Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura del VI Seminario Internacional de Atencion Primaria, efectuado en el Palacio de las Convenciones, el 28 de noviembre de 1997
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Queridos amigos y amigas, como decía el costarricense:
Esto ha sido clausurado ya (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), y me parece que muy bien, con brevísimas y elocuentes palabras de nuestro Ministro. Pero, bueno, estoy un poco acostumbrado ya a la historia de los eventos y que se convierta en una batalla desde que empieza, el primer día, hasta el último minuto, en la insistencia en que hable, en que clausure, y siempre al final, para no dejar a algunas personas descontentas, tengo que venir aquí (RISAS Y APLAUSOS), a pesar de que, como he dicho muchas veces, no me gusta hacer supuestas clausuras o —como les llaman— síntesis o resúmenes de lo que se ha discutido en una discusión donde no he estado (RISAS).
En general, en muchos eventos antes, que teníamos menos trabajo que ahora —o, por lo menos, menos problemas—, solía participar todo el tiempo, para saber de todos los temas que se habían tratado, que se habían discutido y poder hablar de esos temas, exponer algunas ideas y hacer algunas reflexiones que pudieran ser de alguna utilidad. En este caso pude participar el primer día y ahora tuve la posibilidad de escuchar la declaración, las palabras de los que intervinieron y nada más.
Precisamente en estos días me estaba recordando Ordóñez —porque fuimos compañeros de escuela, e incluso del equipo de básquet—, con una buena dosis de vanagloria, que él era el capitán del equipo. Yo le decía: "Sí, tú eras el capitán, pero yo era el que ganaba los juegos" (RISAS Y APLAUSOS).
No vayan a creer que ese autoelogio era así por vanidad, sino que él me había dicho eso antes, me había dicho que yo era la estrella antes de decirme que él era capitán. Yo no me acordaba de que él era capitán, puedo explicarme ahora por qué perdimos algunos juegos (RISAS), por qué no ganamos todos los campeonatos.
¡Caramba!, ahora me acuerdo por qué mencioné a Cosme Ordóñez, no había terminado la idea: es que él me estaba diciendo también que en el colegio donde estudiamos había una academia de oradores. No sé qué cuentos me hizo sobre el tema, entre otros —y lo estoy descubriendo completo—, me afirmó que él se paraba delante de un espejo y ensayaba los discursos que iba a decir (RISAS). Recuerdo también que cuando daban algunas clases, algunas referencias sobre oratoria, decían que tenía que haber una introducción, después un razonamiento y después una síntesis de lo que se dijera. Yo le dije: Mira, Ordóñez, la oratoria es simplemente conversar con la gente, eso no existe.
Recuerdo que en aquella época te hablaban de Demóstenes, de Cicerón, de Mirabeau, de la Revolución Francesa, de veinte cosas, de las arengas de Napoleón cuando dicen que dijo, porque a partir de haber vivido algunos años de historia y escuchar la historia que hacen otros de los episodios en que muchos de nosotros hemos vivido, me digo: Si la historia está escrita de esa manera, cuántas cosas se habrán inventado antes de contarla (RISAS Y APLAUSOS), si dicen que Napoleón dijo en Egipto: "Desde lo alto de estas pirámides 40 siglos os contemplan", ese debe haber sido un ayudante de Napoleón que se le ocurrió aquello y buscó una frase, pero está entre las frases famosas.
Yo les iba a hablar de eso, antes de proseguir, y les decía que me gustaba reflexionar cada vez que me tenía que dirigir lo mismo al pueblo, que a un congreso, o a cualquier evento. Por eso muchas veces hasta me extiendo, porque no me gustan las cosas formales, sino realmente pensar, explicar, hacer un poco de historia de las cosas, el porqué se hicieron, las dificultades, las preocupaciones del futuro. Todo eso hace que me tenga que extender, en general, aunque las cumbres internacionales me han obligado a hacer discursos de cinco minutos y de seis minutos. Yo mismo me di cuenta de que podía hacer algunos telegramas de ese tipo (RISAS). Entonces la gente aplaudía muchísimo; pero no vayan a creer que era por lo que yo decía, sino porque hablaba cinco minutos, o seis (RISAS).
Hay gente que no se da cuenta de que en esos congresos, donde cada vez habla más gente, el que se sale de los cinco minutos, o seis o siete que le hayan puesto, cuando llega a 10, 12, o 15 ya la gente realmente se cansa. Yo tengo la costumbre de ver el tiempo que habla cada cual. Nadie se atiene a los minutos que le dieron y siempre se toman mucho más tiempo, y se hacen infinitas, interminables, las sesiones. Bueno, en mi afán de cumplir, se vuelven telegramas algunos discursos en que la suerte nuestra es poder decir cosas que muchos otros quisieran pero no pueden.
Como nos han excluido de todo, nos han expulsado, aquellos que dicen que este mundo es un cielo, pues nos han dejado a los cubanos, ni siquiera en el limbo, debe ser en un terreno intermedio entre el limbo y el cielo —tengo la esperanza de que al final nosotros vayamos al cielo y ellos vayan al infierno (RISAS)—, pero, ¿qué nos han dado? La libertad de poder decir cosas que ellos no pueden decir, y no las pueden decir porque se buscan un conflicto con Estados Unidos, que es el principal dueño del mundo, y el principal responsable, realmente —me refiero al gobierno de ese país, no me refiero al pueblo norteamericano—, de los problemas que actualmente están ocurriendo en nuestro mundo.
Todos realmente quisieran decir las cosas y denunciarlas, pero entonces hay siempre un crédito pendiente, está el Fondo Monetario, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, los créditos para la exportación, y los políticos, estoy cansado de ver eso, no pueden hablar; y como para Cuba no existe nada de eso, nos sentimos en absoluta libertad de hablar. Entonces, al fin y al cabo le agradecen a Cuba que diga aquellas cosas que ellos se ven imposibilitados de decir. Y a veces hay que decir cosas duras, y hay que decirlas del mundo rico y desarrollado: cómo gastan y despilfarran y saquean, y hay que hablar desde la deuda hasta el intercambio desigual y todos esos problemas, de este mundo tan injusto, de esta diferencia creciente entre el desarrollo y la pobreza, de ese abismo que crece, que son realidades terribles, para las cuales no tienen soluciones. Hay que decirlas.
Pero dentro de las delegaciones de los países desarrollados hay mucha gente que piensa, que tiene conciencia. Recuerdo la Conferencia de Río sobre el medio ambiente, a la que asistieron numerosas delegaciones. Siempre se reúnen las no gubernamentales por un lado y las gubernamentales por otro; pero en las gubernamentales hay también mucha gente que tiene conciencia de los problemas y los plantea. Esas son las realidades, pero hay que afirmar algo que uno puede observar: una conciencia se va despertando en el mundo acerca de cuestiones que son vitales.
Las Naciones Unidas ha dado una serie de conferencias de todo tipo, para abordar los distintos problemas. Bueno, lo del medio ambiente creo que es una de las amenazas más terribles de este momento, pero otras veces se reúnen para estudiar la cuestión de la alimentación, otras veces para analizar los problemas de las comunidades, de las viviendas, o los problemas del niño. Las Naciones Unidas ha trabajado. Bueno, todo eso ha servido no para resolver problemas, sino para ir creando conciencia acerca de estos problemas.
