DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO POR EL DIA DEL CONSTRUCTOR, CELEBRADO EN LA PLANTA TRES DE PPG, CIUDAD DE LA HABANA, EL 5 DE DICIEMBRE DE 1992
Fecha:
Compañeras y compañeros constructores:
Dicen que hacía mucho tiempo que La Habana no era sede del acto nacional por el Día del Constructor y que en esta ocasión Ciudad de La Habana sí había sido honrada con la concesión de la sede para la celebración de este acto, por lo que pienso que la provincia Ciudad de La Habana debe sentirse muy satisfecha, los habaneros de La Habana deben sentirse muy satisfechos (RISAS), y los habaneros del resto de las provincias, principalmente orientales, deben sentirse también muy satisfechos (RISAS Y APLAUSOS).
Podría pedirles, por ejemplo, a ustedes, a los constructores que están aquí, hombres y mujeres, que levanten la mano los que son de las provincias orientales (La mayoría de los presentes levantan la mano). Estos que están delante, desde luego, son los de Desembarco del "Granma" en su mayoría, me imagino (EXCLAMACIONES); pero pienso que por allá también hubo muchas manos levantadas, lo que pasa que eran tantas las de aquí enfrente que no pudimos ver el resto. A ver, excepto los de Desembarco del "Granma", que levanten la mano los que son de las provincias orientales (Muchos levantan la mano). Luego, pienso que los orientales deben sentirse también muy satisfechos de que la Ciudad de La Habana haya sido declarada sede del acto nacional por el Día del Constructor (APLAUSOS).
No ignoro, desde luego, que hay aquí de todo, pinareños, vecinos de la provincia de La Habana, matanceros, villaclareños, cienfuegueros, camagüeyanos y algunos habaneros (RISAS). Digo algunos en broma, sé que hay un número importante de habaneros aquí (DEL PUBLICO LE DICEN: "¡Hay habaneros también!").
Bueno, que levanten la mano los habaneros ( Un número importante levanta la mano) (EXCLAMACIONES). Hay unos cuantos de Ciudad de La Habana entre los constructores de la capital (Lezcano le dice que esta es la capital de todo el país y no solo de Ciudad de La Habana). Yo sé que es la capital de todo el país, pero la están ayudando para que pueda cumplir sus funciones de capital de todo el país (RISAS); desde luego, esa es la solidaridad internacionalista del resto del país con la capital de la república. Es que ya los habaneros casi no quieren construir, ahora son los de nuestro Tercer Mundo los que construyen aquí (RISAS); pero es que son buenos y, además, son numerosos. Debemos sentirnos, realmente, satisfechos —no abochornados por eso— y orgullosos de poder contar con la colaboración de estos compatriotas de otras provincias que han resultado, además, ser magníficos constructores.
Como ustedes saben, en la construcción veníamos haciendo un esfuerzo extraordinario durante los últimos años, en especial desde que empezó el proceso de rectificación: se incrementaban a un ritmo acelerado y vertiginoso las construcciones, aumentaba el número de trabajadores, se elevaba la productividad, se alcanzaban ahorros importantes, se terminaban las obras. Esa fue una de las ideas fundamentales, e idea rectora del proceso de rectificación, porque había obras que se iban a terminar en 30 años, 40 años, 50 años, se eternizaban las obras, y muchas ramas comenzaron a desarrollarse rápidamente en poco tiempo. Por ejemplo, en las obras hidráulicas, la construcción de presas y canales se multiplicó por tres veces en pocos años, adquirieron un ritmo tremendo, empezaron a terminarse las presas, los canales; se resucitaron las microbrigadas, que habían desaparecido, y estaban adquiriendo una extraordinaria fuerza; surgieron los contingentes y ya teníamos decenas y decenas de ellos —que fue, a mi juicio, la más revolucionaria forma de organización de la construcción—, se habían extendido por todo el país, y su ejemplo, su vigor, su pujanza se hacía sentir en todas las obras de cualquier tipo.
