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Manejar para Fidel en Chile

Fidel y Allende durante la visita a Chile en 1971. Al volante Patán.

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Cubadebate

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Gracias a la cortesía de su autor, el periodista Arnaldo Pérez Guerra, Cubadebate publica en avance el capítulo X del libro “Yo, Patán; Memorias de un combatiente”, que recoge las memorias y el testimonio del luchador chileno Manuel Cortés Iturrieta, “Patán”. La obra es de la colección Crónica y Memoria de Ceibo Ediciones y será presentado este martes en Santiago de Chile.
 
Cuando vino el Comandante Fidel Castro a Chile, hicimos una escolta especial, y yo fui “chofer 1”.
 
Fidel Castro y los asesores de seguridad cubanos trajeron a su gente, pero no tenían choferes con la experticia de manejar en ciudades densamente pobladas, les era muy difícil.
 
Ellos traían a un chofer, de apellido Castellanos, y realmente cuando lo hicimos que manejara por la Alameda, Providencia, etcétera, con los microbuses, camiones y autos en medio y todo eso, al tipo le daba pánico… Entonces, nos dijeron: -“No, los que tienen que manejar son ustedes”. Y tuvimos que formar dos escoltas; una para el doctor Allende y otra para Fidel Castro. A mí tocó hacer todo el viaje con el Comandante Fidel.
 
Manejé para Fidel Castro por todo Chile.
 
En ese tiempo, yo hacía muchas bromas. Había un muchacho de Chuquicamata que era del staff de choferes de la mina y manejaba muy bien. Se incorporó al GAP. Era muy bueno para manejar, entonces todos los compañeros me dicen cuando llegan con él: -“Encontramos un compañero que maneja igual que tú, le pusimos ‘Patán Chuqui’”. Yo les decía por jugar: “-Ustedes están equivocados, ‘Patán’ hay uno solo, soy yo y soy magnífico”. Lo cierto es que siempre me consideraron uno de los mejores choferes y eso fue determinante para que me escogieran para transportar al Comandante en su visita por Chile.
 
Con el Comandante tuve buenas conversaciones en el auto. Llegó el 10 de noviembre de 1971 a Santiago, al aeropuerto Pudahuel, y estuvo en nuestro país veintitrés días. Dicen que al principio estaba programado que se quedaría diez días, pero sobre la marcha decidió quedarse más tiempo, y conocer el proceso chileno de primera mano.
 
Cuando llegó, cerca de un millón de personas le dio la bienvenida en las calles al paso de la comitiva. Algunas agencias de noticias informaron que desde el aeropuerto Pudahuel hasta La Moneda había “un millón y medio de personas, vitoreando a Fidel y Allende”.
 
Fidel Castro conversando con Allende, le preguntó: -“¿Cuántas personas te parece? …Gran recibimiento, gran recibimiento”. -“No sé, no sé. No podría calcular”, dijo Allende. -“Yo te resuelvo el problema, chico. ¿Cuántos kilómetros hay desde Pudahuel hasta La Moneda?”. -“Cuarenta”, dijo Allende. Fidel sacó papel y lápiz, dibujó un plano e hizo cuentas, hasta que dijo: -“Setecientas cincuenta mil personas, chico”.
 
En marzo de 1971, el gobierno de la Unidad Popular había vencido en las elecciones parlamentarias y había mucha efervescencia. Al día siguiente de su arribo, Fidel visitó las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Había mucho entusiasmo en las organizaciones políticas, en los trabajadores, estudiantes. Y Fidel se paseó por Valparaíso, por la zona del carbón, en Concepción, Tomé, Lota, por el extremo sur, en Puerto Montt y Punta Arenas…
 
En la despedida en el Estadio Nacional, comentó que: “Al llegar, había dicho que deseaba conocer las minas, el salitre, el cobre, el hierro, el carbón, los centros de trabajo, los centros agrarios, las universidades, las organizaciones de masas, los partidos de izquierda, y hablar con los revolucionarios e incluso con aquellos que sin considerarse tales, eran personas decentes”.
 
