Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura del Tercer Congreso Pioneril, efectuada en el Palacio de Convenciones, el 9 de julio del 2001
Fecha:
Queridos pioneros;
Queridos educadores, forjadores de un mundo nuevo:
Es una lástima que un día como hoy, en que está todo el pueblo pendiente de este congreso, hayan existido algunas dificultades con la electricidad. En la propia capital, en un momento dado, faltaban como 60 000 kilowatts, y hubo algunas dificultades también en dos plantas orientales, primero una, después otra; la cuestión es que hemos estado escasos de fluido eléctrico, lo sabemos porque mucha gente ha llamado. Tal vez muy pocas veces un congreso, una actividad, despertó tanto interés, y nuestro pueblo tenía el privilegio de estarlos escuchando a ustedes y observar todo lo que aquí se hacía y se decía.
Muchos reclaman que lo retrasmitan. Habrá que calcular cuáles fueron las partes más esenciales, aunque resulta doloroso que no hayan podido verlo todo; les prometemos hacer lo posible para que todos aquellos que tuvieron obstáculos con la electricidad puedan conocer más del evento, como lo hemos visto nosotros y como han podido verlo millones de personas.
Hoy seguramente no habrá muchas quejas como aquellas que expresan que el programa infantil fue afectado. El programa infantil y pioneril se lo llevó todo (Aplausos).
Este es el Tercer Congreso Pioneril. Recordamos cuando surgió la idea y cuando se realizó el primero y después el segundo. Pero qué enorme cambio, desde los dos primeros y este histórico Tercer Congreso Pioneril (Aplausos).
Ustedes saben que yo no diría algo para halagarlos a ustedes, algo que ustedes no se merezcan; pero siento el deseo de decir que este es el más importante congreso en que yo he participado (Aplausos y exclamaciones de: “¡Fidel!, ¡Fidel, ¡Fidel!”).
Nadie se ofenderá porque grandes e importantísimos congresos que han tenido lugar en nuestro país pertenecen a una gloriosa etapa histórica que ya pasó, y gracias al heroico y admirable esfuerzo realizado en ella ha sido posible este congreso de hoy, que de tal forma acabo de calificar. Este congreso es el congreso del futuro (Aplausos).
Ustedes tenían un lema: “¡A conquistar el futuro!” ¿Es así? O “¡Conquistando el futuro!” (Le dicen: “¡A conquistar el futuro!”) Significa lo mismo (Risas). Casi es mejor decir: “¡Conquistando!”, porque es que ya ustedes están conquistando el futuro (Aplausos); un futuro que ya vemos, algo que desde aquí se puede mirar.
Hoy el concepto de nuestro pueblo sobre los pioneros no es el concepto del primer congreso o del segundo congreso. Antes todos veíamos con mucho cariño a los pioneros, sus padres, la población, la nación, y hoy los pioneros son la admiración, el orgullo de los familiares de todos ustedes, de los familiares de todos los niños y de la Revolución (Aplausos); admiración y orgullo que significan grandes esperanzas y un aliento incomparable.
Ustedes se han ganado esa especial admiración y ese especial cariño en los 19 meses de esta batalla de ideas.
Muchos adversarios no entienden bien y algunos incluso pronuncian la frase con cierta sorna y hasta la ponen entrecomillas, como para rebajar el concepto, y no se dan cuenta ni pueden darse cuenta de que esta batalla de ideas es la más importante que se ha librado nunca y en el momento de la historia del hombre más decisiva que nunca.
Les puedo hablar así porque tengo absoluta seguridad de que ustedes comprenden, hasta los más pequeñitos, hasta la niñita de Sancti Spíritus que me entregó el bello obsequio que ustedes me hicieron hace unos minutos, estoy seguro de que no hay uno solo de ustedes que no lo pueda comprender (Aplausos).
Con comillas o sin comillas, con sorna o sin sorna, sepan nuestros adversarios, sepan los que todavía son capaces de subestimar a la Revolución y a la patria cubanas que tiempo tendrán para comprender y reconocer la importancia de esta batalla de ideas. Pudiéramos llamarla hasta de un modo más sencillo, la batalla de la verdad contra la mentira (Aplausos); la batalla del humanismo contra la deshumanización; la batalla de la hermandad y la fraternidad contra el más grosero egoísmo; la batalla de la libertad contra la tiranía; la batalla de la cultura contra la ignorancia; la batalla de la igualdad contra la más infame desigualdad; la batalla de la justicia contra la más brutal injusticia; la batalla por nuestro pueblo y la batalla por otros pueblos, porque si vamos a su esencia es la batalla de nuestro pequeño país y de nuestro heroico pueblo por la humanidad, y no lo afirmaría así si no estuviese totalmente seguro de nuestra victoria (Aplausos).
Es batalla de ideas porque no es una batalla de armas; una batalla de ideas y no contra la fuerza bruta traducida en miles de armas nucleares, equipos sofisticados de todo tipo, misiles inteligentes, aviones invisibles y no se sabe cuántas cosas más que, con relación a las ideas, no les sirven de nada, porque las armas sin ideas y la fuerza bruta sin ideas no valen nada, no significan nada. Y todos nosotros, tan martianos, recordamos siempre aquello de que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra (Aplausos); pero, además, trincheras de ideas parapetadas en la coraza de acero de la dignidad y el coraje de todo un pueblo (Aplausos), atrincheradas detrás de toda la piedra del mundo, porque las ideas se convierten en fuerza y se convierten en fuerza invencible cuando tras ellas está un pueblo lleno de moral, lleno de patriotismo, dispuesto a hacer lo que todos ustedes saben que haríamos, ustedes y nosotros, antes de que alguien pueda destruir nuestra Revolución, o arrebatarnos la libertad (Aplausos).
Ustedes han estado a la vanguardia en esa batalla de ideas, porque no solo han asombrado a nuestro pueblo, han asombrado al mundo.
Ninguno de nosotros podrá olvidar nunca aquella marcha amenazada por la lluvia, suspendida un día y realizada el otro, en la que participaron quién sabe, 300 000 ó 400 000, no se sabe cuántos niños y jóvenes estudiantes. Esas imágenes pasarán a la historia. ¡Conservémoslas en los materiales fílmicos, conservémoslas de todas las formas posibles y hagámosles un día un monumento para los tiempos venideros!
¡Cuántas y cuántas veces hemos escuchado la opinión de nuestros compañeros, de nuestros compatriotas, en que expresaban ese reconocimiento a los pioneros! Es algo que se afirma a lo cual no le conozco una excepción.
Ustedes han multiplicado la fuerza de esta Revolución. Somos más fuertes por el papel que ustedes han desempeñado.
Este congreso sirve o debiera servir para que no le quedara duda a nadie de por qué ustedes se convirtieron en la vanguardia social y en la fuerza decisiva.
He escuchado hoy muchas palabras hermosas, impresionantes, profundas; no me extrañan, pero sí me emocionan mucho, y no me acostumbro a esas emociones, porque se repiten una y otra vez; mas no seré como ustedes, ni podría hablar con la profundidad de ustedes, ni decir cosas tan bellas como muchos de ustedes han dicho. Yo estaba concentrado en otra cosa, no pensaba para nada en el presente, no pensaba para nada en los méritos pasados de nuestra Revolución, yo estaba pensando en el futuro.
Recordaba aquellos primeros días de Enero de 1959 en que fuimos libres por primera vez, en que esa bandera, que no ha sido jamás mercenaria, como tan hermosamente la describió el poeta, flotó con verdadera independencia; esa bandera, de la que dijo que junto a ella no podía flotar otra porque bastaba con una: la suya, rememorando luego en breves versos toda la gloria, toda la belleza y todo el simbolismo de esa bandera.