En los pueblos también se ha ido creando conciencia y nosotros lo vemos en numerosas reuniones internacionales, porque aquí se dan reuniones de maestros y pedagogos latinoamericanos, a las que asisten 5 000 ó 6 000 delegados extranjeros y hablan, y lo que dicen de todas partes, sobre todo del neoliberalismo, que los han dejado sin recursos, que se han cerrado las escuelas, que los han privado de todo; expresan el dolor, la inquietud. Vienen los médicos y dicen lo mismo, que los han dejado sin presupuesto, que los han dejado sin recursos para las atenciones médicas, y expresan la tragedia esa en esas ocasiones, como cuando tuvimos las reuniones del festival mundial de la juventud y los estudiantes, y lo explican, desde que surgieron las teorías neoliberales famosas, el neoliberalismo que le están imponiendo al mundo y que ya empieza a entrar en crisis.
A través de ellos nos damos cuenta de lo que está pasando en todas partes, nos damos cuenta de la tragedia que están viviendo en nuestro hemisferio, y sabemos también la tragedia que está viviendo la inmensa mayoría del mundo. Ya van teniendo conciencia y ahora van a tener más, van a tener más, porque se derrumbó el campo socialista, se desintegró la URSS y dijeron: Este es el fin de la historia. No, no, este es el comienzo de la historia, porque ahora están empezando a derrumbarse ellos.
Primero llevaron la receta a los antiguos países socialistas. Sí, allí cometieron millones de errores, nosotros lo sabemos bien, y estábamos conscientes de eso. Cuando hablaban de perfeccionar el socialismo, ¿quién podía estar en desacuerdo? Pero una cosa era perfeccionar y otra era destruir el socialismo.
Cuando comenzaron no mencionaban la palabra capitalismo, hablaban de la economía de mercado, y respeto los criterios de los que crean en el capitalismo. Primero era perfeccionar el socialismo, después la exaltación de las virtudes del mercado, y al final pura y simplemente establecer el capitalismo. Ya sabemos cuales han sido los frutos de todo eso, uno lee cada noticias que se horroriza; no se pueden ni publicar, porque casi ofenderían a esos países y no se puede estar publicando, incluso, lo que ellos admiten públicamente.
Para citar un ejemplo, vean la situación de la niñez ahora, en lo que fue la URSS, donde los niños eran los privilegiados, por excelencia: en la alimentación, en los juguetes, en la atención médica, en las ropas, en todo. Perspectivas de vida, han publicado que la perspectiva de vida del hombre en la parte rusa de la antigua URSS es ahora de 56 años, 20 años menos que en Cuba, ¡veinte años!
Si nosotros tuviéramos el petróleo, el gas, las materias primas, los recursos enormes que ya había acumulado ese país, que hasta había llegado al espacio, que había alcanzado adelantos fabulosos en la tecnología, en las investigaciones, aquí no habría que hablar de ningún período especial ni cosa que se pareciera, y podríamos estar muertos de risa del bloqueo famoso que se ha mencionado tanto, simplemente utilizando de manera adecuada esos recursos, que no se pueden utilizar por la vía del nuevo sistema que han establecido.
Entonces se ve claro, clarísimo ya —la primera cosa que hemos aprendido en estos años, todo lo aprendemos—, qué resultados tiene la receta del Fondo Monetario, del Banco Mundial y del neoliberalismo que les han impuesto a esos países, haciéndoles creer, incluso, a muchos, que ese era el camino del paraíso. Primera gran verdad, están ahí los datos objetivos, y segunda: ¡Qué maravilla el capitalismo: los tigres del sudeste de Asia! ¡Qué milagro en Japón, en Alemania, aquí, allá y en todas partes! ¡Qué descubrimiento fabuloso: ya no hay crisis en el sistema capitalista, ya todo es crecimiento sostenido, constante e infinito! Y ahora empiezan a quebrar las bolsas, se empiezan a devaluar las monedas, se arruinan de la noche a la mañana países enteros que han estado trabajando y hasta guardando, creando reserva durante 20, 30, 40 años; países cuyas economías parecían algo fabuloso.
Hemos conversado con algunos dirigentes de esos países y nos han dicho que el trabajo de decenas de años lo desbaratan en un día.
Ahora estamos viendo el derrumbe de toda aquella filosofía, de todos aquellos milagros, de todas aquellas cosas. Esto puede ser que no sea más que el comienzo, o el preludio de lo que va a pasar un poquito más tarde, si es que no entran ya en una crisis fuerte; pero andan aterrorizados. Y ya ahora muchos gobiernos del mundo —también gobiernos capitalistas, sí, neoliberales— están descubriendo que si tienen 50 000 millones de dólares en la reserva se les pueden acabar en unos días, perderlos, que la moneda se les puede devaluar catastróficamente en cuestión de semanas. Se empieza a ver un desconcierto, un enloquecimiento con las cosas que están pasando, inventando qué hacer, cómo salvar eso.
Siempre se habló de la cuadratura del círculo. Ya los que estudian el espacio y el universo hablan de algunas formas geométricas complicadas a partir de la teoría de la relatividad y otras; pero nosotros no hemos logrado entender hasta ahora, ni siquiera estos científicos, que pueda desarrollarse el concepto de la cuadratura del círculo.
Bueno, ese es el problema que tienen: Cómo resuelven esos problemas. No tienen solución. Ahora que cayeron en la globalización neoliberal, que tanto oímos mencionar todos los días: globalización neoliberal, lo que están creando es un caos tremendo, y eso, bueno, va a afectar a los países mucho más de lo que los está afectando. No tienen solución, no tienen respuesta a los problemas.
Esto sin hablar de los fenómenos de la contaminación que tanto tienen que ver con la salud. Ellos mismos se han dado cuenta ya de la tragedia que significa para el mundo, de la catástrofe que se avecina, porque antes discutían si eran exageraciones de los científicos, invenciones; no, ahora ven claramente que son realidades, lo admiten ya los gobiernos.
En Japón van a discutir próximamente la cuestión de las emanaciones del dióxido de carbono, uno de los montones de problemas; bueno, se dan cuenta de que no puede seguir esa situación. Europa dice que para el 2010 lo va a reducir a niveles por debajo de 1990; Japón que lo va a reducir algo; Estados Unidos dice que no se puede comprometer a nada, en absoluto. Pero están amenazando al mundo con una catástrofe, se están encontrando con el complejo problema de cómo van a enfrentar ese grave peligro; ahora quieren imponer exigencias a los países del Tercer Mundo, es decir, a los que no se han desarrollado.
Por ejemplo, Estados Unidos, consume el 25% de la energía del mundo, con el 4% de la población, y ahora dicen: No, no, que los países llamados en desarrollo, o emergentes —todo los días inventan una palabra; realmente son países en subdesarrollo, porque cada vez son más pobres con relación a los otros—, esos tienen que participar, sí, y tienen que someterse a las mismas reglas de los que están gastando la inmensa mayoría del combustible que se consume en el mundo. Naturalmente, los gobiernos se dan cuenta de eso, también los gobiernos empiezan a rebelarse de cierta forma.
Nosotros, desde nuestro particular punto de observación, que es la isla bloqueada, excluida y excomulgada, estamos observando atentamente todos estos procesos, porque es necesario saberlo, porque únicamente conociéndolos podemos prepararnos para este desafío, para esta colosal batalla que tenemos que librar nosotros, y que tiene que librar el Tercer Mundo, y que tiene que librar la inmensa mayoría del mundo; le prestamos bastante atención a todo eso, y seguimos resistiendo.
Ya nuestra resistencia es de siete años, en la que nadie creía en el exterior, después de lo ocurrido en el campo socialista y en la URSS, porque no se habían dado cuenta de que esta era una auténtica Revolución, que no vino como sardina en lata a este país, que no se importó de ninguna parte, sino fue fruto de la historia y de la lucha de nuestro pueblo al lado de ese coloso que quiso tragarnos. Subestimaron al pueblo cubano; pero el premio de la resistencia es ver ahora ya lo que está pasando, lo que viene. Y conversamos con mucha gente, no perdemos oportunidad de conversar, con representantes de las Naciones Unidas, con los distintos organismos de las Naciones Unidas, o banqueros, o empresarios, o instituciones económicas, para ir recogiendo información, ir conociendo el pensamiento, vemos un estado de preocupación tremendo en todas partes.