Y no se extrañó del recibimiento porque “sabemos que donde están los obreros y los campesinos y los humildes, están nuestros amigos”.
 
En uno de sus discursos dijo que en su visita por Chile “aprendió del fascismo en acción”. Conversó durante horas con los estudiantes de la Universidad del Norte, de Concepción, de la Universidad de Chile, de la Universidad Técnica… También estuvo con los mineros, en Calama, en Chuquicamata, en las oficinas salitreras de María Elena y Pedro de Valdivia, y pasó por Tocopilla. Se entrevistó con los dirigentes de la Central Única de Trabajadores (CUT) y viajó a Magallanes a conocer la ENAP y las haciendas  *1 .
 
En el estadio de Tocopilla preguntó quién ganaba en un hipotético encuentro de béisbol entre ambas localidades. Los tocopillanos le respondieron que ellos ganaban. Fidel se asombró: -“¡Ah, pero nosotros no sabíamos que ustedes tienen un equipo de pelota. ¿Ustedes tienen un equipo de pelota?”. El público respondió que sí. Fidel dijo con humor: -“¡¿De béisbol!?. ¿Pero ustedes hablan español o ustedes hablan inglés?”. El Comandante Fidel no sabía de la historia de los tocopillanos en el béisbol. Y al enterarse, agregó: -“Ya me están empezando a asustar, porque a lo mejor ganan el campeonato allá también, encima de haber ganado el campeonato de pesca submarina” . *2
 
En Iquique anduvo en una embarcación de la CORFO y en la Casa del Deportista jugó un partido de básquetbol. También jugó al baloncesto en Chuquicamata, pero le afectó la altura, se apunó. Se detuvo en la Oficina Victoria para hablar con los mineros de salitre y visitar una estación experimental agrícola de la Corporación de Fomento (CORFO). Le interesó mucho la “fertilización” de la pampa. En el puerto de Iquique se realizó una gran concentración en la Plaza Arturo Prat y el Comandante le rindió un homenaje a Luis Emilio Recabarren.
 
En Concepción visitó la usina de Huachipato. Miles de obreros le esperaban. También estuvo en el Estadio Regional de Concepción, ante más de treinta y cinco mil personas. Ahí, el ministro de Economía, Pedro Vuskovic, anunció “la decisión irrevocable del gobierno popular de acentuar y consolidar las relaciones amistosas entre Chile y Cuba”.
 
Al otro día, fue recibido por unos treinta mil mineros en Playa Blanca. Fidel recordó en su discurso que en el campamento minero los obreros habían paralizado, en 1961, en protesta solidaria contra la invasión de Estados Unidos a Playa Girón, invasión que fue derrotada por la Revolución Cubana y se convirtió en un hito. En la Universidad de Concepción conversó durante horas con los estudiantes. Ahí dijo eso de “la palabra clave en una revolución es sumar y sumar fuerzas”, condenando el “sectarismo”. En la noche, en Puerto Montt, se reunió con Salvador Allende en un acto de masas. Allí habló el doctor Allende.
 
Tras el ajetreo, Allende y Fidel se reunieron y conversaron en privado mientras el destructor “Almirante Riveros” los llevaba a Punta Arenas. El 21 desembarcaron. Y al otro día, Fidel visitó la Lanera Austral y también conversó con los estudiantes de esa ciudad.
 
Luego del regreso a Santiago, Fidel se reunió con el cardenal Raúl Silva Henríquez. También dialogó con los trabajadores. Visitó la mina de cobre de El Teniente, al interior de Rancagua. Decía que le interesaba mucho el proceso productivo de la minería. Habló en el estadio El Teniente. Luego, visitó Colchagua. Quería conocer los asentamientos campesinos y cómo se desarrollaba la Reforma Agraria en nuestro país. Era otro tema de su interés. El 26 de noviembre, se reunió con los dirigentes de la Central Única de Trabajadores (CUT), en las afueras de Santiago.
 
