Señor Doctor Fidel Castro Ruz

Jefe del Movimiento de Liberación Nacional.

Señor:

De todas las "increíbles" cosas que su tenacidad y energía han conseguido, ninguna, tal vez, es más trascendental para Cuba, que el haber "resucitado" el espíritu de confianza de los cubanos, espíritu que parecía, razonablemente, muerto, sin remedio posible —tras los gobiernos de 1944 a la fecha, cuya defraudación, en tantos sentidos, borró hasta la posibilidad del optimismo en el pueblo cubano, de su alegría proverbial y su capacidad de confianza en gobierno alguno.

En 1944, cándidamente creí que el gobierno elegido en avalancha popular en las urnas, por haber sido el partido triunfante fundado por Martí,2 haría honor a sus deberes para con el pueblo: Y creyendo cooperar, siquiera modestamente, a encauzar el ordenamiento nacional ofrecido, hice llegar al gobierno aquel, el Memorandum sobre el Servicio de Correos, que tengo el gusto de enviar a usted, adjunto, y que lógicamente, no mereció ni el acuse de recibo, para honor mío, dada la moral gubernamental.

Hoy, (15 años perdidos) creo que el cúmulo de dificultades que se alzarán frente al Movimiento de Liberación, para evitar su arraigo, hace imperiosa, ineludible, la obligación de todo cubano bien intencionado de exponer lo que honradamente crea que facilite la labor de los hombres encargados de afianzar esa confianza renacida del pueblo, mejorando medularmente los servicios básicos que este paga.

Y convencido, asimismo, de que la Reforma Agraria —lo primero— y las reformas a fondo de servicio tan necesario y amplio como el de Correos pues las de Educación más fundamentales aún, son forzosamente más lentas —son los más aptos para satisfacer al pueblo rápidamente, me atrevo a elevar hasta usted el susodicho "Memorandum" por si lo considera de alguna utilidad a su ingente labor.

Usted con sus heroicos "barbudos",ha sembrado con raíz, directa, bien potente, el árbol de la Libertad, en el fértil terreno de la conciencia pública.

Las raíces "menores" son también indispensables para su desarrollo; y ningunas tan fáciles, hacederas, precoces y visibles a todos, como los justísimos de reparto de tierras, y mejoras de servicios fundamentales del Estado.

Eso, quedará profunda e inevitablemente, pase lo que pase, en el haber de la Liberación.