Aquí han hablado ustedes tantas veces de Alma Ata, donde se elaboró el programa de Salud para todos en el año 2000, y cuando la escuchaba mencionar esta tarde me preguntaba: ¿Y es que de Alma Ata quedará acaso, siquiera, el alma? Nos tomaron el pelo, esa es la verdad, a todos, y hace 23 años. La situación está peor, eso se puede demostrar matemáticamente, aunque se haya logrado la mejoría de algunos índices. Por ejemplo, la mortalidad infantil, efectivamente se ha reducido en todo el mundo; la medicina o la vacuna, por fin algunos países se han decidido a vacunar.
Esta mañana leí que en la India están haciendo la más grande campaña, han movilizado a cientos de miles de personas y van a vacunar a 120 millones de niños contra la poliomielitis; ahora quieren erradicar antes del 2000 la poliomielitis, han hecho una gran movilización. Algunos países han hecho movilizaciones de ese tipo para una enfermedad, y eso es perfectamente posible; pero es que en la mayor parte de los países del Tercer Mundo no hubo ni programas de vacunación, cuando hacía mucho tiempo que existían las vacunas para salvar decenas de millones de niños.
No hace mucho tiempo la cifra de los que morían cada año era de 14 millones de niños que podían salvarse; esa cifra se ha reducido. Ahora no se mueren tantos por la falta de una vacuna, ahora se mueren 8 millones o 10 millones, está por ahí, quizás dos tercios de los que se morían antes. Cada dos años mueren todavía más niños que pueden salvarse que las personas que murieron en la Primera Guerra Mundial; cada año muere innecesariamente un número de niños equivalente sesenta veces al número de personas que murieron cuando lanzaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, y todavía se habla de aquellas bombas, pero todos los días explotan decenas, cientos de bombas como aquellas entre los niños del mundo que pudieran salvarse. Pero el problema no es que se salven, es que después se mueren de otra cosa: se mueren de hambre, de desnutrición, de cualquier infección, como consecuencia de la falta de higiene, de la falta de alimentación, son vulnerables. Bueno, o se mueren de SIDA.
Ya la famosa cifra de niños con SIDA —estaba leyendo recientemente— alcanza casi 5 millones, ¡de niños con SIDA!, y la mayor parte es que nacen ya infectados, no es que se hayan contagiado por transfusiones de sangre o medicamentos derivados de la sangre, nada de eso, es que nacen con el virus del SIDA. Y el número de personas con SIDA, que dicen que son 30 millones, para el 2000 ya calculan que sea de 40 millones. Y ustedes saben bien que el tratamiento este de los nuevos medicamentos vale 15 000 dólares anuales. Un simple cálculo de los que tienen SIDA hoy día, con esos costos, significa 450 000 millones de dólares anuales para atender todos los casos, cuya mayoría se encuentra en el Tercer Mundo.
Sí, desarrollaron los medicamentos allá en Europa o en Estados Unidos, pero, ¿quién en América Latina, quién en Africa, quién en Asia tiene dinero para adquirir esos medicamentos?
Ahora leí que se iban a reunir unos cuantos países del cono sur de América Latina para crear un grupo con el objetivo de comprar en masa esos medicamentos, a fin de reducir los costos; pero lo que necesitarían solo para combatir el SIDA es más que todo lo que tienen en los presupuestos de salud, para todas las atenciones que requiere la salud humana en esos países. Y, además, los famosos cocteles no se sabe todavía durante cuánto tiempo tienen efecto.
Recientemente también leímos que hay que aplicarlos desde el momento en que se diagnostica el virus, desde el principio, que tienen así más eficacia; pero ya algunos han planteado que a los 18 meses empiezan a perder la eficacia esos medicamentos tan caros. Es cuestión de tiempo, el tiempo que tarden los virus en adaptarse a esos nuevos medicamentos. Y de la vacuna, que sería la solución real, preventiva, económica, se dice que tarda todavía muchos años, así que no va a estar a disposición de los que necesitan esos medicamentos para combatir esa enfermedad.
Aparecen otras enfermedades o se amplían algunas ya conocidas o surgen bacterias resistentes, y las hay ya que tienden a desafiar todas las generaciones de antibióticos. Eso deben saberlo bien ustedes que son médicos, y los tremendos y crecientes problemas que traen consigo; ¿cómo van a resolverse esos problemas? Tendrán que ir a la medicina preventiva; sí, la preventiva, la más económica, la más práctica, para evitar muchas enfermedades, porque se hacen ineficientes los antibióticos, que fueron uno de los más grandes avances de la ciencia médica.
La ciencia médica avanza. Nosotros todos los días leemos un número de cables sobre las investigaciones científicas y por lo menos seis o siete de medicina, todo lo que se está haciendo contra el SIDA, todas las investigaciones sobre la genética, la lucha contra el cáncer, los anticuerpos monoclonales. Realmente la ciencia avanza, y tiene que seguir avanzando; pero quería decir fundamentalmente que surgen problemas nuevos, la tuberculosis, por ejemplo, y nuevas formas de tuberculosis y el paludismo se extienden.
En estos mismos días, mientras estaba aquí el congreso, se hablaba de una explosión de paludismo en Bolivia, cifras preocupantes, y las dificultades, y los gastos, y los recursos que requieren para combatir esa enfermedad y sus vectores.
Ahora, los del Norte están empezando a asustarse, porque con el cambio de clima tienen miedo de que les llegue también el paludismo, el dengue y otras enfermedades que son tropicales, ya que vivimos en el trópico, donde las condiciones son realmente más desfavorables para la salud, por el calor, por la humedad relativa, por la proliferación de insectos, bacterias, hongos, todos esos tipos de problemas. Y ahora uno de los miedos que tienen es que con el cambio de clima lleguen también al Norte rico esas enfermedades.
Pero aun suponiendo que se llegue, y se puede llegar, y se debe llegar a disponer de los medios necesarios para combatir las enfermedades, prolongar la vida, y no tengo la menor duda de que la ciencia ayudará a que se cumpla el potencial de vida que tiene el ser humano; yo creo que hasta la ciencia es posible que llegue a elevar ese potencial, que se dice o se decía hace algunos años que eran 120 años (RISAS) —ya se habla de genes que tienen que ver con la duración de la vida, que tienen que ver con la preservación de las células, de la vitalidad humana, así que no hay duda de que por el camino de la ciencia se puede llegar a eso—, el problema va a ser otro: cómo van a alimentar a esa humanidad. Ese es el problema: cómo la van a vestir, calzar, darle vivienda, darle alimentos, darle medicinas. Lo que vemos hoy está muy lejos de resolver esos problemas.
Lo que digo no debe conducir a nadie al pesimismo, sino a la toma de conciencia del gran desafío que las nuevas generaciones —ustedes, los que están aquí, y los niños estos que vemos con sus uniformes escolares— van a tener en ese siglo que está todo el mundo esperando muy contento.
Nosotros, que hemos podido conocer la experiencia de un número de años de Revolución y los problemas del mundo en los últimos decenios, nos damos cuenta de cuál va a ser la situación del próximo siglo, y que, por lo tanto, hay que prepararse; hay que estar conscientes de eso y prepararse. Es por donde hay que empezar realmente, porque en la medida en que se comprenda esto por las personas que tienen influencias, como los médicos, los científicos, los intelectuales, las masas, los gobiernos, porque a ellos les toca también, están descubriendo realidades que los golpean, empezarán a surgir soluciones a esos problemas.