Descansó dos días, el 27 y 28 de noviembre, pero conversó en privado con líderes de diferentes organizaciones políticas y sociales. Prácticamente nunca paró. Incluso recorrió la Escuela de Alta Montaña de Río Blanco y la ciudad de Los Andes, y se reunió con representantes del ejército y de la CEPAL. Después, estuvo en un encuentro de mujeres en el Estadio Santa Laura, en el norte de Santiago, al que asistieron más de veinticinco mil personas. También estuvo con los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado (UTE). Viajó a la Quinta Región y el 1º de diciembre se realizó una impresionante concentración en la Plaza Sotomayor, en el puerto. Al otro día se despidió en un acto en el Estadio Nacional de Santiago, donde habló él y el presidente Allende.
 
Fue el 3 de diciembre que se realizó una rueda de prensa donde intentaron asesinarlo. La conversación con los periodistas se extendió por más de tres horas.
 
El 4 de diciembre, el Comandante Fidel culminó su agotador viaje. Puedo contar que recorrió los minerales del salitre, del cobre, del carbón, las universidades, incluso se dio tiempo para acudir a poblaciones y barrios populares. Su visita se tradujo también en cooperación técnica, y en el envío de millones de toneladas de azúcar. A nosotros, los GAP, nos sirvió para colaborar e intercambiar impresiones con la escolta de Fidel.
 
Yo aproveché que le pusieron a un asistente, un general de la aviación, como ayudante: Humberto Magliochetti. Ese tipo no conocía el país, no conocía nada, y de lo único que habló con Fidel, fue que él era un asiduo al golf… Le preguntaba sobre el golf, por unas “canchas muy bonitas que existían en Cuba” y que él había visto en la revista Life… Quería saber si todavía estaban, si eran bien mantenidas, ese tipo de cosas. Y el Comandante Fidel le contestaba con caballerosidad y le decía: -“Mire, no, realmente no sé cómo están a la fecha. Las canchas de golf están, pero ahora dedicadas a otra cosa… son colegios”. Trataba de explicarle algo que él no podía entender…
 
Fidel le hacía todas sus preguntas al asistente Magliochetti… El viaje de Arica a Antofagasta es de alrededor de ochocientos kilómetros. Fidel Castro es muy curioso, para él Chile era una incógnita. Pasar por el desierto, donde no hay ni una mata, era una curiosidad permanente, y preguntaba esto y lo otro: -“¿Y esta colina por qué es así?… ¿Y cómo es la geografía, y estos valles, y este río seco?… ¿Por qué se da?”. Y decía: -“Aquí se ve como que ha pasado agua…”. Él no sabía que esos ríos son los del invierno boliviano y el general Magliochetti no sabía nada y no le podía contestar. No sabía qué decirle…
 
Fidel preguntaba: -“¿Cuál es la composición de la arena del desierto? ¿Dónde está el salitre, a qué profundidad? ¿Por qué las montañas tienen ese color?”…Todas esas cosas Magliochetti no las sabía…
 
Entonces, yo me metí en las conversaciones y empecé a explicar lo que yo sabía.
Le expliqué qué el salitre era una costra que fluctuaba entre el metro y los veinte metros de profundidad, una costra blanca. Que había que sacar la arena para extraerlo, y que la arena era sencillamente piedrecilla molida que contenía minerales, y todo tipo de cosas…
 
Y le fui contando de los ríos secos, de los valles, un poco de historia, etcétera… A partir de eso, él después me decía: -“Maestro”. Y me saludaba: -“Hola, ¿cómo está maestro?”. Fui el único que le pudo contestar sus preguntas. Magliochetti fue incapaz. Para mí que ese general no conocía Chile. Yo creo que desde el avión se iba a la cancha de golf…
 
Trasladé a Fidel por todo Chile. Pasamos el Estrecho de Magallanes en un avión hasta Cerro Sombrero, donde está la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), en Tierra de Fuego. Lo llevé en un jeep y pasamos por las haciendas de Magallanes…
 
La impresión que me quedó del Comandante Fidel Castro es que en algunas cosas era poco flexible, de ideas fijas. Hablaba en forma muy asertiva. Para mí, era demasiado voluntarioso en sus ideas. Pero sabe muchísimo y es capaz de hablar sobre cualquier tema, casi que los domina todos… Y de Chile conocía poco, o esa impresión dio. Parecía que Chile era un mundo nuevo para él…Yo creo que ha sido uno de los viajes que más gozó.
 