Recientemente se recordó también cómo nos arrebataron la independencia después de una guerra de 30 años, cómo nos impusieron una enmienda que destruía nuestra soberanía; enmienda que en el fondo era simplemente un formalismo legal, porque el Norte revuelto y brutal que describió Martí, no ha necesitado ninguna enmienda para intervenir cuantos países de nuestro hemisferio les ha dado la gana intervenir, y en el mundo; pero lo que más nos hace felices es saber que esa bandera es hoy libre, absolutamente libre. Y así lo afirmo, piensen lo que piensen los que quieran pensar otra cosa o irritarse, digo una verdad: ¡la bandera más libre del mundo! (Aplausos.) Y cuando ondeó libre por primera vez aquel Primero de Enero, empezó la lucha difícil que ha durado 42 años. Mas no se perdió el tiempo, se trabajó, se luchó, se combatió en muchos terrenos, incluso en el terreno de las armas; pero no se perdió un segundo en comenzar la obra de la Revolución frente a obstáculos al parecer insuperables.
Cómo olvidar aquel mismo día en que invadían nuestras costas con tropas mercenarias, organizadas, armadas, entrenadas y pagadas por esa poderosa potencia que hoy allí encierra en celdas de castigo a nuestros cinco compañeros declarados culpables de graves hechos que no cometieron. Qué distinto tratamiento el que aplican a esos cinco heroicos e inocentes compatriotas, por razones ya explicadas, y el trato que les dimos a los 1 200 prisioneros que, traicionando a su patria al servicio de una potencia extranjera, no hubo uno solo que recibiera un golpe, uno solo que estuviera en una celda de castigo: salían al sol todos los días y estaban todos juntos. Cinco de ellos fueron juzgados y sancionados en juicio aparte porque, además de invasores, habían cometido horribles hechos de sangre en los años de la tiranía de Batista, refugiándose después, como otros muchos, en Estados Unidos. También habían sido enrolados en la expedición, como numerosos miembros del ejército y la policía de Batista.
Todos los invasores habían cometido un delito muy grave, sumamente grave, podían ser sancionados a la pena capital, y si hubiesen sido ciudadanos norteamericanos que hicieran lo que ellos hicieron el 15 y el 17 de abril —porque el día 15 nos bombardearon con aviones que traían pintadas en sus alas y en el fuselaje las insignias de nuestro país, y después nos invadieron por mar provocando cientos y cientos de muertos y de heridos, muchos de los cuales quedaron invalidados para toda la vida—, los habrían condenado a 10 cadenas perpetuas si no los fusilaban o llevaban a la silla eléctrica; y la Revolución, que no tenía ningún sentimiento de venganza, nunca se ha dejado llevar por el espíritu de venganza; que estaba más que satisfecha con su victoria, se los devolvió para allá en menos de dos años, en menos tiempo prácticamente que el que llevan en las prisiones en Estados Unidos estos cinco compañeros, casi en menos tiempo que los 17 meses que los tuvieron aislados y en celdas de castigo.
Piensen ustedes los pioneros qué enorme diferencia, por qué es tan alta nuestra moral y por qué defendemos y defenderemos sin tregua a esos cinco héroes que no le ocasionaron un rasguño a nadie, que no le hicieron un daño a nadie y que salvaron vidas no solo de compatriotas cubanos, sino también de ciudadanos norteamericanos; porque esos brutales terroristas lo mismo sabotean un barco, que hacen estallar un avión en pleno vuelo, que colocan bombas en los hoteles de turismo, y conciben y son capaces de planear cualquier monstruosidad.
Muchos de ellos fueron invasores de Girón. En apoyo de esos terroristas de más de 40 años, vinculados estrechamente a la mafia cubano americana y a la extrema derecha de ese país, el gobierno de Estados Unidos, que organizó, entrenó, financió, armó y dirigió hasta hoy a esos terroristas, mantiene prisioneros del imperio a nuestros cinco compatriotas desde hace casi tres años, más de la mitad de los cuales han estado incomunicados en celdas solitarias, y vuelven a estarlo en estos días por su valiente y digno mensaje al pueblo de Estados Unidos.
¿Por qué lo recordé casi instantáneamente? Porque me vino a la mente que ese mismo año de 1961 más de 100 000 jóvenes, muchos de ellos de la edad de ustedes, de secundaria y de pre, unidos a decenas de miles de maestros, estaban alfabetizando a un millón de compatriotas que no sabían leer ni escribir; que nunca habían tenido un maestro ni una escuela.
¡Qué contrastes entre lo que pasaba en Cuba y lo que hoy pasa en el resto de la inmensa mayoría de los países del mundo! Aquí entonces, con cartillas y faroles, enseñando a leer y a escribir hasta en los lugares más apartados a personas de cualquier edad; en el resto del mundo casi mil millones de adultos a los que no han enseñado todavía a leer y a escribir.
Antes, lo primero que hizo la Revolución al triunfar, en los primeros meses, fue crear 10 000 plazas de maestros, en un país donde había más de 10 000 maestros sin empleo, y debajo de los árboles o en un bohío cualquiera reunían a los niños y les enseñaban a leer y a escribir.
El primer año del triunfo de la Revolución no quedó prácticamente un sitio sin un maestro, aunque muchos de ellos no tenían títulos, eran estudiantes de preuniversitario, de enseñanza media, que recibieron cursos para enseñar a los alumnos de primaria, y luego vino la Campaña de Alfabetización. Esta se llevó a cabo ya en medio del bloqueo económico y bajo el riesgo de las primeras bandas armadas organizadas por el gobierno de Estados Unidos, que asesinaron maestros, campesinos, trabajadores y hasta alumnos alfabetizadores. Algo inconcebible. Luego llegó la invasión. Ni siquiera bajo el ataque de los aviones o bajo el fragor de los combates contra los invasores, nadie, ni por un segundo, ninguno de nosotros y ninguno de los adolescentes, jóvenes y familiares pensó en suspender la Campaña de Alfabetización. Se llevó a cabo bajo bloqueo, bajo bombardeo, bajo el fuego, bajo los ataques arteros y las amenazas de las bandas organizadas por ese imperio.
Así empezamos, así llevamos la escuela a todos los rincones, y así se hicieron los cursos de Seguimiento para aquellos que habían aprendido en 1961 a leer y a escribir. Cientos de miles después llegaron a segundo, tercero, cuarto, quinto o sexto grado, y hay alfabetizados de aquellos que se hicieron graduados universitarios.
Busquen los detractores de la Revolución Cubana algún otro lugar en el mundo o algún otro momento en la historia en que un país, en las condiciones de Cuba, haya podido hacer eso.
Había un momento en que el 80% de los maestros era no titulado, tiempos incluso en que se ingresaba a la escuela de maestros con sexto grado; después fue secundaria, y, finalmente, con el título de bachiller para convertir la carrera de maestro primario en una licenciatura universitaria, gracias a lo cual hoy podemos concebir y hacer cosas como las que se han concebido y se están haciendo.
Diez mil maestros de reserva para la superación de los demás llegamos a tener, una facultad docente en cada una de las 14 provincias del país, y creo que algo tienen allá en Isla de la Juventud; estudiantes de décimo grado convertidos en estudiantes de la carrera profesoral y en profesores de aquella enorme masa de niños que llegaban al sexto grado; cientos de escuelas, más de mil escuelas de nivel medio construidas. Hubo un año en que se construyeron 100, una capacidad equivalente a 50 000 estudiantes de secundaria, instruidos por estudiantes de las escuelas docentes.
