A quien fraguó la mayor obra de todas
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Si hay en la Tierra sabiduría intuitiva y vigorosa es esa nacida de la palabra traviesa y el corazón de un niño. Cobijados por las lecciones de sus antepasados —especialmente por las de sus más entregados maestros y defensores, Martí y Fidel— un grupo de pequeños de La Colmenita, en el día del constructor cubano, recordó y homenajeó al Comandante en Jefe, quien fraguó sobre sólidos cimientos la mayor obra de todas: la Revolución.
Fue justamente Fidel el que, en 1972, en ocasión del III Congreso de los Constructores, propuso el 5 de diciembre como la fecha para conmemorar el día de los trabajadores del sector. Este se convirtió en el homenaje póstumo a Armando Mestre Martínez, un albañil que vistió la toga de revolucionario junto a los asaltantes al Moncada, los expedicionarios del Granma y combatientes de Alegría de Pío, su última batalla.
Convertidos en lo que el propio grupo, que dirige Carlos Alberto Cremata —Tin—, denominó la nueva pandilla de maestros ambulantes para crecer con Martí, los niños evocaron, a través de sus vivencias, algunas de las mejores enseñanzas del Apóstol.
Cómo enseñar la sapiencia del texto martiano a los niños, cómo incentivar en ellos la búsqueda de su propio Martí, cómo estimular a los otros —a los adultos también— en ese camino de relectura y de interiorización de la obra martiana, fueron algunas de las principales reflexiones que motivaron los colmeneros.
Una historia entretejida de Martí a Fidel: dos hombres, dos ejemplos, un camino, el camino; del bien a los otros, de la edificación; de cultivar la esencia por sobre la apariencia, así como la virtud del honesto, del humilde, del franco, devinieron lecciones de esta jornada de conmemoración y recuerdo.