La victoria
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Al llamado de Fidel, el pueblo revolucionario se vistió de miliciano y en formación de batallones, con los tenientes de milicias al frente, comenzó a conocer y manipular los fusiles Cracker, Springfied y los R2. Llega el preludio de la invasión con el ataque a los aeropuertos, en San Antonio de los Baños y en Ciudad Libertad, y la orden de alarma de combate atrincheró a todo cubano que estaba dispuesto a defender la naciente Revolución, ya socialista, al precio que fuera necesario.
Varias escaramuzas para desinformar y al final comienzan a desembarcar por la Ciénaga de Zapata. Los paracaidistas también hacen acto de presencia.
Piensan que serán recibidos con vítores y solo les resta transitar hasta la Carretera Central y doblar rumbo a la capital. Subestimaron a nuestro pueblo y se equivocaron.
Los alumnos de la escuela de responsables de milicias de Matanzas y los batallones de Cienfuegos fueron los primeros en recibir su bautismo de fuego. Hay tableteo de ametralladoras bípedes, metralletas y FAL. Los tanquistas salieron de Managua. Los artilleros con sus obuses y los bisoños antiaéreos también se hicieron sentir. El batallón de la policía mostró su heroísmo. Los pilotos cubanos se adueñaron del cielo patrio.
Estaba en juego la libertad ganada por el Ejército Rebelde. El mismo Comandante en Jefe de la Sierra Maestra, primero en el puesto de mando del central Australia y después en un ZAU-100, consolidó la victoria junto a su ejército: el pueblo uniformado.