Comenzó, realmente, una política de ahorro. Vean ustedes qué dato: hubo tiempos en que se gastaban 700 kilogramos de cemento por metro cúbico de hormigón, y ya aquí el representante de los constructores de La Habana explicó cómo este año habían gastado solo 373 kilogramos en la provincia de La Habana, vean qué nivel de ahorro, y qué nivel de ahorro de madera, de cabillas, de materiales de la construcción, en general, se ha alcanzado.
Estaba desplegándose un enorme esfuerzo en la industria de materiales, en la producción de cemento, de prefabricado, de baldosas, de ladrillos, de bloques, de todo. Se habían invertido más de 100 millones de dólares en inversiones de la industria de materiales de la construcción: fábricas como la de cemento blanco, por citar un ejemplo; numerosas fábricas de bloques; ampliaciones de la fábrica de producción de muebles sanitarios y azulejos; inversiones en la industria de cemento —estábamos construyendo, incluso, una nueva planta de cemento, además de elevar las capacidades de las plantas existentes en el país—; se hicieron importantes inversiones en la producción de piedra, arena y otros materiales de construcción; se ampliaba aceleradamente la producción de cabillas de acero, y —sumando los ahorros que se hacían con la madera y nuevos sistemas constructivos que no empleaban madera— estábamos alcanzando una impresionante capacidad de construcción en unos pocos años, ya la industria había hecho las inversiones fundamentales para poder construir 100 000 viviendas por año, vean ustedes qué esfuerzo; muchas industrias que estaban en cajas fueron montadas y puestas a producir. Estos eran los frutos del esfuerzo del proceso de rectificación en el área de la construcción, independientemente de lo que se hacía en otras áreas.
Realmente una de las ramas en que nos sentíamos más satisfechos de lo que estábamos haciendo era en la rama de la construcción. Sin embargo, este extraordinario, magnífico y maravilloso esfuerzo se vio brutalmente interrumpido por los lamentables e infortunados acontecimientos que tuvieron lugar en el campo socialista y en la Unión Soviética, que dieron lugar a la desintegración tanto de uno como de la otra; países con los que teníamos el 85% de nuestro comercio y en los que se apoyaba nuestra economía frente al criminal bloqueo del imperialismo yanki, países de donde recibíamos miles de millones en importaciones, países de donde recibíamos un precio justo por nuestros productos, países donde teníamos garantizado combustibles, materias primas, alimentos, equipos, créditos y una amplia colaboración en todos los terrenos, tanto en el terreno económico y político como en el internacional.
Ya ustedes ven por quiénes votan hoy la inmensa mayoría de aquellos países que constituían la comunidad socialista o que se desprendieron después de la Unión Soviética. Antes aquellos países en todas las batallas internacionales votaban por Cuba y hoy, como regla, corren, se apuran y se lesionan el brazo levantando la mano para votar junto a Estados Unidos, salvo excepciones. Es decir que para el país esos acontecimientos significaron un terrible golpe, tanto en el terreno económico como en el político; el país se quedó solo frente al imperio aquí. Menos mal que teníamos suficiente energía, suficiente sangre y suficiente carácter para quedarnos solos aquí, frente al imperio, y seguir luchando, seguir resistiendo y no rendirnos como gallinas ni desmerengarnos como la clara de huevo (APLAUSOS).
¡Pero en qué terribles condiciones ha tenido que seguir luchando nuestro pueblo en estos años! Desde luego que es muy alta la gloria, y son muy altos el honor y el orgullo hoy —en este momento más que nunca— de ser cubanos, por haber podido demostrar el temple de nuestro pueblo, que es el temple de acero forjado por la lucha de más de 100 años que iniciaron nuestros compatriotas en la primera guerra de independencia de 1868.