Antes de esas facultades docentes que tenemos hoy, fueron unas modestas edificaciones construidas allí, en la misma área donde estaban agrupadas las escuelas, donde lo que estudiaban los alumnos de la carrera profesoral por la mañana lo enseñaban por la tarde, fue aquel Destacamento “Manuel Ascunce Domenech”, en memoria de aquel joven brutalmente asesinado junto a un valiente campesino, joven lleno de pureza y de espíritu revolucionario. Después aquellas edificaciones iniciales fueron transformándose en facultades docentes con una enorme capacidad, donde los docentes se gradúan como profesionales universitarios.
¿Qué teníamos entonces en el año de la victoria? El número de ciudadanos graduados de sexto grado no llegaba a los 400 000, y vaya usted a saber qué preparación tenían aquellos niños en aquellas escuelas olvidadas, sin libros ni lápices. Si lo vamos a comparar con el sexto grado de nuestra primaria, hasta en las regiones donde no tenemos el máximo nivel —ya aquí se habló de eso—, los conocimientos duplican, triplican, cuadruplican, quintuplican, sextuplican los conocimientos de aquellos que llegaban a sexto grado antes de la Revolución; la cultura de los niños que hoy se gradúan de sexto grado, la cultura general y la cultura política, la cultura histórica, la cultura revolucionaria y la cultura patriótica que hoy tienen nuestros niños que se gradúan de sexto grado.
Hoy tenemos el privilegio de contar con decenas de facultades universitarias distribuidas en todas las provincias del país: facultades médicas, facultades docentes, de carreras técnicas, carreras de humanidades en cada provincia, y se han graduado más de 700 000 profesionales universitarios.
Eso es lo que tenemos hoy, es el fruto de aquellos esfuerzos que comenzaron desde el primer día del triunfo de la Revolución.
También hoy tenemos un partido de acero, una juventud de acero, con más experiencia que nunca; las organizaciones de masa, de obreros, campesinos, mujeres, vecinos, estudiantes de todos los niveles y nuestra más poderosa organización de masa: ustedes, la Organización de Pioneros “José Martí” (Aplausos).
En estos días se han publicado algunos elementos y algunas imágenes de cuando nacieron. ¿Cómo podrían compararse con lo que hoy tenemos, con esta Organización de Pioneros?
Estoy tratando de recordar si se me ha olvidado alguna. Ya mencioné la FEEM, me referí a ellos como una de las organizaciones estudiantiles, FEU; también tenemos una gloriosa organización de Combatientes de la Revolución Cubana donde hay cientos de miles de internacionalistas.
Medítese en esta cifra y compárese. Un país que al triunfo de la Revolución apenas tenía seis y medio millones de habitantes y hoy tiene 11 millones, en esta larga historia de lucha contra el imperio, de bloqueo y de terrorismo, ha sido capaz de enviar en cooperación solidaria, lo mismo con las armas que con la ciencia, con los profesionales de la salud, los maestros, los constructores, alrededor de medio millón de cubanos. Medítese y compárese, ¡qué espíritu de solidaridad, qué espíritu internacionalista se creó!
¡Caramba!, aquí me trajeron un papelito. Se me había olvidado mencionar la jefa de las organizaciones de masa, que es la CTC. Gracias, no había mencionado la organización de los padres de ustedes, son los trabajadores manuales e intelectuales del país (Aplausos). La CTC preside las comisiones de candidatura, es la organización líder. Aunque realmente no mencioné los nombres de las organizaciones de masa sí hablé, en primer lugar, de los obreros.
Les he contado lo que encontramos, he mencionado lo que hemos hecho, hemos llegado a contar con cientos de miles de profesionales universitarios, y, sin embargo, no es nada.
Al referirme en concreto a educación y cultura, dos cosas muy cercanas, digo, no es nada, a pesar de que habíamos logrado no solo aquello que mencioné de cientos de miles de profesionales, millones de técnicos y que no quedara un solo niño del país sin maestro, logro no alcanzado jamás, fíjense bien, logro no alcanzado jamás por ningún otro país, ¡ni un solo niño sin maestro! Esto se expresa en el hecho de que aunque se trate de un niño aislado, el hijo de un guardabosques en una montaña, no se quedó sin maestro, y no con un maestro sin titular, como hemos visto aquí hablando de las escuelas electrificadas a través de los paneles solares, sino con licenciados en enseñanza primaria.
En la escuela pinareña con 18 alumnos, en la que realmente se inauguró la conclusión del programa de electrificación, hay tres licenciados, y son de por allí, no hubo que importarlos de otro país, ni graduarlos aquí en La Habana, son de allí, graduados en su provincia, ¡tres licenciados para dieciocho niños!; hay unos cuantos licenciados para tres niños, y gran número de licenciados, solo en esas escuelas electrificadas. Y digo que no es nada, por tercera vez lo digo. Estamos simplemente comenzando.
Puedo imaginarme el futuro, que va mucho más allá que el que podíamos soñar cuando en 1953 fuimos al Moncada, donde murió un elevado número de jóvenes patriotas, cuando el patriotismo no era lo que más abundaba.
Había mucha corrupción, mucho desengaño, mucha mentira. Le decían a nuestro pueblo que los vecinos del Norte nos habían traído la independencia. Solo un pueblo analfabeto o semianalfabeto, donde no pasara de 400 000 el número de personas con sexto grado, podía ser víctima o podía llegar a creer en parte algunas de esas mentiras. No podíamos, realmente, pensar; y cuando triunfó la Revolución y pensamos que había llegado la hora de hacer todo aquello que soñábamos hacer, hoy por el privilegio de haber vivido un número de años, los años que tiene la Revolución, les puedo asegurar que no era siquiera posible soñar con realidades de hoy a las cuales llamamos nada, solo un comienzo.
¿Exagero? No, no exagero, porque veo, porque sabemos cuántas ideas y programas se han impulsado. No es que hubiesen surgido muchos programas, no es que incluso unos meses antes de la batalla por el regreso del niño secuestrado comenzaran; se habían producido dos congresos, de cultura y de periodismo, y continuaron repitiéndose cada seis meses, porque entonces el terror era la invasión cultural de que estaba siendo objeto el mundo, la destrucción de las identidades nacionales, entre ellas la nuestra, por la acción de aquellos poderosos que son dueños de casi todos los grandes centros de comunicación mundial, de medios masivos, de publicidad: televisión, radio, Internet, y ya desde entonces se comenzaron a dar una serie de pasos que fueron muy útiles cuando se inició aquella inesperada lucha.
Se empeñó nuestro pueblo entero en ella y ustedes a la vanguardia. El pueblo descubrió a sus niños, porque aunque los querían mucho, los amaban mucho, no sabían lo que eran.
Satisfechos de que fueran a la escuela, felices todos nosotros porque se conservaron los uniformes, porque no se cerró una sola escuela en los años más difíciles de la Revolución, porque se afrontó la prueba terrible, por la que no ha pasado ningún otro país. No olviden tampoco que si hoy podemos estar aquí reunidos y hablar de lo que estamos hablando, es porque este pueblo heroico resistió no solo 42 años de bloqueo, sino 10 años de período especial durísimo, que aun no ha concluido totalmente.
Si comparamos el momento en que comenzó la resistencia a este, a los programas concebidos que están llevándose acabo o próximos a iniciarse, parece algo inimaginable. Simplemente me voy a referir a tres o cuatro cosas: ya tenemos el televisor en cada escuela, incluso en aquellas de un alumno, de dos o de tres; primero uno por escuela —las 11 000 ó 12 000—; luego uno cada 100 alumnos, y a más tardar en diciembre próximo uno cada 50; y en determinadas regiones, por motivos especiales, ya tendrán uno por aula.
