Entrevista concedida a periodistas franceses durante la visita de la delegación presidida por el Canciller de Francia, Claude Cheysson
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Entrevista informal del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, con un grupo de periodistas franceses a raíz de la visita de la delegación presidida por el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Claude Cheysson, celebrada el día 6 de agosto de 1983, en el Palacio de la Revolución, “Año del XXX Aniversario del Moncada”.
Fidel Castro.- Bueno, pues yo estoy a disposición de ustedes.
Periodista.- Comandante, ya que usted dijo el otro día que los periodistas norteamericanos son buenos, quisiéramos empezar como ellos y pedirle si tiene algo que decir al pueblo francés.
Fidel Castro.- Bueno, ustedes saben que nosotros somos un país integrado por europeos y africanos; tenemos una mezcla, con un poquito de sangre india, porque los españoles aquí, en sus primeros años, hicieron trabajar muy duro a los indios, y muchos de ellos perecieron; somos un pueblo mezclado, y tenemos una influencia grande de la cultura europea, no de la cultura sajona, sino de la cultura latina, de la europea latina. Yo diría que el país que influyó más culturalmente en Cuba, después de España, fue Francia. Es decir que nosotros, igual que sentimos lazos afectivos con el pueblo español, porque realmente los sentimos —ya ha quedado muy atrás la época aquella de las guerras, en que se derramó sangre de parte y parte, sangre española y cubana—, hay lazos afectivos con España y hay también lazos afectivos con Francia.
Sentimos simpatía por Francia, sentimos simpatía por los franceses, y sentimos simpatía también por su historia, porque su historia nos influyó. Yo, antes de leer las primeras obras de marxismo, leí la historia de la Revolución Francesa. De eso se hablaba desde que estaba en los primeros grados, pero no sabía muy bien qué era aquello que había pasado allá, qué era la Revolución Francesa. Después la leí, la estudié, me interesé mucho por ella, y creo que ha ejercido mucha influencia en mí, me refiero a la historia de la Revolución de 1789. Leí muchos autores diferentes, a veces hasta de madrugada me estaba leyendo las obras, cuando era un estudiante de bachillerato, en vacaciones, que no tenía otra tarea.
Algo de esto hablé con Cheysson. Esta fue la influencia, digamos, de la primera revolución social moderna, que fue la francesa; es decir, como revolucionarios contra el feudalismo y contra el despotismo. Después recibimos también influencia de Francia hacia el socialismo. El propio Marx recibió una gran influencia, y nos la retrasmitió a nosotros, a través de dos obras que para nosotros son clásicas: “La historia de la lucha civil en Francia” y “El 18 Brumario”. Y luego, la Comuna de París ejerció una influencia sobre los revolucionarios cubanos muy grande. Existió sin dudas influencia francesa en nuestras guerras independentistas.
La Guerra del 68 se caracterizaba por un espíritu romántico muy grande; yo diría que había influencia de los jacobinos, pero también me parece ver cierta influencia de la “Historia de los Girondinos” de Lamartine, en algunos de nuestros primeros luchadores por la independencia.
En nuestra propia lucha, en la guerra de liberación, había tres influencias francesas: la de la Revolución Francesa de 1789, la de las luchas civiles en Francia y la Comuna de París, y, por último, la resistencia francesa contra los nazis. Toda la historia de la resistencia del movimiento clandestino francés ejerció una influencia como método de lucha, por el patriotismo demostrado por los franceses y su heroísmo. Es decir que tuvimos tres influencias francesas: la de la Revolución Burguesa, como le llamamos, liberal, y luego las luchas por la revolución socialista en Francia, y por último las luchas de la resistencia francesa. Por esas tres vías hemos recibido influencia. En el terreno de la cultura francesa, después de España, es el país europeo que más ha influido en Cuba. La medicina aquí siempre miraba hacia Francia, la literatura y el arte, miraban también hacia Francia, mucho. Se dice incluso que nuestra comida es española y francesa.
A principios del siglo pasado, vinieron muchas familias francesas de Haití, se establecieron en Oriente y algunas hasta en Pinar del Río, en Soroa, cientos de familias francesas cultivaron el cacao, cultivaron el café, trajeron técnicas agrícolas avanzadas. De modo que, después de España, el país con el que tenemos más raíces históricas es con Francia, realmente. Y por eso hacia los franceses sentimos simpatía, admiración, cariño; es no solo cultural el vínculo, es también afectivo.
Periodista.- Me parece, Comandante, que en este marco, las relaciones concretas ahora, entre los dos países, los dos pueblos, van caminando hacia el nivel que deben tener.
Fidel Castro.- Yo pienso que sí.
Hubo dificultades en las relaciones francesa-cubanas en los primeros años de la Revolución, con motivo de la lucha por la independencia de los argelinos, pues aunque a nosotros nos interesaban mucho las relaciones con Francia —siempre nos han interesado, políticas y económicas—, en aquellos momentos estaba presente una cuestión que, por principio, por solidaridad, nos llevaba a nosotros a una posición firme y a una posición de oposición a la política oficial francesa y de apoyo a los luchadores argelinos. Cuando ya se solucionó felizmente el problema de Argelia, las relaciones políticas con Francia, mejoraron, también las relaciones económicas, y han prosperado de una forma progresiva desde entonces.