En Santiago, lo llevé a la población La Victoria. Allí conversó con pobladores, con los niños, las mujeres…
 
Algo curioso. En todos los viajes por Santiago, quien lo acompañaba era el general Augusto Pinochet, que fue designado edecán del ejército. Entonces, en el auto yo llevaba al Comandante Fidel Castro y al general Pinochet. Por ejemplo, cuando le pusieron la ofrenda floral a Bernardo O’Higgins… Pinochet era el jefe de la plaza de Santiago.
 
Me acuerdo que era tanta la presión de la gente que se agolpó, que el auto se empezó a correr, la gente se apretujaba, y yo tratando de mantener la dirección del auto… La seguridad de Carabineros era nula. De ahí mismo nos fuimos a San Miguel. El Comandante Fidel quería ver la estatua de homenaje al Che Guevara, cerca de donde está la entrada del Hospital Barros Luco. A mí no me gustaba, era demasiado tosca. Fuimos a ponerle una ofrenda. También se acumuló mucha gente, salió la gente del hospital, se cortó la Gran Avenida de forma espontánea… Hay unas fotos en las que se ve que Fidel se sube a la pisadera del auto y empieza a hablar… Después, los militares se encargaron de dinamitar la estatua, y pusieron una de “Condorito” *4 , o sea, una afrenta, una venganza.
 
También recuerdo una gran pelea con la Armada. Cuando llegamos a Puerto Montt, Salvador Allende y Fidel Castro se trasladaban en un barco de la Armada a Punta Arenas. Y los marinos no nos dejaban entrar. A la escolta no la permitían… Nosotros éramos ilegales para ellos.
Hubo un encontrón y, finalmente, varios de los cubanos pudieron entrar como delegación, y de nosotros solamente “Jano” y el jefe de escoltas…
 
Fidel trajo su propia escolta, gente de seguridad interior y del Departamento de Operaciones Especiales (DOE). Ellos tenían mucha más cancha *5 que nosotros para lidiar con ese tipo de dificultades. De todas maneras, en el barco hubo seis o siete escoltas que brindaron seguridad a ambos presidentes.
 
Ahí me tocó trasladarme en avión a Punta Arenas y esperar que arribara el destructor Almirante Riveros.
 
Hubo problemas, pero se limaron. Creo que después, en el destructor, se hicieron bromas y comentarios graciosos, y se pusieron a disparar con Allende. Se entretuvieron.
 
Lo que me llamó la atención fue la curiosidad de Fidel. A él le encanta meterse a pie. Y cuando estuvimos en Chuquicamata, caminó por la mina… Le encanta conversar con la gente, sentarse con ellos y contar sus cosas y escuchar, hacer analogías. Hacía comparaciones entre lo que pensaban los chilenos y cómo pensaban en Cuba los campesinos, los trabajadores de la minería…
 
