La columna originaria
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La vanguardia que siguió a Fidel Castro Ruz al Moncada y los que después se le sumaron a la lucha tras el fracaso de esa acción, padecieron la pérdida de decenas de compañeros, el presidio, el agónico exilio, la riesgosa travesía; las penurias del desembarco del yate Granma y la sorpresa, el desconcierto, la dispersión y otra vez la muerte en el revés militar de Alegría de Pío el 5 de diciembre de 1956. Pero no cejaron en el empeño. Sólo después de tres años, cinco meses y 22 días de sacrificios, privaciones, derrotas, acoso enemigo, traiciones y otros avatares, el 17 de enero de 1957 vinieron a alcanzar la primera victoria en el lugar conocido por La Plata.
Aunque ese combate consistió en el ataque a un pequeño apostadero que se había emplazado en la desembocadura del río de La Plata, en la Sierra Maestra, tuvo un gran significado, demostró la existencia del Ejército Rebelde y su capacidad combativa; y reafirmó en los propios combatientes rebeldes la fe en la posibilidad de realizar acciones victoriosas.
Como resultado de la acción, el enemigo sufrió 10 bajas, de aproximadamente 15 efectivos que defendían la posición: dos muertos, cinco heridos (tres murieron posteriormente) y tres prisioneros, además se capturaron ocho fusiles Springfield, una subametralladora Thompson y mil tiros.
Qué grandeza moral la de esa causa y de los hombres que la defendían, que en ese primer combate victorioso, después de haber padecido tantos asesinatos, detenciones, abusos y torturas, los rebeldes prefirieron dejar sus pocas medicinas a los heridos del enemigo.
De este modo, el reducido destacamento que sobrevivió al revés de Alegría de Pío, logra la supervivencia, asentarse en una zona de la Sierra Maestra, y comenzar a crecer en fuerzas y medios.
A los cinco días de haber combatido en La Plata, la nobel tropa rebelde vuelve a golpear al enemigo, esta vez realiza con éxito su primera emboscada en Llanos del Infierno; sin embargo, el día 30 de enero aviones enemigos guiados por un traidor, Eutimio Guerra, con su bombardeo vuelve a dispersar al destacamento guerrillero en Loma de Caracas.
Otra vez, la dispersión ocurriría en Altos de Espinosa el 9 de febrero. La gravedad de lo sucedido, y a la vez la recuperación de la guerrilla revolucionaria es valorada por el propio Comandante en Jefe: “Infortunadamente, existen muy pocos documentos sobre los planes de operaciones del Ejército batistiano para destruir el pequeño Ejército Rebelde cuando comenzó a dar nuevamente señales de vida, después de su segunda liquidación, esta vez en los Altos de Espinosa, cuando un pequeño grupo de 24 hombres estuvo a punto de ser totalmente liquidado con todos sus futuros comandantes: Raúl, jefe del Segundo Frente Oriental; el Che, jefe del frente al este del Turquino y de la Columna Invasora Ciro Redondo; Camilo Cienfuegos, jefe de la vanguardia de nuestra columna; Efigenio Ameijeiras, de la retaguardia de la misma, que dirigidos por mí, con el resto de los expedicionarios del Granma, asestamos los primeros golpes al enemigo, causándoles numerosas bajas a los paracaidistas de Mosquera y a las tropas de Casillas, sin sufrir una sola baja. Conmigo, en los altos de Espinosa, el enemigo estuvo a punto de eliminarnos a todos por la traición de Eutimio Guerra”.
En su libro La victoria estratégica, Fidel afirmó que ante los reveses no quedaba otra alternativa que demostrar que las victorias eran posibles, y eso fue lo que probó la primera columna del Ejército Rebelde. Salvada la tropa precursora, se desatan acontecimientos que la consolidan; entre ellos se destacan la primera reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio después del desembarco del Granma, el arribo a la Sierra Maestra de refuerzos procedentes de Santiago de Cuba, y la preparación táctica y fogueo físico de la guerrilla que llega a sumar 80 hombres.
En lo acaecido durante el año 1957, sobresale el combate del Uvero. Por su envergadura y novedades tácticas –a decir del Che- fue la victoria que marcó la mayoría de edad de la guerrilla. Después del mismo, el Guerrillero Heroico se separa de la Columna 1 y queda con los heridos y cuatro compañeros más para su protección. Cuando se reincorpora a la tropa del Comandante en Jefe, lo hace con un grupo más numeroso y bien organizado.