Por supuesto, el triunfo de la izquierda en Francia despertó muchas esperanzas en nuestro país; nuestras relaciones con la izquierda eran estrechas, nuestras relaciones con Mitterrand y nuestras relaciones con los comunistas franceses. Yo digo que se empezaron a estrechar las relaciones con este gobierno muchos años antes del triunfo de la izquierda. Cuando nosotros recibimos la delegación francesa en nuestro país, presidida por Mitterrand, no tuvimos vacilación, lo consideramos un deber y consideramos nuestro derecho a expresar nuestros sentimientos de simpatía hacia la izquierda. Y aunque parecía muy lejano el triunfo de la izquierda, en el año 1974, nosotros recibimos con los brazos abiertos a Mitterrand y a la delegación del Partido Socialista Francés. Es como si adivináramos que algún día la izquierda iba a ser el poder en Francia. Es decir que se empezaron a desarrollar antes, y yo diría que, como todas nuestras relaciones, desinteresadamente, porque nuestras relaciones de solidaridad son desinteresadas. Y vimos con alegría el triunfo de la izquierda. Somos de la izquierda, creo que eso se comprende perfectamente en Francia. Y creo que, además, esto dio lugar a unas relaciones aun mejores con Francia, sin que pueda decir que las relaciones eran malas. Digamos que aun en la época de De Gaulle se desarrollaron buenas relaciones con Francia, y siempre vimos con simpatía el espíritu de independencia de De Gaulle. Es decir que desde los gobiernos anteriores, las relaciones fueron buenas. Pero, claro, hay mucha más comunicación, mucha más afinidad con el gobierno de la izquierda, y por lo tanto las relaciones deben ser mejores y van siendo mejores.
Periodista.- ¿Esa afinidad es en cuanto a una relación fundamentalmente bilateral o permite tocar en serio toda una serie de problemas que no solamente implican e involucran a Cuba y a Francia?
Fidel Castro.- Es correcto. Creo que no serían suficientemente amplias unas relaciones que se limitaran exclusivamente a lo bilateral. Francia tiene responsabilidades en el mundo. Yo digo que Francia no es una gran potencia, pero es una potencia grande que tiene desarrollo tecnológico, desarrollo científico, desarrollo económico y prestigio internacional, y que, a mi juicio, Francia juega y puede jugar un papel internacional muy importante.
Me interesa mucho de Francia su preocupación por los problemas del Tercer Mundo, pues en todas las últimas conferencias internacionales, entre los países llamados occidentales desarrollados, es la que ha manifestado un mayor interés por los problemas del Tercer Mundo. Ese es un punto muy común entre la política del Gobierno francés y nuestras preocupaciones como país del Tercer Mundo. Porque somos socialistas, pero pertenecemos también al Tercer Mundo y, en nuestros pronunciamientos internacionales, siempre hemos tenido muy en cuenta los intereses de los países del Tercer Mundo, porque responden a una realidad histórica del subdesarrollo y con los cuales tenemos intereses comunes.
Para nosotros no ha significado una contradicción nuestra condición de país socialista y nuestra condición de país del Tercer Mundo. Y como yo planteé en Nueva Delhi, por encima de diferencias políticas, religiosas, ideológicas, tenemos muchas cosas en común con los países del Tercer Mundo, que nosotros tenemos presentes y defendemos.
Tampoco defendemos intereses nacionales, nosotros no somos muy nacionalistas; somos patriotas, pero no somos muy nacionalistas, y somos fuertemente fieles a nuestros principios políticos. Muchas veces hemos sabido sacrificar nuestros intereses nacionales en aras de los principios de nuestra Revolución y de nuestros principios internacionalistas.
Los norteamericanos no entienden eso, les cuesta mucho trabajo. Están un poco acostumbrados a pensar que el interés nacional debe estar por encima de cualquier otro interés.
Y nosotros hemos dicho que nuestra patria no es solo Cuba, nuestra patria es también la humanidad. Estamos aprendiendo a pensar en términos de humanidad. El hombre pensó primero como clan, después como tribu, después como grupo feudal y después pensó como nación. Cuando el hombre empiece a pensar con sentido universal, empiece a ver a toda la humanidad como su familia y empiece a ver a toda la humanidad como su patria, entonces se habrá dado un gran paso de avance en su desarrollo político y su conciencia.
El nacionalismo es fuerte. A mí me choca cuando veo que crudamente los políticos defienden exclusivamente el interés nacional. Y creo que es una frontera estrecha; somos marxistas o creemos serIo, y el marxismo toma en cuenta el sentimiento patriótico y el sentimiento nacional, que fue un gran avance en su tiempo. Y yo creo que, incluso, sigue jugando un gran papel y debe jugar todavía un gran papel; porque en la lucha contra el colonialismo y contra el neocolonialismo, ese sentimiento nacional jugó un papel importante, y yo digo que todavía es una idea progresista, cuando el país defiende sus intereses nacionales frente a una opresión extranjera; pero yo diría que es hora de tránsito, y para nosotros es de tránsito hacia sentimientos más avanzados; debemos pensar no solo en términos nacionales, sino en términos internacionales, en términos mundiales, se puede decir.
El nacionalismo actualmente hace bien en algunos casos y a veces hace mal. Por eso decía, me choca cuando veo que muchos políticos solo están atrincherados en la bandera del interés nacional; tenemos que conciliar los dos intereses: el nacional y el internacional.
Periodista.- También, en concreto, parece que hubo discusiones sobre el problema del azúcar.
Fidel Castro.- ¿Cuál, el azúcar con los franceses?
Periodista.- Con los franceses.
Fidel Castro.- Bueno, yo no sé si algunos colaboradores, algunos compañeros han discutido sobre eso, pero yo no quise abordar el tema en esta ocasión.
Carlos R. Rodríguez.- Es que se mencionó el problema del azúcar en las conversaciones ya desde Francia a iniciativa de Cheysson, y ahora retornamos el tema con la participación de ambos como comunidad y como miembros de la Organización Internacional del Azúcar en las negociaciones de un nuevo convenio mundial azucarero.
Fidel Castro.- Pero yo personalmente no planteé ninguno de estos problemas. Yo he tenido especial cuidado que en la visita de esta delegación, que en este encuentro, tengamos en cuenta, por encima de todo, los problemas generales, no he querido poner ningún énfasis en los intereses nuestros.
A nosotros nos interesa el azúcar, sobre todo, si pudiéramos concertar los intereses de los países productores de azúcar del Tercer Mundo con la Comunidad Europea, sería muy importante; pero yo no he querido, en los temas de las relaciones bilaterales, poner el acento en cuestiones económicas que nos interesen a nosotros. No quisiera que nuestra hospitalidad parezca inspirada en un vulgar interés de tipo material, o económico, o nacional; aunque el señor Cheysson muy amablemente ha abordado algunas cuestiones, él mismo las ha planteado, y tal vez antes, entre los demás compañeros, se haya hablado de estas cuestiones, pero no fue el eje de nuestras conversaciones.
