DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE RECONOCIMIENTO A LA DELEGACIÓN CUBANA QUE PARTICIPÓ EN LOS X JUEGOS PANAMERICANOS, EFECTUADO EN LA SALA UNIVERSAL DE LAS FAR, EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 1987.
Fecha:
Compañeras y compañeros:
Han transcurrido varias semanas, pero a mí me parece que hace apenas 24 horas nos reunimos aquí para despedir a la delegación.
Estábamos ya realmente deseosos de que pasaran los días para efectuar este encuentro, estábamos deseosos de saludarlos, de felicitarlos, de abrazarlos a todos, porque nos sentíamos en deuda con ustedes.
Aquí nos reunimos y hablamos con mucha claridad y realismo acerca de las situaciones, problemas; les dije que aquello sería un campo de batalla, como realmente lo fue; que las condiciones iban a ser difíciles porque habría hostilidad, y que era necesario mantener una gran dignidad, una gran firmeza.
Les dije, además —recordando aquella infame acción, aquella cobarde y miserable conducta de la gusanera apátrida con relación a los niños minusválidos que habían ido a competir a Estados Unidos—, que ustedes no eran minusválidos, y creo que ustedes captaron el sentido de esas palabras; los exhorté a que no permitieran ninguna humillación, ningún ultraje a su dignidad de hombres, de patriotas, de revolucionarios y de representantes de nuestro heroico pueblo. Y creo que ustedes supieron estar a la altura de las circunstancias.
Esperaba el enemigo cosecha de desertores, es que una vez más habían incurrido en el error de subestimar a nuestro pueblo y a nuestra Revolución.
Hubo equipos de otros países que por poco se quedan sin atletas. Organizaron oficinas, centros telefónicos, planes, folletines, folletos, panfletos, y lo que ocurrió allí fue que todos los días llegaban noticias de que atletas de países latinoamericanos se desaparecían de las villas y empezaron a formar parte de los ilegales en Estados Unidos. Seguramente que no se esmeraron por hacer publicidad sobre aquella gente, seguramente que no le dieron ninguna ayuda ni le prestaron colaboración; no, porque ese no era el interés de ellos. Todo el show y todo el andamiaje lo montaron para hostigar a nuestra delegación, para humillar a nuestra patria, para tratar de debilitar, sobornar, corromper, comprar. Y se encontraron otra mercancía, de quienes posiblemente tuvieron que quedarse allí no porque haya una revolución en sus países, sino, precisamente, porque no ha habido una revolución; tal vez buscando empleo, tal vez buscando una oportunidad, es decir, buscando posibilidades, son gente que emigra por razones económicas, razones sociales. Creo que un gran número de atletas de un país que eran miembros de las fuerzas armadas se quedaron por allá.
Pero lo más admirable, lo más impresionante, fue que en la delegación más hostigada, la delegación más presionada, la delegación con relación a la cual se preparó todo ese trabajo, integrada por más de 600 compatriotas, atletas, entrenadores, auxiliares, médicos, periodistas, no hubo uno solo que flaqueara, no hubo una sola grieta en sus filas. Creo que ustedes le dieron una inolvidable lección al imperio, creo que ustedes le proporcionaron un Girón deportivo, un Girón moral al imperio (APLAUSOS PROLONGADOS).
Bastaba uno solo, bastaba que uno solo flaqueara y se habrían sentido felices, aunque no se tratase más que de una insignificante y mínima grieta; pero no pudieron alcanzar ese único miembro de la delegación que necesitaban. Si en el boxeo ganamos 10 de 12 medallas de oro y una de bronce, en esta prueba, en este enfrentamiento en que se midieron los valores morales de nuestro pequeño pero heroico, valiente y revolucionario pueblo, con toda la hipocresía, toda la mentira, toda la corrupción y toda la demagogia del imperio, ¡de cien medallas, ganamos cien, y todas de oro! (APLAUSOS PROLONGADOS) Allí, repito, donde esperaban cosecha de deserciones, se encontraron con los puños de nuestros atletas y de nuestros compatriotas.
Como les expresé, estaba seguro de que la hostilidad no vendría de las autoridades deportivas norteamericanas, ni de las autoridades de Indianápolis, pensé que tendrían una actitud correcta, respetuosa con nuestra delegación, y así fue. La hostilidad vino del sistema, del caos, de la anarquía, de la corrupción, del desorden que existe dentro del sistema y de su incapacidad de garantizar siquiera la hospitalidad. La hostilidad no vino de los ciudadanos norteamericanos, no vino de la población de Indianápolis que, por el contrario, fue respetuosa y cada vez dio más pruebas, no solo de respeto, sino de reconocimiento y admiración a nuestra delegación.
Es que, lógicamente, ellos no querían que viniera un grupo de holgazanes, apátridas, gusanos, a deslucir el evento por el cual miles y decenas de miles de ciudadanos de esa ciudad trabajaron; era su evento, su gran fiesta, y todos los que fueron allí a entorpecer, a desorganizar y a crear problemas, estaban chocando con los intereses de la ciudadanía y del pueblo de Indianápolis.
También al imperio se le presentaba la ocasión de hacer una gran ostentación de sus riquezas, de sus recursos y de sus fuegos artificiales, porque cuando hay un evento de este tipo lo despliegan todo, olvidándose de que hay millones, cientos de millones de latinoamericanos pasando hambre, sufriendo la explotación de todos los días; de que hay millones de niño s desnutridos, decenas de millones de analfabetos, de desempleados, de enfermos sin asistencia médica, como resultado de la explotación imperialista y neocolonialista; olvidando que solo en este hemisferio y como consecuencia de la pobreza, de la falta de asistencia médica, de la desnutrición, mueren alrededor de un millón de niños cada año, ¡un millón que pudieran salvarse!, si tuvieran un poco de alimento, un poco de atención y un poco de asistencia. Esas son cifras muy exactas, no lo digo yo, lo dicen los organismos internacionales de la salud, como la Organización Mundial o la Organización Panamericana.
A ellos no les importa eso para hacer ostentación de las riquezas, que en gran parte han arrancado de nuestro trabajo y de nuestro sudor, pagando cada vez más barato nuestros productos, nuestras materias primas y vendiendo cada vez más caro sus bisuterías o sus artículos industriales, y poniendo cada vez más trabas a nuestro desarrollo, y cobrando cada vez intereses más altos, y estableciendo cada vez más medidas proteccionistas. Ellos, repito, no tienen la menor pena en hacer una enorme ostentación de lujos y de riquezas en este tipo de eventos, en que participan decenas de representaciones de países del Tercer Mundo.