Una de las personalidades eminentes de las que vino a este evento nos preguntaba recientemente: ¿Pero cómo vamos a hacer? Desgraciadamente, le respondí, lo que ha enseñado la historia humana es que los problemas se resuelven cuando se producen las crisis.
Ahora mismo llegaron noticias de que el Presidente de Brasil se reunió con el Presidente de Francia, en Guyana, para plantear el problema de la necesidad de establecer regulaciones que pongan fin a los grandes movimientos especulativos que están arruinando a países enteros.
¿Cómo se controla ese capital especulativo? Nosotros nos hacemos esa pregunta, nos rompemos la cabeza, es algo que tenemos que seguir de cerca. Se dice que el Presidente de Francia estuvo de acuerdo, que sugirió incluso hablar con el Primer Ministro de Inglaterra para que en la próxima Reunión de los Siete, los siete más ricos, se estudie eso; pero es que eso es la antítesis de la filosofía del Banco Mundial, del Fondo Monetario y del neoliberalismo, no se sabe cómo caben esas dos cosas.
Uno se asombra cuando esas dos instituciones que mencioné hablan ahora de los problemas sociales. ¡Caballeros!, ustedes saben lo que es ver al Fondo Monetario y al Banco Mundial hablar de la necesidad de resolver los problemas sociales.
En un discurso reciente del Presidente del Fondo Monetario, en Nueva York, ante Naciones Unidas, dijo que había que resolver los problemas sociales para que el pueblo apoyara la reforma. Pero fíjense, y ustedes lo tienen que saber como médicos, que lo que han hecho es rebajar todos los presupuestos de salud, y de educación, y las pensiones, y la ayuda a los más pobres. Bueno, cuando dijo esa parte allí ante los delegados, en una de las comisiones de Naciones Unidas, donde estaban representados todos los países, la gente soltó una carcajada, no le quedó más remedio a la gente que reírse. ¿Puede haber mayor hipocresía, realmente? ¿Puede haber mayor demagogia? Hasta esas instituciones hablan de los gastos sociales, y ellas fueron las que introdujeron el neoliberalismo.
Yo estoy interesadísimo en leer cuando lleguen las noticias del día que se plantee la cuestión sugerida por Brasil en el Grupo de los Siete a ver qué se les ocurre. Van a tener que dar una vueltecita y buscarse un libro de Carlos Marx sobre "El Capital" y refrescar un poco la lectura, de verdad (RISAS). Van a tener que resucitar algunos libros, todos, desde los que empezaron a hablar del capitalismo hasta los que hablan del socialismo, para refrescar.
Quiero ver ahora cómo van a resolver esos señores, los siete. Creo que ahora van a ser los ocho, porque a Rusia la van a introducir (RISAS), no porque tenga mucho dinero, quizás porque necesite mucho, pero es un país poderoso técnicamente, con grandes recursos naturales, todas esas cosas; a lo mejor van a ser el Grupo de los Ocho.
Seguramente a ustedes les gusta una buena película y hasta un buen serial que no sea demasiado melodramático y cosas de esas. Vale la pena esperar que termine la serie esa, para divertirse, ver qué sacan de sus cabezas, y cómo les van a encontrar soluciones a esos problemas.
Nosotros creemos que los problemas del mundo tienen solución; la tienen, pero tampoco va a salir simplemente de los buenos deseos de la gente. Lo primero que se necesita es conocer esos problemas, saber de esos problemas, salir de la confusión, de la neblina en que han envuelto al mundo, empezar a ver claro hacia el futuro, tomar conciencia y, además, contar con las crisis, que las crisis ayudan, ponen a correr a la gente.
Ese episodio que mencionaba de Guyana está estrechamente asociado a la crisis monetaria y financiera de que hablaba, que ya personalidades destacadas, personalidades que tienen conocimientos —indiscutiblemente que el Presidente de Brasil es un hombre que tiene conocimientos amplios— se empiezan a mover. Brasil es un país grande, tiene influencias y ya empiezan a mover las cosas, a plantear los problemas; pero es la crisis, es la crisis lo que lo explica.
Es la crisis del medio ambiente lo que ahora, con el fenómeno de El Niño, los aguaceros, las inundaciones en Europa y todo lo que está pasando, ha puesto a correr a los gobiernos para buscar soluciones. Tenía que venir El Niño con sus aguaceros por un lado y sus sequías por el otro, sus tragedias, sus cambios de clima, y cosa increíble: hoy un científico estaba planteando que el calentamiento de la atmósfera puede producir —vean qué paradoja— unas olas de frío en Europa equivalentes a las que ocurren cerca del polo norte. Parece que el calentamiento trae hasta frío (RISAS). Derrite por un lado la nieve, suben los mares, y por otro es posible —según algunas teorías— que produzca áreas de fríos catastróficas. Es la primera vez que oigo mencionar esa hipótesis en boca de un científico eminente.
Yo estaba pensando que a lo mejor en Siberia sembraban banano y que a Centroamérica, Suramérica y Africa no les queda chance ni para producir plátano; los van a producir allá en Siberia con la ola de calor (RISAS).
Pero tienen bien estudiado cuántos metros va a subir el agua y qué va a pasar en cada lugar, las consecuencias; lo tienen bien estudiado, porque tienen las computadoras trabajando y muchos científicos investigando en todos estos temas.
Así que las crisis ayudarán al hombre a pensar, obligarán a los gobiernos a actuar, los que están u otros que vengan en lugar de ellos; porque, miren, no hay gobierno que pueda mantenerse con esos problemas. Están un tiempito ahí, nada más, no tienen ni tiempo de pensar, porque como están constantemente en la campaña electoral —yo lo veo— no piensan en los problemas, no tienen espacio mental, la energía para pensar, es una realidad.
Todo esto va a cambiar realmente el mundo, de modo que, cuando hay un evento como este, no podemos ver aisladamente los problemas, no podemos dejar de recordar, no es posible olvidar el marco en que se producen todos estos problemas, si es que de verdad queremos encontrar solución. Debemos ver un problema de la medicina, pero también debemos tener una conciencia, un conocimiento, una información, una experiencia; debemos saber que los problemas fundamentales se derivan de otras situaciones también; se derivan, en primer lugar, de los problemas económicos, el subdesarrollo, la pobreza, la explotación del mundo.
Estamos viendo cosas terribles por todas partes, lo que pasa con los niños, los millones de niños que hay en este mismo hemisferio que no van a la escuela porque tienen que trabajar en la calle limpiando parabrisas, o haciendo trabajos muy duros en la ciudad o en el campo para llevar algo a la casa. ¡Millones, pero muchos millones!, ese es el porvenir que les ofrecen. Añádase el comercio sexual de niños, y los millones de niños que están siendo utilizados por la industria sexual en todas partes.
Un día llega la noticia de que hay, en este siglo, en esta hora, cuando ya vamos a entrar en el otro, un grupo de sordomudos mexicanos utilizados como esclavos en Nueva York. Ustedes todos deben haber leído esa noticia, que recientemente descubrieron decenas y decenas de sordomudos que estaban esclavizados, se los habían llevado de México y los tenían trabajando en Nueva York, y les daban unas tareas que tenían que hacer cada día. Un gran escándalo. ¡Caballeros, ese es el neoliberalismo! En esta época, niños enfermos, niños limitados, que no están en una escuela especial.
Todos los niños sordomudos en este país están en una escuela especial, con su maestro enseñándoles de la mañana a la noche, y allá en Nueva York, en el país de la democracia y los derechos humanos, esos niños convertidos en esclavos trabajando.
