La "Fidelmanía" se apoderó de los porteños
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El líder cubano, Fidel Castro, ha generado durante su visita a Buenos Aires un revuelo pocas veces visto. Las medidas de seguridad que lo rodearon fueron extremas, y la cantidad de "fans" que lo aguardó a la salida de cada reunión oficial con miembros del gobierno resultó sorprendente.
El presidente dio en la noche del lunes una conferencia pública al aire libre, que la prensa local calificó de "discurso histórico", en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, en pleno centro de la capital.
Brindó encendidos elogios a los miles de estudiantes, militantes de izquierda, "piqueteros" y curiosos que lo aguardaron en las escaleras y plazas delante de la facultad para escucharlo, a pesar de las bajas temperaturas reinantes.
En un gesto de solidaridad con el público que llevaba horas aguardándolo a la intemperie, Fidel se quitó el abrigo a pesar de los frescos trece grados reinantes y se embarcó en un discurso que duró dos horas y 37 minutos, uno de los más extensos que ha pronunciado fuera de su país y tal vez el más largo que ofreció al aire libre en una nación extraña.
Castro conquistó a los miles de asistentes, entre quienes también se agolparon decenas de periodistas, cuando los comparó con el sol. "Hay varios soles: el que vimos esta mañana cuando colocamos ofrendas florales en parques públicos (el lunes fue un día soleado y claro), el sol que vimos cuando llegamos a este país hospitalario y el sol que vimos en esta escalinata".
Arrancó vítores a la concurrencia cuando afirmó que las elecciones en Argentina le han asestado "un colosal golpe" a lo "peor de la globalización neoliberal".
También abundaron las críticas hacia Estados Unidos y, especialmente, su política exterior. Despreció la idea de "guerras preventivas y sorpresivas". "Bush, fascista, vos sos el terrorista", fue uno de los cánticos que partieron ante cada cuestionamiento a Estados Unidos.
Tal vez Fidel encare para algunos al líder que la cuestionada dirigencia política argentina ya no les ofrece. Para otros, la posibilidad de ver en persona al veterano padre de la Revolución cubana se convirtió en una obsesión. Y Castro no los decepcionó: "Viva la hermandad de nuestros pueblos", gritó anoche ante la multitud porteña, unas pocas horas antes de dirigirse al aeropuerto para retornar a La Habana.