Fidel
Soldado de las Ideas
Fidel tiene una complicidad con mi esposa Mercedes para cocinar. Una vez en México se le metió a Mercedes en la cocina y le estaba tratando de corregir lo que estaba haciendo. Y ella le dijo con mucho afecto: «Mire Comandante, usted manda en su Isla, pero en mi cocina mando yo». Y Fidel me dijo: «Ella me ha dicho una cosa en que tiene toda la razón. En su cocina manda ella». Mercedes siempre trae de México bacalao para prepararle a Fidel.
Lo que consolidó la amistad entre Fidel y yo fueron los libros. Un día le pregunté qué estaba leyendo y me dijo que no tenía tiempo de leer, que lo único que leía eran documentos, algo estresante y horrible. Le dije que le iba a traer libros para descansar y empecé a traerle bestsellers. Él no tenía bestsellers porque todo el mundo piensa que como es Fidel Castro solo lee libros sumamente importantes. Recuerdo que el primero que le traje fue Drácula de Bram Stocker.
Vi por vez primera a Fidel cuando yo trabajaba en Prensa Latina en Colombia, recién creada la agencia. Era una época tan cercana al principio de la Revolución que había un avión de Panamerican que volaba Barranquilla-Camagüey-Miami. Yo estaba haciendo una escala en Camagüey para venir a La Habana y de pronto vi una movilización en el aeropuerto y era Fidel que venía. Entonces llegó, venía Celia Sánchez con él.
“Fidel Castro es un lector voraz, amante y conocedor muy serio de la buena literatura de todos los tiempos, y aun es las circunstancias más difíciles, tiene un libro interesante a mano para llenar cualquier vacío”.
"Es un lector voraz. Nadie se explica cómo le alcanza el tiempo ni de qué método se sirve para leer tanto y con tanta rapidez, aunque él insiste en que no tiene ninguno en especial. Muchas veces se ha llevado un libro en la madrugada y a la mañana siguiente lo comenta. Lee el inglés pero no lo habla. Prefiere leer en castellano y a cualquier hora está dispuesto a leer un papel con letra que le caiga en las manos. Es lector habitual de temas económicos e históricos.
"Su más rara virtud de político es esa facultad de vislumbrar la evolución de un hecho hasta sus consecuencias remotas… pero esa facultad no la ejerce por iluminación, sino como resultado de un raciocinio arduo y tenaz. Su auxiliar supremo es la memoria y la usa hasta el abuso para sustentar discursos o charlas privadas con raciocinios abrumadores y operaciones aritméticas de una rapidez increíble".
"Escribe bien y le gusta hacerlo. El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la audiencia. Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que sólo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia".
"Cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la franqueza cruda de los afectos reales. Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean, le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver.
Tiene un idioma para cada ocasión y un modo distinto de persuasión según los distintos interlocutores. Sabe situarse en el nivel de cada uno y dispone de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio. Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar.
Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo.
Tomado de:
Escritor colombiano, Premio Nóbel de Literatura
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