Reyes Rodríguez, Dilbert

Sobre las olas, una proa a la esperanza

La libertad es un derecho de los hombres; mas, de esta Isla, condición natural. Quienes la habitan y honran como patria ven su destino infinito e indomable, como el mar.
 
Por eso se levantan si la hieren, la humillan o la pretenden con ansias de imperio, y vuelven sobre las olas nuestros héroes, a vencer las afrentas y a situar, en la poltrona del pueblo, la voluntad soberana. Hay tormenta y agua fiera, pero es peor el tormento de la tierra secuestrada y mayor la fiereza de la rabia.
 

Sobre la dignidad se puede construir un mundo

En conmemoración de los asaltos revolucionarios del 26 de julio de 1953, y como parte del fraternal movimiento de emulación socioeconómica que en el país se hizo tradicional con motivo de la fecha histórica, el territorio de la provincia oriental de Granma ha sido sede, en cinco ocasiones, de celebraciones centrales por el Día de la Rebeldía Nacional.
 

Cuando los ríos desembocaron en la Sierra

En las montañas los frutos, al peso de lo maduro, caen y ruedan cuesta abajo. La tierra, donde no la aguantan rocas y raíces, desliza rumbo al valle. La lluvia en la loma, una vez en el suelo, continúa cayendo, y empieza a hacerse río, y crece, mientras baja.
 
Es la ley natural: los ríos siempre bajan de las sierras a los mares.
 
El 26 de julio de 1960, en la Maestra de Oriente, otros ríos subieron, por primera vez, de los llanos a las cumbres.
 

Un proceso que transforme y aporte más desde el surco

Preludio de la celebración central por los 60 años de la firma de la primera Ley de Reforma Agraria, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) hizo pública este jueves, en predios de la histórica Comandancia General del Ejército Rebelde, la convocatoria a su duodécimo Congreso, fijado para los días 15, 16 y 17 de mayo de 2020.
 

«Ahora sí eres dueño de la tierra»

El plano en contrapicada de la foto de Fidel, en el instante justo en que su firma concede fuerza de ley y de promesa cumplida a la cuestión de la tierra repartida, tiene la carga simbólica que lleva todo parteaguas de la historia.
 
Como tal, es probable que muy pocos, dentro del imaginario revolucionario cubano, hayan pensado en otra cosa significativa que pasara cerca de aquella mesa en que el 17 de mayo de 1959 el Comandante en Jefe rubricara en La Plata la primera Ley de Reforma Agraria.
 

Un abrazo, presagio de la victoria

En todo el monte no hubo testigos mejores, más esbeltos ni cubanísimos, que las cinco palmas cercanas al sitio del reencuentro de los dos hermanos, del histórico abrazo y el grito triunfal.
 
Habían pasado 16 días desde el desembarco y 13 de la infausta sorpresa de Alegría de Pío, cuando el 18 de diciembre de 1956 marcó el final en las rutas divididas de dos de los grupos de combatientes dispersos: el de Fidel con Faustino y Universo, y el de Raúl con otros cuatro compañeros.
 

Sobre el mangle

El desembarco. Ese momento exacto en que se agota una ruta, un medio de transporte, y cambia bajo los pies el agua por la tierra –lento, muy poco a poco, de una forma pesada, como una prueba de fe, de resistencia–, fue de todo el recomienzo de la gesta por la libertad de Cuba, la más grande premonición.
 

Al teléfono, un guajiro con Fidel

–Te llaman de La Habana.
 
–Está bien. Dile a quien sea que deje el número, que lo llamo en cuanto acabe.
 
Ricardo Serrano se encierra en la obsesión cuando algún «trabajo fino» lo encapricha.
 
La Victoria, su finca bayamesa de unas 40 hectáreas, es un gran laboratorio dedicado a demostrar que en la agricultura casi ninguna pretensión es imposible. Cuando lo llamaron de La Habana, se enfrascaba en lograr unos injertos nuevos de guayaba.
 

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