Los que se graduaron de héroes eternos de la Patria
Fecha:
Fuente:
Autor:
En una conversación entre Fidel, el capitán Antonio Núñez Jiménez y Leandro Rodríguez Malagón, se le dio la tarea a este último de organizar una pequeña milicia para capturar al bandido Luis Lara Crespo.
En la gran caverna de Santo Tomás, Fidel y el capitán Antonio Núñez Jiménez, conversaron con Leandro Rodríguez Malagón —práctico de las expediciones espeleológicas del segundo, antes del triunfo de la Revolución—, y con Cruz Camacho Ríos, en agosto de 1959. Ellos les relataron los actos criminales cometidos por Luis Lara Crespo, conocido por El Cabo Lara, prófugo de la justicia y uno de los asesinos de la derrocada tiranía de Batista.
La historia es conocida. El Comandante en Jefe le dio la tarea a Leandro de organizar una pequeña milicia, encabezada por este último, la cual en 90 días tenía la misión de capturar al bandido. Lo primero que hicieron fue pasar un entrenamiento en el campo militar de Managua, en La Habana, bajo las instrucciones del Comandante Guillermo García y la evaluación del propio Fidel, quien les dijo: “Ya están listos para cumplir la misión. Tienen tres meses para capturar a esa banda. Malagón si ustedes triunfan, habrá milicias en Cuba”.
Y hubo milicias, fundadas el 26 de octubre de 1959 y también la clara percepción de su preparación. Ya en fecha tan temprana como el 12 de enero de ese propio año, el entonces primer teniente José R. Fernández, a quien todos conocemos por El Gallego, había recibido la encomienda de ponerse al frente de la escuela de cadetes, justo en Managua. El objetivo principal era la formación de oficiales.
La subida al Pico Turquino y la vida en la Sierra Maestra, eran el centro de las actividades de Fernández y sus alumnos.
Pero cuando ya habían hecho siete u ocho escaladas y bajadas, el líder de la Revolución convocó al director a la capital.
Ya el 22 de enero se crearon las Milicias Voluntarias Populares y la acción de los 12 Malagones parieron las Campesinas. El pueblo, obreros y trabajadores del campo, acudían a alistarse en masa y la creación de los batallones de combate exigió la formación de jefes y responsables con dominio en las técnicas militares. La decisión de crear la Escuela Nacional de Responsables de Milicias, era una necesidad.
Fidel y Fernández hallaron el lugar para su ubicación, a la salida de la ciudad de Matanzas, por la carretera central, en la zona de Gelpi, en la antigua fortaleza militar Plácido. En septiembre de 1960 comenzó el primer curso y su director, El Gallego Fernández, le propuso al Comandante en Jefe los posibles integrantes del claustro de profesores: oficiales que estaban subiendo el Pico Turquino con los cadetes de la Escuela de Managua; oficiales del antiguo ejército, quienes trabajaban en el Instituto Nacional de Reforma Agraria, y algunos cadetes, quienes ya habían subido diez veces el punto más alto de la geografía cubana.
Y el 24 de noviembre de 1960, hace justo hoy 55 años, se asistía a la primera graduación de los más de 500 responsables de milicias y segundos tenientes, entre ellos 15 mujeres. Ellos y los alumnos del segundo curso enfrentaron con valentía y con su preparación a los mercenarios al servicio de una potencia extranjera que invadieron las arenas de Playa Larga y Playa Girón, en abril de 1961. Allí también tuvieron a su director al frente.
A las 9:00 de la mañana del 17 de abril, aviones enemigos bombardeaban desde del central Australia hasta el poblado de Pálpite. El ya capitán Fernández indicó ocupar ese territorio, aunque no contaban con defensa antiaérea ni tanques, sino con el heroísmo para empuñar los fusiles FAL. Los invasores tuvieron que replegarse hacia Soplillar y Playa Larga. El batallón de responsables de milicias de esta histórica escuela marchaba hacia los combates de Playa Girón y no se detuvo hasta tomar aquel punto culminante y decisivo en la batalla. Aquellos alumnos tuvieron el gran mérito de impedir que el enemigo se apoderara de Pálpite. Según Fidel, en ese lugar fue donde perdieron la guerra los mercenarios.
La necesidad de preparar al pueblo en las artes militares, de poner en sus manos las armas, tuvo en Girón su mayor expresión. Aquel 24 de noviembre, en la primera graduación, Fidel expresaba: “…en ningún tiempo los hombres y los pueblos aprenden como se aprende en una Revolución, y, sobre todo, en una Revolución como esta, que ha tenido que hacerse frente a tan poderosos enemigos; una Revolución como esta, que ha tenido que avanzar frente a los obstáculos puestos en nuestro camino por quienes en este continente tienen encadenados a los pueblos”.
Y agregaba el 26 de septiembre de 1961: ¡Y no podremos olvidar nunca a aquellos alumnos que en el combate dieron su vida! ¡No podremos olvidar nunca a aquellos alumnos de la escuela que murieron en los primeros combates, que no se graduaron de responsables de milicias, pero se graduaron de héroes eternos de la Patria!