Fidel
Soldado de las Ideas
Aquella noche extraordinaria en que un cielo iluminado, una luna ancha, un pequeño cañaveral y cinco palmas fueron testigos del grito profético de Fidel de ¡Ahora sí ganamos la guerra!, a Cuba le nacía la certeza de lo posible, desde la inquebrantable fe en la victoria de un puñado de hombres que la historia convirtió en miles, en millones.
El 19 de noviembre fue la fecha escogida para celebrar anualmente el Día de la Cultura Física y el Deporte en nuestro país. Ese día de 1961, el Comandante en Jefe Fidel Castro clausuró la primera sesión plenaria de los Consejos Voluntarios Deportivos; sin embargo, no fue hasta 1985 que el Consejo de Estado emitió un decreto oficializando la jornada.
Fue el repique de una campana que por vez primera no llamó al trabajo forzoso en los campos, sino al clarín de guerra, el anuncio de una alborada memorable y redentora.
Cuando aquel simbólico 26 de julio de 1982 en la Plaza de la Patria, de Bayamo, Fidel preguntara en su vibrante discurso: «¿Cómo podría escribirse la historia de Cuba sin la historia de Granma?», allí mismo nacía la respuesta, a la inversa, justamente con otra interrogante trascendental: ¿Cómo podría escribirse la historia de Granma sin hablar de la presencia del Comandante en Jefe en esta tierra?
«Partió envuelta en la lluvia / sobre un jinete de miel pura (…) / Partió, surcando espumas de los mares del Granma (…) / Ella, que todo lo sabía, partió una noche del llano a la montaña»
Así describiría en versos la poetisa cubana, Nancy Morejón, la esencia de aquella noticia que sacudió a un país, el 11 de enero de 1980. Había partido, hacia la inmortalidad, nuestra Celia.
Hay tanto de sublime en aquel desembarco azaroso y extraordinario del 2 de diciembre de 1956 –cuando 82 hombres comenzaron a marcar, con su heroísmo, la ruta definitiva hacia la independencia de Cuba– que a la distancia de 67 años la fecha sigue convocando al recuento histórico y a la reedición simbólica protagonizada por los pinos nuevos. Es la épica del yate Granma, multiplicada hoy, inspiración del futuro.
Han transcurrido siete noviembres desde su partida física y, sin embargo, Fidel nos sigue habitando desde la sobrevida, con esa presencia inagotable que emana de su legado eterno e ineludible, y del recuerdo entrañable de quienes vivieron su tiempo.
Multiplicado en las causas más justas, en la militancia de los que no negocian la dignidad, en los resultados soberanos de vacunas salvadoras, en la sonrisa de un niño feliz..., y en la utopía posible de un mundo mejor, Fidel vuelve a renacer cada día.
De su prédica revolucionaria, sustentada en el ejemplo mismo de quien vivió por y para los humildes, hemos aprendido también que la «Revolución es creer que se pueden mover montañas». Foto: Archivo de Granma
En el firme de la Sierra Maestra, a más de 1 630 metros sobre el nivel del mar, un intrincado paraje nombrado Pino del Agua (perteneciente al municipio montañoso de Guisa) se perpetúa para la historia como el emblemático sitio donde el Ejército Rebelde «escribió», con fuego y arrojo, dos victorias memorables frente a la dictadura batistiana, en 1957 y 1958.
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