Cubanas en la mirada de Martí y Fidel
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La mujer cubana ha sido siempre capaz de estar a la altura de su tiempo. En el pasado, cuando circunstancias epocales levantaban a su paso obstáculos casi infranqueables, muchas fueron las que se alzaron por encima de ellos y desempeñaron el papel que la vida y la historia les demandaban. Cientos de ejemplos dan testimonio de ello.
José Martí y Fidel Castro —también Carlos Manuel de Céspedes, el fundador—, líderes de la Revolución en el momento histórico que a cada uno le tocó vivir así lo valoraron; aunque no puede olvidarse el contexto en que cada uno de ellos se desenvolvió.
El joven Martí, radicado en México, en 1875 se refirióa los reclamos de «algunas pensionistas del Colegio de las Vizcaínas»; vale precisar que solo se les enseñaba a «[…] rezar, a realizar los trabajos de la casa […] a leer, a escribir y las primeras nociones de cuentas[…]». Al respecto precisó el Apóstol: «[…] Si la educación de los hombres es la forma futura de los pueblos, la educación de la mujer garantiza y anuncia los hombres que de ella han de surgir […]», lo que, sin duda, era una idea muy adelantada acerca de la educación. Sin embargo, a renglón seguido apuntó: «Nacen héroes, pero la mujer, criatura de ternuras, no tiene en Ia vida de la tierra esta misión vigorosa y activa»,1concepto que no debe asombrarnos, porque este Martí de solo 22 años era un hombre de su tiempo y, para convertirse en un hombre de todos los tiempos, aún debería crecer.
Ya en 1892, a propósito de los clubes patrióticos que impulsaban la labor del Partido Revolucionario Cubano (PRC), en la cual se hallaba inmerso, Martí menciona a una serie de aguerridas mujeres y afirma que «[…] en el ejercicio de la virtud patriótica, por la mujer ve la mejor garantía de que no se le canse […] al hombre el corazón».2
Y en otro momento afirmó: «[…] las campañas de los pueblos solo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer; pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer […] anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño—la obra es invencible».3
Durante esa etapa de preparación de la guerra de independencia, Martí manifestó su admiración por numerosas mujeres. Ejemplos son Mariana Grajales y María Cabrales, con sus diez años de manigua; Ana Betancourt y su reclamo en Guáimaro (10 de abril de 1869) del derecho de la mujer a luchar por la Patria; Carolina Rodríguez, quien participó en las tres guerras y fue su apoyo en la labor del PRC.
Para entonces, Martí había conocido el mundo y, aunque su misión seguía siendo la independencia patria, los conceptos de igualdad y justicia social para todos ya habían madurado en su pensamiento; ello le permitió una visión más amplia del papel de la mujer, que quizás halle su clímax en la frase referida a María Magdalena Cabrales Fernández: «Fáciles son los héroes con tales mujeres».4
Por su parte, Fidel, en el año del centenario del natalicio del Apóstol, en circunstancias diferentes pero no favorables al pleno desarrollo de la mujer, en la primera acción militar contra la tiranía, el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, incorporó a dos mujeres: las heroínas Melba Hernández y Haydée Santamaría. Años después, en el combate de Uvero (28 de mayo de 1957) combatió rifle en mano una guerrillera: Celia Sánchez.
Sin embargo, no le fue fácil. Son conocidas las anécdotas en torno a la formación del pelotón Mariana Grajales y la oposición de muchos rebeldes. Por esa época, Dolores Feria, la Suñola, se hallaba alzada y era mensajera del Ejército Rebelde. Pudo haber integrado el pelotón de las Marianas; pero su compañero, el destacado combatiente Eddy Suñol, uno de los que más se habían opuesto a la idea de Fidel, no lo permitió. ¡Como si la labor de mensajera no fuera peligrosa!
Por esas cosas que tiene la vida, en el combate de Los Güiros, Suñol resultó herido en el pecho y fueron, precisamente, las Marianas, quienes se hicieron cargo de su traslado hasta un lugar seguro. Al respecto, Fidel escribió:«[...] Como norma, cuando el jefe era herido o muerto, la unidad se retiraba de inmediato. Esta vez no ocurrió así. La fuerza que atacó fue fundamentalmente el pelotón Mariana Grajales, bajo el mando de la teniente Isabel Rielo. Suñol fue herido en los primeros momentos y lo tuvieron que retirar. El pelotón, inmutable, prosiguió el combate.5
Luego del triunfo de la Revolución, Fidel siempre impulsó la incorporación de la mujer a las diferentes tareas. El 23 de agosto de 1960, cuando se creó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), valoró: «La Revolución tiene, sin duda alguna, en el sector femenino de nuestra población, un respaldo muy grande». Y añadió: «[…] ya la historia nos hablaba de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas las simboliza a todas: Mariana Grajales […]». De igual modo exaltó a las madres cubanas en la figura de doña Rosario, madre de Frank y Josué País, y a sus compañeras de lucha: « […] Mujeres heroicas, como aquellas dos compañeras nuestras, Lidia y Clodomira[…]».6
«La mujer está participando activamente en las tareas de la Revolución» y ejemplificó que el 50 % de los maestros voluntarios que enseñaban en los más apartados rincones de nuestro país eran mujeres. Por eso, afirmó hace 64 años: « ¡la Revolución cuenta con la mujer cubana!».7Y aún es así.