Fidel
Soldado de las Ideas
Jorge Oller Oller es premio nacional de Periodismo José Martí, maestro e investigador de la fotografía cubana y fundador del periódico Granma. Han pasado los años y me honro de tenerlo como amigo y mentor. Hablar de él y de sus imágenes es hablar de cubanía.
Sus fotos son un testimonio fiel de la obra del pueblo y de su indiscutible líder, Fidel Castro. Como fotorreportero, Oller lo acompañó muchísimas veces, en Cuba y en el exterior.
Los labios se fundieron con amor. En ese beso iba la intensidad con que habían transitado por la vida. Quizá fuera el último. Mercedita bajó del Chevrolet y lo miró fijamente a los ojos. Quería llenarse de ellos. Solo susurró: ¡cuídate!
Horas antes, Pedro Nolasco Monzón Martínez (Juan) y Mercedes Balán Campa transitaban por debajo de los árboles frondosos de la carretera central rumbo al Entronque, en los límites de las provincias de La Habana y Matanzas.
Cuánto mundo encierran cinco letras. Hizo una Revolución con los humildes, por los humildes y para los humildes. Con su ejemplo y fe en la victoria le amplió el espectro al pueblo. Pensó en el campesino y le dio tierras, las mujeres escalaron en la sociedad gracias a su preparación profesional y revolucionaria, y hoy dignifican con su labor la obra del país; la educación y el deporte recibieron todo su empeño por dar acceso por igual a cualquier cubano, las universidades se poblaron de gente surgidas de familias pobres.
Saluda a Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, en el VI Congreso de la UNEAC.
Durante la inauguración de la Cumbre Petrocaribe, sede del Primer Encuentro Energético de Jefes de Estado y Gobiernos del Caribe, en Ciudad de Puerto la Cruz, estado de Anzoátegui, Venezuela.
Crecí en Revolución y, desde muy niño, aprendí a admirar al hombre del Moncada, del Granma, de la Sierra Maestra... Estaba dondequiera, de día o de noche y hasta de madrugada junto al pueblo.
La paloma es símbolo del candor, la sencillez, de la paz. Tiene gran sentido de la orientación, es una de las aves que más rápido vuela, y tiene un agudísimo sentido de la vista.
Cuando Fidel hablaba a la multitud concentrada en la explanada de Columbia, hoy Ciudad Libertad, en Marianao, aquel 8 de enero de 1959, tras su entrada triunfal a La Habana, palomas blancas se posaron en sus hombros. Era el portador de la esperanza y ellas lo identificaron rápidamente.
Han transcurrido 67 años del amanecer de la Santa Ana. Aún quedaban los vestigios de una noche carnavalesca santiaguera. Los muros de la segunda fortaleza militar del país, el cuartel Moncada, se quebraron con la impronta de un grupo de revolucionarios que, con el factor sorpresa, fueron protagonistas de un acto de heroicidad. Aún se puede observar, en su fachada, los orificios de los proyectiles.
Al llamado de Fidel, el pueblo revolucionario se vistió de miliciano y en formación de batallones, con los tenientes de milicias al frente, comenzó a conocer y manipular los fusiles Cracker, Springfied y los R2. Llega el preludio de la invasión con el ataque a los aeropuertos, en San Antonio de los Baños y en Ciudad Libertad, y la orden de alarma de combate atrincheró a todo cubano que estaba dispuesto a defender la naciente Revolución, ya socialista, al precio que fuera necesario.
Santiagueros rinden tributo al Comandante en Jefe al pie del mausoleo que guarda los restos del Comandante en Jefe, en el Cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba.
Páginas