Periodista.- ¿Y cuál ha sido?
Fidel Castro.- Bueno, yo diría que hemos analizado las cuestiones internacionales, sobre todo, aquellos aspectos de la situación internacional en que tenemos posiciones coincidentes.
Voy a poner un ejemplo de posición muy coincidente entre el interés de Francia, el interés de la Comunidad Europea en general: la búsqueda de una solución política negociada para Centroamérica y evitar que el problema se complique y se agudice, evitar que se produzca una intervención norteamericana en Centroamérica, contra lo cual estamos luchando, tanto en interés de los pueblos latinoamericanos como en interés de los propios Estados Unidos. Ese es un punto coincidente.
También hemos hablado de los problemas de Africa, y hay puntos coincidentes en la búsqueda de una solución para el problema de la independencia de Namibia y los problemas del Africa Austral en general, cómo evitar que se convierta en una zona de tensión y de conflictos, en lo cual tenemos una posición coincidente Francia y Cuba.
Hemos hablado de los problemas económicos internacionales, la crisis económica internacional y los problemas que se derivan de ella, los intereses que también son comunes entre el mundo subdesarrollado o en desarrollo —como se le quiera llamar— y los intereses de los países industrializados. Porque la crisis nos afecta terriblemente a los países del Tercer Mundo, mucho, más que a los industrializados; pero afecta también a los industrializados. Entendemos que una solución de estos problemas económicos ayuda al mundo subdesarrollado y ayuda al mundo industrializado. Esto crea inestabilidad en el Tercer Mundo, crea inestabilidad en los propios países ya desarrollados, los problemas de la inflación, pero, sobre todo, más que la inflación, los problemas de desempleo y el estancamiento económico.
Nos preocupan mucho los altos intereses que hay que pagar por los créditos, nos preocupa la deuda de los países del Tercer Mundo, nos preocupa encontrar fórmulas de solución a estos problemas y analizar qué cosas hay en común entre los intereses de los países del Tercer Mundo y los países industrializados, y entre los intereses de los países del Tercer Mundo y los países de Europa, de la Europa industrializada.
Hay que tener en cuenta que ustedes, los franceses, cuando viajan por el mundo, representan, en primer lugar, a Francia; pero también representan, en una medida importante, los intereses de la Europa Occidental industrializada. Y en estos contactos —y pienso que lo haya hecho la delegación francesa— con Brasil, con Bolivia, con Colombia, con América Latina, la delegación francesa se esfuerce en encontrar dónde hay puntos comunes entre los intereses económicos del Tercer Mundo y la Comunidad Europea.
Yo digo que hay un punto en común entre todos los países industrializados y subdesarrollados, hay que encontrarle solución a esta crisis; porque parto de la hipótesis de que si no hay solución a los problemas económicos de los países del Tercer Mundo, no habrá solución a los problemas económicos del mundo industrializado, porque no habrá mercado suficiente, no se podrá luchar con eficiencia frente al desempleo, el problema más serio; y la subutilización de las capacidades industriales de los países desarrollados que están aprovechadas en el 60%, en el 70%, así como su fuerza de trabajo calificada. El mercado infinito del mundo industrializado es el mundo en desarrollo, porque necesita de la tecnología y necesita de las inversiones, es un mercado indispensable para el mundo desarrollado. En la actualidad, el comercio entre los países industrializados solo no resuelve el problema económico, y mucho menos en época de contracción.
Actualmente se habla de un cierto despunte de la economía norteamericana, también de la economía de la RFA, un poquito; pero es que han partido del sótano. Si usted está en el sótano y avanza unos cuantos metros, llega al primer piso; pero puede estar muy lejos del décimo piso. En Estados Unidos bajó la producción industrial, en Europa se estancó y en otros muchos países se produjeron reducciones de la producción industrial. A partir de eso, se reflejan en algunos ciertos índices de incrementos, se ha crecido en un 3%, un 4%; pero no con relación al momento más alto de la producción, sino en relación con esta caída. Y yo creo que este despunte económico es breve, es fugaz; no existen los elementos, no existen en absoluto las bases que permitan tener una seguridad de una recuperación económica duradera.
Lo que ha caracterizado la evolución económica de los países capitalistas industrializados en los últimos años es un ciclo cada vez más frecuente de caída de la producción, y dentro de esta crisis puede haber un pequeño despunte en Estados Unidos, tal vez en RFA, en unos pocos países; pero no existe ninguna base sólida, porque la economía mundial es un barco a la deriva, no tiene timón, excepto el timón norteamericano que trata de proteger exclusivamente sus intereses.
Pudiéramos decir que Estados Unidos, con su política económica y financiera, su política de altos intereses, está obligando al resto del mundo, no solo al mundo subdesarrollado, sino al mundo desarrollado, a financiar su carrera armamentista, a financiar su déficit presupuestario. Entonces, Estados Unidos nos está aplicando una segunda receta: la primera nos la aplicó cuando la guerra de Viet Nam, ya que gastó cientos de miles de millones sin impuestos. ¿Quién pagó eso? Lo pagó el mundo. Imprimieron billetes, se produjo la inflación, y de hecho el mundo financió involuntariamente la guerra de Viet Nam. Aquella política fue el factor importantísimo, a mi juicio, en la crisis actual, que tiene su origen en diversos factores, pero ese fue muy importante.
Pues ahora, Estados Unidos, con la política de altos intereses y el robo de capitales, nos está obligando a pagar la carrera armamentista y a solventar los grandes déficit presupuestarios de Estados Unidos. La ventaja de poseer una economía poderosa, la ventaja de que el dólar sea moneda mundial, nos ha impuesto, por segunda vez, terribles gravámenes, yo añadiría que para defender malas causas.
