“Documentos extraviados: niños de Chernóbil en Cuba” se inaugura hoy en Paraguay
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La muestra expositiva Documentos extraviados: niños de Chernóbil en Cuba, de la artista peruana Sonia Cunliffe, con la investigación y curaduría de la periodista cubana Maribel Acosta, forma parte de la Bienal Internacional de Asunción, Paraguay. BIA 2020 tiene como concepto curatorial el término guaraní Jojaha. Paridad en español: grito a voces del mundo de hoy.
Desde el arte de archivo, Cunliffe cuenta una historia tan impresionante como desconocida: entre 1990 y 2011 más de 26 mil niñas y niños de Rusia, Bielorrusia, Moldavia y Ucrania recibieron atención médica gratuita en Cuba luego de la explosión del cuarto reactor de la planta electronuclear de Chernóbil el 26 de abril de 1986.
Es tal vez el programa humanitario más largo y menos visible del mundo.
Cunliffe, quien tiene una reconocida trayectoria en el arte de archivo, activa documentos fotográficos de la prensa cubana y diarios de la época; a su vez reconstruye otros en las entrevistas audiovisuales a los personajes de esta historia, examina a los contextos y tal como sentencia la archivística pos custodial; desde los tejidos que emanan del archivo membránico, se construye y reconstruye una narrativa que resulta cada vez distinta en tanto se active el documento(s). Cada quien, frente a una narrativa de partida hará la suya propia y de ese modo, estos documentos dispersos en archivos casi olvidados vienen a contar muchas historias de esos años.
Todo empezó un día de 2011 en La Habana: Sonia Cunliffe ve en la playa de Tarará a niñxs con sus cabezas calvas… y pregunta… y le dicen: esos son los niños de Chernóbil… Ahí comenzó su obsesión por saber y contar… Otro día de 2015 artista y periodista se conocen por esos azares concurrentes de la vida… Y comenzó esta búsqueda que llevó a una primera exposición en Lima 2016. Y ha seguido un recorrido por Miami, 2016 La Habana 2017, una vez más La Habana 2019, Asunción y Mantua, Italia 2020…
En 2020, estos documentos también llegarán a Kiev, Ucrania, el lugar donde nacieron como dolorosa historia en una primavera del siglo pasado cuando se contaminó el aire, la tierra, los ríos, los árboles… y la vida se volvió muerte y millones de personas fueron otras para siempre.
Aquí en BIA, los rostros, sufrimientos y esperanzas de esos niños y niñas están contados en estos documentos suspendidos, buscando todavía su reencuentro con cada ser humano capaz de sentir la tragedia como propia; en cada tela, una historia; el conjunto, la de todos, como en aquel manojo de toscas cruces en el barranco donde fue asesinado el poeta; y en una de ellas, una cualquiera, un texto enunciación: TODOS SOMOS LORCA.
Aquí todos somos Chernóbil… en un diálogo por la vida… Y como columna vertebral que atraviesa la muestra, está el sonido. El joven cubano estudiante de música Jorge Antonio F. Acosta compuso El lamento de Liusia, obra para cuarteto de cuerdas que entrega otro relato desde aquella mujer, Liusia, la esposa del bombero moribundo, cuyo cuerpo, en generosa paradoja, ofrece un canto a la vida. Entonces se establecen otros diálogos entre música y sonidos del mar, de niños y niñas, de las voces, del tiempo…
Montaje e ideología, montaje y sensibilidad, montaje y relatos… Montaje y memoria… para denunciar a la desmemoria; para el reencuentro de estos documentos, alguna vez extraviados y vueltos a encontrar.
Este lunes 2 de marzo, la muestra quedará inaugurada en la Estación Central del Ferrocarril de Asunción, lugar de idas y venidas, de la memoria de esta ciudad; tal vez como metáfora de estos niños y de historia que cuentan los documentos que flotan en sus muros.