Homenaje y continuidad
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Cuba reverenció ayer el regreso, hace 31 años, de los restos de sus hijos caídos en misiones internacionalistas; el aniversario 86 del natalicio de Frank País García, y el 124 de la muerte en combate de Antonio Maceo.
El Titán de Bronce encarna el patriotismo viril con la frase que sembró en la idiosincrasia ideológica de nuestro pueblo: «No queremos paz sin independencia». De Frank, el General de Ejército Raúl Castro dijo: «Con poco más de 20 años tenía la talla de un auténtico político, la madurez de un luchador avezado, el fogueo combativo de un veterano, la tenacidad de un hombre convencido y la valentía personal de un combatiente de la primera línea».
Cual si fuera hoy, Fidel exponía: «Ejemplo cimero son las madres, hijos, hermanos y cónyuges de nuestros hermanos caídos. Sin excepción han estado a la altura del sacrificio supremo del ser querido. Supieron transformar su profundo dolor, ese que estremeció cada rincón de Cuba durante la Operación Tributo, en más amor a la patria, en mayor fidelidad y respeto a la causa por la que, conscientemente, entregó la vida la persona amada. Un pueblo capaz de esta proeza, ¡qué no haría si llegara el momento de defender su propia tierra!».
Las ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro, del Presidente Miguel Díaz-Canel, del titular de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo, de la Asociación de Combatientes de la Revolución, del pueblo, y de los familiares de los internacionalistas, en el cementerio Santa Ifigenia; la voz de la pionerita, en el Cacahual, feliz «de vivir en una Cuba libre, soberana y segura, donde todos los derechos son respetados», y de los cadetes, sintiéndose herederos de ellos, son convicción profunda de continuidad.