Pero de esto nos olvidamos y nos quedaremos más bien con el recuerdo del respeto y la hospitalidad con que los trató a ustedes el pueblo norteamericano y, en especial, los ciudadanos de Indianápolis. Ellos estaban conscientes de que la presencia de nuestra delegación les daba gran brillo a aquellos eventos, porque nuestros deportistas fueron los que hicieron resistencia en casi todos los deportes, y fueron los que batallaron, hasta última hora, por las medallas de oro: en el voleibol masculino, en el voleibol femenino, en el boxeo, en el béisbol, en el balonmano, en el polo acuático y en casi todos los deportes individuales o colectivos.
Nuestra delegación obtuvo 75 medallas de oro. Pero el mérito de estas medallas no se mide por el número, se mide por otras circunstancias. Fueron las competencias panamericanas en que más atletas han participado, para las que mejor se prepararon todos los países, incluso países con muchos recursos como Brasil y Argentina donde antes no se prestaba atención al deporte; fueron las competencias panamericanas para las que más se preparó la delegación norteamericana; fueron competencias mucho más duras, más difíciles, más reñidas.
La propia prensa norteamericana se encargó de señalar que el país que obtuvo más medallas de oro per cápita y más medallas en total per cápita fue Cuba; la propia prensa se encargó de señalar que Cuba había ganado una medalla de oro por cada ciento y pico mil habitantes, y que el poderoso país anfitrión, el país de las riquezas, provenientes en gran parte de la explotación de los países del Tercer Mundo, obtuvo una medalla de oro cada millón y pico de habitantes; es decir, nosotros hemos obtenido más oro per cápita, ¡diez veces más oro per cápita que Estados Unidos!, con su población de 240 ó 250 millones de habitantes; y la presencia de nuestra delegación, por lo cual se esforzaron las autoridades deportivas norteamericanas, cumplió su papel de dar vida y dar brillo a la delegación.
Yo vi esos partidos y vi reacciones como las de nuestro equipo de voleibol, cuando ya estaban 15 a 15, dos sets a cero, 16 a 15 creo que llegaron a tener a su favor en un momento los norteamericanos, faltaba un puntico nada más, y se le ganó el tercer set, se le ganó el cuarto set a un equipo que es, sin duda, excelente. Yo conocí a algunos de ellos cuando vinieron a Cuba, me estuvieron explicando, incluso, cómo se entrenaban, porque varios de ellos son profesionales de un tipo de voleibol, en que dos atletas tienen que cubrir mucho campo sobre la arena, lo que proporciona un gran entrenamiento. Realmente fue impresionante aquella reacción. Estoy seguro de que si nuestros compañeros hubieran dominado un poco más la emoción, hubieran cuidado un poco más los saques, hubiéramos obtenido la medalla de oro, incluso, en estas competencias, contra un equipo que, sin duda se puede calificar el mejor del mundo. Y vi cómo reaccionaba el pueblo de Indianápolis: muchos aplausos, lógicamente, para su equipo, guardar silencio después durante hora y tanto, y volver a reaccionar solo al final, cuando en una racha determinada se fueron arriba; pero lo vi aplaudir, incluso, jugadas de nuestro equipo.
De más está decirles que nuestro pueblo los siguió muy de cerca —lo que había dicho el compañero Balaguer, de que 10 millones iban a estar con ustedes—; los siguió desde cerca todos los días, a todas horas: por la mañana, por el mediodía, por la tarde, y si había 100 horas de trasmisión, creo que todos nosotros vimos 120, porque las veíamos en vivo y en directo y las veíamos después en otros programas. Coincidió con un período en que gran parte de los jóvenes y los trabajadores están en vacaciones, y creo que pocas veces nuestro país ha disfrutado tanto de un evento deportivo como este. Pocas veces, quizás nunca siguió tan de cerca, con tanto interés, todo lo que ocurría, y pocas veces sintió tanto orgullo de su representación, de sus atletas, en aquel medio hostil en que ustedes supieron crecerse, incluso, en ocasiones, frente a un arbitraje arbitrario —¡arbitraje arbitrario!—, que lo vimos, cierto número de decisiones injustas; en boxeo menos, porque, naturalmente, no se le puede dar la victoria a un hombre boca arriba, sobre la lona (RISAS). Lo vimos en la gimnasia masculina, el número de caídas, las veces que se cayeron los norteamericanos; el comportamiento, la actuación de nuestros deportistas, y cómo los jueces les dieron las medallas de oro a los que más veces se cayeron de los aparatos, lo vimos en la gimnasia rítmica femenina, y lo vimos también en balonmano.
Algo que no se me olvidará nunca es el último strike que tiró Ajete; porque fue un strike, pero yo diría que un strike perfecto, con el que daba no-hit, no-run, como dicen en inglés, cero hit, cero carrera; un juego perfecto lo tenía dado con noc-aut y todo, pasó un strike perfecto, que incluso tenía la obligación moral de cantarlo, no solo en consideración a la calidad del strike, sino al esfuerzo y al mérito de aquel atleta; si hubiera sido dudoso habría que darle la razón al atleta, pero no fue nada dudoso. Fue doloroso ver cómo se perdía aquella oportunidad a partir de una decisión injusta a todas luces. Nosotros vimos cantar strikes ahí en algunos casos que ni alargando el bate, unas bolas afuera que eran lejísimos, casi past-ball o no sé cómo le llaman a eso, y las cantaban strike. Vimos mucho de eso, y vimos aquel strike a la altura perfecta, casi por el medio del home, que ya completaba el juego perfecto, cómo lo declararon bola, a partir de lo cual se produjo la base por bola, se produjeron errores y se perdió el juego perfecto; pero hubo una decisión injusta a todas luces. Eso no fue obstáculo para realizar un papel brillante en todos los deportes.
De manera especial nos emocionó a todos la forma en que ganaron los pesistas, Lara y Alléguez —y yo digo los pesistas, porque no sabía ni quiénes competían en esa división—; ellos tenían que hacer el esfuerzo supremo por arrancarle al traidor la medalla.
