Columna invasora número 8 Ciro Redondo, comandada por el Guerrillero Heroico
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En marzo de 1958, altos mandos del ejército celebraron por última vez en el cuartel general de Columbia el sexto aniversario del golpe militar de Fulgencio Batista y se mostraron eufóricos ante la gran ofensiva final contra los guerrilleros de la Sierra Maestra denominada Plan FF (Fase Final o Fin de Fidel), sin la menor idea de que les quedaban solo siete meses en el poder.
Tras derrotar al enemigo en numerosas batallas, el Comandante en Jefe Fidel Castro preparó como parte de la contraofensiva estratégica el envío de dos columnas invasoras a Occidente, la Antonio Maceo, dirigida por el Comandante Camilo Cienfuegos que saldría el 22 de agosto desde El Salto, Sierra Maestra, con la misión de llegar a Pinar del Río; y la Ciro Redondo, comandada por Ernesto Che Guevara, que lo haría el 31 desde Las Mercedes, en la misma serranía, rumbo a Las Villas.
Así fue cómo hace 64 años comenzó una de las más grandes epopeyas de nuestra historia con la marcha de ambas columnas, las cuales revivieron la gran proeza de la invasión, similar a la gesta protagonizada por Antonio Maceo y Máximo Gómez en la Guerra de 1895-1998.
Según el plan estratégico de Fidel, ambas fuerzas poseían como objetivo fundamental batir incesantemente al enemigo en los territorios central y occidental, e interceptar y paralizar los movimientos de tropas por tierra desde Occidente al Oriente.
Para el cumplimiento de sus misiones los dos jefes estaban autorizados a otorgar grados hasta de comandante de columna, consolidar el poder revolucionario en los territorios liberados; así como aplicar una política de unión entre todas las organizaciones que participaban en la lucha contra la dictadura, especialmente en la antigua provincia de Las Villas.
Muy difícil resultó el avance de los combatientes, de Camilo y el Che, por las llanuras de la provincia de Camagüey, surcada por numerosas carreteras y caminos utilizados por el ejército con sus medios motorizados, apoyados por la aviación para cercar a los rebeldes, quienes no recibieron la ayuda logística necesaria como se había acordado en los planes.
No obstante, los de las columnas invasoras pudieron continuar a pesar del hostigamiento del ejército batistiano. El arribo de Camilo a Las Villas fue el 7 de octubre, y cinco días después lo hizo el Che.
En la provincia actuaban tropas guerrilleras, principalmente del Directorio Revolucionario 13 de marzo, el II Frente del Escambray, el Movimiento 26 de Julio y del Partido Socialista Popular, por lo cual Fidel ordenó a ambos jefes rebeldes que se mantuvieran en la región para incentivar la guerra y fortalecer la unidad revolucionaria y la disciplina entre esas agrupaciones.
Ellos cumplieron admirablemente las disposiciones del Comandante en Jefe. Camilo liberó la zona norte de la provincia, tomó los pueblos de Iguará Meneses, Jarahueca, Zulueta, General Carrillo, Mayajigua, Caibarién, Camajuaní y Placetas, estos tres últimos de manera cooperada con las fuerzas que comandaba Ernesto Che Guevara.
Tras más de 10 días de asedio, el Señor de la Vanguardia liberó el 31 de diciembre el pueblo de Yaguajay, fuerte punto de resistencia militar defendido por más de 500 soldados atrincherados en el cuartel y que contaban con el refuerzo de la aviación y gran cantidad de parque y armas.
Esta proeza la describió en un lacónico parte dirigido a su hermano de gloria: “Che: se rindió Yaguajay, estoy contando las armas, son más de 350 fusiles, 3 trípodes, 1 mortero 81, una bazooka y equipo, te veo mañana, Camilo".
El Che y su tropa cercaron y tomaron los poblados próximos a la ciudad de Santa Clara, defendida por cerca de cuatro mil soldados atrincherados en los edificios más fuertes y altos de la urbe, con tanques y el respaldo de la aviación, por lo que las fuerzas rebeldes tuvieron que tomar cada uno de los reductos durante casi 15 días hasta que la localidad se rindió el primero de enero de 1959.
La embajada de EE.UU. y altos mandos en La Habana estaban decididos a frustrar el triunfo con una puesta en escena dirigida de principio a fin por la CIA y el Departamento de Estado con la anuencia del dictador, que pretendían organizar un golpe de estado y la salida al exterior de Batista junto a sus principales cómplices.
En esas circunstancias era importante enfrentar la intentona al más corto plazo en la propia capital y bajo la consigna enarbolada por Fidel desde Santiago de Cuba a través de la emisora Radio Rebelde de “Revolución sí, golpe militar no”, las columnas invasoras del Che y Camilo recibieron la orden de continuar hacia La Habana.
De esa forma las columnas invasoras, con el favor del pueblo, desempeñaron un rol decisivo para frustrar los planes imperialistas y consolidar el triunfo revolucionario al arribar en los primeros días de enero a la capital y echar por tierra la intentona de impedir que los rebeldes asumieran al poder.