Noticias

A la altura de un Partido de vanguardia

Para la doctora Hilda González, una de los 276 colaboradores cubanos que desandan hoy la geografía sudafricana, la nostalgia se dibuja como una calle en su natal Holguín donde su hijo juega sin peligro.
 
Casi dos décadas lleva en Sudáfrica, adonde llegó en 1997 después de una misión de dos años en Zambia.
 
"Y por supuesto estaba muy joven", dice González, cuando comienza a destejer los hilos de la memoria en una entrevista con Prensa Latina desde Port Elizabeth, ciudad costera al sureste del país, en la provincia de Eastern Cape, donde trabaja actualmente.
 
Pero antes ella y su esposo, el también médico cubano Felipe Tápanes, abrieron sus caminos en un área rural.
 
Mis inicios fueron en Umtata y no resultó tan duro porque ya tenía una misión anterior en África, por eso no me sorprendió "trabajar en muchas especialidades menos como Médico de Familia (su especialidad)", cuenta.
 
A la "doctora G", por lo del "González" en su apellido, le tocó, como a otros, "hacer de todo: ginecología, pediatría, cesáreas, dar anestesia".
 
Fue una etapa en la que tuvimos que "aprender cosas, pero nunca hubo una queja de nuestros pacientes. El médico cubano sabe crecerse".
 
Además, fue profesora en la universidad, donde impartió el programa de medicina familiar, mientras en las "áreas rurales dábamos los primeros pasos en la aplicación del programa de Medicina General Integral (MGI)".
 
"La población quedó muy impresionada", sonríe la doctora González, mientras rememora que "viajábamos a lugares donde los pacientes pasaban más de 20 horas para llegar hasta un médico".
 
De una especial dulzura en la voz, la doctora cubana confiesa que "por mi forma y carácter atraigo mucho a la población geriátrica y casi siempre vienen conmigo".
 
Sobre momentos difíciles en estos años habla -y todavía los ojos se le nublan- "de aquella paciente que no podía parir y prácticamente hubo que hacerle una cesárea vaginal".
 
Recuerda "que no había transporte para trasladar a la parturienta y no se podía perder más tiempo. Ella me desgarró una mano por tanto dolor. Cuando terminé el parto sin anestesia ni nada me llamaron urgente y me dijeron Hilda, la paciente tiene SIDA. No atiné a pronunciar palabra".
 
Enseguida la sometieron al tratamiento profiláctico. "Fue duro para mí, pero la paciente tuvo a su niño sin dificultad y sobrevivió a pesar de las circunstancias. En mi caso nada sucedió".
 
El ejemplo es uno entre las tantas cosas a las que nos enfrentamos en una misión, añadió la doctora González, quien reitera su dolor cuando vive "los contrastes que hay en Sudáfrica".
 
Una parte de la población es privilegiada tiene acceso a buena atención médica -argumentó- pero la mayoría no tiene ningún recurso.
 
"Por eso estamos los colaboradores cubanos en este país, en respuesta a los esfuerzos del gobierno del Congreso Nacional Africano por solucionar estos problemas", enfatizó.
 
Para la doctora Hilda, Holguín (provincia del oriente de Cuba) es el lugar que no se aparta ni un instante de "aquí" (y señala el lado de su corazón).
 
Buena parte de los hijos de todos nosotros han nacido y crecido en Sudáfrica, y se han desarrollado en situaciones que no son de nuestra idiosincrasia, acotó.
 
Cada vez que va de vacaciones a la isla confiesa que le queda "queda la añoranza cuando veo a los muchachos como mi hijo jugar pelota en medio de la calle. Eso el mío no lo ha tenido. Vive encerrado dentro de la casa por problemas de seguridad", enfatizó.
 
Conozco de experiencias con hijos "de nuestros compañeros que después de ir a Cuba a estudiar les preguntamos cómo se sienten y nos dicen que son felices, tan felices que no quieren regresar".
 
Yo creo que la tierra llama, pero la reacción es por "algo tan, pero tan importante que se llama libertad y seguridad".

Fuente: 

Prensa Latina

Fecha: 

18/04/2016