Fue una enorme satisfacción para todo el pueblo recibir el telegrama en que se dijera: "El desertor se tuvo que quedar con el bronce." Cuando lo recibí envié un cable para allá, y les confieso que después casi me daba lástima cuando leí las declaraciones que aquel individuo había hecho; como un libro abierto, lección inolvidable expresando su error, su arrepentimiento por lo que había hecho abandonando su patria para ir a parar al seno de los imperialistas. Casi sentí lástima después, porque cuando yo envié el telegrama no sabía ni lo que había dicho; por un poco de generosidad humana, si acaso, podía quitar algún calificativo bien fuerte, pero ya estaba el telegrama enviado y, además, era merecido; no digo que no fuera merecido, pero tenemos el deber siempre y el hábito de ser generosos con los vencidos, con los arrepentidos, con los desgraciados, con los infelices, cuando tardíamente comprenden su error. Daba lástima. Decía que él diera cualquier cosa por volver, o no sé qué cosa, habrá que pensar en eso. Se ha convertido ahora en un símbolo también de la amargura, del deshonor y de la tragedia que espera a los traidores.
Fueron brillantes muchos esfuerzos realizados en distintos campos, no los quiero mencionar a todos, especialmente destacada la actuación del equipo de voleibol femenino, también de los gimnastas masculinos y femeninos, de los boxeadores y de la representación en general de nuestro deporte revolucionario.
No voy a decir que no pasamos sustos aquí, no voy a decir que nadie se comió las uñas; en muchos de esos partidos la gente saltaba, bateaba, remataba, y yo creo que si hacen un análisis estadístico y lo comparan con otros meses, el número de problemas cardíacos tiene que haber aumentado en esos días de las competencias.
Se recibía la impresión de una tropa firme, organizada, combativo, valiente, heroica, con un alto espíritu revolucionario; veíamos en ustedes los mejores frutos de la Revolución, los representantes de nuestra heroica juventud, de nuestro pueblo; y tuvimos muchos motivos para sentirnos orgullosos de ustedes, sentir un mayor cariño hacia nuestros atletas, mayor simpatía, mayor admiración, lo cual, había sido siempre grande, pero en este caso se multiplicó.
Se podía apreciar, solo mirando el rostro de nuestros atletas, que llevaban el sello de la pureza de nuestro pueblo y de nuestra Revolución. ¡Qué lección tan grande se llevó el imperio que no pudo comprar a uno solo, no pudo sobornar a nadie, a pesar de que hay atletas nuestros que podrían ser ricos, millonarios prácticamente!; sin embargo, no lo lograron.
Creo que será una lección inolvidable para ellos; creo que tendrán que reconocer las consecuencias de sus errores y subestimaciones; y creo que en cierta forma, aunque no lo digan, han de sentir respeto hacia nuestro pueblo, respeto y admiración hacia ustedes.
Ustedes han contribuido no solo a las glorias deportivas, sino también a las glorias patrióticas de nuestro país, porque en cierta forma ustedes defendieron nuestra patria, puesto que siempre es peligroso que los imperialistas subestimen a nuestro pueblo; y cuando se llevan una lección como la que ustedes les dieron, ellos deben sacar las conclusiones pertinentes: qué clase de pueblo hay aquí, qué clase de espíritu revolucionario, heroísmo, valentía, qué clase de hueso tan duro de roer, qué clase de obstáculo tan grande en el camino de sus amenazas, sus agresiones, sus aventuras políticas y militares. Ustedes les mostraron el temple de acero de nuestro pueblo.
No quiere decir esto que ahora nos vamos a envanecer o nos vamos a quedar satisfechos; otros podrán sentirse satisfechos con lo que logren; nosotros no nos sentiremos satisfechos jamás, sobre todo cuando sabemos que podemos hacer más, cuando sabemos que tenemos muchos recursos, y montones de escuelas de iniciación deportiva, 20 000 profesores de educación física y deportes —ya de eso hablamos la otra vez—, miles de instalaciones deportivas, todos los recursos y todas las facilidades.
Sabemos bien que si analizamos nuestros puntos débiles, nuestros talones de Aquiles, nuestras deficiencias, podemos desarrollar mucho más el deporte, podemos prepararnos mucho mejor, podemos hacerlo más masivo, podemos perfeccionar en general nuestras técnicas de preparación de juego y de competencias, lo sabemos; si buscamos todos los valores que hay en el pueblo y trabajamos con ellos sistemáticamente, y si analizamos los deportes en que estamos más débiles, cómo fortalecerlos, y en los que somos más fuertes, como hemos hecho, por ejemplo, en el boxeo.
Hace apenas unos años fue el mundial de boxeo aquí.
Recientemente, hace como tres días, pasando por una escuela que estaba en reparación, me encontré a Echaide; estaba allí, un poquito más gordo solamente, porque ya no está en el entrenamiento, y me decía: han pasado 12 años. Qué rápido, han pasado 12 años desde aquel mundial de boxeo, pero cuánto no hemos progresado en el boxeo; ya tenemos un predominio tal, que uno siente lástima, un predominio tal que parece un abuso lo que nosotros hacemos. No sé si será una superioridad en la técnica, en la preparación, una cosa impresionante. Y no es poca cosa haber ganado entre tantos competidores 10 medallas de oro de 12 posibles y una de bronce, y una que —como ustedes saben— nos quitaron. Allí aquel hombre, casi dormido, ganó la pelea, se la dieron; pero, bueno ...
Hemos prosperado. Recuerdo que por aquellos días hicimos un programa, creamos un número de rings, extendimos la práctica, y hoy ya nuestro país puede sacar tres equipos de boxeo. Si nos dejaran llevar tres equipos allí, obteníamos oro, plata y bronce. Los tres primeros lugares los sacábamos nosotros. Ha habido un progreso sostenido en ese deporte y en el de pesas, que tenemos que alcanzar en todos los deportes, en los que somos fuertes, ser más fuertes, y en los que somos débiles, fortalecernos. Podemos, estoy convencido de que podemos con los recursos que tenemos, y si hacen falta más recursos, los buscamos.
Ya les hablé de nuestro programa de piscinas, y vamos a aprender a nadar, y vamos también a competir con quien sea en el campo de la natación. Claro que hace falta base material; en el río solo o en la playa, no nos vamos a convertir en campeones de natación. Pero ya el año pasado miles de niños pasaron por el complejo del Parque "Lenin"; el año próximo pensamos hacer los primeros tres complejos de piscinas y estamos estudiando cuántos hacemos. Habían pensado si 8, si 10, si 20, si 30 en total; si uno por municipio, si dos por municipio, si tres en algunos y dos en otros, según la población, porque viendo lo que ocurre en el complejo de piscinas del Parque "Lenin" durante el verano, y esos complejos de piscinas van a ser recreativos en el verano y deportivos a lo largo del año, sobre todo de lunes a viernes; sábado y domingo volverán a ser recreativos, cuando nos quitemos el miedo a meternos en agua con 26 grados, o 25. Aquí, cuando el agua tiene 25 grados, que a un europeo le parece una sauna, a nosotros nos parece demasiado fría; salimos titiritando de ahí. Creo que se usarán también en los meses llamados de invierno, de este gran invierno que hay aquí. Se podrán usar como recreativos sábado y domingo, y en el curso escolar como de instrucción y deporte. Habrá que acelerar la preparación de especialistas en natación.