Se ve que tenemos el mismo temple de los hombres y mujeres de 1868, de 1895 y de 1953, de las guerras primeras de independencia y de nuestra guerra de liberación, y eso es lo que está probando nuestro pueblo con su espíritu de sacrificio y con su heroísmo en estos tiempos, un heroísmo y un espíritu de sacrificio que veo crecer lejos de disminuir (APLAUSOS).
Naturalmente, con la nueva situación planteada, muchos de los programas que estábamos llevando adelante tuvimos que moderarlos y en algunos casos prácticamente paralizarlos, reducir muchos de ellos al mínimo, a pesar de ser necesidades muy importantes, como la construcción de viviendas. Imagínense lo que fue trabajar para construir 100 000 viviendas y tener que reducir esos programas a unos pocos miles.
Toda esta trágica situación del desmerengamiento del campo socialista y de la Unión Soviética nos llevó a tener que sacrificar montones de cosas y tener que luchar contra el bloqueo sin el apoyo que significaba el comercio con aquellos países, una verdadera proeza en todos los sentidos, y, naturalmente, esto se ha tenido que traducir en grandes privaciones y sacrificios. Sin embargo, vean con los pocos recursos que tenemos las cosas que estamos haciendo, cómo se mantienen la organización, la unidad y la disciplina de nuestro pueblo, de tal forma que no solo somos capaces de enfrentarnos al período especial, sino, además, simultanearlo con tareas tan importantes, en medio de muchas limitaciones, como la realización de la zafra, todo el programa de siembra de frío, el programa alimentario, y también con unas elecciones.
No sé cómo se las arreglan los compañeros y cuadros del Partido y del Estado, ante tantas obligaciones y tareas como las que tienen en estos instantes.
En este momento se nos juntan período especial —en fase muy crítica—, zafra, todas las demás tareas y elecciones con la participación del pueblo, porque en ningún lugar del mundo —lo digo con absoluta convicción y objetividad— el pueblo tiene la participación que tiene el pueblo cubano en el proceso electoral (APLAUSOS); como en ningún lugar del mundo es más democrático ese proceso, como en ningún lugar del mundo se han respetado más los derechos humanos, pese a todas las infames calumnias pagadas por el imperio y las campañas orquestadas por el imperio con la colaboración de algunos traidorzuelos.
Pese a esas campañas y mentiras, en ningún lugar del mundo se ha hecho tanto por el hombre y por el ser humano como se ha hecho en nuestro país. Eso se puede apreciar cuando se ve que —incluso, en período especial—, en vez de aumentar, la mortalidad infantil disminuye, cuando en todas partes del mundo los índices de salud están empeorando con esta situación de crisis internacional; y eso se ve y se aprecia al disminuir la tasa de mortalidad de 60 a 10 aproximadamente. La Revolución ha salvado la vida de cientos y cientos de miles de niños, solo con ese avance; y la Revolución no solo ha salvado vidas en el interior de su frontera, ha salvado vidas más allá de las fronteras, en los territorios de muchos países del Tercer Mundo, y ha salvado muchas vidas del mundo.
Hablan de democracia, hablan de derechos humanos y dejan a la gente ignorante, dejan a la gente morirse de hambre, la dejan sin empleo, sin salud, sin educación. Hace mucho rato en este país no hay un niño sin escuela y sin maestro, hace mucho rato en este país no se habla de analfabetismo, hace mucho rato no se habla de pordioseros, de mendigos, de gente pidiendo limosna; hace mucho rato no se habla en este país de gente abandonada, sin un albergue, sin atención médica, ni de enfermos sin médico, sin atención.
Lo que ha significado la Revolución para los derechos humanos de nuestro pueblo se expresa en todos los hospitales de nuestro país, todos los días, cuando se hace desde un trasplante del corazón o del riñón para salvar una vida hasta cuando se le devuelve la vista a una persona, o se hace la cirugía cardiovascular a niños menores de un año, y, en ocasiones, incluso, a niños prematuros.