Más hombres, más armas y más experiencia permiten a Fidel decidir, en julio de 1957, la creación de una nueva columna, la 4. Sobre este hecho él expresó: “A una parte de la tropa con la que yo regreso de aquel combate a orillas del mar y algunos buenos oficiales con sus hombres, entre ellos Camilo y otros, los envío con el Che a formar la segunda columna hacia el Este del pico Turquino, que no estaba muy lejos de la primera. Ése fue el Primer Frente, con la columna originaria y la nueva columna bajo el mando del Che”.
Para finales del año 57 e inicios del 58, las fuerzas guerrilleras han alcanzado la seguridad y el poderío necesario para poder ampliar el teatro de operaciones, incluso más allá de la Sierra Maestra. En marzo del 58, el Primer Frente se triplicó, de él se desprenden las columnas 6 Frank País, al mando del comandante Raúl Castro Ruz, y la 3 Santiago de Cuba regida por el comandante Juan Almeida Bosque. Fueron las columnas originarias del Segundo Frente Oriental Frank País y del III Frente Mario Muñoz, respectivamente. En ese mes, otra pequeña columna de 29 hombres, al mando del capitán Camilo Cienfuegos, bajó de la Sierra para operar en los llanos del Cauto.
Mientras el ejército guerrillero se fortalecía en la Sierra Maestra, la lucha antidictatorial en los llanos y ciudades se generalizaba y diversificaba sus formas y métodos. El 10 de noviembre del 57 comienza a actuar en las montañas del Escambray un destacamento del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Igualmente, para febrero de 1958 el Partido Socialista Popular establece un grupo guerrillero al norte de Las Villas. Así, se confirmaba el reconocimiento a lo que ya se venía demostrando, que en la lucha contra la tiranía el lugar principal lo ocupaba la guerra de guerrillas.
Ulteriormente, varias columnas y tropas del Ejército Rebelde participarían en el verano de 1958, en el rechazo de la mayor ofensiva enemiga desarrollada contra la Sierra Maestra; otras tantas fundarían varios frentes, y participarían en la Ofensiva Final Rebelde. Y todas ellas tuvieron que ver con la “originaria”; muchos de sus jefes salieron de allí, adquirieron experiencia y preparación al lado de su fundador y único jefe.
En más de una ocasión Fidel se quedó en su columna, con los combatientes menos fogueados y los jefes más nuevos, y en más de una vez volvería a repetir el ciclo. La preparación, el prestigio alcanzado y el valor demostrado, y no otras razones, eran las que determinaban en el envío de un jefe hacia otros territorios a cumplir nuevas misiones: “Todos, todos los jefes, los que estaban ahí, los que viven y los que murieron, por supuesto, como es el caso de Camilo y el Che, u otros que cayeron antes de terminar la guerra; pero todos los jefes destacados en la lucha revolucionaria, todos, se ganaron con sus méritos, su comportamiento y su lucha el cargo que ocuparon antes o después en la Revolución”.
Ese proceso, según las reflexiones del Che, forma parte de la esencia de la lucha guerrillera. El destino de un grupo guerrillero, si llega a ser la vanguardia del pueblo revolucionario, es incrementarse cuantitativa y cualitativamente, y aumentar el territorio abarcado por su acción guerrillera: “Cuando la guerrilla ha alcanzado un poderío respetable en armas y en número de combatientes, debe irse a la formación de nuevas columnas. Es un hecho parecido al de la colmena que, en determinado momento, suelta una nueva reina que se va a otra región con parte del enjambre…”.
La primera abeja reina fue la Columna 1 José Martí; después, sus hijas fundaron un enjambre de frentes guerrilleros que conformaron el Ejército Rebelde, y este fue el sostén de la Revolución.
* Doctor en Ciencias Históricas. Profesor e Investigador Titular. Presidente de la Unión de Historiadores de Cuba
Fuentes consultadas
Los libros La victoria estratégica, de Fidel Castro Ruz. Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet; y Che, de Ernesto Guevara de la Serna. Entrevista concedida por Fidel Castro a Martha Moreno. 2 de diciembre de 1996.