En Cuba, en el exilio, me volví a encontrar con el Comandante…
Notas:
*1 El 12 de noviembre, el Comandante Fidel voló a Antofagasta. Hubo una gran recepción. En Valparaíso se reunió con los estudiantes de la Universidad de Chile. Y al otro día viajó a las comunidades de la pampa salitrera, a Pedro de Valdivia y María Elena. Cerca de Tocopilla conversó con pescadores. El 14 de noviembre visitó Chuquicamata. En la tarde, a pesar del calor, estuvo en la faena minera. Ahí se realizó una gran concentración. Fidel hizo un discurso. En cada lugar discurseaba horas ante miles de personas. Viajó a Iquique en auto, violando la planificación, para conocer las comunidades pampinas y mineras. Se salió varias veces del “protocolo”. En María Elena dialogó con los trabajadores. Y jugó básquetbol contra un equipo de periodistas. (Ver CEME, archivochile.com).
*2 Un equipo chileno de pesca submarina había ganado una competencia. Y ese año Cuba realizaba el Campeonato mundial de Béisbol.
*3 Dos falsos periodistas debían disparar a Fidel con una metralleta simulada en el interior de una cámara. Luego se supo que en el atentado tuvo papel protagónico el terrorista Luis Posada Carriles, quien residía en Caracas y trabajaba para la policía secreta venezolana. Posada Carriles gestionó ante la televisión de Venezuela las credenciales de los falsos periodistas, y falsificó documentos que harían aparecer a uno de los supuestos camarógrafos como miembro de la seguridad cubana. El 14 de noviembre Fidel visitaría la mina de cobre de Chuquicamata. En el trayecto, la caravana se detuvo: un auto aparentemente abandonado entorpecía el camino. En el maletero del vehículo había dinamita que sería detonada por control remoto. El dispositivo falló cuando los terroristas intentaron explotarlo.
*4 Condorito es una serie de historieta cómica chilena, protagonizada por el personaje homónimo creada por Pepo, René Ríos R. Su primer número fue publicado en 1949, década en que la migración rural chocaba con la nueva realidad urbana. Este personaje de cómic fue la representación gráfica del campesino pícaro y bromista que intenta sortear los reveses de la vida citadina a punta de ingenio.
*5 Frase coloquial que significa más experiencia.
 
    “Hay personajes que concentran en una sola experiencia de vida un crisol de existencias. Manuel Cortés Iturrieta, “Patán”, es uno de ellos. Fue miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla del Che en Bolivia y, más tarde, como militante del Partido Socialista integró de modo destacado el dispositivo de seguridad del Presidente Salvador Allende, GAP. En esas funciones le correspondió ser “chofer 1” para el Comandante Fidel Castro Ruz durante su visita de Estado a Chile, y acompañar al Presidente Allende en varias de sus giras internacionales. El 11 de septiembre de 1973 combatió con las armas a los golpistas desde el Ministerio de Obras Públicas, a pasos de La Moneda. Posteriormente, luego de una temporada exiliado en México, se formó como oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba y, junto a decenas de otros internacionalistas chilenos, integró en Nicaragua las fuerzas del Frente Sur del FSLN. Entró a Managua liberada un cuarto para las ocho de la mañana del día 20 de julio de 1979 y no volvió a irse durante varios años, entregándose de lleno a la conformación y entrenamiento del Ejército Popular Sandinista.
 
    La vida y combates de “Patán”, narrados aquí en primera persona con sencillez y pasión, son un testimonio imprescindible; aquellos con que han de escribirse los momentos más luminosos y dramáticos de nuestra historia”.
 
    MANUEL CORTÉS ITURRIETA, “Patán”. (Santiago de Chile, 1942). Miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla del Che en Bolivia. Integró de modo destacado el dispositivo de seguridad del Presidente Salvador Allende, GAP. “Chofer 1” para el Comandante Fidel Castro Ruz durante su visita de Estado a Chile. Combatió con las armas a los golpistas desde el Ministerio de Obras Públicas el día 11 de septiembre de 1973; Oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Integró en Nicaragua las fuerzas del Frente Sur del FSLN y más tarde puso a disposición del gobierno revolucionario su experiencia militar para la conformación y entrenamiento del Ejército Popular Sandinista”.
 
    ARNALDO PÉREZ GUERRA (Santiago de Chile, 1971) es licenciado en Historia por la Universidad de Chile, y ha trabajado como periodista y colaborador de medios de comunicación chilenos como Punto Final, Periódico Mapuche Azkintuwe, Web Liberación, e