Lo que ha hecho esta Revolución por los derechos humanos se demuestra en el hecho de haber puesto fin a toda forma de discriminación, tan repugnante, tan injusta como la que existía en nuestro país, por cuestiones de color de la piel; discriminación por cuestiones de sexo y otras similares.
Nuestro país es uno de los que puede sentirse más orgulloso por lo que ha hecho, desde los primeros días de la Revolución, por la integridad del hombre, por el respeto al hombre, por su decencia, por su ética, porque la misma política que seguimos en los días de la guerra en materia de respeto al hombre, de la integridad del hombre, es la que hemos seguido desde el triunfo de la Revolución hasta este período especial; uno de los pocos países del mundo donde no ha habido un solo desaparecido, donde no se ha practicado jamás el crimen ni la tortura, digan lo que digan los infames, y eso lo sabe todo nuestro pueblo (APLAUSOS). Tenemos por testigo a nuestro pueblo.
Fíjense en nuestro sistema político, con una participación del pueblo en las elecciones —repito— como no existe en ningún lugar del mundo. Por eso decimos que pueblo más justo, de más equidad, de más justicia social, de más democracia no hay, ni de más respeto al hombre, a su integridad, a sus derechos, a su seguridad, a su bienestar, a su felicidad.
Por eso tenemos la moral tan alta para defender la Revolución, por eso somos capaces de librar batallas en tantos campos diferentes al mismo tiempo y de enfrentarnos, como nos enfrentamos, en este momento, a elecciones —repito—, a la zafra, a todas las tareas de la Revolución y al período especial, y con qué escasos recursos, compatriotas, ¡con qué escasos recursos! El recurso fundamental lo tenemos en el pueblo, en su voluntad, en su espíritu de lucha, en su capacidad de sacrificio, en su inteligencia, en su capacidad de buscar soluciones a problemas, de inventar, de ser innovadores.
No hay ningún lugar del mundo donde haya un movimiento de innovaciones e inventivas tan grande como hay en este momento en nuestro país. Pronto tendrá lugar el foro de piezas de repuesto y tecnologías de avanzada, en el que creo que se presentan unas 60 000 soluciones, son cifras astronómicas. Cuántas inteligencias, cuántos hombres y mujeres llenos de amor por su patria, llenos de entusiasmo y de buena fe, en la búsqueda de soluciones a problemas agravados por el período especial.
En las construcciones ustedes saben las dificultades. Estamos atravesando dificultades grandes con el combustible. Alrededor del 40% o más de los ingresos del país hay que destinarlo a combustible y, además, con el resto tratar de adquirir todas las demás cosas: alimentos, medicamentos, materias primas y otras. Esa es la épica lucha en que nos hemos visto envueltos cuando estábamos haciendo tantas cosas, a gran parte de las cuales hemos tenido que renunciar transitoriamente, porque hay algo a lo que no hemos renunciado ni renunciaremos jamás: a la esperanza. A esa no hemos renunciado ni renunciaremos jamás y por eso luchamos, por nuestra convicción de que atravesaremos estos tiempos difíciles y volveremos a crear capacidades para llevar adelante nuestro programa y continuar con la obra de la Revolución; pero ahora lo importante, lo fundamental es salvar la Revolución y salvar el socialismo en nuestro país (APLAUSOS).
Es por ello que nuestras poderosas fuerzas constructivas no se han desorganizado ni se han desintegrado. Las distintas fuerzas constructivas del MICONS y de los demás organismos, el contingente "Blas Roca", la UNECA, los constructores del Poder Popular, las microbrigadas, los constructores de otros organismos, como los del MINAZ, no se han desintegrado, ni se han desorganizado, sino que organizadamente han pasado a otros frentes. Una gran parte de nuestros constructores, e incluso una parte de nuestros contingentes, pasaron a la agricultura organizadamente. No se ha disuelto un solo contingente, porque los necesitamos ahora en la agricultura y después donde hagan falta.