¿Dónde hemos tenido más problemas? Aquí en la capital y en la provincia hermana, que acaba de obtener el honor de la sede por el Día de la rebeldía nacional y cuya felicidad se ha expresado hoy constantemente (Aplausos); las dos Habana tendrán ya desde septiembre uno por aula (Aplausos). Ahí están los televisores; mas no se impacienten, no se impacienten los demás, es posible —vean, hay que matizar las palabras— que antes de que finalice este año todas las escuelas de pioneros del país tengan uno por aula (Aplausos). Dije: “Es posible”, aunque tal vez sobre la frase, sin perjudicar a nadie, ni afectar a nadie, porque del millón de televisores que vendrán de China en dos años, 100 000 serán destinados a usos sociales.
Esto quiere decir que, por ejemplo, todas las salas hospitalarias tienen un televisor, todos los lugares de tránsito donde están los viajeros tienen un televisor, cada círculo de abuelos tiene un televisor, cada hogar materno tiene un televisor.
Habrá algunos que se entregarán como premio, incluso de otras marcas disponibles aunque estamos estandarizando para que se facilite el mantenimiento de estos equipos. Dispondremos de un millón de origen chino, repito, en dos años . Y no digo más, es suficiente por ahora (Aplausos).
Parece un sueño, pero ya se había obtenido algún crédito y se habían tomado las disposiciones pertinentes.
Tenemos 300 Joven Club de Computación, cada uno con más de 10 equipos de última generación, con toda la bibliografía y otros medios adicionales (Aplausos), donde, si lo deseamos, podemos preparar todos los profesores que queramos, o maestros de computación, los que se quieran, con algunos cientos de horas de clases.
Al principio creíamos, el 4 de abril cuando los inauguramos, que podíamos extender la enseñanza de computación a las escuelas primarias mediante nuestros 300 Joven Club; pero cuando hicimos una exploración tuvimos la idea de que algunas escuelas iban a quedar muy distantes, porque aunque hay un centro en cada municipio —algunos municipios tienen más, la capital tiene 48—, cuando calculamos el número de alumnos de primaria para dar un determinado número de horas de clases de computación, descubrimos que apenas el 20% o el 25% de los alumnos de primaria podían ser atendidos. Pero nadie se asustó por eso, ya habíamos tenido una premonición cuando hablamos del tema el 4 de abril: “¿Alcanzará para tantos pioneros de primaria?” Comprobamos que no. Había que llevar las computadoras a las escuelas. Y de nuevo el dilema: ¿Qué hacemos con los que están en las montañas?, y lo planteamos aquí en el congreso de la CTC.
Ese día 4 de abril hablamos de que 20 000 computadoras, adquiridas mediante un crédito, con facilidades para pagar, permitirían que en septiembre todo el nivel medio, alrededor de 800 000 jóvenes, tuvieran sus laboratorios de computación con los profesores ya preparados; pero al descubrir que los Joven Club no alcanzaban para el total de alumnos primarios, se toma la decisión de extender la enseñanza de la computación, independientemente de los Joven Club, a todas las escuelas primarias.
En el congreso de la CTC lo consulté con todos los trabajadores y, unánimemente, cuando les pregunté si a aquellas que estaban en las montañas, porque había un alumno, no les llevábamos la enseñanza de computación, dijeron: “Sí, hay que llevarla.” Me satisfizo realmente mucho, porque volvíamos de nuevo a realizar algo sin precedentes en educación: “Ni un solo niño sin maestro, ni uno solo sin televisión, ni uno solo sin computación.”
Ya dije que en La Habana hay que esperar dos meses más, porque queríamos formar de manera óptima a los profesores. Esos van a recibir alrededor de 700 horas de clases, si no me equivoco. José Antonio, ¿estoy aproximado? (Le dice que son 841.) Me equivoqué, 841 horas de clases.
Bien, usted dice: “¡Caramba!, esos jóvenes profesores van a saber computación.” Inmediatamente que se gradúen y empiecen a dar clases, serán matriculados en cualquiera de las tres carreras de ciencias de la información, etcétera, y tendrán en pocos años sus títulos universitarios. Ello quiere decir que cada año que pase, aquellos que recibieron 841 horas de enseñanza al graduarse después en el nivel superior, tendrán cinco años más de estudios universitarios.
Pero, ¿qué hacemos con el maestro que está allá en las montañas con un alumno? Habrá que enseñarle computación para que empiece a enseñar a su alumno. Y ese maestro y los otros maestros de las provincias, en ciudades y campos, porque en el resto de las provincias no había la situación de aquí, la capital, serán preparados para enseñar computación mediante un programa aparte.
Explica (Se dirige a José Antonio) en un minuto y medio cuántas horas le van a enseñar en agosto.
(José Antonio explica que recibirán 132 horas de clase antes de septiembre todos los maestros que empiezan el primero de septiembre, y los de las escuelas apartadas el mismo número de horas antes de que empiecen a darles clases a los niños; que las 132 horas se impartirán en tres semanas, del 6 al 25 de agosto, y estos pueden empezar el primero de septiembre.)
¿Y por qué el ministerio y por qué ustedes, que están cooperando en esta tarea de los Joven Club, no les imparten ese número de horas pidiéndoles un determinado sacrificio a los que están en las montañas? ¿Cuándo empiezan ellos a recibir?, ellos están allá arriba.
(José Antonio explica que en el plan que está concebido y aprobado reciben 44 horas en la última semana de agosto, 44 horas en una semana de receso escolar de los pioneros en noviembre y una semana en diciembre, 44 horas más, que después de 132 horas los pone en condiciones ya en enero para cumplir su tarea.)
Ustedes tienen calculado el número de horas que un maestro necesita para empezar a enseñar; después él irá aprendiendo más y más horas. Desde luego, los jóvenes de que hablaba, estos 1 200, habrán recibido 841 horas. Siempre hay que buscar lo mejor; pero, ciertamente, hay que iniciar la tarea con esos conocimientos indispensables.
Por ejemplo, a los 264 000 jóvenes que ustedes les enseñaron computación en los Joven Club, ¿qué promedio de horas emplearon para enseñarles computación a aquellos que en el tecnológico o en la universidad, incluso, no la habían podido estudiar? (Le dice que 40 horas.)
Luego, nuestros maestros empezarán a dar clases en la primaria con tres veces más horas que las que recibieron los jóvenes profesionales en los Joven Club durante 13 años, la tercera parte de la que van a recibir esos maestros primarios. Es imposible enviar un profesor allí, en las pequeñas escuelas tienen que ser ellos los que enseñen a los niños la primaria y también la computación.
Sí, perfectamente tal vez en diciembre todas esas escuelas de las montañas tendrán la computadora y el panel solar correspondiente con la capacidad requerida, porque si hay algunas escuelas que tienen 80 alumnos, ya no basta con las dos horas y media que permite un panel, y tendrán panel doble, con un cierto ahorro, porque algunos componentes serán comunes.
Hoy vimos con toda claridad que 159 escuelas, como aquella de 89 alumnos y todas aquellas electrificadas con paneles solares, que tengan más de 40 alumnos, necesitan más de un televisor. Ya, claro, lo fundamental está hecho; pero también tenemos la esperanza de que para el primer trimestre del próximo curso —todo depende de la velocidad con que lo hagamos y esos se montan en un día—, tal vez ya tengan en enero el otro televisor. Porque en esos casos, con los problemas que tienen, a veces de materiales, el tipo de escuelas, estamos calculando que tengan allí en esos lugares un televisor cada 40 alumnos. Tendrán los necesarios, pero nos falta completar esa obra a partir de la realidad de que no son iguales, y nosotros queremos lo óptimo para los niños que están en esas zonas.