Pero me pongo a pensar qué será en Centro Habana una piscina de esas. Me parece que hay que llamar a la policía para establecer el orden; porque si allá van 5 000 en el verano, aquí habrá que poner un límite, decir: los vecinos de tantas manzanas, de los alrededores, porque me parece que va a ser un desorden público. Por eso estamos pensando, cuando tengamos solamente tres o cuatro, cómo las administramos.
Y lo mismo que estamos haciendo un programa de círculos: 50 círculos este año; 12 escuelas especiales, 10 policlínicos. Lo mismo que iniciaremos el próximo año un plan de desarrollo de esas instituciones en el resto del país; lo mismo que estamos promoviendo alcanzar 20 000 viviendas por año en el año 1990 en la capital y reconstruir la red de acueducto y alcantarillado, ver todos los problemas hidráulicos, modernizar nuestra ciudad, construir todas sus instalaciones sociales, las avenidas que hagan falta para facilitar el transporte, en un gran programa, no solo de escuelas especiales, de policlínicos y de hospitales —¡se avanza muy rápidamente en todo eso!— vamos a hacer también instalaciones deportivas.
Ya hablé aquí la otra vez de las instalaciones para los panamericanos, y nosotros las vamos a hacer con Panamericanos y sin Panamericanos, porque son instalaciones para el pueblo, todo: velódromo, las piscinas del Panamericano, las salas polivalentes, todo. Eso es para el pueblo, eso no es para tres días o dos semanas de competencias deportivas, y las vamos a hacer de todas maneras; las van a hacer las microbrigadas, que son una fuerza segura y eficiente, y también estos complejos de piscinas de que hablábamos.
En el Cerro estamos haciendo un programita este año de todas las instalaciones deportivas posibles. Son instalaciones sencillas. Ahora vamos a extender esa experiencia a todos los municipios. Vamos a desarrollar la gimnasia también, no la gimnasia deportiva o competitiva, sino la gimnasia terapéutica, para la salud, para el bienestar de la población. Ya en algunos locales del médico de la familia se están poniendo unas instalaciones para que también allí se haga la gimnasia terapéutica, que le llaman. Como ustedes saben, hay decenas de miles de personas de edad haciendo ejercicios; tenemos que extender la práctica del deporte y el ejercicio físico a toda la población. Vamos creando las condiciones.
Estamos avanzando rápidamente en todo eso, y con estas fuerzas que se han ido creando, este movimiento de masas de las microbrigadas, que demuestra lo que puede hacer un país socialista, porque simplemente estamos utilizando a compañeros que en un centro de trabajo, con un poquito de racionalidad, sobran; o con un poquito de trabajo de los que queden allí. Ya tenemos como 18 000 microbrigadistas, y vamos a tener a fines de año alrededor de 30 000. Nuestro problema es tener todos los materiales para lo que estamos haciendo, porque fuerza tenemos toda la que nos da la gana, sin un centavo más en salario, porque si la fábrica tiene 100 y puede hacer su plan con 90, manda 10. En cualquier lugar donde hurguemos un poco y racionalicemos un poco, hay recursos humanos subutilizados.
Este movimiento atrae, porque resuelve los problemas, combina el interés individual, el colectivo; trabajan para las fábricas y para todo el pueblo. Una parte de las viviendas las recibe el Estado, porque tiene que darles a médicos, a proyectistas, a arquitectos, maestros, sectores donde no es fácil organizar una microbrigada constructiva, y también porque hay personas que están viviendo en ciudadelas, o están viviendo en edificios que hay que demoler, y cuando hay que demoler, pues se necesitan viviendas, un fondo de viviendas para mudar para allí, para poder construir en el otro lado.
De manera que avanzamos y pensamos construir en la capital solamente, entre el año 1987 y el 2000, 250 000 viviendas. Va a recibir el impulso la capital que nunca se le dio, porque se le dio impulso más bien al interior del país, aunque este impulso constructivo será en todo el país, sin embargo, se habían acumulado más problemas en la capital.
Y tenemos toda esa fuerza, pero no solo para construir viviendas, sino para construir todos los círculos que nos hagan falta, las escuelas que nos hagan falta, las instalaciones médicas, instalaciones deportivas, instalaciones comerciales; todo lo que nos haga falta.
En esta capital estoy seguro de que donde hay ocho, se puede sacar uno, dondequiera que hay ocho. Se podrían sacar 100 000, porque hay 800 000 trabajadores en la capital.
No habría materiales para darles; pero vamos a utilizar ese mismo camino, y a lo mejor nuevas fábricas, nuevas industrias, con la misma fuerza de trabajo producirían mucho más.
Entonces, junto con todo este programa de desarrollo social tiene que venir el desarrollo deportivo, estas instalaciones como las piscinas que van a ser recreativas y van a ser también para el deporte; vamos a resolver los problemas de la vivienda, las condiciones sanitarias de la población van a mejorar, en un período relativamente corto de tiempo, con este movimiento imponente de masas.
No nos cuesta virtualmente un centavo más en salario, porque con el salario que le pagan en la fábrica trabaja allí. El Estado le reintegra a la fábrica ese salario para que la fábrica sea más eficiente en sus cálculos, en sus resultados.
Muchas veces microbrigadistas que allá trabajan cinco o seis horas aquí trabajan 10; hay contingentes movilizados por el Partido y la Juventud que están trabajando 14. Pero cosa todavía más impresionante que yo me he encontrado: un contingente de 200 trabajadores que trabajan con el principio de la microbrigada, aunque en este caso no los mandó la fábrica, sino que fue seleccionado por el Partido, trabajan 14 horas y allí mismo unos trabajadores me dijeron que querían hacer un edificio de microbrigada. Les digo: "¿Pero a qué hora, si ustedes terminan a las 10:00 de la noche?" "Después de las 10:00" —me dice un obrero. Cuando volví por allí digo: "¿Cuántos tienen ya reclutados para esa microbrigada?" Dice: "Cincuenta y cuatro." Cuando volví la última vez por allí, me encontré que estaban ya haciendo el edificio. Yo había dicho: "Denle el edificio", y, bueno, habrá que hacer un albergue allí para que duerman y vayan por la mañana al hospital de rehabilitación que es el que están construyendo.