De Europa llegan noticias de redes organizadas por las mafias que contratan mujeres por América Latina o por Africa, les ofrecen un empleo y las obligan a prostituirse, ¡obligadas!, y se las llevan mediante contratos. Eso parece cosa del siglo XVII, XVIII, como cuando traían cientos de miles de chinos contratados también de esa forma.
Todos esos problemas están ocurriendo, son realidades, y cuando gente noble y buena, como las que aquí se reúnen a discutir y a meditar sobre estas cosas, no pueden abstraerse de la realidad del mundo en que estamos viviendo, lo otro sería un poco engañarnos, autoengañarnos. Claro que no tenemos que esperar que se arreglen todos los problemas del mundo para arreglar aquellos que puedan ser resueltos; no, no podemos perder ni un segundo, y en esta esfera de la salud, pues el deber de ustedes será trabajar el máximo, y es mucho lo que puede hacerse.
No puede haber pretexto de tipo económico, por muchas razones. Si una partecita del dinero que se ha fugado de América Latina se dedicara a la salud, no habría estos problemas, una partecita de ese dinero que se va a guardar a los bancos de Nueva York u otras partes. Con motivo de la inflación y los problemas que tenemos en América Latina, el dinero se va allí donde está seguro. Con una partecita de lo que se paga de la deuda externa, se resolverían estos problemas.
No quiero seguirles diciendo cosas, porque este no es un acto político y no quiero ofender a nadie; pero podría añadirse, como máximo, que con un poquito del dinero que se pierde por ahí, se resolverían estos problemas de salud.
Bueno, se ha hablado de la experiencia cubana, y, realmente, a mí me da pena a veces cuando hablamos de los índices, porque pareciera una vanagloria nuestra tal dato de la salud y de lo otro y lo otro, y realmente estas reuniones o estos seminarios nunca los he concebido como una forma de propaganda de lo que hayamos hecho en la salud; únicamente podemos verlos como una experiencia que tiene cosas que pueden ser útiles a otros países.
Ayer mismo —ayer mismo no, hace como dos días, cuando empezó este evento— se habló de una institución, creo que de Suiza. ¿Fuiste tú, Dotres? Esa institución afirmaba que con treinta veces menos ingresos o producto bruto per cápita que Estados Unidos, Cuba tenía los mismos índices de salud que ese país.
Realmente, Cuba tiene que gastar más de la mitad de lo que exporta en combustible, bueno, para que se enciendan los bombillos, para que haya un poco de electricidad, no toda la que quisiéramos tener, un poco de transporte. Nosotros no disponemos de ninguna hidroeléctrica importante, no hay esos grandes ríos, toda la electricidad proviene prácticamente del combustible que hay que importar a un precio muy alto y pagarlo con productos que los países industrializados pagan a un precio muy modesto, sea azúcar, sea mineral, sea níquel; es más de la mitad de nuestras exportaciones.
Ya se explicó cómo perdimos abruptamente nuestro comercio exterior, nuestros ingresos.
Si me dan permiso, me tomo un segundo para pedirle a alguien que llame al local de la reunión y pedirles que esperen, es que tenemos un acto. Estamos también en proceso electoral, hoy fue la postulación de candidatos a delegados provinciales y a diputados nacionales, y yo me he extendido un poquito más.
Es decir, nosotros hemos dispuesto de muy pocos recursos. Me contaron que cuando habló el compañero Lage una compañera había preguntado cómo, con todos esos problemas, podíamos haber alcanzado los índices que hemos alcanzado en salud o haberlos mantenido. También alguien hizo otra pregunta muy aguda, qué vamos a hacer con los médicos si ya tenemos más de 60 000.
Bueno, cómo hemos podido mantener —y yo hablo de mantener— determinados índices, los índices en general, y no solo eso, mejorar algunos de ellos. Es casi imposible de explicar, pero se podría decir con muy breves palabras, en esencia: el esfuerzo humano de nuestro pueblo, el esfuerzo humano de nuestros médicos, enfermeros y técnicos de la salud, eso en primer lugar (APLAUSOS); repartiendo de la forma más equitativa posible lo poco que tenemos y, además, sufriendo mucho todos los días, porque sufrimos cuando falta un medicamento, sin duda, nos duele terriblemente. Ahora, procuramos entonces que los que son vitales, los que salvan una vida, los que son esenciales, esos no falten nunca, los priorizamos; desarrollando nuestra industria médica de producción de medicamentos, casi el 90% del que consumimos lo producimos aquí. Y no son 20 000 renglones, eso es comercialismo puro, la misma medicina con 25 marcas diferentes; garantizando mediante los métodos más adecuados la calidad de esos medicamentos.
Uno de los negocios más despiadados que hay en el mundo es el negocio de los medicamentos, se gana en el comercio de medicamentos casi más que con el comercio de drogas. Hay medicamentos que cuestan 15 dólares y se pueden producir a un costo de un dólar y medio o de un dólar, con quince veces menos gasto; pero muchísimos medicamentos, o sea, la lista completa, y han trabajado nuestros centros de investigación formulando, reformulando, gracias al trabajo de los centros de investigación, que los hemos seguido desarrollando, aun en medio del período especial, y nos ayudan muchísimo para poder seguir manteniendo eso. Nosotros nos preguntábamos: ¿Podremos mantener los niveles de salud? Era una pregunta. Nosotros nos conformábamos con mantenerlos y se ha logrado mejorar esos niveles, algunos índices importantes mejorarlos. Parecía imposible.
Como se ha dicho, no se ha cerrado ni un hospital ni un policlínico, ninguna institución de salud, ni se quedó un solo médico en la calle o una enfermera o un trabajador de la salud, y se han incorporado en estos años difíciles más de 40 000, porque ya estaban estudiando en las universidades o en los centros tecnológicos. Hubo un momento en que ingresaban 6 000 estudiantes de medicina en las 21 facultades de medicina que tenemos. Empezamos a reducir, como es lógico. Eso tenía el aspecto positivo de que podíamos hacer selecciones todavía más rigurosas, pero ya era rigurosa la selección de los estudiantes, porque teníamos suficientes bachilleres, todos los que quisiéramos.
No hay que olvidarse que empezamos de cero, del analfabetismo; con un 30% de analfabetos hubo que empezar por primer grado. A pesar de todo, había 6 000 médicos en Cuba, uno por cada mil y tantos habitantes, pero casi todos en la capital, y todos esperando una visa para ir a Estados Unidos, antes de la Revolución; pero como abrieron las puertas para dejarnos sin médicos, entonces sí dieron visas y de los 6 000 médicos se llevaron 3 000, nos dejaron 3 000 nada más, y no había suficientes bachilleres para hacer un plan ambicioso de formación de médicos. Muchos estudiantes que no eran ni bachilleres tuvieron que convertirse en maestros, o ir a desempeñar actividades que requerían un cierto nivel de escolaridad, hasta que ya fue masivo el ingreso en las secundarias, en los preuniversitarios, y teníamos todos los preuniversitarios que quisiéramos y las escuelas vocacionales y de todo tipo. Llegó un momento en que podíamos escoger los 6 000 que ingresaban por año. Y así desarrollamos los planes de formación de médicos.
El médico de la familia, realmente, fue un concepto que surge cuando en un organismo económico nuestro, en fecha bastante temprana, empezaron a hablar de reducir el número de estudiantes de medicina: no más incrementos, que los médicos van a sobrar. Digo: Es muy difícil que sobre un médico, porque dondequiera que haya un grupo de personas hace falta un médico. ¿Por qué parar la formación de médicos? Había muchos menos, y se hicieron las facultades en todas las provincias, en algunas más de una facultad de medicina, y el número total de estudiantes llegó a ser 25 000; pero teníamos calculado una reserva de médicos, vaya, un uso de los médicos: 10 000 a trabajar y 10 000 a estudiar.