Vuelvo a la idea, o les digo antes algo: Aproximadamente para el mes de marzo del próximo año, los mil y tantos asentamientos humanos que tenemos en nuestros campos tendrán una sala con 30 sillas por lo menos, un televisor de 29 pulgadas, y habrá algún pueblo, si tiene ciento y tantos núcleos, que necesiten más de uno. Porque no queremos mezclar, está bien que vayan las familias allí donde hay dos alumnos, cinco, 10, y viven unas 15 familias para ver en la escuela algunos programas televisivos, pero hemos hecho los cálculos y el conteo de todos los asentamientos humanos de Cuba que tengan de 15 a 50, de 50 a 100, de 100 a 150 ó más núcleos, y es posible que en el mes de marzo del 2002 todos los ciudadanos de todos los asentamientos humanos de Cuba, sin acceso a la electricidad —no hablo de aquel guardabosques, a lo mejor viven dos o tres vecinos a una relativa distancia y van un domingo a ver algo—, todos esos asentamientos de más de 15 núcleos familiares tendrán su salita de video (Aplausos).
Me adelanto a decirles algo que está estudiado y ya está en marcha. Por lo pronto, hay un número de ellos donde está haciéndose experimentalmente —son 14 aproximadamente— para ver, donde hay 30 núcleos, cuántas sillas hacen falta; a lo mejor no hacen falta 30 y se convierte en una especie de club, igual que los videoclub, que de eso no se ha hablado ni vamos a hablar ahora, que hay unos cuantos cientos construidos, no viene al caso. Viene al caso que todos los niños del campo, todos los niños de nuestro país que vivan en zonas de asentamientos que no tienen electricidad puedan ver los programas culturales, la información, y dispondrán de alrededor de 10 horas de capacidad eléctrica por día (Aplausos). Digo alrededor porque si hay zonas más lluviosas, menos horas de sol, pero aun en los días nublados esos equipos captan aproximadamente, según cálculos teóricos, la mitad de la electricidad. Hay que verlo después en la realidad, si es el 45%, si es el 55%, etcétera, así que les doy esta cifra. Como consecuencia, para el año que viene, todos los ciudadanos de este país tendrán acceso a los programas de televisión, los programas educativos, los programas recreativos y los programas informativos.
Añádanle a esto el millón de televisores que ya en el mes de agosto empezarán a distribuirse. Hay en camino creo que 60 000 televisores y comenzarán a distribuirse a la población, pero hay que ser selectivos, porque hay que enviarlos, desde luego a sectores... ¿Cómo los vamos a repartir? A los que no tienen televisores ni la posibilidad real de adquirirlo en divisa. Calculamos unos 700 000 que venderemos en moneda nacional, con un plazo hasta de 60 meses para pagarlo, ya hemos dicho unos 200 000 en divisas, para recaudar una parte de los pagos que debemos comenzar a realizar dentro de dos años.
Les he pedido a los compañeros que los primeros 40 000 ó 50 000 los empecemos a distribuir no en las tiendas de divisas, sino a los ciudadanos seleccionados que recibirán la posibilidad de comprarlos en pesos.
Añado a esto que en septiembre del 2002, dentro de 13 meses y 20 días, más o menos, la capital de la república tendrá todas las escuelas con 20 ó menos alumnos por aula (Aplausos).
Esta ciudad que llegó a tener a fines del curso pasado —1999-2000— alrededor de 380 aulas con 40 ó más alumnos, tendrá todas las aulas con un maestro de nivel universitario o un maestro emergente, bajo la tutela de un licenciado en enseñanza primaria y unos cuantos meses de práctica, porque los tendremos ya, un poco más de 4 000, preparados para comenzar las clases en septiembre del 2002. Ya hay 500, pronto habrá otros 500, son 1 000; además los que se gradúen de los 3 250 que tendrá la “Salvador Allende”, en cuya reconstrucción se trabaja intensamente, y los 501 que van a ingresar en el tercer curso de la escuela de Melena del Sur. Saquen cuenta, descuenten un número, siempre uno calcula una cifra mayor de los que no llegan hasta el final, y tendremos los maestros necesarios.
Digo que hay cosas que no quiero hablar ahora, que van a explicar algunas de las que he dicho, y por qué dos provincias tendrán de inmediato un televisor por aula.
Las 659 escuelas primarias y secundarias de la capital, cuya situación realmente era desastrosa, no cito ejemplos —cantidad de escuelas que no tenían agua corriente, agua fría ninguna de ellas, cocinas sin refrigeración—, las 659 escuelas, de 100 en 100, ya se están terminando las reparaciones capitales de las primeras 144 y se inicia próximamente la reparación de 150 más, y se continuará a ese ritmo hasta tener las 659 escuelas reparadas que esperamos tener para septiembre del 2002. Es decir, un período igual: dentro de un año y dos meses. Se ha calculado bien lo que cuesta. Esto es con la colaboración de los delegados de circunscripción, los Consejos Populares, que están haciendo un gran trabajo, los familiares de los alumnos de las escuelas y las autoridades de educación, todo el mundo, y cuando todo el mundo se pone a hacer algo lo hace y lo hace bien, y quedarán esas 659 escuelas como jamás estuvieron.
Desgraciadamente vino el período especial antes de que construyéramos algunos cientos de escuelas nuevas que íbamos a construir, y lo paró todo; pero esas, las que hay, todas, cuando se hace reparación capital, quedan como nuevas: todas con agua corriente, todas con los servicios sanitarios, todas con agua fría. Es más, vamos a adelantar, aun en aquellas que no estén reparadas, el suministro de agua fría y el suministro de frío para las 459 que tienen cocina. Este programa incluye la construcción de 2 000 nuevas aulas, a fin de reducir a no más de 20 alumnos por aula.
Después lucharemos por mejorar la actual alimentación que es modesta y monótona, no sobre la base de los productos que mucha gente desearía ver allí, sino con un incremento de pastas, que tienen un 14% de proteínas —algunos han dicho que engordan, pero es el cereal de más proteínas— y de frijol u otras leguminosas que alcanzan 20%, más los vegetales que son ricos en vitaminas, sales minerales y fibras, indispensables para la salud. Ya se están haciendo planes para llevar los vegetales y el hábito de su consumo a esas escuelas, e ir mejorando la calidad de la alimentación escolar en la medida en que podamos hacerlo.
Algunos cuando ven algo, aunque constituya un sano avance, sueñan de inmediato con otras cosas mejores, como si se pudieran sacar de un sombrero los recursos para alcanzar el óptimo, pero lo esencial es que van a tener mejorías.
Habiendo comenzado por La Habana el plan de reparación, dada la situación extremadamente crítica de las escuelas de la capital, lo cual influía en la preparación de los alumnos, se irá extendiendo progresivamente a otras ciudades del país partiendo del criterio de priorizar las de mayores dificultades.
Hay también otros planes, de los que no quiero hablar ahora, y están muy relacionados con los niños, con los pioneros.
Tenemos alrededor de 1 600 000 pioneros de primaria y secundaria; después hay que añadir los alumnos de nivel medio superior y de otras enseñanzas que, sumados, alcanzan casi los 2 millones; más los estudiantes universitarios, y no cuento aquí los que están haciendo estudios por la libre. Claro, estos maestros y profesores emergentes que vamos a matricular automáticamente sí los contamos. Están organizándose todos los programas, todos los planes; las universidades están brindando una enorme ayuda.