Unos hombres que trabajan 14 horas y piden hacer una microbrigada de microbrigada, una microbrigada del contingente para hacer viviendas, y están haciendo un edificio allí de cuarenta y tantos apartamentos, trabajan hasta las 2:00 de la mañana; están durmiendo 4 ó 5 horas. Yo nunca en mi vida había visto eso, se los digo, ni me había podido imaginar semejante cosa, y demuestra lo que la gente es capaz de hacer bien dirigida; la respuesta que siempre da la gente con su entusiasmo. Con ese espíritu tenemos todos los hombres y mujeres que necesitemos para hacer lo que nos dé la gana, para avanzar a un ritmo tremendo. Eso no se lo encuentra usted en ningún país; no se encuentran eso, se los puedo asegurar.
Yo hablo con el jefe del contingente y me dice: "Yo los voy a rotar", para que no estuvieran seis meses con ese régimen.
Dijo: "Los 200 los voy a rotar." Cosa que me parece, además, justa, pero demostrativa de un espíritu de solidaridad, que si el hombre se somete a ese trabajo de 18 horas lo haga 15 días o un mes, o lo haga durante 10 días y después vengan otros y vuelvan a repetir, porque es un esfuerzo increíble, y uno se preocupa por la salud de esos hombres. Claro que procuramos que tengan una excelente alimentación, estamos haciendo todo lo posible para que tengan la alimentación y la atención que requieren hombres que están haciendo ese esfuerzo.
Les cuento esto, para que ustedes sepan por qué tengo tal confianza en todas estas medidas que estamos tomando; un camino en que otro momento había empezado a andar y que, por confusiones de criterios, por conceptos tecnicistas, burocráticos, teoricistas, empezaron a desalentar. Porque aquí el movimiento de microbrigadas había tenido una fuerza, en un momento dado construyó mucho; se trató de presentar al movimiento de microbrigadas como algo en contradicción con el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía. Se ha demostrado que es todo lo contrario, porque si una fábrica tiene 100 y manda 20 y organiza la producción con los 80, tiene más eficiencia, más productividad, tiene mejores resultados económicos. Al contrario, esto se concilia con los intereses de las fábricas y de las empresas, de ser más eficientes, porque el Estado les reintegra. Da lo mismo que el Estado pague a través de la fábrica, que el Estado le reintegre a la fábrica lo que pagó por el salario de ese microbrigadista.
No les mencioné que, por ejemplo, hay 62 barrios insalubres en La Habana, como ese que recientemente fue resuelto, el barrio de La Coronilla; ahora está en Las Guásimas —no sé qué nombre le habrán puesto—, es un pueblo nuevo. En poco tiempo los propios vecinos construyeron las viviendas. El día que yo hablé, digo: "Ahora nos quedan 61", pero después me enteré de que el barrio de La Coronilla no estaba contabilizado y volvemos a tener 62 barrios insalubres.
Vamos a organizar más de 100 microbrigadas de los barrios insalubres, y creo que en tres o cuatro años erradicaremos los barrios insalubres con los vecinos de los barrios insalubres.
El mismo principio de la microbrigada; si alguien trabaja en una fábrica, decirle a la fábrica: "Libera a este compañero, págale, después te pagamos a ti." El sigue vinculado a la fábrica o centro de trabajo, pero ahora se va a dedicar a construir viviendas allí en el barrio insalubre, o en algún lugar, en un espacio. Muchas veces hasta que no se construya en otro lado no se puede liberar el terreno del barrio insalubre.
Son esos barrios que algunos compatriotas han ido creando con maderas y cosas. No se ven, no son muchas personas las que viven en esos barrios insalubres, pero son 50 000, es alrededor del dos y medio por ciento de la población; no es como en otros países de América Latina, donde en esos barrios hay el 60% de la población y no tienen ni escuelas, ni servicios médicos, ni agua. Estos son grupos aislados de caseríos, pueden vivir 1 000, 1 200, en cada uno algunos cientos, o mil y tantos. Hay 62. Los organizamos en microbrigadas —como hicimos con aquel—para construir su vivienda, les damos todos los materiales, el terreno, los equipos, se les paga el salario, y en unos pocos años vamos a erradicar todos los barrios insalubres.
Estos que erradicaron este barrio de La Coronilla han seguido en la construcción, ya como profesionales quieren seguir en la construcción. Esos nos ayudarán a construir escuelas e instalaciones de diversos tipos, porque no solo hay planes de construcción de viviendas, sino un gran plan de reparación y remodelación de edificios. Hay que hacer las dos cosas, no se trata solo de las que construyamos nuevas, sino de los arreglos que hay que hacerles a aquellas que pueden ser arregladas.
Esto va a ayudar a toda la población, y, por supuesto, va a ayudar también a los atletas. Sabemos que algunos tienen problemas de vivienda, nos interesamos por esos problemas, y ahora tendremos más recursos, porque dispondremos de un fondo de vivienda, de la parte que le corresponde al Estado, para que no nos encontremos un caso de un atleta que pueda estar viviendo en un barrio insalubre, o en una ciudadela. Ustedes están representando al país, ustedes están impulsando el deporte. Cuando ustedes ya se retiren, pueden pasar a una microbrigada a construir, si lo desean, pero ahora, cuando tienen que estar entrenándose casi todo el tiempo, lo que al país le conviene es que ustedes sigan haciendo lo que hicieron allá en Indianápolis, y nosotros construimos por ustedes. Pero nos ayudará también a resolver los problemas de los atletas.
A veces algunas personas se han quejado, y a veces algunos han dicho por ahí, de una manera injusta, que hay privilegios para los atletas. Claro, eso nace de la escasez de viviendas, y de esa escasez de viviendas y de todos esos problemas, hasta la envidia puede nacer, de que si un ciudadano honestamente recibió una vivienda. Yo estoy seguro de que si le preguntamos al pueblo si es justo que a ustedes se les tome en cuenta en las distribuciones de viviendas y se les dé, incluso, cierta prioridad, todo nuestro pueblo, no creo que habría nadie que se levantara a decir: "No, no es justo." A nuestros atletas que son tan honrados, que son tan leales; nuestros atletas que en algunos de los deportes pudieran, si quieren, profesionalizarse y ganar hasta millones. ¿Quién va a cuestionar con fundamento, quién puede cuestionar con argumentos que se les busque una vivienda?
