era lo bien que se daban en este clima estas ideas llamadas marxista-leninistas (APLAUSOS). Porque tampoco aquí cuando llegó Colón, había caña de azúcar y ¡qué bien que se da la caña de azúcar en este país! (APLAUSOS) Y somos el mayor productor de azúcar, y nuestra caña es la caña de mas rendimiento en azúcar. Pues así también se dan, ¡qué bien se dan las ideas revolucionarias en este país! ¡Y seremos uno de los primeros productores de ideas revolucionarias! (APLAUSOS)

Y eso es lo que no esperaban, creían que aquí podían florecer las ideas de los explotadores, las ideas de los esclavistas, las ideas de los discriminadores, las ideas de los opresores de pueblos; y esas ideas fueron barridas —y con ellas sus apóstoles; y con ellas la clase portadora y defensora de esas ideas— para desarrollar la idea, la ideología de los trabajadores, la de los humildes de nuestra patria, y hacerla prosperar. Y en la fuerza y en la verdad de esas ideas, está la explicación del poder de la Revolución, en la presencia creciente de los hombres y mujeres humildes del pueblo la comprobación irrebatible de la teoría de la lucha de clases; en el poder invencible de la Revolución, la confirmación irrebatible de que las masas son el motor de la historia; de que una revolución de masas, dirigida por un partido armado de una ideología científica, es invencible. Y esa es la explicación de los éxitos de la Revolución, de la fuerza de la Revolución.

El marxismo lo hemos aprendido en los libros, pero sobre todo lo hemos aprendido en la vida. Y por eso somos cada vez más socialistas, somos cada vez mas marxistas y lucharemos cada vez con más fervor por un mundo de hombres buenos, de hombres generosos, por un pueblo que sea todo como una gran familia, en que cada hombre y cada mujer no tenga un hermano, sino millones de hermanos y hermanas, millones de hijos, millones de padres y de madres (APLAUSOS); porque no somos como los capitalistas que creen que el hombre es una fiera, no pensamos como los capitalistas que creen que el hombres es un lobo, egoísta y brutal; sino porque creemos en el hombre, en los sentimientos del hombre, en la bondad que se puede encerrar en el corazón humano y porque creemos que esos sentimientos son susceptibles de crecer ilimitada e indefinidamente. Por eso podemos llamarnos luchadores por el comunismo, luchadores por ese mundo mejor, y tener la seguridad de que lo alcanzaremos.

Dediquemos en este instante nuestro pensamiento y nuestro recuerdo a los que cayeron en la lucha, la expresión de nuestra solidaridad con sus familiares, con sus madres, con sus hermanos, con sus esposas y expresarles ese sentimiento de cariño de todos nosotros y esa seguridad de que la sangre de los buenos nunca se derrama en vano.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos! (OVACION.)
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