Pienso que los franceses pueden percibir esto, porque los altos intereses afectan las inversiones en Francia, la política económica norteamericana afecta el valor de la moneda y de la economía francesa. Todo eso se traduce en déficit comerciales, se traduce en déficit presupuestario, se traduce en inflaciones; y a pesar de poseer Francia una economía desarrollada y poderosa, sufre los embates de esta política norteamericana, que se manifiesta en las dificultades económicas, y sobre todo en el desempleo. Esa es una realidad. Creo que eso es aplicable a España, a Italia, a la RFA, a Japón, a todo el mundo industrializado de economía de mercado. Son realidades que se derivan de la política norteamericana, lo que ocurre es que los norteamericanos son tan poderosos que los gobiernos se ven obligados a manejar con cuidado estas relaciones; pero yo sé que en el fondo en todos esos países industrializados, hay una profunda queja con relación a esta política.
Esos problemas nos afectan mucho más a los países subdesarrollados, con una deuda tremenda que se acerca a los 700 000 millones, que crece cada día, y para muchos economistas no hay respuesta a la pregunta sobre cómo van a pagar esa deuda.
Nosotros tenemos nuestra deuda también, la pensamos pagar y la vamos a pagar, porque no es grande. La economía de nuestro país se apoya en un 80% de su comercio con los países socialistas, donde tenemos una relación de intercambio buena, satisfactoria, tanto con relación a los precios de nuestros productos como con relación a las importaciones: si crece el precio de los productos que importamos, crece el precio de los productos que exportamos, lo que yo considero que ha sido un gran logro de nuestra Revolución, y dependemos en un 20% del comercio con el resto del mundo. La crisis económica internacional nos afecta en cierta medida. Tenemos nuestra deuda, la podemos pagar, y la vamos a pagar, porque para nosotros es una cuestión de honor y de consideración elemental con los bancos y las instituciones financieras que, en medio del bloqueo, confiaron en nosotros. Por eso vamos cumpliendo religiosamente nuestras obligaciones financieras.
Pero digo sinceramente que la inmensa mayoría de los países subdesarrollados no pueden pagar su deuda, matemáticamente los cálculos no dan: sus economías están estancadas, sus productos básicos tienen precios deprimidos, el intercambio comercial es cada vez más desfavorable, la deuda es enorme y sus exportaciones apenas alcanzan para pagar los intereses.
Es un problema muy serio y constituye una responsabilidad de todo el mundo, de todo el mundo: de los países capitalistas desarrollados, de los países socialistas desarrollados y del Tercer Mundo, encontrar una solución a este problema, que es trágico y que puede traer como consecuencia la agudización de la crisis y una gran desestabilización, tanto en los países en desarrollo como en los países ya desarrollados.
El problema nos incumbe a todos, he aquí un punto en común de Francia y de Cuba. Y yo digo que, entre los países occidentales desarrollados, el país que muestra más consecuente preocupación por este problema es Francia. Así vemos que tenemos muchas cosas en común, muchos puntos; no quiere decir esto que haya ciento por ciento de coincidencia en la política internacional, pero nosotros no hemos estado poniendo el acento en aquellas cosas en que no sean coincidentes las políticas, sino fundamentalmente en aquellas cosas en que son y pueden ser coincidentes nuestras políticas y que pueden contribuir al desarrollo de las relaciones con Francia. Digo no solo de las relaciones bilaterales, sino de las relaciones generales y de nuestra preocupación común, sin que estemos comparando a Cuba con Francia; Francia es una potencia grande y nosotros no somos potencia, somos un pequeño país, y si nos quieren poner título, una potencia pequeña.
Periodista.- Sobre Centroamérica, Comandante, usted ha insistido recientemente sobre la necesidad de incluir a El Salvador en el proceso de negociaciones. ¿Usted dice que hay que hacerlo ahora, o que eso puede esperar?
Fidel Castro.- Yo creo que no se puede ni pensar en encontrar una solución política negociada para Centroamérica, si no se encuentra una solución política negociada para El Salvador; porque encontrar una solución con olvido de El Salvador, sería prácticamente una traición al pueblo salvadoreño y a los revolucionarios salvadoreños.
Además, el foco de la cuestión, el centro de la cuestión hasta ahora ha sido El Salvador; lo que ocurre es que, con motivo de la política de Estados Unidos, se ha ido cambiando el foco de atención de El Salvador a Nicaragua, lo cual era un interés de Estados Unidos. Pero la situación de Nicaragua y El Salvador no son equiparables; no se puede equiparar, porque en El Salvador hay una lucha interna, una lucha civil, personas que no cruzan la frontera sino que están dentro del país, y que llevan tres años en lucha fuerte, en lucha heroica; y en Nicaragua no hay un problema interno, no hay una guerra civil en Nicaragua. En Nicaragua lo que hay son conflictos fronterizos, organizados y promovidos por Estados Unidos a través de la CIA en la llamada “guerra secreta”, que ya no tiene ningún secreto; hay ataques desde la frontera, desde la frontera norte y, en menor escala, ataques desde la frontera sur.
Periodista.- Mininvasiones...
Fidel Castro.- Sí, mininvasiones de fuerzas de tarea, similar a lo que ocurrió en Cuba cuando lo de Girón. Cuando Girón no hubo un conflicto interno en Cuba, sino lo que hubo fue una invasión exterior. Eso es lo que ocurre en Nicaragua. Por eso no es equiparable la situación en El Salvador y la situación en Nicaragua.
La solución de los problemas en El Salvador, es un requisito sine qua non para la solución de los problemas de Centroamérica.
Yo creo que pueden ser resueltos los problemas de El Salvador. Los revolucionarios salvadoreños lo han planteado y lo plantean de manera seria y consecuente. Ellos están dispuestos a buscar una solución política negociada, porque, lógicamente, tratan de evitar también una agudización del conflicto, una intervención exterior. Ellos están conscientes del peligro de intervención exterior, los revolucionarios salvadoreños, pero no la temen, no la temen; desde luego, tratarían de evitarla. Y aunque son más fuertes que nunca, su sentido de la responsabilidad para con su país y con Centroamérica y América Latina, los lleva a una disposición sincera de buscar fórmulas de solución política negociada al problema de su país. Eso es un punto clave.