Pero para buscar una vivienda hay que tenerla y había ido decayendo la construcción de viviendas, porque las empresas de la construcción habían ido perdiendo los trabajadores. En la Ciudad de La Habana hay muchas posibilidades de empleo, y mucha gente no quiere ser trabajador profesional de la construcción, prefiere un trabajo más estable, en un lugar fijo y no estar de nómada. Sin embargo, para las microbrigadas van entusiasmados y trabajan el número de años que haga falta; saben que siguen vinculados a la fábrica y que el día que quieran tienen derecho a regresar a la fábrica. Por eso se están incorporando hasta muchachas de oficinas, se han hecho azulejeadoras.
En ese contingente que hablo que trabajan 14 horas, hay 37 mujeres que se han hecho especialistas en poner azulejos, y trabajan las 14 horas, trabajan todos los sábados, y un domingo sí y un domingo no. Es impresionante lo que están haciendo. En eso fundamentamos esta convicción del avance que vamos a tener en el desarrollo no solo económico, sino también social, y por qué vamos a tener nuestras piscinas y nuestros campos deportivos, las instalaciones, y por qué vamos a tener todas las instalaciones de los Panamericanos.
Les hablé de esto no solo para que ustedes compartan nuestras impresiones sobre este momento excelente que está viviendo el proceso revolucionario, cuando había más dificultades, más escasez de recursos y más problemas, demostrándose que con lo que teníamos podíamos hacer mucho más, y se está haciendo.
En el plan del quinquenio trazado por los tecnócratas y burócratas había cinco círculos, y solo en este año estamos haciendo 50, que no es el ritmo de un tecnócrata ... Creían que el círculo es un lugar de lujo y no se daban cuenta de que el círculo es lo que permite que una ingeniera sea ingeniera, que una arquitecto proyecte para construir, y una médica preste servicio en un hospital, o una profesora dé clases en una secundaria o un preuniversitario; o una obrera trabaje en una industria produciendo bienes materiales para el pueblo, o en cualquier otro lugar produciendo importantes servicios. Si no hay círculos, muchas mujeres no se pueden incorporar. Estamos creando nuevas capacidades para 10 000 niños, serán 10 000 mujeres que podrán dedicarse al trabajo.
Eso no lo entendían; ahora lo están entendiendo, porque no les queda más remedio que entenderlo, porque el Partido ha dicho: Esto tiene que arreglarse, esto tiene que rectificarse. Y las masas están dando una respuesta excelente.
Por eso decía que se están haciendo programas de ese tipo, como el de los 50 círculos. Ya les he dicho a los compañeros de la microbrigada que quiero inaugurar el número 50 —voy a tener que inaugurar más de uno, porque ahora cada municipio quiere que le inauguren uno de los que están haciendo—, y les hemos dicho el 31 de diciembre.
Antes te ponían cinco en los planes y no hacían ni tres, porque se habían quedado sin fuerza. Y yo quiero que ustedes compartan este justo optimismo, que influirá en el deporte.
Hay muchas escuelitas como la que vi el otro día, donde me encontré a Echaide; parece que es vecino de por allí o tiene un trabajo por allí, es entrenador de boxeo creo que en el municipio Boyeros, debe vivir en Arroyo Naranjo. Se trataba de una instalación vieja. Como hemos puesto la doble sesión, para que los muchachos no estén mataperreando por la mañana o por la tarde, ha habido que habilitar muchos locales; pero yo calculo que tendremos que construir no menos de 150 escuelas nuevas. Cuando terminemos ahora, en 1988, este programa de círculos, policlínicos y escuelas especiales, vamos a empezar a meterles mano a las escuelas primarias o secundarias urbanas que tenemos que hacer, para acabar con todas esas viejas instalaciones.
Claro, a veces no hay mucho espacio para muchas áreas deportivas, pero algo pondremos allí, algo podremos poner, y que sean escuelas primarias en parte seminterno y en parte externo; porque cuando el niño tiene cinco años está en el círculo, y cuando tiene nueve la madre qué va a hacer con él, tiene que estar seminterno. El seminternado es el círculo de los muchachos de primaria.
Escuelas para la doble sesión, eso permitirá más la práctica sistemática del deporte. Ya la ciudad tiene la doble sesión en primaria ciento por ciento, pero en muchos casos en instalaciones pobres, viejas, instalaciones adaptadas. Con esta fuerza que estamos movilizando creo que en unos pocos años también, a partir de 1989, haremos las escuelas que nos hagan falta para eso. Creo que el deporte se va a beneficiar mucho con todo esto.
Creo que el interés que el trabajo de ustedes despierta en el pueblo constituye el beneficio que pueden otorgar miles de médicos. Nosotros queremos que todo el mundo haga ejercicios físicos, nosotros queremos que todo el que pueda haga deporte o ejercicios físicos, las personas de todas las edades, desde los niños hasta los de 80 años. Dicen que incluso después de los 70 el ejercicio puede elevar la capacidad vital un 35%, mejorar extraordinariamente la salud: nuestros médicos lo están comprobando.
Ustedes estimulan todo ese movimiento, ¡estimulan! No basta tener los instructores, no basta tener las instalaciones; hace falta que el pueblo desee, quiera, comprenda, le agrade la importancia de practicar el ejercicio físico y el deporte.
Vamos a crear todas las condiciones, y hasta en ese deporte en que somos tan malos, como la natación, recuerden que se los digo, algún día ocuparemos lugares también destacados, cuando a todos los niños los pasemos por las piscinas, los probemos, les enseñemos a nadar, en primer lugar, para que no se vayan a ahogar en un charco de agua, y, además, para probar aquellos que tienen mejores facultades.
Nosotros pensamos en los complejos de piscinas, tener incluso una chiquitica para los muchachos de 30 días; no es que los vayamos a llevar todos los días, pero sí van a empezar a nadar antes de decir mamá y papá. Eso se ha hecho, está demostrado científicamente, tendrá que ser una piscina climatizada.
Claro, tenemos que reprocharnos lo que ocurría con nuestra famosa piscina del "Marcelo Salado", pasé por allí cerca el otro día y digo: Todavía no la han terminado. Ahí se tardaron un montón de tiempo para tener una piscina climatizada. Claro, no voy a decir que todas van a estar climatizadas —si es necesario ponemos todas estas de los complejos deportivos—, pero creo que debemos tener climatizadas únicamente aquellas donde estén practicando los de alto rendimiento; para empezar a nadar y empezar a adquirir la técnica no es necesaria; en la de los niños sí habrá que poner el agua un poco más tibia.
