Fidel
Soldado de las Ideas
Cuando ocurre el golpe de Estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 Fidel vivía en un pequeño apartamento del segundo piso de la calle 23, en el edificio número 1511, entre 24 y 26, en el Vedado. En un cuarto de la azotea dormía su hermano Raúl, que estudiaba en la Universidad habanera.
Tras alcanzarse las victorias rebeldes de Guisa, Yaguajay y Santa Clara, comandadas personalmente en ese orden por Fidel, Camilo y Che, en diciembre de 1958, el embajador de Estados Unidos en La Habana, Earl T. Smith, sostuvo un urgente encuentro secreto con el dictador Fulgencio Batista.
Ayer en la Plaza, al pie de la imagen de mármol de Martí, confirmamos que no se han acabado todavía, ni en Cuba ni en el extranjero, los testigos de la obra y el ideal de Fidel. Además, se hace realidad aquello que Haydée Santamaría dijera de su hermano Abel, y puede ahora aplicarse también al Comandante en Jefe: «Todo se hace más hermoso cuando se sabe que después, físicamente, no se va a tener».
Yo he hecho en mi vida como quinientos juramentos, dijo Fidel al periodista Tomás Álvarez de los Ríos. En el cumpleaños 85 del líder de la Revolución, JR recorre una parte de la trayectoria que honra esa aseveración.
«Llevamos 14 horas y media de desfile… y los primeros que desfilaron en el día de hoy fueron precisamente los niños… los niños de la ciudad escolar Camilo Cienfuegos… Y hemos visto desfilar por aquí a los pioneros con la sonrisa de la esperanza, la confianza y el cariño; hemos visto desfilar a los Jóvenes Rebeldes».
María Dolores Morales Mena, de 12 años de edad, el 16 de abril de 1961, día del sepelio a los caídos en el bombardeo mercenario a tres aeropuertos cubanos como preludio de la invasión de Girón, se inscribió en las Brigadas de Alfabetización Conrado Benítez.
Mientras José Antonio Echeverría yacía en el suelo, a un costado de la Universidad, tras caer abatido por la policía batistiana el 13 de marzo de 1957, el equipo de cirujanos de guardia, en el hospital Calixto García, todos estudiantes, trató de rescatar su cuerpo. El gesto lo devela por primera vez un protagonista de aquel intento.
Fidel y Celia tuvieron la iniciativa de regalar juguetes a las niñas pobres de Jacinto Peñate y Ángela Sánchez, en plena Sierra Maestra, el Día de Reyes de 1958.
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