Periodista.- Comandante, ¿usted considera que a partir de la declaración de Contadora, a partir de los seis puntos del Gobierno Sandinista, a partir de su discurso del 26 de julio y de sus posteriores declaraciones, ha habido algún ajuste en la política centroamericana del Gobierno de Estados Unidos?
Fidel Castro.- Ha habido algunas declaraciones y ha habido un cierto cambio de tono, cambio de tono en la retórica. En los hechos se mantiene toda su política: las maniobras, decididas de una manera precipitada, sin anuncio previo, en territorio centroamericano, en Honduras; el envío de tropas a Honduras; el envío de dos portaaviones y 19 barcos de guerra, en total, alrededor de las costas de Nicaragua; el anuncio de que esas maniobras van a durar hasta enero o febrero o marzo, no se sabe ya, indefinidamente. Nadie ha visto ese tipo de maniobras nunca en ninguna parte. Las maniobras duran dos semanas, tres semanas, un mes, ¿pero quién ha visto unas maniobras de seis meses? Esa es una jugada astuta, sutil, para encubrir lo que constituye un despliegue de fuerzas y de tropas norteamericanas en Centroamérica. Ahora dicen que las maniobras esas van a durar seis meses, y después dirán que duran seis años. De hecho, eso es un despliegue de tropas y de fuerzas navales en Centroamérica. Así que en los hechos no ha habido ningún cambio de parte de Estados Unidos; en la retórica, un sutil cambio. Hay una situación de fuerza, de presión, de guerra psicológica.
Desgraciadamente, los dirigentes norteamericanos sacan la conclusión de que las declaraciones de Nicaragua y de Cuba obedecen a esa política de fuerza. Creo que es un error profundo, ¡es un error profundo!
Yo estoy absolutamente convencido de que Nicaragua jamás cederá a una política de fuerza. Y puedo hablar por Cuba de que Cuba no cederá jamás a una política de fuerza, eso está claro. Como puedo decir que la búsqueda de una solución no puede implicar, bajo ningún concepto, concesiones unilaterales por parte de los revolucionarios, por parte de Nicaragua, por parte de Cuba, ¡no puede implicarlas!
Nosotros hablamos de una solución digna, honorable, pero sobre la base de compromisos mutuos. Es la única solución que se puede esperar. Soluciones sobre la base de capitulaciones, no se pueden esperar jamás; soluciones a base de concesiones unilaterales, no se pueden esperar jamás.
Y lo que yo expliqué con relación a Nicaragua: no somos nosotros los que tenemos que decidir sobre los asesores, ese es un problema de Nicaragua. El país que brinda colaboración a otro no puede negociar con esa colaboración, y esa ha sido nuestra política. Nosotros ayudamos a Angola; nosotros nunca negociaremos la colaboración con Angola, porque esa es una prerrogativa de ellos. Nosotros no podemos negociar en relación con la colaboración.
Nosotros no podemos negociar la retirada de los asesores de Nicaragua, porque eso sería una deslealtad con Nicaragua. Nicaragua sí puede negociar alrededor de ese problema, porque ella recibe nuestra colaboración; y, de hecho, nosotros lo que expresamos es nuestra disposición a apoyar su política, si desea negociar sobre cualquiera de estos puntos. Ahora, nosotros no negociaremos la solidaridad con Nicaragua. Nosotros apoyaremos las negociaciones que haga Nicaragua; y si desea negociar sobre este problema, la apoyamos. Pero, como un principio, la colaboración no se negocia. Nosotros no podemos negociar la causa de los salvadoreños, ni la causa de Nicaragua, ni podemos negociar la causa de Angola; ahora, sí respetamos a esos países de una manera escrupulosa, y respetamos sus decisiones, y comprendemos, si tienen que negociar cualquier otro punto, respetamos y apoyamos su política.
Estos puntos que planteó Nicaragua y que también planteó Cuba, son las cosas claves que se discuten. Nosotros, por nuestra parte, estamos dispuestos a apoyar cualquier negociación sobre cualquiera de estos puntos. No somos los que decidimos, ni somos los que negociamos. Sobre estos problemas pueden negociar los revolucionarios salvadoreños y pueden negociar los nicaragüenses. Nosotros no negociamos por ellos; nosotros, lo más que podemos hacer moralmente, es apoyarlos en sus negociaciones, apoyarlos en su búsqueda de una solución pacífica y apoyar su política, que es distinto que negociar intereses de ellos, o negociar la causa de ellos. Nosotros podemos negociar cosas de Cuba; no podemos negociar las cosas de El Salvador y Nicaragua, pero sí expresamos nuestra disposición a apoyar sus esfuerzos por una solución pacífica y a apoyar las negociaciones que ellos desarrollen.
En realidad, el problema de Centroamérica no tiene que resolverse en negociaciones entre Cuba y Estados Unidos, sino en negociaciones entre los revolucionarios salvadoreños y Estados Unidos, porque su conflicto es con Estados Unidos; y en negociaciones, entre nicaragüenses y Estados Unidos, ellos son los que tienen que discutir. Nosotros no podemos discutir por ellos. Nosotros podemos discutir cosas de Cuba, pero los problemas de Centroamérica, de Nicaragua y El Salvador, tienen que discutirlos los nicaragüenses y los salvadoreños. Y me parece que se avanzaría mucho si se establecen esas discusiones.
Por eso hemos visto con satisfacción los contactos entre Stone y el movimiento revolucionario salvadoreño, y los contactos entre Stone y Nicaragua. Y si se producen contactos entre esa comisión presidida por Kissinger y los nicaragüenses, muy bien; si se producen con los salvadoreños, mejor todavía, porque ellos están involucrados en su problema y su problema fundamental es con Estados Unidos. El problema de Nicaragua es con Estados Unidos; el problema del movimiento revolucionario salvadoreño es con Estados Unidos, porque sin el apoyo y la logística y el asesoramiento de Estados Unidos, ese gobierno no existiría. Luego, tanto los salvadoreños como los nicaragüenses, deben discutir con Estados Unidos.