Mantenemos organizadas nuestras fuerzas estén donde estén, y procuramos que estén allí donde puedan ser más útiles al país en estos momentos en que nos falta combustible, piezas, recursos, materiales de construcción, muchas cosas. No se desorganizan ni podemos permitir que se desorganicen nuestras fuerzas.
Otras continúan en la construcción —una parte—, en obras muy priorizadas, en obras fundamentales.
Casi todas las obras sociales hemos tenido que suspenderlas y mantenemos las fuerzas constructivas en las obras fundamentales, en las obras priorizadas, como las aquí señaladas: obras como el turismo, obras de la industria biotecnológica y farmacéutica, obras del programa alimentario, tratando de distribuir los escasos recursos con que contamos en estos programas priorizados.
Ustedes saben las dificultades con que se trabaja, ustedes saben bien las dificultades con que estamos trabajando en este momento. Las veces que nos ha faltado una pieza, o las veces que nos ha faltado el combustible, o las veces que nos ha faltado materiales en la construcción directamente o en la industria de materiales, y, sin embargo, vean cómo estamos haciendo cosas. Y podemos seguirlas haciendo y podemos hacer mejores cosas todavía en la misma medida en que perfeccionemos los mecanismos de organización y utilización de los recursos humanos y materiales disponibles; en la misma medida en que coordinemos estrechamente el esfuerzo del sector de la industria de materiales y el sector de las construcciones directas, y en que cada litro de combustible, cada pieza y cada recurso de que dispongamos lo situemos allí donde tiene que estar, para que ninguna de las obras priorizadas fundamentales para el avance, para la supervivencia, para la solución de los problemas fundamentales y para el desarrollo del país se paren.
Vean lo que podemos hacer. Aquí tenemos dos ejemplos: allá, al fondo, aquella bella industria de la biotecnología y de la producción de medicamentos construida por el contingente "Ñico López", en un tiempo récord (APLAUSOS); y aquí, al lado, otra obra que se está construyendo en un tiempo también récord, proyectada y prácticamente construida en apenas dos años, está terminándose ya. Ese es un magnífico ejemplo de lo que somos capaces de hacer en el período especial.
He visitado estas obras, no hace mucho estuve en esta, ya al anochecer, y ahí han estado trabajando los hombres día y noche ( Del público le preguntan que los hombres de qué lugar). De Granma una gran parte (RISAS Y APLAUSOS). Claro, me refiero al glorioso contingente Desembarco del "Granma", constituido principalmente por compatriotas de la provincia de Granma (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); los vi trabajar, soy testigo de su esfuerzo, desde que tuvieron que reconstruir una casa y remodelarla para hacer una bella escuela con la cual sustituir otra que estaba en el área donde iban las construcciones hasta que en días recientes los vi ya en tareas prácticamente de terminación, lo cual me ha permitido llegar a una opinión y tener un concepto muy alto de este colectivo de trabajadores, igual que del colectivo del contingente "Ñico López" (APLAUSOS),
Nos alegra mucho hoy conmemorar este día en las proximidades de estas obras, sin olvidar el esfuerzo realizado en otras, porque hay otras muchas obras iguales que estas, que están avanzando en esta área del polo científico y de la industria farmacéutica, igual que se hacen y se llevan a cabo obras importantes en todo el país. Para citar un ejemplo oriental, voy a referirme a la presa del Cauto, terminada con grandes esfuerzos; a la fábrica de refinar aceite, que le ahorra al país millones de dólares, construida en tiempo récord en la provincia de Santiago de Cuba, y a otras obras que se van terminando: a veces es una fábrica de hacer fish sticks, como les llaman —no tenemos otro nombre para llamarlos, son productos de la industria alimenticia a base de pescado—, o para producir salchichas o butifarras sin tripa, y otras obras.