Súmenle a esto, el desarrollo de Internet en nuestro país, las redes. Una, por ejemplo, que se llama Infomed, con la cual pensamos comunicar todos los hospitales y policlínicos, de modo que cualquiera de nuestros más de 60 000 médicos, a través de esa maravillosa técnica, puedan tener acceso a través de la red al último libro prestigioso de cualquier materia médica que se haya publicado simplemente con ir al policlínico, y puede ser un sábado, puede ser el día que sea.
Los médicos de nuestro país tendrán oportunidad de acceso, al menos, a 18 revistas mensuales, entre cubanas y extranjeras, y a cualquier información, cualquier libro, cualquier obra sobre la salud, es algo, e incluso un médico de Baracoa, si quiere, puede consultar a un eminente especialista que vive en la capital y pueden producirse conferencias a través de esa red.
El personal docente en su momento tendrá también una red similar para hacer las consultas necesarias.
Las universidades podrán hacer milagros. En un reciente taller nos explicaron cómo era posible dar una clase de mecánica aun sin un equipo de mecánica. Crear realidades virtuales con fines docentes, algo que hace meses ni siquiera nos habíamos imaginado.
Utilizaremos exhaustivamente Internet para la educación y la cultura; usaremos exhaustivamente la televisión, en la docencia escolar y en los programas de Universidad para Todos, sin sacrificar ninguno de los programas habituales. Ya veremos, hay cosas pensadas, cómo lograrlo.
Puedo resumir diciéndoles estas cosas, para explicarles por qué dije que no es nada lo que hemos hecho y que estamos comenzando.
Ya ustedes ven cómo tienen que andar los Joven Club dando carreras para enseñar tantas horas por aquí y por allá.
Bien, José Antonio, ¿en el prescolar con cuántas horas como introducción comenzaremos? (Le dice que con 12 horas.) ¿Incluso el año que viene? (Responde que incluso el año que viene, aunque el Comandante ha propuesto evaluar después de la experiencia y pasar a 18.)
¿Cuántas en primer grado? (Le dice que 18.) Vamos a mantener más o menos la idea, 18 horas.
Cuántas en segundo? (Responde que 18.)
¿Cuántas en tercero? (Le dice que también 18.)
¿Cuántas en cuarto? (Le dice que 36.)
¿Cuántas en quinto? (Le dice que 36.)
¿Cuántas en sexto? (Le dice que 36.)
¿No me habías hablado de 40 en sexto? (Aclara que 40 es en séptimo grado.)
Correcto, correcto, bien.
¿Horas totales desde que el niño ingresa en el prescolar hasta sexto grado? (Le dice que son 174.)
Tantas como el maestro primario que comienza a enseñar computación; pero ahí no están contadas las de los que vayan a los Joven Club, aquellos más aficionados y con más habilidades; ahí no están contadas tampoco las de los sábados y los domingos, en que podrán utilizar juegos, hacer prácticas, etcétera.
Pero vean ustedes, ya habrán llegado a sexto grado con 174 horas de clases de computación.
¿Séptimo grado? (Le dice que 40.)
¿Octavo grado? (Le dice que 80.)
¿Noveno grado? (Le dice que 80.)
¿Suma total? (Le dice que 200 horas en secundaria.)
¿Más las 174? (Expresa que serán 374 en total.)
Casi 400 horas de computación tendrán todos nuestros pioneros por ahora, todos, al transitar de prescolar a los nueve grados, y los niños tienen grandes habilidades para manejar el ratoncito ese y es para ellos un atractivo increíble.
Entrarán en el nivel medio con casi 400 horas.
A ver, entre todos los de noveno grado aquí presentes, cuáles tienen hoy 400 horas de aprendizaje de computación. ¿Hay alguno que las tenga? Estoy preguntando si hay alguno que tenga 400 horas, 300 horas (Nadie levanta la mano). Puede ser alguno cuyo padre tenga una computadora, vamos a ver. ¿Doscientas horas? (Alguno dice algo.) Ya de noveno grado, correcto. Puede ocurrir muy excepcionalmente.
¿Qué significa esto de lo que les estoy hablando? La universalización del dominio de las técnicas más modernas y más fabulosas; en adición a esto, todo lo que hayan aprendido a través de los medios audiovisuales desde los cinco años.
Hasta los círculos infantiles tienen también ya sus televisores, porque reclamaron muñequitos, Elpidio Valdés y otras cosas, y han descubierto que resultan de gran interés. No se olviden de que esa es la tropa que ingresará ya con todo esto organizado y con una experiencia, que será colosal, de los maestros y profesores de computación y los medios audiovisuales, y con 20 ó menos alumnos por aula (Aplausos).
Ahora conversaremos mucho con profesores de secundaria para elaborar concepciones y métodos para llevar al nivel secundario —el punto donde tenemos más problemas— las soluciones de los problemas.
Nadie se preocupe de que va a faltar personal. Partimos del concepto que solo una sociedad socialista puede plantearse: el empleo pleno no está en la industria ni en la agricultura.
Países como Alemania, de los más ricos del mundo, quién sabe con cuántas fábricas, otros centros de producción y servicios, tiene un 10% de desempleados. Dentro de nuestra concepción, no cabe un desempleado. Es únicamente en los servicios donde estará el empleo pleno. ¿Y los servicios cuánto valen? ¿Qué significado tienen?
Hoy decimos 20 alumnos en primaria por aula; pero un día podemos decir 15, todavía mejor, y empleamos en esa noblísima y humana tarea un número más elevado de personas.
Surgen los trabajadores sociales con un papel extraordinario —no voy a tratar de explicarlo—; ingresarán cada año 4 000 jóvenes de noveno grado en las 15 escuelas de instructores de arte que hemos creado, de las cuales tan pronto empiecen a graduar sus alumnos, graduarán no menos de 35 000 instructores de arte, con un bachillerato de humanidades, es decir, en cuatro años bachilleres en humanidades y, adicionalmente, los conocimientos indispensables en cada una de las cuatro ramas principales del arte y una especialidad que puede ser plástica, danza, música, teatro.
¿Ustedes conocen algún país que tenga, por ejemplo, 35 000 profesores de educación física y deportes, y que ocupe el primer lugar del mundo en profesores per cápita en esta materia? ¿Conocen alguno que tenga un médico por cada 169 habitantes? ¿Conocen alguno que tenga más profesores y maestros per cápita que Cuba? ¿Y quién nos alcanzará en conocimientos? ¿Quiénes nos alcanzarán? (Exclamaciones de: “¡Nadie!”) ¿Quién nos alcanzará en cultura? (Exclamaciones de: “¡Nadie!”)
Y hoy —permítanme decirlo— tenemos el mejor sistema educacional del mundo, el más completo y justo, absolutamente gratuito (Aplausos); hoy, sin todo lo que acabo de explicarles, tenemos, como promedio, el doble de conocimientos en nuestros niños. Las materias que se imparten son fuertes, son buenas, y veremos...
Solo les expreso mi creencia, mi convicción de que un país como el nuestro, que puede planificar sus servicios, el desarrollo de su futuro, puede decir lo que decimos: que todo joven en este país tendrá garantizado empleo, con una sola condición: que esté preparado (Aplausos).