Y nosotros también apoyamos esa discusión y, además, creemos que es la clave del problema, porque nadie puede discutir por ellos. ¿Está claro?
Periodista.- ¿Piensa, Comandante, que el Grupo de Contadora puede ayudar en la solución negociada en El Salvador?
Fidel Castro.- Puede ayudar mucho y está haciendo una contribución extraordinariamente positiva en la búsqueda de una solución política en Centroamérica; pero me preocupa que el Grupo de Contadora no habla del problema salvadoreño, no ha hablado.
Periodista.- ¿Le parece que hay un riesgo de pasar por encima?
Fidel Castro.- Hay un riesgo de que, al trasladar Estados Unidos la atención sobre Nicaragua, pueda olvidarse el problema salvadoreño. Y me preocupa que el Grupo de Contadora no haya definido claramente la necesidad de una solución al problema salvadoreño. Aunque es cierto que el presidente Belisario Betancur promovió una reunión entre el FMLN y el FDR salvadoreños y Stone. Me parece muy bueno. Pero oficialmente el Grupo de Contadora no ha planteado la solución de El Salvador, que es una cuestión clave para la solución de Centroamérica.
Periodista.- ¿Ha conversado de esto con el Canciller francés, Comandante, dada la posición francesa, parece...?
Fidel Castro.- Bueno, nosotros le hemos explicado nuestras posiciones con relación a esto. Ellos han hablado. Estamos muy satisfechos de los planteamientos que hizo el Canciller. Pero yo debo hablar por la parte cubana, no voy a hablar por la parte francesa.
Periodista.- Si me permite cambiar... Sobre Cuba, en Francia se hacen muchas campañas sucias sobre los derechos humanos, y hoy mismo ha salido en una revista 12 páginas, yo creo, de un tal Valladares.
¿Usted me puede decir algo para el pueblo francés sobre los derechos humanos?
Fidel Castro.- Habría que ver quién pagó la propaganda esa, porque alguien la paga. Nosotros no gastamos ni un centavo de propaganda en Francia; solamente cuando la prensa objetiva escribe nos beneficiamos. Y tenemos amigos en Francia.
Pero hay una influencia grande de la derecha, en la prensa francesa desgraciadamente. Hay una influencia grande también de los medios de divulgación masiva de Estados Unidos. La UNESCO se preocupa de ese problema, cuando plantea la cuestión del monopolio de los medios de comunicación.
Estamos un poco acostumbrados, digamos, estamos vacunados contra eso. Ese es un mal, es una enfermedad; pero nosotros hemos adquirido cierta inmunidad natural contra esa enfermedad: no nos pone nerviosos, no nos hace perder la calma, y hemos podido resistir; pero no existe un remedio universal contra eso. ¡Ojalá encontremos una buena vacuna contra ese sistema de publicidad, y para cambiar la imagen de un país!
Ahora, de Valladares hay que decir dos cosas: Valladares era policía de Batista. Ahí están todos los documentos y todos los antecedentes. Valladares fue sancionado por actos de terrorismo contrarrevolucionario. Valladares no era inválido, simuló su invalidez, y toda esa campaña internacional se hizo sobre la base de un inválido que no era inválido, y de un poeta que no era poeta, porque muchos versos fueron escritos incluso en el exterior. Pero si fuera poeta, nos alegramos de que surjan poetas. Dicen que “de poetas y de locos todos tenemos un poco”. Así que esa es la realidad.
Tal vez los franceses entenderían mejor si yo les recordara que tienen a Klaus Barbie preso en Lyon, y lo menos que desean los franceses es que se haga justicia, que se le condene. Desde luego, no voy a comparar a Valladares con Klaus Barbie, porque Valladares no fue jefe de una Gestapo aquí, ni me consta que Valladares haya cometido personalmente crímenes contra los revolucionarios, era simplemente miembro de la Gestapo batistiana, que sí cometió muchos crímenes. Y era un joven, que hoy resulta un gran intelectual y un poeta; era un policía de Batista, que ingresó en los momentos de más represión contra el pueblo, y después no solo eso, sino que consecuentemente conspiró contra la Revolución y participó en actividades terroristas. Bien.
Yo creo que los franceses guardan un recuerdo duro, amargo, de la ocupación nazi, de la represión y de la Gestapo, y de los crímenes que cometieron; y sancionaron a los que pudieron. Y aún después de casi 40 años, andan buscando los esbirros y reclamándolos para sancionarlos.
¿Qué pensarían ustedes si se hace una gran campaña internacional en favor de la libertad de Klaus Barbie, si se hace una gran campaña por todo el mundo diciendo que Barbie es intelectual, escritor, poeta, que es una gran injusticia y que se violan los derechos humanos si lo condenan allí? Incluso, ¿qué pensarían los franceses si nosotros pedimos la libertad de ese personaje? Es un caso extremo. No vamos a pedir ni la del más insignificante miembro de la Gestapo, no vamos a pedir nada en favor del más insignificante colaborador, porque para nosotros el colaborador es un traidor, que costó vida y costó sangre.
Yo creo que si ustedes meditan un poco en su propia experiencia, se darían cuenta de que nosotros también somos sensibles con relación a la gente que colaboró con Batista y que cometió crímenes. Además, se demostró, no había tal invalidez, todo fue un gran engaño y una gran propaganda; alguien paga toda esa propaganda.
Periodista.- ¿Quién?
Fidel Castro.- La CIA, el imperialismo norteamericano es el que paga esa propaganda, ¡seguro!, la origina.
Puede haber alguna gente de buena fe que crea en un momento dado y, efectivamente, hay mucha gente engañada; pero esa es la realidad, y nosotros lo sabemos hace mucho tiempo.