Teníamos calculados igualmente 10 000 médicos en la colaboración exterior. Nosotros habíamos ofrecido masivamente médicos, y gratuitamente, para la colaboración exterior, sabiendo los problemas que hay en Africa y en el resto del mundo con los médicos. Nuestros médicos están dispuestos a ir a cualquier lugar, como médicos formados no solo para ir al campo, sino a cualquier lugar del mundo a trabajar como médicos. Hicimos algunos cálculos.
Claro que vino una situación diferente, el país se vio privado de recursos fundamentales, esto unido al hecho real de que no hay médico que se retire, porque mientras más años tiene en el ejercicio de la profesión más quiere seguir como médico, porque tiene más experiencia, etcétera. Uno no puede hacer los cálculos que se hacen con el trabajador de la mina o el trabajador del transporte; el médico como el artista, si es pintor o es escritor, hasta el final quiere seguir en el ejercicio de su profesión. Entonces lo que hicimos fue empezar a reducir los ingresos en un momento dado. Ya ahora el ingreso anual es de alrededor de 2 000 —ya será en el próximo curso alrededor de 2 000—, pero en los últimos años dos mil y tantos de 6 000, fue reducido a la tercera parte.
Dondequiera que haya un grupo de personas hace falta un médico. Si sale una delegación ponen un médico a la delegación, bueno, entonces un médico hace falta. En cada círculo infantil hace falta un médico y una enfermera, y en cada escuela hace falta un médico y una enfermera, y en cada fábrica hace falta un médico y una enfermera. Hace falta una reserva de médicos porque son jóvenes muchos de los médicos, muchas mujeres, la mayoría son mujeres, y están gestantes, tienen que estar ausentes, o necesitan vacaciones, y hace falta quien lo sustituya.
Pero, claro, se hizo todo un programa, se creó un nuevo concepto, convertimos la generalidad en una especialidad: la medicina general integral, un concepto asociado a la idea del médico de la familia. La recogida de los programas de medicina de las mejores universidades médicas del mundo; se analizaron y se estudiaron todos esos programas. Se desarrolló el nuevo programa, costó trabajo, los especialistas no entendían, hacían resistencia, fue una lucha.
Tampoco una idea se empezó a aplicar sin más ni más. Empezamos con 10 médicos en las montañas, en algunos lugares, y un policlínico; ahí está Cosme. Hicimos dos grupos para ver el curso, el programa, qué hacía la gente, porque habíamos descubierto que la gente en vez de ir al policlínico, iban para el hospital y saturaban los cuerpos de guardia de los hospitales. Ya un día llegamos a tener un policlínico completo, el área de ese policlínico con médicos de la familia, ¿qué ocurrió?, un agradable fenómeno: la gente aquella que iba al hospital ahora no iba ni al policlínico, iba a ver al médico de la familia; incluso veía al especialista en el policlínico, le recomendaba algo y él venía a conversar con su médico para preguntarle qué le parecía aquel diagnóstico, aquel plan. Resultado: el 20% de los que iban a los policlínicos siguieron yendo al policlínico porque ya era una necesidad imprescindible, porque había que hacer una radiografía, un examen de laboratorio.
Lo primero que descubrimos fue que ya liberamos al policlínico de un exceso de consultas, resolvimos los problemas de los cuerpos de guardia de los hospitales, que fue un alivio tremendo. Empezamos a descubrir la hospitalización domiciliaria para muchas cosas. Si a alguien había que tomarle la presión arterial todos los días debía haber ingresado en un hospital y ahora llegaba al médico de la familia, le tomaba la presión arterial, lo atendía; reducía el número de camas. Resultaba más económico el médico de la familia por los gastos que ahorraba en hospitales, era mucho más cómodo para la gente.
Perfeccionamos los policlínicos; pero después convertimos a los policlínicos en facultades universitarias, porque todos aquellos médicos de la familia tenían que hacer la especialidad, después de un año tenían que empezar la especialidad de tres años, compartiendo el estudio con el trabajo, para ser especialista en medicina general integral, y después, si querían ser pediatras, después de ser especialistas en medicina general integral se podían hacer pediatras, obstetras, estudiar la especialidad de medicina interna u otras.
Hoy en Cuba casi todas las especialidades —no sé si eso se les explicó a ustedes— exigen ser primero especialista en medicina general integral, porque fue un concepto, mientras en otros países, en la propia URSS habían ido a la superespecialización, y casi desde el primer año ya empezaban a especializarse. ¿Usted se imagina un cirujano que lo único que sabe es cortar y no ha estudiado suficiente fisiología, anatomía y todas las demás materias? Nosotros partimos del concepto de que el médico debía tener conocimientos básicos esenciales y amplios para empezar y después especializarse.
Ese principio se lo aplicamos después a otras carreras universitarias, porque ya al arquitecto también lo querían empezar a especializar desde el segundo año, y al ingeniero; que se hagan arquitectos primero y después se hacen urbanistas, lo otro y todo lo demás. Los conocimientos básicos son indispensables. Eso lo aplicamos en la medicina y eso produjo calidad realmente en nuestros médicos, que es lo esencial, y esa es la calidad que ha hecho posible que hayamos podido mantener estos índices.
Incluso la cuestión del índice de mortalidad infantil, yo me hice muchas veces la pregunta de si alguna vez se podía bajar de 10 por cada 1 000 en el primer año de vida. Sí, sabía que japoneses, que suecos, que determinados países en Europa habían bajado de 10, pero digo: ¿En el trópico se podrá bajar de 10? Esa era una gran interrogante: ¿Se podrá bajar de 10?, porque uno sabe las características del clima tropical, por los calores, la humedad, las enfermedades respiratorias, problemas asmáticos, que se extienden con la contaminación en todas partes, la cantidad de bacterias y de alérgenos en la atmósfera, esa era una primera incógnita, y llega un día y bajamos de 10. Se demostró que podía bajarse de 10. ¿Se podrá bajar de 10 cuando no se tienen todas las viviendas y las condiciones de alojamiento adecuadas? ¿Cuando no se tienen todos los recursos materiales disponibles para un mejor nivel de vida, se podrá bajar de 10? Y se pudo bajar de 10.
Créannos que cuando nosotros nos encontramos en una situación como la de ahora, que está entre 7,3 y 7,4... Puede ser que llegue a 7,3, porque las últimas semanas del año son más favorables a los índices. También cuando se observó que en los primeros días de nacido era mayor el número de fallecimientos, además de las terapias intensivas hubo que crear los servicios de cuidados perinatales intensivos, y logramos por otro lado hacer un cardiocentro para los casos aquellos de niños que tenían problemas congénitos, logramos adicionalmente establecer a tiempo los exámenes para la detección de los que tenían malformaciones congénitas incompatibles con la vida; un conjunto de programas dieron lugar a esa cifra. Les digo, realmente, que ni nosotros mismos creíamos que fuera posible alcanzar eso y reducir igualmente la mortalidad materna a los límites actuales, en una situación económica tan difícil. ¿Lo digo acaso para vanagloriarnos de eso? No, lo decimos para expresar nuestro dolor de todo lo que pudiera hacerse con los recursos disponibles en el resto de América Latina, de muchos lugares del mundo y que no se hace; lo digo para expresar dolor e inconformidad con eso, porque realmente pienso que se pudiera hacer muchísimo por la salud con los recursos tan escasos que tienen nuestros países, a pesar del subdesarrollo.
Creo que es muy importante esa convicción, si no caemos en el fatalismo de pensar de que no es posible.