En estos programas de profesores, de esto y de lo otro —y no cuento los maestros y profesores que están recibiendo cursos regulares; cuento los maestros y profesores de los cursos emergentes, las escuelas de trabajadores sociales, las de enfermeras emergentes y otros—, alrededor de 20 000 jóvenes de toda la isla ingresarán en septiembre —puede ser que una de las escuelas nuevas de las que estamos haciendo se nos retarde un par de semanas—, en esos cursos de que he hablado y que sabemos por experiencia que van a llenar a esos jóvenes de un gran entusiasmo, y que tendrán la posibilidad de graduarse por lo menos en una de 8 carreras de humanidades, y algunos, los del sector pedagógico, hasta en 20, porque están para los trabajadores sociales las matrículas de humanidades, y para los de la docencia las pedagógicas y las de humanidades: psicología, sociología y otras, cualquiera de ellas, porque sencillamente vamos a convertir la educación en la tarea fundamental de nuestro personal docente. Vamos a convertir en realidad la frase famosa de José de la Luz y Caballero, pronunciada hace más de 150 años, cuando no existía teléfono, electricidad, radio, televisión, computación, ni nada parecido; todos esos medios puestos en función de enseñar, de instruir, de trasmitir conocimientos, y posiblemente más de 300 000 —no he sacado la cuenta exacta— trabajadores docentes, más que instruir, estarán educando, sembrando valores.
Una pregunta: ¿Ustedes se consideran niños honestos todos? (Exclamaciones de: “¡Sí!”) ¿Ustedes se consideran niños patrióticos? (Exclamaciones de: “¡Sí!”) ¿Niños solidarios, fraternales, dispuestos a darlo todo por su patria, por la justicia? (Exclamaciones de: “¡Sí!”) Pero, ¿por qué? ¿Ustedes nacieron así? (Exclamaciones de: “¡No!”) ¿Por qué ustedes se consideran lo que ustedes se consideran que son? ¿Por qué, si no vinieron al mundo con esos valores? Esos valores, no mentir, ser honrados, respetar, tener conciencia de patria, de sociedad, de justicia, de igualdad, de humanidad, son valores que les han inculcado a ustedes.
Si ustedes hubiesen nacido en un área marginal o en una montaña por allá y no hubiesen tenido ni siquiera un maestro y sus padres apenas supieran leer y escribir, algo casi imposible hoy, ustedes no podrían autocalificarse, como se acaban de autocalificar. Cientos de miles de padres de pioneros son profesionales universitarios o intelectuales, aunque hay todavía muchas diferencias en los niveles de educación de los padres. Alguien les inculcó esos valores a ustedes, los maestros, los padres y otros familiares cercanos, que muchas veces son los principales inculcadores de valores; pero ello está en dependencia del nivel de educación y de cultura de los padres y el núcleo familiar. Eso lo sabemos porque hemos reunido datos importantes
¿Saben que todavía no hay plena justicia en nuestro país? ¿Saben que todavía todos los niños que nacen en este país no tienen la misma igualdad de posibilidades? No lo saben; pero nosotros lo sabemos, y digo más: Yo lo sé, y junto conmigo hay un numeroso grupo de compañeros que lo saben. Todo esto de que he hablado se hará de forma tal que todos los niños que nazcan en este país tendrán una verdadera y real igualdad de oportunidades (Aplausos), que ni siquiera nuestra Revolución socialista, la sociedad más progresista y justa que existe hoy en el mundo, la tiene todavía.
Es por eso que digo que lo que hemos hecho no es nada y apenas estamos comenzando (Aplausos).
No hay ningún país del mundo subdesarrollado, o semidesarrollado, o plenamente desarrollado que tenga la educación y las demás perspectivas sociales, sin abordar más que algunas, que hoy tiene Cuba (Aplausos). Y estamos empezando. ¿Qué será nuestro país dentro de 10 años? Imaginen cuando los niños de cinco años entren ya en la enseñanza media superior, con un mínimo de 400 horas de enseñanza de computación, miles de horas de aprendizaje con el apoyo de los más modernos medios audiovisuales y con todos los conocimientos adquiridos por el número de maestros necesarios, adecuadamente preparados, y con una relación óptima entre docente y alumno. Tengo la convicción de que las posibilidades actuales de impartir conocimientos se multiplican por 10; aprenderá un pionero, cada año, de manera fácil y casi sin darse cuenta, diez veces más que los conocimientos y la cultura que adquiere hoy.
Vean, Cuba será la primera sociedad del mundo en vivir esta experiencia. Ello está asociado con la idea de la cultura general integral. Los ciudadanos de este país hablarán, por lo menos, cuatro o cinco idiomas, hasta los adultos, no ya ustedes, a través de todos esos medios, y sabrán de historia y de geografía de Cuba y del mundo cualquiera que sea la especialidad de su profesión, sabrán de historia universal, y sabrán lo necesario de filosofía, la historia, al menos, de la filosofía, de la economía y otras materias sin las cuales no podría siquiera comprenderse el mundo en que vivimos; lo sabrán muchos adultos, millones lo sabrán. Pero ustedes son los que empiezan ahora, todos ustedes, y esos 700 000 niños de 0 a 4 años que tendrán desde ahora sus programas por las vías no formales.
No tendremos los círculos para todos los niños, ahí habría que invertir en el futuro lo indispensable, no será posible para todos, hay cosas más urgentes; pero las madres trabajadoras dispondrán de un año para atender a sus niños y estos tendrán excelentes programas de educación, el ciento por ciento de los niños que no dispongan de círculos, por vías no formales que serán perfeccionadas, y programas no digamos de educación, programas para enriquecer los conocimientos de los padres, programas serios, que promoverán el máximo que deben saber los padres de cómo se educa a un hijo, o a un sobrino, o a un nieto, de cómo se le trata, de qué hacer para que lleguen con su plena inteligencia los 36 meses que dicen que se desarrolla después de nacido.
Más todavía se desarrolla aun antes de nacer, de ahí la importancia de los hogares maternos, el período del embarazo, reducir al mínimo anemias y cualquier otra deficiencia, y algo más que ya estamos haciendo en parte: los centros pertinentes para descubrir enfermedades genéticas, que son unas cuantas y cualquiera de ellas que puede afectar a 180 ó 190 niños o a muchos más, que todavía no se detectan al ciento por ciento. Estamos creando las condiciones para detectar a todos los casos posibles, para que reciba la debida atención cada uno de ellos; y si es de aquellas que requieren de tales medicamentos muy específicos, los tengan seguros, los que necesiten, aunque fuesen miles de niños.
Hay todavía niños con la enfermedad de mongolismo que no han sido diagnosticados, o con fibrosis quísticas que no han sido diagnosticados, y nos proponemos, puesto que no requiere grandes recursos, que ese tipo de enfermedades genéticas sean detectadas y tratadas de la forma adecuada.
Seguirán creciendo saludables los pioneros de nuestro país. Es muy difícil ver un pionero con un problema que pudo resolverse a tiempo, en la espalda, en la columna, en la pierna; se puede apreciar la estética de nuestros pioneros y de nuestros jóvenes, en su fisonomía, en su boca, en su rostro, porque es muy difícil ya, con el sistema médico de que disponemos y que vamos a perfeccionar.
Un país que tiene 700 000 niños desde 0 hasta 4 años —no incluyo los de 5—, con una mortalidad infantil que ya en este momento está bajando otra vez de 7 —en este instante está en 6,7—, quiere decir que sobrevivirán hasta los 5 años prácticamente casi el ciento por ciento, alrededor de 990 por 1 000, cuando menos, de todos los niños que nazcan en este país (Aplausos). Serán el refuerzo de los actuales pioneros.
Y yo pregunté, ¿qué será este país dentro de 10 años? Tú me levantaste la mano (Una niña dice: “El país más culto del mundo”). (Aplausos).
Yo solo me atrevería a preguntar si hay uno que sea hoy más culto que Cuba (Exclamaciones de: “¡No!”). Porque ser rico y capitalista allá, donde se exhiben en las vitrinas las mujeres para venderlas como mercancía, un mundo contaminado por el tráfico de inmigrantes, un mundo contaminado por las drogas, un mundo con un 10% o un 15% de desempleados aunque sea rico, un mundo egoísta, un mundo donde todo lo rige la ambición por el dinero, donde todo se vende y se compra, ¿se puede llamar un país culto? (Exclamaciones de: “¡No!”)