¿Cuánto dinero gasta la CIA? Son decenas de miles de millones. ¿En qué se invierten, solo en aparatos de radio-escucha? No, esos aparatos no son tan caros. Los equipos electrónicos se han abaratado en los últimos tiempos como resultado de la tecnología, la microelectrónica, y los avances de la producción masiva. La CIA gasta mucho en publicidad, pero mucho, mucho, mucho; nosotros lo sabemos mejor que los franceses. Pero también influye en Francia, no se crean, también influye en Francia y en todas partes.
¿Cuáles son los problemas de derechos humanos que tenemos nosotros? ¿El caso Valladares es un problema de derechos humanos, sancionado por nuestras leyes y siendo generosos, porque pudieron ser sanciones más severas? Ahora, por Francia resolvimos el problema, por nuestra consideración y amistad con Mitterrand. Como se había creado el problema no se acababa el mundo, porque estos llamados “libertadores”, “poetas”, y todos esos, puedan estar en libertad. Resolvimos ese problema como una excepción. Hicieron mucha campaña y se hacen campañas, y siempre que se hagan grandes campañas en defensa de gente que son contrarrevolucionarias, de gente que ha delinquido contra nuestras leyes, mantendremos una posición firme, porque no nos asustamos ni nos intimidamos por esas campañas.
Desde nuestro punto de vista, nosotros no tenemos ningún problema de derechos humanos: aquí no hay desaparecidos, aquí no hay torturados, aquí no hay asesinados. En 25 años de Revolución, a pesar de las dificultades y los peligros por los que hemos atravesado, jamás se ha cometido una tortura, jamás se ha cometido un crimen. Otra cosa es lo que diga la propaganda enemiga, no nos va a elogiar, ni mucho menos.
Un día cuando historiadores serios y profundos analicen estos 25 años de Revolución, verán que quizás sea la única revolución que no pasó nunca por encima de la ley. Tenemos leyes que castigan, incluso con severidad, porque tenemos que defendernos. Pero verán que no fuimos represivos, que no fuimos criminales, que no fuimos torturadores y que no hay desaparecidos en nuestro país, ¡no hay uno solo, ni hay un caso de tortura en nuestro país! Y el día que historiadores serios penetren en las realidades e investiguen, se demostrará la historia de nuestra Revolución. Y habría que preguntar cuántas revoluciones tuvieron esa sangre fría y esa serenidad que tuvo nuestra Revolución, a pesar de haber vivido 25 años amenazada de muerte por el imperialismo. Es que tenemos una moral fuerte, y tenemos las masas que nos defienden y que nos apoyan; que luchan contra el espionaje y que luchan contra el sabotaje.
Y, por lo general, cuando hemos tenido contrarrevolucionarios arrestados, nosotros sabemos más que ellos de lo que ellos hicieron; porque si ellos un año antes, el 3 de enero, se reunieron en una casa, ya ellos no se acuerdan ni de la dirección de la casa, ni la hora, ni con quién se reunieron, pero nosotros sí lo sabemos, porque entre los reunidos hay alguien también que defiende la Revolución, y entonces sabemos la hora, el lugar y todo más que él, porque él no se acuerda. Y siempre tenemos los datos escritos y las pruebas con lo cual terminan desmoralizados.
No digamos que los contrarrevolucionarios cubanos son fanáticos, son mercenarios. Y la CIA no hace ningún trabajo sobre la base de simpatizantes; la CIA —lo sabemos muy bien, tenemos una gran experiencia en eso— todo lo hace a base de dinero, de sueldos, de salarios: de 5 000 pesos, de 10 000, de 50 000, de 100 000. Y después, incluso, pone en boca de ellos cualquier felonía, cualquier mentira, cualquier cosa sucia. Son las técnicas. Todo lo de la CIA es por dinero.
Ah, digamos, nosotros nunca le hemos pagado un centavo a nadie; en el pueblo la colaboración es espontánea, y en el mundo los que colaboran con la Revolución lo hacen por ideales, por principios. Nosotros nunca hemos gastado un centavo en busca de colaboración. Esa es la gran diferencia, y por eso hemos podido resistir. A pesar de toda la ciencia y tecnología de la CIA, del Pentágono y de Estados Unidos, el hecho es que estamos aquí, a 90 millas de sus costas. No han podido aplastarnos y no podrán aplastarnos. Estamos seguros de que un pueblo decidido a defenderse no puede ser aplastado, como el español no pudo ser aplastado por Napoleón, ni el francés por los nazis.
Yo les pregunto a ustedes, ¿qué pasó en Francia después de la ocupación, después de la traición, después de la entrega del país? Se quedó el pueblo desarmado. Sin embargo, al otro día empezó la lucha y la resistencia crecía mes por mes.
Ahora, les hago una pregunta, ¿si no hubiera habido invasión de Normandía, ustedes habrían seguido bajo el dominio nazi sin luchar? Si no hubiera habido la guerra contra la URSS, que fue un factor decisivo en la derrota del nazismo, la invasión de la URSS por Hitler, ¿Europa habría aceptado el dominio nazi por siglos? ¿Cuánto habría durado el dominio nazi, la esclavitud nazi en Europa, el racismo nazi, el exterminio por cuestiones raciales y por cuestiones políticas, cuánto habría durado, lo habría resistido Europa? Vamos a suponer que ningún ejército hubiera participado en la liberación, ¿habrían podido subsistir el dominio nazi? Ustedes saben que no.
Nosotros también estamos seguros, el dominio de Estados Unidos, por cualquier medio, no va a subsistir, ni aun invadiendo y ocupando nuestros países.
Ahora, ¿con qué nos hemos defendido? A nosotros no nos ha defendido ningún ejército venido de otra parte, nos hemos defendido nosotros, y nos defenderemos nosotros. Estamos conscientes de nuestras fuerzas.
Existen medios técnicos para neutralizar tal arma, tal otra; pero no existe un medio técnico para neutralizar un pueblo que lucha. No existió en Viet Nam, fue un ejemplo, y aquí no existe. Somos millones de gente dispuesta a defender el país y dispuesta a defender la Revolución. Pero, ¿por qué? Porque hay una fuerza moral. Una revolución solo se puede defender con una fuerza moral, con una fuerza política, una fuerza ideológica y una convicción profunda.