En ese tipo de construcciones, tenemos concentrado el esfuerzo: en obras del programa alimentario, del turismo, de la biotecnología y la industria farmacéutica. Hay obras industriales importantes en las que estamos trabajando, como las del níquel y el acero; a veces son algunas obras sociales que es imprescindible terminar o viviendas, como las de la provincia de La Habana o en algunos sectores, donde resulta imposible hacer lo que se está haciendo sin construir viviendas. Al programa alimentario están asociadas determinadas cantidades de viviendas que hay que hacer. Es decir, no olvidamos las proezas que realizan nuestros constructores a lo largo y ancho del país, allá en Varadero y en otros polos turísticos; allá en Villa Clara y otros polos científicos, no las olvidamos, pero nos alegra estar aquí en presencia de dos ejemplos de cómo hay que trabajar en estos tiempos.
Quién sabe cuánta salud y cuánto bienestar saldrán de esa obra de la biotecnología y la industria farmacéutica que está al fondo; y aquí tenemos un centro de investigación electrónica, y no solo centro de investigación, sino centro de producción de equipos médicos de tecnología avanzada.
Durante años los compañeros del ICID trabajaron aquí en un grupo de casas. Había un Proyecto elefantiásico por allá por el este de La Habana, era un proyecto soviético, pero la verdad es que nadie sabía cuándo se iba a terminar. Este proyecto hecho por cubanos tiene la tercera parte de los metros cuadrados, y va a investigar más y a producir más que lo que iba a investigar y a producir aquel con tres veces más inversiones.
Aquí, en el polo científico, será un orgullo más el contar pronto con esta obra; como dentro de algunos meses tendremos el centro de Inmunología Molecular o de Anticuerpos Monoclonales, como le llaman, otra magnífica obra (Del público le dicen que lo está construyendo el contingente VI Congreso). Los felicito.
Más allá están las obras de la industria farmacéutica de formas terminadas, otro complejo de PPG, está también para allá —que se está terminando y ya están trabajando allí— el IPK, la planta tres de Meningo; de la misma forma que en días recientes ustedes mismos, los de Desembarco del "Granma", terminaron el centro de Control y Registro de Medicamentos, también otros constructores —en este caso fueron los de CUBALSE— terminaron Virales, otra planta importante del Instituto "Finlay", y así observamos qué impetuosamente trabajan aquí los constructores en este polo científico. No he enumerado todas las obras, porque no quiero ser demasiado extenso.
Produce una satisfacción especial ver lo que los cubanos podemos hacer en estos tiempos difíciles, y nos preguntamos, ¿habría otro pueblo en el mundo capaz de hacer lo que nosotros estamos haciendo, en las condiciones en que lo estamos haciendo? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") De eso podemos estar absolutamente convencidos, y de eso podemos sentirnos orgullosos, de pertenecer a un pueblo como este, no importan los pusilánimes que puedan aparecer por ahí, las ratas que puedan aparecer por ahí. Siempre habrá pusilánimes, siempre habrá alguna rata, pero de esos ni nos acordamos, porque lo que vemos todos los días es el ejemplo de ustedes, lo que son ustedes y lo que significan ustedes; y lo vemos no solo en los constructores aquí en esta área y en todas partes, lo vemos en los investigadores, en los racionalizadores e innovadores, y lo vemos en los científicos, ¡lo vemos en los científicos (APLAUSOS), en lo que están haciendo y cómo lo están haciendo. Cuántos de estos científicos se trasladan kilómetros y kilómetros en bicicleta para ir y venir todos los días a su trabajo, científicos eminentes, ¿en qué país del mundo se puede ver eso?