Tendrán más conocimientos técnicos o algunos otros conocimientos de ese carácter, pero cultura es otra cosa, privilegio de elites y exiguas minorías.
¿Se puede hablar de cultura sin el máximo de valores humanos? (Exclamaciones de: “¡No!”)
¿Se puede hablar de cultura, sin cultura? (Exclamaciones de: “¡No!”)
Hablo y pregunto qué será, porque ustedes mismos lo han dicho. ¿Hay países en el mundo —me refiero no solo al explotado mundo subdesarrollado, sino también al mundo capitalista desarrollado regido por esas leyes, ustedes mismos lo dijeron— que tengan una niñez como esta que ustedes representan; que tengan un colectivo como este que ustedes representan; lo hay donde los niños sepan tanto de patriotismo, de valores sociales y de valores humanos? (Exclamaciones de: “¡No!”)
¿Hay, incluso, niños que tengan la cultura política que demuestran ustedes y que han demostrado cientos de niños en todas las tribunas abiertas, mesas redondas, reuniones y congresos? (Exclamaciones de: “¡No!”) ¿Dónde están?, porque yo oí aquí hablar a una cadena de jóvenes cuyo talento envidiaba, cuya elocuencia envidiaba. ¿Dónde? ¿Dónde no hay un solo analfabeto? Donde 57 000 niños que requieren enseñanza especial tienen su enseñanza especial, y no hay uno solo que no la tenga.
Aquí mismo puedo decirles, después de haber estado conversando con nuestro Ministro de Educación, que tenemos siete escuelas de ciegos, alrededor de mil niños ciegos; tres de ellas tienen ya el sistema de aprendizaje de computación por el método braille y las máquinas pertinentes le permiten ya, a cualquier niño invidente o privado de la vista, aprender y dominar la computación, y en septiembre estarán las otras cuatro. Así que tendremos las siete escuelas de niños con problemas de la vista recibiendo sus cursos de computación, todos, los 1 000 niños en ellas matriculados (Aplausos).
Tenemos 16 escuelas de sordos y las 16 tienen ya sus equipos de computación. Para ellos es más fácil.
En la del niño invidente, hay una voz que le dice: “Te faltó una coma, has cometido tal error en tal cosa.” El no puede ver, pero hay un programa que se lo dice para ayudarlo cuando escribe (Aplausos).
El niño sordomudo ve, habla y hasta canta.
¿Hay alguno sin escuela? Incluso, a los niños con trastorno de conducta les estamos prestando especial atención.
Hay más cosas de las que no hemos querido hablar; pero los 57 000 que mencioné y por una razón o por otra necesitan enseñanza especial, tendrán los más modernos servicios de educación que existan, y los profesores y los médicos regados por todas partes, y las atenciones requeridas, y los oficios que sean posibles adquirir, y el alivio que se le pueda dar aun a aquel que padezca determinados problemas que no puedan ser totalmente superados o solo parcialmente superados, no quedará uno solo. Para ellos, atención dirigida.
Me parece —porque ya estoy quitándole minutos a la televisión— que ustedes pueden partir con algunos elementos de juicio con que trato de justificar: primero, que se está llevando a cabo una colosal revolución en lo educacional y en lo social hacia la búsqueda de una sociedad tan perfecta como el ser humano sea capaz de alcanzar (Aplausos); segundo, que le llevamos una pista completa de ventaja a los que más cerca estén de nosotros. Y cuando hablo de lo que será este país es porque lo estoy viendo. Ha sido el tiempo, la experiencia de años y el intenso trabajo en los últimos dos años lo que nos ha permitido el privilegio a muchos de nosotros y a muchos jóvenes como se ha visto aquí, de alcanzar una experiencia que nos lleva a la seguridad de los resultados de lo que estamos haciendo.
Alcanzaremos los objetivos que vislumbramos, la sociedad humana que ya estamos haciendo, y al hacerlo estaremos demostrando al mundo muchas cosas, estaremos enviando mensajes, estaremos luchando para que esta especie sobreviva, ya su existencia está amenazada por el caos y la locura del orden económico mundial impuesto a la humanidad.
Les aseguro que habrá mucha gente que vendrá a este país, más por lo que estamos haciendo, y en parte tenemos ya hecho (Aplausos), que los que vengan a disfrutar de nuestras playas y de nuestros paisajes, que cuidaremos y embelleceremos cada vez más.
Esa es la patria de ustedes (Aplausos), de esa hablo. Hablo de la patria de los 700 000 que no han cumplido 5 años, y entonces estaremos honrando verdaderamente a todos aquellos que recordamos y amamos tanto; a aquellos que iniciaron el camino hace apenas 133 años. Si quieren incluyan a los que comenzaron a pensar, no a luchar todavía con las armas, hace 150 años, en aquella sociedad esclavista donde, precisamente, los criollos eran dueños de las plantaciones de café y de caña, donde laboraban 300 000 esclavos. Siglo y medio ha transcurrido desde 1850, época en que el sentimiento anexionista era muy poderoso. Los dueños de las plantaciones temían a la sublevación de los esclavos y la pérdida de sus riquezas; los dueños del comercio, el orden interior y la administración, que eran los colonizadores, temían perder la colonia y sus ganancias.
No deja de ser un orgullo, para un pueblo que hoy tiene nuestra instrucción, nuestra cultura y nuestra independencia, pensar que en un lapso de tan solo 151 años nuestro país haya alcanzado en el orden humano, social y moral el lugar que hoy ocupa. Y no desconocemos, ni mucho menos, nuestros defectos y nuestros problemas; pero tenemos una idea clara de cómo los vamos a vencer a todos, y se hacen ilusiones aquellos que crean que van a prevalecer sobre las virtudes y sobre las cualidades de nuestro pueblo (Aplausos).
Nos volveremos a ver, ¿cuándo? Realmente no me resigno a esperar cinco años, me parece demasiado tiempo. ¿Es cada cinco? No, no podemos esperar cinco años para volver a reunirnos con nuestra tropa pioneril; a los cinco años nos iríamos a reunir con otra tropa. No, yo sugiero que buscando la fecha, más o menos adecuada, en medio de todo el trabajo, dentro de un año nos volvamos a reunir con ustedes (Aplausos y exclamaciones de: “¡Fidel, Fidel, Fidel!”).
No, no hay que hacer otra vez todo ese largo trabajo de organización del congreso, sino interiorizar todo lo que ustedes han discutido y hablado, trabajar tal como se han propuesto, chequear todo lo que hemos hablado aquí, ver cómo marchan todos estos planes, controlar nuestros proyectos y que vuelvan los que están aquí, pienso que sea la inmensa mayoría; que sean muy pocos, si acaso, los que no conservaran las cualidades que los hicieron participar en este congreso.
Incluso, los que hayan terminado ya el noveno grado, que vengan los que están aquí y estarán en 10 grado (Aplausos y exclamaciones de: “¡Fidel, Fidel, Fidel!”), y una representación, aunque sea pequeña, de los que ingresen en el primer grado. Sí, los que ingresen en septiembre en primer grado, ¿no son pioneros o qué? (Aplausos), para que nos cuenten, aunque sea, qué aprendieron en la escuela y cómo ven las cosas, más o menos, que nos hemos propuesto. No, el proceso de trabajo será para rendir cuenta de lo que hayamos hecho.
Así lo hicimos en el congreso de cultura y en el de los periodistas, vamos a hacerlo nosotros, los pioneros (Aplausos y exclamaciones de: “¡Fidel, Fidel, Fidel!”)
¡A conquistar el futuro!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación).