Un largometraje en desarrollo durante los últimos 30 años
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Era lunes. Año 1986. El reloj marcaba las cinco de la tarde en San Antonio de los Baños, antigua provincia de La Habana. Gabriel García Márquez (Gabo), Fernando Birri y Julio García Espinosa, junto al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, se disponían a «concretar un sueño anhelado desde tres décadas atrás por los cineastas del continente», según rezaba la nota oficial publicada en las páginas de este mismo diario. Comenzó entonces, de acuerdo con las palabras del periodista Rolando Pérez Betancourt, «el primer día de vida de una largometraje optimista, humano y sin fin».
Aquel largometraje empezaba con 82 creadores dirigidos por Fernando Birri, que adoptarían posiciones detrás de las cámaras o frente a los libretos de guion. Representados por la alumna colombiana Estela Malagón, asistieron a lo que ella registró así: «en una mañana de sol, hermanos de 24 países, herederos de un esfuerzo común, como 24 telegramas del primer segundo de esta historia, nos estrechamos las manos por una humanidad más humana y más grande».
Eso ocurría una hora después de la llegada de Fidel a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) para la inauguración. Fidel —relata el cronista— anduvo por el centro, mientras les hacía preguntas a quienes hallaba a su paso, entre ellos Dolores Calviño y Julio García Espinosa. Junto al Gabo y a Birri, el Comandante regó en los jardines tres retoños de árboles típicos de América Latina, Asia y África.
A las cinco, subió al estrado y fue recibido por una fuerte ovación de miles de personas de pie. Entonces pronunció aquellas simbólicas palabras: «esta escuela durará tanto como la Revolución. ¡Y la Revolución es eterna!». Hizo la entrega, también simbólica, de la institución, a García Márquez; y este, a su vez, la puso en manos de Birri. El argentino, dotado de una sensibilidad poética muy particular, después de leer el acta de nacimiento de la escuela, nombró a Fidel custodio del documento, «en nombre de la luz de la aurora».
Otros artistas calificaron la creación del centro de estudios como «una de las mayores y más hermosas empresas de los últimos tiempos» (Ângela Leal, actriz brasileña); «un gran proyecto» (Gian Maria Volonté); o sencillamente como «un niño que hemos visto crecer y se ha convertido en adolescente que se prepara para nuevas luchas. Los que allí estudien van a realizar una carrera superior a la iniciada por nosotros» (Miguel Littín). El actor y productor mexicano Pedro Armendáriz previó que «a través de la EICTV, se dará la gestación de talentos que ayuden a encarar la crisis de buenos guiones que existe en nuestro cine».
Dos días más tarde, el 17 de diciembre de 1986, la prensa también documentaba la asistencia de Fidel a la clausura del 8vo. Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, evento que se celebra cada año en La Habana. Ese festival —en el cual compartieron el Primer Premio Coral los largometrajes La hora de la estrella, de la brasileña Suzana Amaral y Un hombre de éxito, de Humberto Solás— quedaría en la memoria como uno de los más significativos, precisamente porque nacía la EICTV, una especie de hermana menor del festival.
Ahora el almanaque señala que es 15 de diciembre del 2016. Treinta años han transcurrido desde la fundación de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, también sobrenombrada por Birri como Escuela de Tres Mundos, debido a su proyección inicial de acoger estudiantes de América Latina, Asia y África. «Es una escuela que nace en América para tres mundos y donde la docencia y la creación formarán una unidad», precisó el entonces director.
A partir de ese hecho sin precedente en la región, se ha hilvanado la historia del nuevo cine latinoamericano. Hoy no viven todos los impulsores de la escuela que nació de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. No vive el Gabo, no vive Julio García Espinosa. Tampoco vive el gran artífice de estos proyectos, Fidel.
Sin embargo, la influencia de esta escuela en la cinematografía de las tres últimas décadas, visible a través de la obra de cada egresado, permite que, a la luz de la aurora, la EICTV continúe siendo custodiada por Fidel, a quien agradecieran aquel lunes de 1986, desde distintas latitudes, figuras del séptimo arte como Akira Kurosawa, Agnès Varda, István Szabó, Ingmar Bergman y Bibi Andersen. En esta 38 edición del evento que reúne a cinéfilos y cineastas, dedicada a la escuela que hoy dirige Susana Molina, esta, además de recibir un Coral Especial, se ha hecho presente a través de la exhibición de 30 cortometrajes realizados por sus estudiantes o egresados.