¡FIDEL... FIDEL...!
Fidel, Fidel,
qué tiene Fidel,
que los americanos
no pueden con él.
Pues tiene el pecho firme, y, en él, su Patria pura;
tiene el rayo que lanza a la sombra siniestra;
tiene la honda segura y la piedra segura
y la fuerza invencible de la Sierra Maestra.
Vedle en la ONU. Su acero terrible, sin aristas,
de los pueblos esclavos es la tremenda espada
que se clava y se queda, para siempre, clavada,
en la entraña podrida de los imperialistas.
Fidel, Fidel,
qué tiene Fidel,
que los americanos
no pueden con él.
Tiene, para los pobres, corriendo en los anillos
de su ternura inmensa, un manantial de nardos,
y para el que defiende intereses bastardos,
le corre por el cinto un río de gatillos.
Alta la frente, alto su cinturón de estrellas,
él tiene en el heroico impulso de su mano
una flor para el pueblo y un ramo de centellas
para el imperialismo americano.
Fidel, Fidel,
qué tiene Fidel,
que los americanos
no pueden con él.
Levanta la cabeza, y su cabeza es brote
de libertad que alumbra el esclavo sendero.
¡Le puede dar lecciones a los héroes de Homero
y se las puede dar, también a Don Quijote!
Ya sabéis lo que tiene Fidel. Lleva en sus hombros
el dolor de los pueblos hambrientos y oprimidos.
¡Con él no podrán nunca los dólares podridos
cuyo mundo veremos convertido en escombros!