Hace unos días estábamos en el acto del hospital "Hermanos Ameijeiras", con los trabajadores, en el Día de la Medicina Latinoamericana, y allí conversé con un médico eminentísimo, especialista en cirugía maxilofacial, y me dice muy contento que todos los días —y es una eminencia— iba y venía de su casa al hospital en bicicleta, que le hacía bien y que era saludable aquello que estaba haciendo; pero yo me preguntaba, ¿en qué lugar del mundo nos encontramos una eminencia como esta, capaz de hacer eso? Solamente en este país, solamente en nuestra Revolución y solamente en nuestro socialismo, tan puro y tan digno (APLAUSOS).
Ya no hablo de los cientos de miles de obreros que se trasladan todos los días, no estoy hablando de trabajadores intelectuales, estoy hablando de eminencias que en nuestro país prestan, con toda la modestia del mundo y la mayor modestia del mundo, sus servicios.
Ahora en estos tiempos, todos tenemos que hacer un esfuerzo especial, la dirección del gobierno, los ministerios, para optimizar los recursos que tenemos. Ahora, por ejemplo, es muy apretada la situación con los combustibles, en los que gastamos alrededor del 40% de nuestros ingresos de exportación, cuando hace falta combustible para todo el plan de siembra de frío, hace falta combustible para todo el plan de siembra de tabaco, para todo el programa de siembra de arroz, el programa de siembra de caña; hace falta combustible para la zafra que se inicia, hace falta combustible para las construcciones, hace falta combustible para el transporte, hace falta combustible para la electricidad, y algunos de ellos, como el diesel, porque nuestros camiones y equipos lo que usan es el diesel, fundamentalmente, hay que estarlos distribuyendo casi a cuentagotas en cada uno de los programas. Ello, sin embargo, no debe servir nunca de pretexto o de justificación para que dejemos de hacer lo que podemos hacer, aun con esa gran escasez de combustible (APLAUSOS).
Ustedes han demostrado en estas obras lo que puede hacerse. De tal manera avanzamos que vamos liberando fuerzas. Uno de los problemas que me planteé fue: Bueno, qué nueva tarea les damos a estos constructores del ICID, que son fuertes, sobre todo, en construcción civil. Hay mucha fuerza concentrada en este polo de la ciencia, la biotecnología y la industria farmacéutica. Dije: ¿Hay alguna obra donde quepa toda la fuerza que concluye su obra en el ICID? Y entonces me puse a meditar y me di cuenta de que cerca de aquí, sin que tengan que mudarse de campamento, hay un gran centro turístico en desarrollo, donde hay que construir cientos de habitaciones en forma de cabañas (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Me dijeron: "Ya en enero o en febrero terminan el ICID." Y yo dije: "A este colectivo de Desembarco del ‘Granma’ hay que darle una tarea", no va a ser de inmediato en el campo de la ciencia o de la biotecnología, pero es posible en un centro que debe producir muchos millones de dólares en divisa convertible para el país cada año. Pueden ir hasta en bicicleta; pero, bueno, es tan corto el trayecto, está tan próximo que es mínimo el combustible para trasladarlos allí —no digo que lo hagan a pie, porque los necesitamos a ustedes a pie de obra, construyendo a toda velocidad las cabañas que hay que construir para tener listo eso.
Allí hay una fuerza de la UNECA que va a seguir trabajando, puede ser que simultáneamente trabajen las dos fuerzas hasta que se abran nuevos frentes para la UNECA en la Ciudad de La Habana —la UNECA está construyendo obras del turismo—, pero inicialmente trabajarán las dos fuerzas allí.
Si ellos tienen que trasladarse a remodelaciones, como las del Habana Libre o el Riviera, o a otras construcciones, tienen que concentrarse allí, porque tenemos que seguir el principio de que esas obras hay que terminarlas en tiempo récord para que empiecen a producir inmediatamente, en tanto hay que invertir capital allí, hay que invertir recursos en materiales, en equipos, en combustible, en todo, antes de que empiecen a producir.
Si ustedes terminan una parte en "Marina Hemingway" y se empieza a utilizar, en un año estamos ya utilizándolo. Me parece que es una buena obra para mantener organizados y unidos a los constructores.
