Fidel
Soldado de las Ideas
El séptimo día de diciembre marcó un hito para los cubanos desde el mismísimo año 1896, cuando proyectiles enemigos lograron lo que 26 heridas no habían podido en su cuerpo de bronce.
Ante Maceo –nunca verdaderamente muerto– se inclinaron generaciones enteras, a contrapelo de lo que la historia deparó tras la intervención estadounidense en una guerra ganada por las tropas mambisas y del tsunami político de gobiernos entreguistas que sobrevinieron después.
Punto de la geografía angolana, escenario de una batalla que cambiaría el rumbo de la historia en buena parte del continente africano
Han transcurrido más de 30 años desde que el ejercicio de la profesión me llevó, sin sospecharlo ni proponérmelo, ante él. Tenía apenas 16 años de edad, aunque al verlo me pareció que eran menos. Minutos antes, algún combatiente había hecho referencia a su conmovedora historia y no quise continuar mi periplo por el Flanco Sudoccidental Angolano sin ver al hijo de todos los cubanos.
De muerte no escribiré una línea. Rehúso hablar de lo que no es real. Es tan relativo ese (denominado) «último adiós» cuando se trata de seres divinamente humanos o humanamente divinos, con pulmones aptos para que generaciones enteras respiren aire puro «por los siglos de los siglos»…
Quizá muchos nos preguntamos alguna vez qué hubiese sido de Fidel si no deja atrás las comodidades que en el horizonte le tendía Birán, para entregarse por completo a cimentar las bases libertarias de Cuba, asaltar el Moncada, fundar el Movimiento 26 de Julio, preparar la expedición del Granma, desembarcar, encabezar la lucha guerrillera en plena sierra, triunfar y continuar, hasta el final de su vida, sin un minuto de calma.
A 30 años de que retornaran nuestros últimos internacionalistas de Angola, más me convenzo de que, además de militar, la victoria sobre Sudáfrica y sus aliados fue un triunfo profundamente humano.
Miles de testigos y protagonistas pudieran escribir libros enteros o permanecer horas reviviendo momentos trascendentales durante acciones y combates a lo largo de tres lustros.
No. El semblante del pequeño Leo no es el habitual. A diferencia de ese brillo, siempre en sano contubernio con la intranquilidad propia de los primeros años (sobre todo en estos modernos tiempos) hay en él una mezcla de melancolía con preocupación.
Mamá —dice, por fin— ¿entonces es verdad que Fidel y Raúl eran hermanos?
— Sí, Leo; hermanos y siempre se quisieron mucho, como tú y Gabriela.
Tal vez muchas personas imaginen que la política de bloqueo contra Cuba, por parte de las administraciones estadounidenses, es un fenómeno posterior a enero de 1959, cuando gobierno, Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la descomunal maquinaria de guerra en ese poderoso imperio se propusieron aislar, asfixiar, desestabilizar y destruir a la naciente Revolución cubana.
Las mortíferas descargas de la aviación sudafricana los días 21 y 22 de marzo fueron claro preludio de lo que sobrevendría el 23, cuando Petroria arremetió con todo su peso sobre Cuito