El LATINOAMERICANO DEL SIGLO
Fidel Castro es "el latinoamericano del siglo", aunque en nuestro continente no escasean los hombres y mujeres admirables. Pero Fidel a través de su obra -la Revolución Cubana-, es quien ha alcanzado mayor influencia y durante más tiempo. Fidel es un patriota de esta América Latina todavía desunida y una potente voz de las víctimas del capitalismo.
No es fácil hablar de Fidel porque el riesgo de caer en el ditirambo –que él no necesita- es muy grande. Sin embargo, hay que decir que muy pocos como él han convertido en historia su propia vida.
Fidel pertenece simultáneamente al pasado y al presente en que permanece actual y vigente. Se debe, sin duda, a sus ideas que también trascenderán al futuro. Fidel es un hombre de carne y hueso y a la vez una leyenda. Esto dificulta hacer un juicio de valor que mantenga a raya la emoción. Fidel es una persona que perturba a amigos y enemigos. He estado tres o cuatro veces con él en situaciones que permitían intentar un diálogo.
Aunque lo considero un amigo cercano y afectuoso, esa visión de la leyenda viva me ha impedido aprovechar la calidez de su trato. Pertenezco a la generación que recibió con más fuerza la influencia de la Revolución Cubana y estoy agradecido por eso.
Le debemos valores éticos que nos impulsaron a tomar una opción de vida. Fidel y su Revolución nos enseñaron a eludir las trampas del dogmatismo, a persistir en propuestas de unidad, a defender los principios recreando permanentemente la táctica revolucionaria.
Yo creo que la actual generación ha asimilado la herencia ideológica de la Revolución Cubana. Vivimos una nueva época en que los jóvenes apelan a formas originales para organizar sus fuerzas y prepararse para las nuevas batallas de la justicia social.
Comienza a nacer un sistema de ideas que recoge lo que es válido del pasado y le incorpora la riqueza de nuevas experiencias. Es la legítima herencia rebelde y creadora de Fidel y de los hombres y mujeres -Abel, el Che, Camilo, Celia, Haydée y el pueblo cubano todo- que comparten la gloria de una hazaña memorable de la dignidad humana.
No es fácil hablar de Fidel porque el riesgo de caer en el ditirambo –que él no necesita- es muy grande. Sin embargo, hay que decir que muy pocos como él han convertido en historia su propia vida.
Fidel pertenece simultáneamente al pasado y al presente en que permanece actual y vigente. Se debe, sin duda, a sus ideas que también trascenderán al futuro. Fidel es un hombre de carne y hueso y a la vez una leyenda. Esto dificulta hacer un juicio de valor que mantenga a raya la emoción. Fidel es una persona que perturba a amigos y enemigos. He estado tres o cuatro veces con él en situaciones que permitían intentar un diálogo.
Aunque lo considero un amigo cercano y afectuoso, esa visión de la leyenda viva me ha impedido aprovechar la calidez de su trato. Pertenezco a la generación que recibió con más fuerza la influencia de la Revolución Cubana y estoy agradecido por eso.
Le debemos valores éticos que nos impulsaron a tomar una opción de vida. Fidel y su Revolución nos enseñaron a eludir las trampas del dogmatismo, a persistir en propuestas de unidad, a defender los principios recreando permanentemente la táctica revolucionaria.
Yo creo que la actual generación ha asimilado la herencia ideológica de la Revolución Cubana. Vivimos una nueva época en que los jóvenes apelan a formas originales para organizar sus fuerzas y prepararse para las nuevas batallas de la justicia social.
Comienza a nacer un sistema de ideas que recoge lo que es válido del pasado y le incorpora la riqueza de nuevas experiencias. Es la legítima herencia rebelde y creadora de Fidel y de los hombres y mujeres -Abel, el Che, Camilo, Celia, Haydée y el pueblo cubano todo- que comparten la gloria de una hazaña memorable de la dignidad humana.
Tomado de:
Tomado del libro Absuelto por la Historia
15/05/2001