Pienso, realmente, que los políticos pudieron haber hecho más, a pesar de todos los problemas y limitaciones que tienen los países; pero tenían que tomar conciencia, no solo un poco de tiempo y de energía. Y hasta como políticos debieron haber descubierto que lo que más aprecia el pueblo son los servicios de salud. Yo a veces decía: Bueno, en ocasiones nuestros políticos son tan malos, son tan ineficientes, que no conocen la importancia de los servicios de salud; la importancia política.
Eso hay que hacerlo por otras razones de carácter social y humano, ¿no? Nosotros nos pusimos a pensar en la Revolución y desde el Moncada ya estábamos hablando de los servicios médicos, y cuando estábamos en la Sierra Maestra ya prestábamos servicios médicos a toda la población con la que teníamos contacto, con los médicos que iban allí y se incorporaban. Eso debe ser una convicción, un deber elemental. Pero es que no solo visto desde el ángulo moral, sino desde el ángulo de la conveniencia política, hay que dedicar más atención, más recursos a los servicios de salud.
Yo siempre les decía a los dirigentes de la OPS y de la OMS cuando venían de visita: Hablen con los gobiernos, persuadan a los gobiernos. La OMS y OPS no tienen ni la centésima parte de los recursos que hacen falta para los programas de salud. Los gobiernos los tienen, sacando un poco de esto o de lo otro, porque sabemos de dónde se pueden sacar recursos, no hay que quitárselos a los hospitales.
Ahora los del Norte quieren envolver a América Latina en una carrera armamentista, yo me pregunto: ¿Qué harían los países latinoamericanos comprando aviones de última generación F-16 y 17, y comprando submarinos y comprando no sé cuántas cosas más? ¿Armas para qué, para que siga la desunión, para mantenernos débiles, para que nos matemos unos a otros? ¿Y no es mejor dedicar esos recursos a la salud, a la educación?
Para citar un ejemplo nada más, yo les sugería: Hablen con los gobiernos, que los gobiernos pueden buscar muchos más recursos.
Estas organizaciones internacionales pueden buscar alguna ayuda, pero, sobre todo, pueden aportar su experiencia, sus conocimientos, sus ideas para una estrategia de salud. Han acumulado muchos conocimientos que son muy útiles, para nosotros han sido muy útiles. Cuando ha surgido algún problema, les hemos pedido colaboración, porque nosotros hemos tenido problemas también, epidemias, y algunas de ellas muy raras.
Uno de los ministros que habló se refirió al dengue. Bueno, pues nosotros llegamos a tener una epidemia de dengue tan rara, que el serotipo aquel no estaba en ninguna parte; era indiscutiblemente un serotipo de laboratorio. ¡Ah!, sí había un punto, los vectores estaban aquí. En el dengue es muy importante el control de los vectores, hay que tener casi un ejército luchando contra los vectores; si es el ratón, pues contra el ratón. La organización para controlar los insectos, ratones y todo eso es indispensable, es muy importante.
Nosotros también tuvimos nuestro brotecito de dengue, hubo un descuido en un municipio, porque un visitante del exterior llega contagiado y si hay el mosquito... Entonces mantener el índice bajo, eso hay que hacerlo a toda costa, es fundamental.
En aquella epidemia de principios de la década del 80, que apareció en distintos lugares, más de 300 000 personas fueron afectadas de dengue hemorrágico. Cuando se investigó a fondo se vio que en la introducción de esa enfermedad en Cuba, sin lugar a duda, hubo intencionalidad. Eso nos ha pasado en la agricultura, en distintas cosas hemos tenido problemas similares.
Adquirimos una gran experiencia en eso. Por aquellos días habíamos ya producido por primera vez el interferón, lo usamos como elemento antiviral. Realmente, fueron 158 personas las que murieron, más de 100 niños; pero pudieron haber muerto miles. ¡Qué batalla aquella!
Cada vez que en cualquier país de América Latina ha surgido algún problema, inmediatamente hemos ofrecido nuestra colaboración. Eso no es nada, es un deber elemental.
Aquí se dijo que 25 000 médicos cubanos han prestado servicios internacionalistas en los lugares más inhóspitos, por todo el mundo. Llegamos a tener un promedio de más de 1 000 gratuitamente, y en el transcurso de los años han sumado 25 000 que han prestado esos servicios.
También se dijo que hemos atendido casi 15 000 niños víctimas de la catástrofe de Chernobil. Bueno, Cuba sola ha atendido más niños de Chernobil que todo el resto de los países del mundo. Los medios de divulgación masiva del Norte no hablan de eso. ¡Casi quince mil niños! También hemos adquirido alguna experiencia en eso.
¿Qué importancia o qué sacrificio puede significar para nosotros una colaboración como la que mencionaba el Ministro de Costa Rica? Sabemos muy bien que Costa Rica es uno de los países que han luchado durante muchos años y de una forma consecuente por crear las mejores condiciones de salud para el pueblo. Hay algunos países que han hecho especiales esfuerzos y entre esos países está Costa Rica, lo sabemos muy bien.
¿Qué significa para Cuba enviar un pequeño grupo de técnicos con experiencia en dengue o en alguna cuestión radiológica? Realmente no es nada. Valen mucho más las palabras de reconocimiento del Ministro que lo que nosotros hicimos; sus breves y amables palabras tienen mucho más mérito que el esfuerzo que nosotros podamos haber hecho de colaboración allí, o en cualquier país de América Latina, o del mundo donde haga falta una colaboración de ese tipo. Para nosotros es un deber elemental, y es lo que hemos hecho, es lo que hemos practicado.
Mencioné al Ministro de Costa Rica, debo mencionar también que nos impresionaron mucho las breves y cálidas palabras de los que hablaron, del Ministro de Bolivia; de nuestro amigo que fue Viceministro o algo similar en España. El vino desde allá, cruzó el Atlántico y ha estado presente, pronunció realmente nobles palabras, y no han sido solo palabras, sino que cuantas veces hizo falta alguna colaboración en la formación de personal, prestó esa colaboración. Es imprescindible darles expresamente las gracias por esas palabras, así como felicitar a los que hicieron el resumen de las actividades, y dar también las gracias de modo especial por la declaración que ustedes han suscrito de crítica y condena al bloqueo y condena al bloqueo.
Ese es un problema que duele terriblemente, el bloqueo famoso, porque no es bloqueo; bloqueo es una cosa, no hay tal embargo como dicen ellos, ni siquiera bloqueo como decimos nosotros. Es guerra, es persecución, es hostigamiento. ¿Qué puede haber de noble en la prohibición de vender una aspirina?, una aspirina, ya no un medicamento contra el cáncer, o algún medicamento contra el SIDA, de estos aunque sea para prolongar la vida 18 ó 20 meses, o dos o tres años, o darle una esperanza a alguna persona.
Para Estados Unidos se han llevado los mejores talentos del mundo, bien sean europeos, ingleses o latinoamericanos. Cuántos latinoamericanos no conozco de Centroamérica y Suramérica que están trabajando en los centros de investigación norteamericanos porque en sus países no tienen esos centros, ni tienen los recursos ni les pueden pagar lo que les pagan en los centros de Estados Unidos. Se han llevado los mejores talentos no solo en el campo de la medicina, en todos los campos, y los mejores artistas también se los llevan.
Ahora si descubren algo que puede salvar una vida, prohibido suministrarlo. ¿Dónde está la nobleza, dónde está la ética, dónde está la moral?, y luego presentarse ante el mundo como los campeones de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos.