Tendrán cuatro instalaciones esos complejos deportivos, las están proyectando. Estamos impacientes, les hemos dado las ideas a los arquitectos para ver lo que la imaginación pone. Pienso que cada uno de esos complejos deportivos debe tener por lo menos una hectárea, 10 000 metros cuadrados: una piscina olímpica, una piscina de clavados, una familiar y la chiquitica de los muchachos, para que el instinto de flotar se desarrolle, que lo tienen hasta los gatos ... Usted tira un gato al agua y no se ahoga, ¿qué muchacho no ha tirado un gato al agua para ver qué pasa?, y el gato no se ahoga nunca, empieza a mover las patas y, a pesar del miedo que le tiene al agua, se salva el gato. El ser humano no es menos que un gato. Hay, incluso, científicos que dicen que su capacidad de resistir sin respirar es mucho mayor que la que se expresa, incluso, en campeones de inmersión. Hay algunos estudios científicos que dicen que el individuo vino del agua, que fue anfibio, que fue como las ballenas y las tortugas, que salen a respirar y después se están hasta 20 minutos abajo del agua.
Yo leí una vez en un artículo que el hombre podía, desde temprano, desarrollar capacidades de estar varios minutos, muchos más que los tiempos estos conocidos tradicionalmente. Es decir que hay muchas posibilidades.
Les digo esto porque nosotros en el deporte tenemos que hacer mucho más, tenemos que estar conscientes de que nuestras 75 medallas no son suficientes; es muchísimo, es un fenómeno, es más que nadie, pero si nosotros utilizamos los recursos que tenemos y aplicamos más la técnica y la ciencia, si aprovechamos bien esos recursos, lograremos mejores resultados todavía. Y no se trata de tener un chovinismo y que queramos tener más medallas, se trata de que tenemos el deber de competir con el imperio; tenemos el deber un poco de domesticar su arrogancia, su prepotencia; tenemos que derrotar su menosprecio por nuestros países. Tenemos que enseñarles a otros países, a las masas, lo que puede un pueblo cuando hay cambio, cuando hay justicia social; tenemos que enseñarles a los demás, pero tenemos que sacar más provecho, más felicidad para nuestro pueblo, más práctica del ejercicio; tenemos que probar nuestra fuerza, nuestra capacidad, no contentarnos en nada con los éxitos que hemos alcanzado.
Nosotros en la medicina no nos conformamos con los éxitos, y todos los días queremos más técnicas y más modernas para elevar la perspectiva de vida, para aliviar el dolor, para proporcionar más bienestar, más felicidad al hombre; no nos conformamos en la ciencia porque hayamos hecho unas investigaciones exitosas, ni nos conformamos en la cultura, ni nos conformamos en la educación, queremos cada vez tener mejor base material, mejores escuelas. Tenemos que hacer lo mismo con el deporte.
En el deporte hay que trazarse planes perspectivos para 1990, para 1995, para el 2000, cómo será nuestro deporte en el 2000, qué instalaciones tendremos; pero, sobre todo, más que instalaciones, qué técnicas, qué técnicos.
Por ahí hay que registrar en una computadora a todos nuestros profesores de educación física y deportes, creo que hay muchos por ahí haciendo otra cosa, averiguar dónde están todos.
Tenemos un montón de escuelas de profesores de educación física, más que ningún otro país, ver cómo están los programas. Ya no vamos a necesitar los profesores de educación física para que estén solo en una escuela, en la fábrica necesitamos al profesor, y ahí, al lado del médico de la familia, necesitamos al profesor de educación física. La población tendrá cada vez más personas de 70, 80 ó 90 años, de más de 50, de más de 60; hay que poner a hacer ejercicios a toda esa gente, tiene que haber alguien que los ayude; es decir que hay trabajo para miles y decenas de miles de profesores de educación física y deportes: con los jóvenes, con los trabajadores, con los estudiantes, con los niños.
Aquí estoy planteando que se apuren los de la comisión de natación y que empiecen a buscar profesores, porque vamos a hacer cuantas piscinas hagan falta. Ya no pongo números, vamos a ir estudiando; las que sean posibles vamos a construir y las vamos a hacer lo más rápidamente posible.
Esto no significa botar agua, hoy hay filtros excelentes que permiten mantener el agua seis meses, eso no significará ningún derroche de agua. Ya estamos pensando hasta en un futuro más lejano, al agua de los residuos que botamos al mar darle tratamiento y mandarla para la agricultura, conciliar los intereses de la agricultura con las necesidades de agua de la población.
De modo que las piscinas no gastan mucha agua, gastan un poco de electricidad, cuando hay que bombear o en la planta de purificación que tienen.
Pero ya aquí estoy planteando objetivos: la cuestión de la natación y también la cuestión del análisis de todas las escuelas cómo están funcionando, las escuelas deportivas, la formación de profesores, de especialistas, los programas, todo eso.
Por eso hoy, ustedes que regresaron, van a seguir compitiendo, no están todos aquí, lo sé; la otra vez nos faltó el equipo de voleibol, que estaba en Sancti Spíritus, hoy nos falta el equipo de béisbol. Estaban allá en Santo Domingo cometiendo un abuso con no sé que isla de por ahí, creo que tenían como 21 carreras cuando yo salí para acá, y era un abuso lo que estaban haciendo; pero, bueno, la próxima vez habrá que mandar al equipo juvenil allá. Yo creo que será mejor y dejar descansar un poco al equipo este (APLAUSOS).
Sé que ustedes también tuvieron unos días de vacaciones, espero que las hayan pasado bien en compañía de la familia. Eso fue por escalón: primero los atletas, pero después plantearon, con mucha razón, los instructores, los otros; no sé si hasta los árbitros fueron al fin; pero, bueno, yo creo que lo mejor era mandar a todo el mundo.
Hoy vamos a ofrecerles una pequeña recepción. Ya me estaban diciendo: "Vamos a poner poca bebida, porque estos atletas están en entrenamiento y no están ni habituados a tomar." Yo dije: "Bueno, pero no vamos a quitar la bebida, pónganla ahí y vamos a decirles que sean moderados, si ya sabemos que son disciplinados, que saben comportarse (APLAUSOS); una cervecita, un daiquirí o cualquier cosa por allí, para que ellos se autocontrolen, no hay que tener ningún temor. No creo que nadie se va a poner a boxear allí (RISAS), ya nosotros nos hemos reunido otras veces y realmente son compañeros maravillosamente organizados, agradables, respetuosos, ¡ningún temor!, así que pónganles ahí y como yo les voy a hablar, les voy a decir que no va a haber restricción impuesta." Y si van a poner poco, bien arreglados estamos nosotros si nos portamos bien, porque nos ponen un poquitico ahí nada más. Debe haber lo que sea adecuado y nosotros decimos: "No nos conviene, no nos conviene ningún exceso", y sé que ustedes lo van a hacer correctamente.