No me gusta la dispersión de los constructores, aunque a veces no queda otro remedio que dispersarse —el contingente "Ñico López" ha tenido que trabajar en distintos lugares, puesto que no hay una sola obra que los pueda absorber a todos—; pero esta obra de que hablo puede absorber al contingente Desembarco del "Granma" completo, y la tenemos aquí cerquita, cerca del campamento donde se albergaron para hacer esta obra. Es muy importante recorrer el mínimo de distancia todos los días para ir a trabajar. Al no haber otra obra de inmediato en que emplear toda esta fuerza y de más beneficio para la economía del país, aquella es donde más racionalmente la podemos utilizar. Eso es lo que tenemos que hacer con todas las fuerzas.
Para los obreros de la construcción en activo, que cada obra sea importante, que cada obra sea fundamental, sea cual sea el tipo de obra. No podemos darnos el lujo de invertir la energía, el tiempo, el combustible y los materiales en obras secundarias, sino en este tipo de obras.
Sí, sufrimos enormemente por todos los programas que hemos tenido que reducir muchísimo, sufrimos enormemente por todas las cosas que nos proponíamos hacer, sobre todo para el bienestar directo de la población, como los programas de viviendas, que no podemos mantenerlos en este momento; pero nos satisface ver el fruto del trabajo de ustedes, nos satisface ver que están trabajando cada vez mejor y que son cada vez más eficientes.
Todavía hay un enorme campo para la eficiencia, para la organización óptima del trabajo en las construcciones. Por experiencia de otros países, vemos que todavía en materia de organización se puede hacer más y mejor, aun en medio de las dificultades de todos los días y de las escaseces de todos los días.
Tenemos que apoderarnos de la mejor experiencia internacional en materia de construcciones, porque con el espíritu de ustedes, la capacidad de trabajo de ustedes, el continuo progreso en los conocimientos de ustedes, unidos a una organización óptima en la construcción, podemos lograr lo que no logre nadie en materia de construcciones.
Y si era muy importante el trabajo de los constructores, porque siempre he pensado que la construcción es la más básica de todas las ramas, puesto que sin construcción no hay industria, sin construcción no hay agricultura, sin construcción no hay desarrollo social, no hay termoeléctrica, no hay presas, no hay industria del níquel, no hay industria del acero, no hay escuelas, no hay hospitales, no hay viviendas, no hay nada, sin constructores no hay nada; y si la construcción era muy importante en épocas normales, la construcción es más importante todavía en el período especial, porque es un esfuerzo que va directo al pulmón, como se diría popularmente, al pulmón de la economía y al pulmón de las necesidades más urgentes, más vitales de nuestro país en estos instantes (APLAUSOS).
Deben tener ustedes conciencia de eso, de la enorme importancia que tiene hoy, para salvar a la Revolución y salvar el socialismo, para salvar la patria, cada ladrillo, cada bloque que ustedes colocan, cada paletada de hormigón que ustedes emplean en las construcciones; la importancia que tiene cada minuto, cada segundo de su trabajo; la importancia de la calidad que tiene lo que están haciendo, y eso no lo había mencionado: en materia de calidad, en las construcciones hemos progresado extraordinariamente en los últimos años.
En las energías de ustedes, en el esfuerzo de ustedes descansa una parte muy importante del éxito y de la victoria en esta épica batalla que estamos librando.
Hoy los constructores están en la primera trinchera, en la primera línea de la salvación de la patria, y nos satisface, nos alegra y nos hace felices pensar que contamos con un ejército aguerrido y heroico de constructores, que son dignos seguidores de Armando Mestre, compañero del "Granma", compañero de la Revolución, que ha seguido junto a nosotros en el espíritu de ustedes todos estos años (APLAUSOS PROLONGADOS), ¡y por ello, con el más profundo reconocimiento, felicito hoy a esos heroicos soldados de la patria que son los constructores!
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)