Hoy mismo estaba leyendo un cable —sí, es que nosotros, como ya dije, tenemos que leernos todos los días decenas y decenas de cables— donde se comunica que en una reunión de organizaciones en un país latinoamericano —creo que fue en México— se afirmaba que en los últimos 30 años se habían producido 90 000 desapariciones en América Latina. Es posible que esa cifra se quede corta. En el caso de Guatemala, durante 30 años fueron decenas de miles.
Pero piensen en esa cifra por un segundo, ¡noventa mil desapariciones! ¿Quiénes apoyaron eso? ¿Quiénes crearon las condiciones? ¿Quiénes inventaron los métodos más refinados de represión, de tortura, de desapariciones?
¿Saben que Estados Unidos pudiera gastarse todo el dinero que tiene en la reserva y no podría encontrar un solo caso de desaparecido en Cuba?
Cuando el apartheid estaba en pleno apogeo hasta armas nucleares fabricaron y les vendían de todo. Cuando en determinados lugares desaparecieron 30 000, no, no hubo bloqueos; hubo solicitudes de colaboración para hacer la guerra sucia en Nicaragua, y la guerra en El Salvador y todo eso. Entonces, a Cuba no se le puede vender una aspirina, ¿por qué? ¿Por qué, cómo se puede justificar eso? Más de 35 años de un bloqueo cada vez más brutal, ¿cómo se puede justificar eso? Por eso en Naciones Unidas 147 votaron a favor de una resolución cubana contra el bloqueo, en la Asamblea General. Algunos se ausentaron, porque hay algunos que no les queda más remedio que ausentarse, porque si no el problema que se buscan con aquella gente rica es grande, y otros se abstienen por razones similares; en contra, tres votos, el año pasado y este año tres votos, entre ellos el de Estados Unidos, con Uzbekistán e Israel, tres países. Bueno, en Naciones Unidas, en la primera votación ya hubo mayoría, pero eran alrededor de 50 votos. La gente toma más conciencia cada vez, ¿y por qué a Cuba? Hay otros países que tienen sistemas socialistas, ah, pero esos son países grandes, poderosos, pueden comprar mucho, eso es un gran mercado, no hay problemas.
¿Pero qué es lo que están castigando en nosotros? Si se hiciera un recuento, uno por uno, se podrían mencionar 10 ejemplos por el estilo de este que les he mencionado sobre desapariciones en América Latina, acerca de cuáles fueron siempre las normas de la Revolución, desde el principio, desde la guerra; y es con mucha satisfacción que podemos decir que aquellos principios se mantuvieron inviolables durante toda la vida de la Revolución, y eso algún día la historia tendrá que recogerlo.
Sin duda alguna que la declaración que ustedes han hecho y que tanto agradecemos, es una posición justa, es una declaración noble, y nunca se arrepentirán ustedes de ese noble apoyo, porque seguiremos siendo como hemos sido hasta ahora, y seguiremos luchando como hasta ahora, y seguiremos resistiendo. Seguiremos salvando vidas, seguiremos incrementando la cuenta de los niños que sobrevivieron, porque en vez de 60 o más que morían por cada 1 000 en el primer año, se fueron reduciendo hasta bajar de 10 y suman cientos de miles cuyas vidas fueron preservadas.
Se pudieran sacar las cuentas de los años de vida que se han añadido a los ciudadanos de este país como consecuencia de la obra de la Revolución, y de todo el dolor que hayamos podido quitarles a las personas, a nuestros compatriotas; las vidas que hemos salvado en otros países del mundo, no solo en nuestro propio país; los miles de médicos y personal de salud extranjeros que hemos formado y que hoy trabajan en otros países.
Teníamos programas de formación de médicos en momentos en que había estudiantes becados en más de 80 países, y mantenemos programas de formación de médicos aun en este período especial. Es que no concebíamos una revolución que no fuera una revolución con sentido internacionalista, como no concebimos una humanidad reducida a la frontera de una pequeña isla; el dolor golpea y hace sufrir a miles de millones en todo el mundo.
Sí, nuestra Revolución no es una revolución de millonarios, es una revolución de pobres y que sueña con el bienestar no solo de nuestros pobres, sino de todos los pobres del mundo; por eso hablamos de internacionalismo, y no solo hablamos, sino que lo practicamos. Y no solo hemos aportado recursos materiales, hemos aportado nuestra propia sangre (APLAUSOS).
Hoy el mundo señala como una gran conquista la desaparición del apartheid, como una de las más grandes conquistas de las últimas décadas, podríamos decir, incluso, de este siglo, y muy pocos mencionan que la sangre cubana se derramó luchando contra los soldados fascistas y racistas del apartheid, cuando aquel país tenía incluso armas nucleares. ¿Por qué?, por internacionalismo. Y si los del Norte nos quieren asfixiar, hay muchos pueblos en el mundo que recuerdan lo que la pequeña isla hizo por ellos y cómo esa pequeña isla defendió la causa de ellos en todas las tribunas internacionales, las defendió y las defiende.
Como creemos en el hombre y creemos en el futuro, creemos también que esos valores, esas concepciones de la vida, tendrán que ser un día también las concepciones prevalecientes en el mundo, y no por obra de la buena voluntad, sino porque el propio desarrollo humano, el propio desarrollo de la ciencia, de la técnica ha convertido el mundo en una aldea donde no cabrán ni los estados nacionales, donde no cabrán ni las fronteras, porque una aldea —y ya el mundo es una aldea—, una aldea que puede desarrollarse, una aldea que cuenta con un arsenal científico fabuloso, no puede tener fronteras. Si antes Colón se tardaba tres meses por lo menos para llegar y otros tres para regresar, y Magallanes tenía que dar la vuelta por allá y se tardaba tres años, hoy en unas horas se cruza el Atlántico y se da la vuelta al mundo, y dentro de pocos años irán hasta mucho más rápido; al instante se comunica cualquier persona con otra en el mundo, a la velocidad de la luz.
¿Qué será el mundo? Llegará el día en que miraremos los estados nacionales, como hoy miramos las antiguas tribus de aquellos pueblos a los que llamaban bárbaros. Algún día nos llamarán bárbaros futuras generaciones cuando estén estudiando en la escuela primaria. Pues, sí, si a algunos les interesa cómo nos van a calificar los profesores de historia cuando hablen de nosotros, nos van a calificar de bárbaros, en el mundo del futuro, que no tendrá que esperar miles de años, tal vez ni siquiera cientos de años, porque todo hoy es a gran velocidad. Es ese mundo con el cual soñamos, que debe arreglárselas y tener toda la productividad necesaria no para que un señor tenga 40 000 millones de dólares, como un señor de California que tiene él solo tantos millones como lo que ganan al año cientos de millones de personas, ¡él solo! Y hay de esos muchos.
Creo que tendrá que ser un mundo y tendrá el hombre que arreglárselas para que sea un mundo en que el que necesita una aspirina tenga una aspirina y el que necesite un antibiótico tenga un antibiótico o una vitamina o un remedio para aliviar el dolor, para salvar una vida. Y la productividad debe servir para el día en que el hombre viva 120 años. Ese es el gran dolor de cabeza hoy, ha crecido la edad, es más costosa la atención médica a esas edades; pero en la ciencia, en la productividad del trabajo, esa misma ciencia que alargue la vida tiene que multiplicar los peces y los panes, para que pueda alimentarse, pueda vivir, pueda vestirse, pueda calzarse y pueda respirar. Sí, porque estamos amenazados de no tener ni aire para respirar; con eso nos amenazan estas sociedades de consumo, y eso tendrán que resolverlo también la ciencia y los recursos de que hoy dispone la humanidad, para que no se tengan que envenenar las aguas, los mares, los ríos y todo.
Con esa humanidad soñamos, porque hasta los "bárbaros" tenemos derecho a soñar.
Muchas gracias.
(OVACION.)