Pero, para concluir, compañeros, creo que esta misión de ustedes y este viaje a estos Panamericanos han sido históricos.
Ahora nos vamos a preparar para el nuestro, pero ya les conté que eso no está seguro. Ya una vez nos arrebataron la sede. Bueno, pues con relación a las olimpiadas ya estaba al crearse una ruptura total entre la República Popular de Corea y el Comité Olímpico, y nosotros le enviamos una carta al Gobierno de Corea, al compañero Kim Il Sung, explicándole la conveniencia de seguir trabajando para buscar el coauspicio; le escribimos una carta a Samaranch, ni yo mismo sabía que le iban a dar tanta publicidad a la carta, ayer estaba en todos los cables, explicándole la conveniencia de que el Comité Olímpico nos diera tiempo, que no tomara medidas radicales, irreversibles. Le dijimos que todavía se abre la esperanza de que se pueda desarrollar el coauspicio; creo que les conviene a todos, le conviene al deporte, le conviene a la República Popular Democrática de Corea, le conviene a todo el mundo; creo que ayudaría a la paz, ayudaría a la unión en ese país dividido artificialmente por el imperialismo. Todavía tenemos esperanzas, por las noticias que han llegado, de que el COI va a seguir estudiando el problema y buscando solución. De ambas partes han llegado noticias alentadoras sobre la disposición a seguir trabajando, de modo que si todo tiene éxito no surgirán seguramente dificultades y tendremos nuestros Panamericanos aquí.
Pero ya dije que para nosotros hay principios que están por encima de todos los demás, están por encima, incluso, de todas las medallas de oro. Las instalaciones sí las vamos a hacer todas, nos olvidamos desde ya de otras cosas posibles; ese es un programa de instalaciones para el pueblo y con olimpiadas o sin olimpiadas vamos a seguir trabajando; con Panamericanos y sin Panamericanos vamos a seguir trabajando y desarrollando el deporte y preparándonos.
Y será en Indianápolis o será en La Habana, o será en la Cochinchina (RISAS), porque ustedes saben —y lo saben perfectamente bien— que nosotros nunca hemos andado preocupándonos por la seguridad, la seguridad nos la damos nosotros, con aquella consigna de todos para uno y uno para todos, con unos puños fuertes, unos nervios de acero. Todo el mundo recuerda aquella vez cómo fuimos en el "Cerro Pelado", a Puerto Rico, amenazamos con llegar a nado; no quedó más remedio fue tal el escándalo que hubo que dejarnos desembarcar.
Nosotros no fuimos a esa olimpiada no por razones de seguridad, sería ridículo, sería ridículo decir que por cuestiones de seguridad no fuimos a Los Angeles; fue por otra cosa, fue estrictamente por razones de solidaridad: un país socialista y después otros países socialistas decidieron no ir. Claro que esa no fue una decisión discutida con anterioridad, se lo digo francamente, fueron decisiones unilaterales. Pero nosotros en ese momento no nos pusimos a analizar si se discutió o no previamente como debió haberse discutido aquella decisión. Nos enteramos por cables de que se había decidido no ir a las olimpiadas, y después de pensarlo bien, dijimos: "Bueno, por un elemental sentido de solidaridad no vamos", pero no fue por razones de seguridad. Y ahora mantenemos los mismos principios. Nosotros cumpliremos nuestros deberes internacionalistas, no preguntaremos quién va y quién no va, y más bien nuestra lucha ha sido porque se busque una solución, que haya un coauspicio, que la República Popular Democrática de Corea no sea olvidada y que por unas medallas no faltemos a los más elementales deberes de la solidaridad. Esa es nuestra posición, pero no será nunca por temores que no vayamos a una competencia, y esperamos que no sean en vano los esfuerzos que hemos realizado para buscar una solución digna, justa, que beneficie a todos los países, que beneficie a todos los pueblos; porque si la República Popular de Corea es ignorada totalmente, entonces me imagino que para los países socialistas va a ser embarazoso, muy embarazoso, moralmente participar en Seúl.
Si no se fue a Los Angeles por cuestiones de seguridad, entonces, ¿cómo explicarse ir a un país ocupado por las tropas yankis, una colonia yanki, un régimen ferozmente represivo? Allí están las masas en la calle, no hay más que ver la televisión o ver los cables, millones de gente en la calle enfrentándose a la policía: los estudiantes, los trabajadores, las oposiciones. Y si los países socialistas no fueron a Los Angeles por razones de seguridad, no me explico, entonces, cuáles son los argumentos para asistir a Seúl en caso de que la República Popular Democrática de Corea sea excluida. ¡Lo que harán los demás, es cosa de los demás; lo que hagamos nosotros, es cosa nuestra y de nuestros principios! (APLAUSOS PROLONGADOS) Esta es la situación. Ustedes, los atletas, deben conocerla.
Cuando no participamos en una competencia, no piensen que solo ustedes sufren, sufrimos todos. Por ahí se dice el argumento: los atletas sufren. No, sufre todo el pueblo, porque todo el pueblo disfruta, es feliz participando en todos esos eventos; vibra con ustedes, lucha con ustedes, combate con ustedes. De modo que esto es cosa no solo de los atletas, es de todo el pueblo.
Nosotros deseamos paz, nosotros deseamos el desarrollo del deporte. Creo que puede contribuir el deporte realmente a la paz; debe ser un instrumento de paz y de unidad, no debe ser instrumento de discriminación, ni de humillación para nadie.
Pero nosotros no nos detendremos en nuestro esfuerzo por el desarrollo del deporte, haremos el máximo y haremos cada vez más. Tenemos también cada vez más un pueblo saludable; tendrá mejores condiciones de vida cada año que pase, y el deporte irá creciendo parejo en todas las demás ramas de nuestra actividad.
Realmente ustedes merecen la más sincera, la más calurosa, la más emocionada felicitación en nombre de nuestro pueblo; ustedes merecen nuestro agradecimiento, ustedes merecen las banderas que han recibido aquí; ustedes merecen las glorias alcanzadas, porque ustedes supieron cumplir las dos consignas conocidas, que en este momento adquieren una vigencia tremenda, las de: "Uno para todos y todos para uno." "Volver con el escudo o sobre el escudo"; es decir, cumplir nuestra hermosa consigna:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACIÓN)