Poemas

Crónica de Quito

en quito una ancianita
de coca y cóndor y casi centenaria
después de ver a fidel
estrecharle la barba la sonrisa
el corazón lleno de pueblo
—toda un temblor
una brasa increíble a su ceniza—
le dijo a su nieto
que ya podía morirse
que ya era feliz
porque había visto
al hombre

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