Yo no pretendo que los demás tengan nuestras convicciones. No. Nosotros creemos en nuestras convicciones y creemos firmemente, y como tal las defendemos con mucha fuerza.
Y creo que somos invulnerables, no nos asustamos, ni perdemos la calma, ni la sangre fría.
Y, desde luego, es lamentable que el Gobierno de Estados Unidos considere que nuestras declaraciones obedecen a su política de fuerza. Por ese camino pueden llegar a un punto en que en un momento determinado verán que están absolutamente equivocados, y que los revolucionarios no claudican, ni capitulan ante políticas de fuerza.
Tengo que despedir al Ministro, y si ustedes no quieren echar a perder las relaciones mías con Francia...
Periodista.- ¿Usted va a Francia?
Fidel Castro.- Todavía no se ha planteado ese problema. No es una cosa inminente.
Periodista.- Comandante, no es una pregunta, yo simplemente quiero... Y a nosotros nos llamó mucho la atención que usted le había dado la casa de Protocolo a Mitterrand donde se alojan los jefes, los más importantes jefes de Estado.
Fidel Castro.- Todos los jefes de Estado, porque nosotros no decimos que uno es más importante que otro (Risas).
Periodista.- Sí, pero esa casa, por sus características, es de los jefes.
Fidel Castro.- ¡Ojalá hubiéramos tenido una mejor!, pero le dimos esa que era la que teníamos.
Bien.
Periodista.- Muchas gracias, Comandante.
(La paginación corresponde a folleto OR del trimestre julio-agosto y septiembre de 1983, las páginas 81 a 94)
6 de agosto de 1983 (506.67)
América-Estados Unidos
Sobre la economía de este país. Política económica y financiera de este. Política de este con los países de América Latina y Centroamérica, fundamentalmente Nicaragua y El Salvador. La CIA utiliza a los contrarrevolucionarios a los que les compra con altos sueldos. Pág. 86-90/93-94.
América Latina-Cuba
Relaciones de Cuba con Francia. Influencia de esta en la cultura y formación social de Cuba. Sobre visita de Mitterrand a Cuba. Toma de posesión de la izquierda. Relaciones de Cuba, como miembro de los Países del Tercer Mundo, con estos países. Algunos aspectos abordados en conversaciones con el señor Cheysson: sobre Centroamérica, problemas del Africa, sobre deuda externa de Cuba. Sobre colaboración Cuba, Nicaragua y Angola. Cuba no negocia con sus principios. Sobre propagandas y campañas sucias publicadas en Francia. Sobre un tal Armando Valladares, propaganda sobre este. Lo compara con el caso Klaus Barbie. Cuba no tiene problemas de derechos humanos. Sobre actitud firme del pueblo cubano frente al imperialismo. Pág. 81-94.
América Latina-Nicaragua
Maniobras de Estados Unidos contra este país. Colaboración de Cuba y planteamientos de Estados Unidos para que se retire esta colaboración. Pág. 89-90.
Barbie, Klaus
Agente de la Gestapo, preso en Francia. Se refiere a él en la entrevista sostenida con periodistas franceses, el día 6 de agosto de 1983. Pág. 91-92.
Centroamérica
Algunas cuestiones tratadas sobre necesidad de política negociada en Centroamérica. Necesidad de encontrar solución política negociada para El Salvador. Pág. 84-90.
América Latina-El Salvador
Si no se encuentra una solución política negociada para El Salvador no se encontrará para Centroamérica. Pág. 87-90.
Centroamérica-Grupo Contadora
Contribución extraordinariamente positiva de este grupo en la búsqueda de una solución política en Centroamérica. Necesidad de que este aborde seriamente el problema de El Salvador también como el de Nicaragua. Pág. 88-90.
CIA (Agencia Central de Inteligencia)
La CIA utiliza a los contrarrevolucionarios para todas sus actividades, a estos contrarrevolucionarios los compra con altos sueldos. Pág. 93.
Economía-Deuda externa
Sobre afectación de deuda externa a Cuba. Cuba pagará esta deuda. Pág. 87.
Europa-Francia
Influencia de la cultura de este pueblo en la composición social de Cuba. Simpatía por Francia y por su historia. Influencia de la Revolución francesa de 1789 en Fidel Castro. Historia de la Revolución Francesa. Primera revolución social moderna. Datos sobre esta. Vínculo cultural y afectivo de Cuba hacia Francia. Sobre las relaciones entre Francia y Cuba. Sobre visita de Mitterrand a Cuba. Sobre toma de posesión de la izquierda. Sobre el desarrollo de Francia. Preocupación de Francia por los países del Tercer Mundo. Sobre algunos aspectos abordados con el señor Cheysson sobre Centroamérica. Problemas de Africa. Sobre propaganda sucia publicada en Francia, sobre Cuba. Caso de Armando Valladares y Klaus Barbie. Pág. 81-93.
Marxismo-leninismo
Papel que desempeña el marxismo leninismo. Pág. 84.
Mitterrand, Francois
Sobre visita de Mitterrand a Cuba. Simpatía por éste. Toma de posición de la izquierda en Francia. Pág. 82/92/94.
Población
Datos sobre la composición social de los cubanos. Influencias de
la cultura de Francia y España. Influencia fundamental de estos dos países. Pág. 81.
Propaganda
Campañas propagandísticas contra Cuba. Ejemplo una desatada en Francia sobre el caso de Armando Valladares, agente de Batista involucrado en actividades terroristas y contrarrevolucionarias contra Cuba. Pág. 91-93.
Valladares, Armando
Agente de Batista, involucrado en acciones terroristas y delictivas contra la Revolución. Se hizo pasar por inválido, y estando preso se desató una campaña en el exterior a su favor, como poeta preso e inválido, pagada esta campaña por enemigos de Cuba. Pág. 91-92.