Fernández Retamar, Roberto

Fernández Retamar, Roberto

Escritor y poeta cubano

Eterno

"Extraño a Fidel todos los días de mi vida. Personas así no deben morir, sino que en cierta forma no mueren nunca. Yo pienso en Fidel como pienso en el Che y en Martí. En la historia de la humanidad no hay muchos hombres como él, no ya en Cuba, no ya en América, en el mundo."

Tomado de: 

"Yo conocí a Fidel"

Fecha: 

01/05/2019

Un intelectual extraordinario

Más de una vez le dije: «Usted no es solo un guerrillero, usted es un intelectual», y no le gustaba que le dijeran eso. Por supuesto que era un intelectual de primer orden. Antes de la Revolución sus artículos en Bohemia eran fenomenales, los que publicaba en la prensa, en otros lugares, y los que siguió  publicando hasta el final. Lamento que no haya aceptado mi sugerencia, pero era un intelectual extraordinario. Fidel también era un buen lector de poesías.

Tomado de: 

"Yo conocí a Fidel"

Fecha: 

01/05/2019

Apenas dormía

Acompañé varias veces al Comandante tanto por Cuba como por el extranjero y les puedo decir que dormía dos o tres horas. Dicen que así era Napoleón, que dormía muy poco. Se sabe que hay criaturas excepcionales. Yo necesito dormir muchas horas, me producía una enorme sorpresa verlo a él que prácticamente podía o no dormir, o dormir una cantidad ínfima, y, además, lo acabo de recordar, comía muy poco también, no era de mucho comer.

Tomado de: 

"Yo conocí a Fidel"

Fecha: 

01/05/2019

Lo quería como a un padre

He vivido, enseñado y aprendido en muchos países, publicado más de 20 libros, conversado con centenares de personas, pero nada fue, ni desde lejos, tan importante como haber conocido a Fidel. Una vez conversando con él en una embajada, creo que en Uruguay, surgió el tema de la muerte de Martí. Durante un breve tiempo lo tuteé; la mayor parte del tiempo, como es natural, le decía usted, pero en ese momento, no sé por qué, lo tuteaba.

Tomado de: 

"Yo conocí a Fidel"

Fecha: 

01/05/2019

La primera vez que lo oí hablar en público

Fidel solía participar en lo que en la juventud de Roa y Pablo de la Torriente llamaban las tánganas universitarias. Era, pues, un joven inquieto y batallador, a quien se hubiera podido aplicar el verso martiano: “¿En pro de quién derramaré mi vida?”

Tomado de: 

Tomado del libro Absuelto por la Historia

Fecha: 

21/05/2001