CAPACIDAD DE FLEXIBILIDAD
La primera impresión que tuve de su país fue en enero de 1999, cuando cenamos con su presidente en el palacio de la Revolución. Vine acompañando a la delegación que trajo la congresista Maxine Waters. Cuando llegamos al palacio se abrieron las puertas, emprendimos nuestra caminata y no vimos guardias armados, ninguno, luego se abrió un gran portón y nos hicieron señas para que nos aproximáramos.
He estado varias veces en la Casa Blanca, en dos ocasiones me entrevisté‚ con el presidente Clinton en la sala del gabinete de la Casa Blanca. Iba con una delegación de la facción negra (caucus). Cuando usted tiene intenciones de ir allí hay que dar a los agentes de seguridad varios días por adelantado, sus documentos de nacimiento y seguro social, de modo que ellos puedan comprobarlo. Cuando llega a la Casa Blanca tiene que atravesar la entrada de seguridad, hay guardias armados, al final del corredor hay un puesto ante el que usted se para y presenta su nombre y carné de identidad, luego ellos comprueban en la computadora la veracidad de sus datos.
Cuando deciden darle el visto bueno, lo dejan entrar y al final del pasillo hay otro cuarto en que hay muchos oficiales de la seguridad que lo observan atentamente, y luego lo llevan por otros puntos de seguridad, hasta que al fin lo dejan ver al presidente, nuestro presidente.
En Cuba me quedé sorprendido, porque se nos ha dicho tantas veces que esta es una dictadura, que es un régimen totalitario. Que este es un país en que los hermanos Castro gobiernan por decreto, apoyándose en los fusiles. Eso creíamos cuando llegamos al palacio presidencial, al palacio de la Revolución. Pero no habían guardias, que pudiéramos ver, y nos hicieron señas para que entráramos, y al atravesar la puerta solo hubo un somero cacheo personal. Después se nos sugirió dejar los objetos que portábamos y entramos en un segundo cuarto, de recepción, donde habían dos oficiales, y en pocos minutos apareció el presidente Castro con solo un guardaespaldas. Y para mi constituyó una desconcertante diferencia la que existía entre el presidente de un país que se nos había dicho que era una cruel dictadura totalitaria, que gobernada con un brutal puño comunista, y la forma como yo había sido recibido en la Casa Blanca por mi presidente. La ultima estaba sumamente protegida y custodiada, y la otra daba la impresión de no tener mucha seguridad.
La mayor parte de la conversación con Fidel Castro transcurrió con los miembros del Congreso: Maxine Waters, Julia Causins, Barbara Lee y otros. Pero tuve oportunidad de conversar con él durante la recepción. Una de las cosas que más me impactó del presidente son sus vastos conocimientos de la situación mundial.
Para nosotros Cuba es un país aislado, un país que no asociamos con conocer mucho del mundo exterior. Pero cuando hablamos con el presidente nos habló de muchas cosas. Nos habló de los problemas del yen japonés, de la situación en los Balcanes, del presidente de la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos. Tiene una clara comprensión de muchos problemas mundiales.
Cuando le hicimos varias preguntas, que creíamos importantes, como si existía racismo el país. Nos dijo que al triunfo de la Revolución, existía el animo de que no habría más discriminación. Pensaba y muchos con él que eso sería definitivo. Mas tarde comprendió que muchas gentes tienen opiniones prejuiciosas sobre problemas raciales, en conflicto con la Revolución y que comprende que algunas veces es necesario tomar medidas adicionales para acabar con ese problema, y no limitarse a decir que no se permite.
Eso demuestra una voluntad de cambio, que se produce con el tiempo. Muchos líderes mundiales llegan al poder con una opinión, que mantienen, hasta que pierden el poder. Lo que fascina de Fidel es su capacidad de flexibilidad, no ser inflexibles, lo que es muy importante.